martes, 10 de febrero de 2009

EL "PERRO" PERVERSO


LA DIALECTICA PERVERSA DE HORACIO VERBITSKY

Por Horacio Calderón (*)

Con el título “Gente enojada” el ex terrorista convertido en periodista de investigación, Horacio Verbitsky, ha intentado enmendar en la edición de ayer domingo 8 de febrero de 2009, los gruesos errores históricos y conceptuales cometidos en el número del 1º de febrero próximo pasado. Se trata de hechos que en realidad nunca existieron y que hacen nuevamente referencia a supuestas actividades mías con motivo de la visita realizada en julio de 1977 a la Argentina por S.E.R., Monseñor Marcel Lefebvre.

En la edición citada de Página 12 del 1º de febrero pasado y en una extensa nota que lleva como título “La única verdad”, acerca de lo que considera “las opciones estratégicas del Papa alemán” (en referencia a S.S. Benedicto XVI), Horacio Verbitsky insiste en sus dichos remitiéndose a un parte de inteligencia elaborado por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en julio de 1977, con motivo de la llegada a la Argentina de Monseñor Marcel Lefebvre. Resulta asombroso que quien desarrollaba por ese entonces actividades terroristas que costaron la vida de numerosos inocentes, tome como infalible un parte policial que queda en sí descalificado por la pésima información que contiene. Además, en consecuencia, es imposible encontrar -por ejemplo- registros fotográficos o fonográficos de tal supuesta intervención.

Según cita el autor del artículo de marras, su fuente de información “fueron los partes de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, cuya custodia fue entregada por la justicia a la Comisión Provincial por la Memoria, uno de los cuales se reproduce aquí”. E insiste en reiterar afirmaciones que ya fueron por mí refutadas en un comunicado y varios reportajes radiales de días pasados, agregando ahora nuevas inexactitudes que podrían ser tomadas como datos históricos por otros colegas o incluso historiadores.

Por ello y frente al parte policial tomado como “infalible” por Horacio Verbitsky, deseo reafirmar lo siguiente, descartando otras refutaciones que conciernen a terceros y que tampoco hacen honor a la verdad histórica:

1) No asistí a la recepción en Ezeiza de monseñor Marcel Lefebvre, que el parte policial afirma fue el 20 de julio de 1977 y, en consecuencia, jamás pude pronunciar ningún discurso de bienvenida. El documento policial contiene en este caso una seria inexactitud.

2) No tuve oportunidad de asistir a ninguna de las Misas celebradas por el arzobispo francés, ya que como expresé en su momento se realizaron en casas y departamentos particulares a los cuáles solamente podía ingresarse con invitación. La verdad es que no recibí ninguna, más allá de que hubiera deseado o no asistir a alguna de ellas.

3) No mantuve ninguna entrevista ni personal ni colectiva con el monseñor Marcel Lefebvre durante su permanencia en Buenos Aires.

Resulta importante aclarar que de haber realizado alguna de dichas actividades no tendría problema alguno en admitirlo, dada la admiración que sentía por Monseñor Marcel Lefebvre, en tiempos previos al cisma producido años después. De hecho, había realizado declaraciones señalando tiempo antes de su arribo mis plácemes por tal acontecimiento.

4) Posteriormente al cisma provocado por hechos que son de público conocimiento, permanecí fiel a la Santa Sede, más allá de disidencias profundas a las que tiene derecho todo laico católico apostólico romano, salvo cuando el Vicario de Cristo hace uso explícito de su Magisterio Infalible.

El despiste de Verbitsky continúa en la introducción del artículo “gente enojada” del día de ayer, haciendo referencia a mi persona como “ex secretario de prensa de la misión Ottalagano en la Universidad de Buenos Aires”, cuando en realidad fui asesor en el área de Planeamiento durante la totalidad de esa etapa de la Intervención en la alta casa de estudios.

Luego de una larga parrafada finaliza diciendo: “Horacio Calderón, autor del panfleto antisemita La Argentina Judía, quien al asumir su cargo en la UBA denunció la infiltración judía en la Iglesia Católica”.

Nuevamente y en honor a la verdad:

5) Nunca pronuncié ningún discurso al asumir los diferentes cargos que desempeñé en la Universidad de Buenos Aires, designaciones que constan en mis antecedentes curriculares: Asesor de la Intervención en el Area de Planeamiento (1974), Secretario de Prensa y Difusión de la Facultad de Filosofía y Letras (1974-1975) y Director de Prensa y Difusión de la Universidad de Buenos Aires (1975-1976). Con respecto a la última función mencionada, la designación fue efectuada por el Dr. Eduardo Mangiante y permanecí a cargo de dicha Dirección hasta el golpe de Estado militar del 24 de marzo de 1976. Luego de denunciar que había una conspiración contra el Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón (como consta en mi renuncia presentada dos días antes del golpe), presenté mi dimisión a efectos de no entregar el cargo a las nuevas autoridades militares, por lealtad a quien era entonces todavía Presidente de la Nación.

6) El único discurso oficial pronunciado en la UBA fue con motivo de la fundación en 1976
-bajo mi personal auspicio e idea-, de la primera sala de prensa de la Universidad de Buenos Aires; una de la más modernas de esa época, en la que numerosos colegas periodistas e incluso principiantes de esa profesión encontraron siempre la más cálida de las acogidas; más allá de la orientación de los diferentes medios con respecto a la gestión de las autoridades de turno, o a la mía personal.

7) El discurso al que hace referencia Horacio Verbitsky sobre “infiltración judía en la Iglesia Católica” tuvo lugar en diciembre de 1976 (no en 1974 cuando asumí el primer cargo de la UBA) y no se realizó en la sede o local alguno de la casa de estudios sino en una unidad básica justicialista, como consta en los diarios de la época. Durante el Concilio Vaticano II y como consta en muchos documentos históricos que pueden obtenerse en cualquier buscador, pensadores e historiadores judíos como Jules Isaac, lograron imponer sus ideas en numerosos documentos no dogmáticos del tal concilio pastoral. El seguimiento y estudios de tales actividades y presiones fueron el detonante de las durísimas críticas por mí lanzadas en esa época, algunas de las cuales fueron por su tono -cabe admitirlo- una grave falla de mi parte a la más mínima caridad cristiana.

Ambos artículos publicados en Página 12 contienen otras mentiras, falacias e intrigas propias de la dialéctica perversa contra las instituciones fundacionales de la Nación Argentina, que caracteriza la persistente prédica de Horacio Verbitsky, vinculadas a varias instituciones y personalidades aludidas, especialmente de la Iglesia Católica. Refutar todo ello podría ser sin duda parte de un futuro documento, digno de una mayor elaboración.

(*) Horacio Calderón es Analista Internacional, Experto en Medio Oriente y Africa del Norte y Especialista en Contraterrorismo

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