domingo, 10 de abril de 2011

LA CEBRA BLOQUEADORA


El gobierno le aplica a Macri la lógica que usan los piqueteros

Primero le negó el traspaso de la Federal; ahora con el retiro de la
custodia policial a los hospitales pasó de la no colaboración al hostigamiento.
Como no puede gobernar la ciudad, la bloquea.

por Sergio Crivelli

Apenas la ministra de Seguridad, Nilda Garré, anunció el retiro de los efectivos de la Policía Federal de los hospitales, una importante consultora de opinión pública puso en marcha una encuesta telefónica relámpago. A las pocas horas, sin embargo, resolvió suspenderla porque las respuestas contrarias a la decisión del gobierno alcanzaban el 80%.

Con ese pésimo resultado, en la Casa Rosada echarían sin miramientos a quien se atreviese a ofrecerles el sondeo. Mejor buscar otro asunto para investigar, menos adverso a autoridades sólo dispuestas a recibir buenas noticias.

¿Por qué el gobierno tomó una decisión innecesaria con un costo político de esa magnitud? Porque aplicó una lógica que se ha extendido en la sociedad y ahora la copian los políticos: la obstrucción que no resuelve los problemas, sino que los empeora; el bloqueo que es síntoma de impotencia, pero que sirve para desgastar al adversario. La lógica del cuanto peor, mejor. La única herramienta de la que dispone el que no tiene ya nada que perder: el piquetero. Lo anómalo es que haya sido aplicada por quien maneja discrecionalmente el mayor poder institucional de la Argentina.

¿Cómo llegó el oficialismo a la conclusión de que le convenía llevar la confrontación hasta ese punto? El del piquete fue para la dirigencia una largo aprendizaje. Comenzó en 2001 cuando los políticos quedaron sometidos directamente a la presión de la calle.

La cacerola, el escrache y el piquete se convirtieron en un contrapoder que ningún poder institucional fue capaz de controlar. Diez personas bloquean una autopista e impiden que cientos de miles puedan circular, convirtiendo la ciudad en un infierno; la policía no actúa y el ambiente se caldea.

El error consiste en creer que el uso directo de la fuerza puede trasladarse a la lucha por el poder sin ningún costo. Mauricio Macri tiene hoy una opinión positiva sobre su gestión sensiblemente menor a la de la presidenta, pero con la persecución política, la Casa Rosada no hace otra cosa que consolidarlo como alternativa. Poco importa si la Policía Metropolitana tiene mil o dos mil efectivos o si son usados para custodiar el barrio de Coghlan o un hospital de la Boca.

La mayor parte de la sociedad sólo percibe los trazos gruesos y es claro que la medida se tomó en contra del jefe de gobierno porque es opositor y el presente, un año electoral.

Es claro también, que la que sufrirá las consecuencias es la población que se queda sin servicio hospitalario. Tanto la porteña como la del conurbano que usa las instalaciones de salud de la ciudad porque las de la provincia no dan abasto.

En ese plano el error fue doble, porque afectó a los sectores más empobrecidos que concurren al hospital público y son la base electoral del kirchnerismo, al mismo tiempo que crispaba a la clase media, el sector donde el oficialismo intenta penetrar. Decir que Macri se victimiza o que es un "vago" -otro grueso desacierto- sólo le suma puntos en las encuestas.

El efecto que ese tipo de jugadas tiene en la mayor parte de la sociedad también es negativo, porque percibe la intolerancia del poder con el que no se le somete. Desaparecido Néstor Kirchner, se creyó que la presidenta seguiría adelante con su política económica, que tiene amplio consenso, pero abandonando la "crispación", lo que obviamente no ocurrió.

El ex presidente ya no está, pero la pelea por el poder desborda los límites razonables, alarmando a quienes apoyan la gestión económica. Creer que su esposa puede eludir los costos de estos excesos rodeándose de pintores, de actores y de directores de cine o participando de dos inauguraciones de obras públicas por semana puede revelarse una penosa equivocación.

Pero no sólo el gobierno está empujando a muchos votantes "anti K" a los brazos del jefe de gobierno porteño. El radicalismo también hace un esfuerzo notable en ese sentido. El anuncio de Julio Cobos de que no participará de la interna partidaria fue el último clavo en el ataúd de las chances electorales de la UCR. Ricardo Alfonsín dispone del "aparato" partidario, pero no del electorado independiente y con suerte saldrá tercero en octubre.

Enfrentará también dificultades para encontrar aliados. Si, además, "Pino" Solanas abandona la candidatura presidencial, en octubre la primera vuelta será prácticamente un balotaje: una competencia entre sólo dos fuerzas con posibilidades reales de ganar.

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