viernes, 15 de abril de 2011

OJO NICARAGUA


Nicaragua, candidata a un estallido social

por Emilio J. Cárdenas (*)

Nicaragua está crispada, sumergida en un clima denso, de tensión. Ocurre que el artículo 147 de su Constitución prohíbe claramente la reelección de un mismo presidente en dos períodos consecutivos y, en todo caso, por más de dos ocasiones.

Daniel Ortega gobernó a su país entre 1985 y 1990 y regresó al poder en el 2007. Técnicamente está, por cierto, totalmente fuera de concurso. Pero el poder no sólo corrompe, también acostumbra y embriaga. No llama entonces la atención que Ortega anuncie que el próximo 6 de noviembre irá, como candidato, a una nueva reelección presidencial, a pesar de la expresa y tajante prohibición constitucional. Lo que parece haber encendido las pasiones, particularmente las de la juventud.

Por eso hay una sensación social picante, de efervescencia, y constantes manifestaciones y "plantones" de jóvenes frente al Consejo Supremo Electoral que, pese a la prohibición de la Carta Magna, ha inscripto igual la candidatura de Ortega, sobre la base de una sentencia de la Corte Suprema que se reputa torcida, en un país donde los jueces están sospechados de parcialidad.

Por esto los jóvenes nicaragüenses, de todas las diversas ideologías, desde la llamada "Unión Ciudadana para la Democracia", ente que agrupa a distintas fuerzas civiles, se niegan a aceptar mansamente ser trampeados. Y por ello anuncian una campaña de actividades "sorpresa" que, por sus características, seguramente no darán tiempo para que los matones de Ortega las interrumpan ni para que las "multitudes alquiladas" simulen la existencia de apoyo masivo al gobierno sandinista.

Como cuando Ortega hizo fraude en las elecciones municipales del 2008, la gente parecería estar pronta para salir a las calles. A la manera de lo sucedido en 1978, cuando asesinaran a Pedro Joaquín Chamorro, el entonces director del legendario diario "La Prensa", de Managua. Cuando la población entera perdió el miedo y derrumbó a la dictadura somocista.

Un detonante represivo precipitó entonces las protestas y podría ocurrir lo mismo en cualquier momento. La sensación es que no hay demasiado espacio para intentar y consolidar nuevos fraudes, esta vez en una elección de nivel presidencial.

Algunos sociólogos locales sugieren que la violación sistemática de la ley por parte del sandinismo, la creciente pobreza, la represión constante, el debilitamiento y fraccionamiento de la oposición, la política de subsidios y dádivas dirigidos y la acción de las organizaciones no gubernamentales sugieren una suerte de sensación de ahogo que podría derivar en problemas sociales y disturbios graves. Como los del mundo árabe. Los primeros en un continente que aún no se alzó contra las formas descaradas del autoritarismo que ciertamente lo habitan.

(*) Ex embajador de la República Argentina ante ONU

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