viernes, 15 de abril de 2011

ÚLTIMAS IMÁGENES DEL KIRCHNERISMO





Desde la desaparición física de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010, su viuda se quedó sin libretista, lo cual se asemeja notablemente a lo que sucedió el 1 de julio de 1974, cuando María Estela Martínez de Perón, Isabelita, debió hacer frente a la pérdida de su marido y asumir la primera magistratura del país.



Si bien Isabelita era la sucesora “natural” de Juan Domingo por ser la vicepresidenta electa, lo de Cristina Fernández se le parece en muchos aspectos. En aquellos lejanos años (1974) la sociedad vivía una situación de autoritarismo, de censura a la prensa libre, de escalada inflacionaria, de involución industrial, de desabastecimiento en todos los órdenes, de asistencialismo exagerado e intromisión del estado en el ámbito privado, de inseguridad y de terrorismo, que tiene demasiadas similitudes con esta gestión peronista.



La súbita ausencia del gran mentor de la acumulación de poder ha dejado a la presidenta, como sucedió hace 36 años, sin protagonismo, disparando al mismo tiempo la competencia feroz por “la sucesión al trono”. No obstante, sin capitán a la vista, sin timonel, sin contramaestre, el país se encuentra al garete, esperando el tsunami de las próximas elecciones que tienen sumida a la población en el desconcierto.



Cristina Fernández con su ridículo luto de seis meses es la viva imagen de la Argentina de hoy: un país sin rumbo en el que un superministro mitad al sol mitad en la sombra (De Vido) disputa los espacios políticos con un supersindicalista (Moyano), tironeando a la primera magistrada alternativamente hacia un lado y el otro del poder.



La presidenta no sabe qué debe hacer ni adónde ir. Sus parlamentos desde el atril resultan patéticos y explican sus recaídas en el tema de la salud, cada vez más frecuentes. Sus arengas ante la audiencia alquilada ya no convencen, tienen mínima fuerza y se dirigen principalmente a los grupúsculos patoteros, como “ la Cámpora ”, una entidad con fines poco claros, supuestamente al mando de su hijo Máximo.



La dama de negro sólo sabe repetir que hay que recordarlo a "Él", para luego caer en la apología de sí misma, insistiendo en el "modelo" que debe ser "profundizado", sin que gran parte de los argentinos sepamos a ciencia cierta cuál es el modelo ni cómo se “profundiza”.



Los aspirantes a suceder a Cristina no generan la confianza necesaria, como tampoco lo hacen sus acólitos. La fuerza de unos (sindicalistas, piqueteros) desequilibra a de otros (líderes partidarios, dirigentes barriales). En un año electoral, las políticas de estado brillan por su ausencia tanto en el oficialismo como en la oposición, mientras el caos se apodera de los distintos estamentos institucionales y los dineros públicos se despilfarran en múltiples subsidios, proyectos descabellados y compra de votos.



El kirchnerismo como fuerza política se viene a pique sin remedio. De no mediar un “rescate milagroso”, dentro de poco los argentinos seremos testigos del hundimiento de este “buque invencible” –que pensaba surcar los mares locales hasta el 2020 por lo menos– y al que, seguramente, las ratas serán las primeras en abandonar.



Raquel E. Consigli

Horacio Martínez Paz

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