domingo, 13 de abril de 2008

LAS DOTES DE KRISTINA

-Cristina, mi vecina
Por María Zaldívar
www.notiar.com.ar

Ahora sí me siento identificada con la Presidenta. Por varios motivos. Primero que nada, ¡obvio! por una cuestión de género porque si bien no es el primer caso de una mujer argentina en ser elegida por el voto popular, hay que reconocer que Isabelita es un antecedente que desluce un poco a Cristina y al peronismo al que ambas representan y gracias al que llegaron a sentarse en el sillón de Rivadavia. Bueno, justo es reconocer que sendos maridos también tuvieron algo que ver en ambas sucesiones, pero ese es un detalle de alcoba que no tiene por qué empañar méritos personales.
Hoy, en cambio, tenemos al frente del país una profesional del derecho, “prestigiosa jurista” como le dijo el Presidente Uribe en la Cumbre de Río demostrando, inclusive, que conoce con más detalles que los argentinos los antecedentes académicos de nuestra primera mandataria. Lo que son las cosas. Acá tuvimos el “toupé” de dudar de la existencia misma de ese diploma. Gente maliciosa sostuvo que la señora no había finalizado sus estudios universitarios. Por suerte el expediente sobre una supuesta usurpación de título recayó en las manos del no menos prestigioso Juez Oyharbide quien, en una investigación de una celeridad que lo honra, archivó la causa.

Y cuando la universidad que otorgó el título se negó a dar precisiones al respecto, el tema quedó cerrado definitivamente. Esta es una prueba de hasta dónde puede llegar el machismo. ¿A que a un hombre no le hubieran hecho semejante cuestionamiento? ¿Pretendían acaso humillarla hasta que mostrara el certificado analítico? Pues no les dio el gusto. Ni el certificado ni el diploma. Nada! Y qué tantas suspicacias!

Pero además de doctora, Cristina es coqueta y lujosa pero no al estilo pomposo de Evita. Nada que ver; por eso debe ser que ni la menciona. Ella puede usar el Rolex de brillantes, carteras costosas, seguir a rajatabla los dictados de la moda y hasta cambiar de equipo todos los días de la semana sin resultar ostentosa. Y otra cosa que me encanta de ella es su horario de trabajo; no es una obsesiva como los varones.

Ella llega a su despacho cuando terminó con la cosa doméstica en Olivos, y eso puede significar la media tarde. ¡Si sabremos nosotras lo que es ocuparse de las tareas de la casa y trabajar afuera! Su esquema laboral es tan femenino como su debilidad por los trapos. Genial.

¿La verdad?, me representa. Porque es auténtica y eso, no tiene precio. Cuando algo no la conmueve, lo demuestra. Nadie le arranca una sonrisa o un gesto amable por pura cortesía. Tiene costumbre de retarnos desde los púlpitos a los que se trepa para dirigirnos la palabra y eso es sumamente femenino; maternal me atrevería a decir. Ahora dejó de sacudir el dedo índice por sugerencia de sus asesores de imagen (todos hombres, seguro) pero eso lo hacía aún más espontáneo. Una advertencia verbal casi siempre viene acompañada de gestos propios que el lenguaje corporal traduce.

Tampoco se hace la erudita porque un presidente no tiene que saber de todo, está claro. Para eso están los asesores en cada temática. Ellos no se pueden equivocar y se les reclama una rigurosidad que no cuenta para la presidenta. Que los funcionarios responsables del área llamaran “yuyo” a la soja o confundieran la ubicación de una laguna hubiese sido un papelón pero en boca de Cristina es anecdótico, aunque sojeros y vecinos de La Picasa lo vivieron como una ofensa. Pero cierto es que en el futuro, “el relato” (otra notable construcción intelectual de Cristina) no va a reservar para ambos yerros ni una mera fe de erratas.

Le disgusta una nota periodística, una caricatura, un comentario aparecidos “en letra de molde” como le gusta decir y lo denuncia sin más trámite. Así sabemos perfectamente a qué atenernos con ella. Si eso no es transparencia, será difícil descubrirle otra virtud aún mayor. Por eso se la nota entusiasmadísima ahora con impulsar el “Observatorio de Medios” pues quiere que las buenas noticias le lleguen a la gente.

En su dedicación a la comunidad, no le alcanza con que los resultados de su buena gestión beneficien a la comunidad. Quiere que el pueblo lea y escuche sobre cada logro del gobierno. Por eso, es una mezquindad de sus detractores comparar el Observatorio con un engendro similar que Chávez usa en Venezuela para acallar opositores. Ella sabe que pasan cosas buenas, que los medios suelen preferir las malas noticias y ahí le sale la madre. Durante su gestión, los motivos de alegría serán comunicados al pueblo por las buenas o por las malas.

Prefiere desplazarse en un Audi y no en un auto de industria nacional y lo hace sin culpa ni reparos. Autenticidad, seguridad en sí misma y nada de patrioterismo barato o falsas humildades. Ella lo dijo en la campaña: “¿Acaso debería disfrazarme de pobre?”. Mil veces no, Cristina. Nos encanta que no oculte los millones de dólares que tienen con Néstor y que vivan en consecuencia.

Además, hasta vamos a la misma peluquería. ¡La casualidad! Sanders se ocupa de mi pelo desde mi adolescencia, cuando Cristina estaba en el sur criando a sus chicos pero ahora, hasta en eso coincidimos.

Y en el barrio, por supuesto. La Recoleta terminó de reunirnos. El día que mencionó a las “señoras paquetas” definitivamente interpreté que hablábamos el mismo idioma. Y es casi milagroso porque no nos une un pasado común; no fuimos a los mismos colegios, ni a los mismos clubes, no veraneamos en los mismos lugares ni compramos la ropa en las mismas boutiques. Su florecimiento económico la trajo hasta el barrio ya de grande. Ahora sabe como yo lo que es pagar impuestos y expensas abultados. Pero el lugar lo merece y, si no es así, que alguien me diga por qué hay tantos políticos relocalizados en la zona de Alvear y Callao y sus alrededores.

Ah! Las brechas que viene cerrando Cristina con su sensibilidad femenina! Porque hasta acá me referí sólo a frivolidades, pero sé que en ella tendremos una espada para defender grandes temas.

¡Qué distinto y qué fácil será ahora encontrar eco en cuestiones que nos importan a las mujeres! Me entusiasma pensar en Cristina, por ejemplo, junto a las argentinas luchando contra la despenalización del aborto o al frente de una verdadera cruzada contra la droga. Me imagino cuando le ponga ese gesto adusto que le conocemos cuando se enoja, a los que quieran atentar contra la vida de una criatura. No quisiera estar esos zapatos pues Cristina acaba de demostrar ante el paro agropecuario cuán inflexible puede ser. Y estoy feliz, porque toda esa garra casi feroz para defender convicciones propias y derechos ajenos que para los argentinos hasta el presente había sido una exclusividad masculina, hoy la concentra una mujer. Una madre!

¡Y eso es una garantía porque un político podría negociar ciertos principios pero con ella, que lo olviden. ¿Se la imaginan, acaso, indiferente a quien hizo un tic de ponerse la mano en el corazón para saludar a su pueblo? ¡Si será sensible Cristina que tuvieron que cerrarle la boca a un veterano de Malvinas en el acto del 2 de abril para no conmoverla!

Esto va para los que dicen que el poder real lo sigue ejerciendo Néstor y, en otra escalada machista, la hacen quedar como un títere, como que cayó en la emboscada de barajar el gobierno cuando, inexorablemente, empezaría a explotar el campo minado que sembró la gestión anterior. “¡Cualquiera!” como diría un adolescente. Ese razonamiento subestima su inteligencia.

Tenemos presidenta de verdad para rato, con poder real y decisión propia. Que el marido le haya legado la mayoría de sus colaboradores no es un signo de debilidad sino de coincidencia. Llevan una vida juntos; por qué no habrían de valorar de la misma manera las calidades y capacidades de De Vido o de Moyano; de Moreno,

D´Elía o Alberto Fernández quien en otras épocas, nobleza obliga recordarlo, despertó la admiración intelectual del mismísimo Domingo Cavallo hasta convertirlo en uno de sus alfiles. No le busquemos la quinta pata al gato tampoco. Las cosas son siempre más sencillas de lo que uno las imagina y terminemos con las teorías conspirativas que tanto daño nos han hecho.

Fue a Europa; para quien dude de su personalidad, allá va, sin saber idiomas, a reunirse con presidentes, empresarios y personalidades frente al periodismo del mundo. A ver si no hay que estar muy bien plantado para exponer las debilidades de formación sin sonrojarse. Por eso, las mujeres y no sólo el peronismo, debemos sentirnos orgullosas.

Cristina es mucho más que el argentino (o la argentina) promedio y probablemente en parte por esa cuota de envidia al éxito ajeno es que la votaron sólo 9 de los 35 millones de ciudadanos habilitados. Si tantos le fueron esquivos no fue por su género, sino, indudablemente, por sus dotes notables.

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