viernes, 13 de febrero de 2009

EL DERECHO A LA VIVIENDA PROPIA


jueves 12 de febrero de 2009
El derecho a la vivienda propia

¿Por qué somos rehenes de un grupo de decidores que sin habernos invitado a participar en las deliberaciones, de manera inconsulta y absolutista y sólo con la fuerza de la dominación nos imponen expensas siderales impagables y como si esto fuera poco… chito boca?

Por Angela Fassone

El valor primordial de nuestros abuelos, padres y una inmensa mayoría de nosotros fue y es tener el techo propio, la casita, el departamentito, la morada refugio y cobijo de la familia.

Hoy vemos como el aumento indiscriminado de las expensas nos ponen de patitas en la calle quitándonos salvajemente el esfuerzo de toda una vida.

Los habitantes de un edificio en propiedad horizontal, es decir los consorcistas, somos –salvo una pequeña minoría– gente sencilla, empleados comunes, cuando no, sub ocupados, desocupados y lo peor de todo: jubilados. Todos encadenados al yugo de las expensas cuyos permanentes e indiscriminados aumentos nos van arrebatando los frutos de toda una vida.

Me pregunto y les pregunto ¿por qué somos rehenes de un grupo de decidores que sin habernos invitado a participar en las deliberaciones, de manera inconsulta y absolutista y sólo con la fuerza de la dominación nos imponen expensas siderales impagables y como si esto fuera poco… chito boca?

Me pregunto y les pregunto ¿dónde están los tan mentados “Derechos Humanos” que miran indiferentes hacia otro lado cuando de nosotros se trata y sin hacer honor al art 17 de la Constitución? ¿Qué clase de derechos torcidos son los que se ocupan de unos y de otros no? ¿Dónde y cuándo comienzan nuestros derechos a conservar el techo sin tener que subsidiar a los insaciables?

Espero que alguien con cordura, decencia, sentido común y observante de la ley y la justicia lea estas líneas y ponga lo que tiene que poner para terminar con esta iniquidad. Tal vez hasta pase a la historia de los justos!

Y hablo en plural porque los tiempos actuales exigen que dejemos de mirarnos el propio ombligo y sintamos como propios el problema del otro. Basta de tanta simpatía, cultivemos de una vez por todas la empatía que es la cualidad de saber ponerse en el lugar del otro.

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