lunes, 14 de abril de 2008

LA DINASTIA KK

Otra vez Luis DElía jugó al juego que más sabe y gusta. El miércoles, en horas de la noche, en apariencia fuera de sí –como es su costumbre– matoneó otra vez al mismo tiempo que tocó con fuerza el CLARÍN dentro de un estudio televisivo. Esta vez el enfrentamiento fue con los conductores de A DOS VOCES, programa del canal de cable TN, propiedad del más poderoso grupo informativo de Argentina. En vivo y directo, el pendenciero DElía, como si en akgún momento hubiese sido adicto a extrañas costumbres, sentenció: "No podemos vivir con la pistola de CLARÍN en la cabeza". La clase media cacerolera y “golpista”, horrorizada, a día siguiente no hablaba de otra cosa. Al unísono, la corporación periodística en pleno y políticos opositores repudiaron el hecho. La izquierda “progresista”, plumífera, legislativa, guerrillera, judicial garantista y la defensora subsidiada de la mitad de los derechos humanos calló de manera vergonzante. Por mucho menos, muchísimo menos, a Carlos Menem lo hubiese crucificado. Es posible que de tanta mofa haya quedado agotada.

Pero el día siguiente era jueves, día en que Guillermo Moreno, posiblemente a cargo del ministerio de Economía y Dibujante Mayor de los Índices, anunciaba que la inflación de marzo había sido del 1,1%, cifra muy alejada de la realidad de la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. El objetivo del Gobierno a través del devoto seguidor de Hugo Chávez, defensor de la revolución iraní e incondicional de los Kirchner había sido logrado, desviar la atención de la opinión pública hacia su persona para que no se centrara en la nueva burda sustitución del índice inflacionario. Pudo. Para menesteres como esos suelen contratarse a personajes de este tipo y se los invita a palcos VIP ubicados detrás y próximos al matrimonio presidencial. El mismo día, uno de los Kirchner (Néstor) habló en un acto organizado por la oficialista Federación Argentina de Municipios para criticar a los hombres y mujeres del campo, a cierto periodismo, apoyar a su mujer, denunciar a "sectores absolutamente ligados a los sectores militares" que, según él, promovieron distintos hechos contra el Gobierno y recordar a sus compañeros muertos en los 70 al criticar el fallo de la Corte que le permitiría al subcomisario Luis Patti asumir su banca en el Congreso, pese a estar procesado y detenido por violaciones a los derechos humanos. Sentando jurisprudencia planetaria Néstor Kirchner apuntó: “Que Patti demuestre primero si es inocente”, una frase que bien podría usarse en su contra si, como otros que le antecedieron en el cargo, en algún momento termina confinado en una celda.

La animadversión para quienes no comparten los puntos de vista del matrimonio presidencial no tiene límites. Es hora que se preste la debida atención a estos hechos de arrogancia que suelen traspasar la delgada línea del lógico envanecimiento pueblerino de los recién llegados a una gran ciudad para confundirse con tórridos aires dictatoriales.

Ahora Máximo, el hijo mayor de la pareja gubernamental, se dedica también a la política. Lidera una corriente de jóvenes llamada La Cámpora, nombre inequívoco del odontólogo conocido como el Tío que llevó a los compañeros de Néstor y Cristina Kirchner por primera vez al Gobierno un 25 de mayo de 1973. En su primera aparición, la novel organización levantó pancartas con consignas contra el grupo CLARÍN, una de las cuales fue tomada y mostrada por el padre mientras era fotografiado con ella.

Muy atrás ha quedado la guía de “Mi hijo el doctor” que marcó toda una época en el ascenso social a travès del estudio de la clase obrera y media inmigrante de las primeras décadas del siglo pasado. Como los hijos del camionero Moyano o del portero Santa María, el hijo de los Kirchner desea abrazar la misma profesión que sus padres.
-Vos, Pablito, ¿qué querés ser cuando seas grande?
-¿Yo? Yo quiero ser gremialista como mi papá.
-¿Y vos, Víctor?
-¿Yo? Yo quiero ser gremialista como mi papá.
-¿Y vos Máximo?
-Yo voy a ser Presidente.

SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES

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