domingo, 3 de abril de 2011

CORRUPTELA SINDICAL


LA CORRUPTELA SINDICAL

Por Jorge Omar Alonso

La existencia de líderes sindicales millonarios y poseedores de costosas propiedades y bienes, y que llevan una vida de grandes oligarcas es común en Argentina.

Los sindicatos surgieron al consolidarse en el mundo la economía capitalista, desarrollada por la llamada revolución industrial.

Así surge el sindicalista como defensor de los derechos de los trabajadores, clase siempre explotada con horarios de trabajo inhumanos y sueldos miserables.

Eran nobles sus propósitos y de este modo lograron importantes beneficios para sus afiliados.

Claro que los jefes sindicales iban a descubrir muy pronto, que el sistema podría ser usado como fuente de riquezas y beneficios personales, además de ser una herramienta política en muchos casos.

Al Capone encontró en los sindicatos del transporte de los EE.UU. un verdadero terreno de corrupción mafioso.

Consecuentemente este modelo se vino reproduciendo fielmente desde aquellas épocas en los países latinoamericanos, juntamente con una figura distorsionada del sindicalista como lo era en su faz fundacional.

El sindicato se hizo fuente de poder e incluso con pretensiones de ser parte del mismo y en este aspecto, fueron oportunamente utilizados por parte del gobernante de turno, para mantener la armonía y la tranquilidad social. Todos hacían su negocio.

“La subordinación de los sindicatos al Estado es correlativa a la supresión de toda democracia interna en los mismos. El gangsterismo sindical hizo su primera aparición después del golpe del 43” escribió Juan José Sebreli en “Los deseos imaginarios del Peronismo”, al relatar la situación de los gremios durante las primeras fases de dicho movimiento político.

En la actualidad se observan métodos dictatoriales, los que se manifiestan en la inamovilidad del líder sindical que se vuelve omnímodo y mesiánico.

Como no hay otros que los puedan sustituir, se le comienza a utilizar de acuerdo a las ganancias que reporta su permanencia en el cargo.

Esa supresión de democracia interna a la que se refería Sebreli se demuestra en elecciones amañadas, a través de las cuales no existe posibilidad real de participación de otros sectores sindicales opositores.

Inimaginable hablar de oposición interna y ahí tenemos un claro ejemplo con los trabajadores de los subtes.

También es práctica habitual el chantaje a los gobernantes que se traduce en poner en vilo a la paz social si no se accede a las pretensiones sindicales, chantaje que se hace extensivo y a veces a través de actos intimidatorios a empresarios.

Un ejemplo lo constituye el accionar de los Moyano.

A estos poderosos señores parece no importarle para nada los intereses de los trabajadores, intereses bajo los cuales enmascaran su ambición de poseer un sindicato para su provecho personal y patrimonial, y lograr poder económico y político.

Y de sindicalistas pobres pasan a ser grandes magnates con valiosas posesiones y una vida de lujos, que hasta los mismos “cuarenta ladrones” envidiarían.

Logran poseer valiosos caballos de cría, colecciones de autos, viajan por el mundo dándose la gran vida como el detenido Pedraza.

Gran vida que ninguno de sus representados tendrá oportunidad de gozar nunca.

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