viernes, 20 de mayo de 2011

BALANZA COMERCIAL


LOS GUARISMOS DE LA BALANZA COMERCIAL CONTINÚAN DESOPTIMIZÁNDOSE

Hoy el mundo ha impuesto normas de interrelación que son muy difíciles de sortear, las economías cerradas ven limitar sus posibilidades concretas. Pero mucho más complejo aún es plantear disposiciones extemporáneas violentando acuerdos, que por lo general demandó esfuerzos y tiempo concertar.

Por Aldo Norberto Bonaveri

Los números del intercambio de la balanza comercial ya no son lo que eran. El superávit se viene achicando gradual pero sostenidamente, situación que preocupa de sobremanera al Gobierno nacional. La situación generada es fundamentalmente atribuible a la carencia de políticas económicas consistentes en la materia; pese al crecimiento sostenido de la economía, producto del formidable contexto internacional que como nunca antes resulta propenso a nuestro país, dado especialmente por las altas cotizaciones que registran los productos agropecuarios.

Si bien las condiciones descriptas son excepcionales, la economía argentina viene atravesando desde hace tiempo una serie de falencias que por ser subestimadas se están convirtiendo en males crónicos. Alta inflación, sólo superada en el planeta a la registrada por Venezuela, pérdida de competitividad del tipo de cambio, al punto que nos estamos aproximando a los tiempos del ocaso de la convertibilidad; erogación siderales en la importación de fuentes energéticas, por falta de inversión; un circuito vicioso creado mediante el complejo y desmesurado sistema de subsidios; más la falta de motivaciones para con la producción agropecuaria, que derivó en la consabida caída del stock ganadero, medidas intervencionistas que conspiran con que el país produzca en lo inmediato un 30% más de trigo y 20% de maíz, sumado a la hipocresía del INCEK , constituyen un entorno pernicioso que a la postre termina relativizando las grandes ventajas que por estos tiempos, nos otorga la realidad mundial.

Frente a la mengua del superávit comercial, el Gobierno viene instrumentando medidas improvisadas que pueden tener algunos efectos circunstanciales, pero al mismo tiempo acarrear consecuencias contraproducentes en el mediano (tirando a corto) plazo. Así es como se está imposibilitando importaciones apelando a mecanismos forzados y opuestos a convenios vigentes, lo que ya está provocando la reacción de los países que se sienten damnificados por las disposiciones unilaterales.

Haber llegado a esta situación con un escenario tan favorable, habla por las claras que no se midieron derivaciones y las posibles represalias que podrían adoptar las contrapartes; ello nos está indicando lecturas erróneas tanto del palacio de hacienda, como de la cancillería, o bien de la propia presidenta. Suponer que impidiendo importaciones, fundamentalmente aquellas provenientes de países con los cuales tenemos un intercambio fluido, solucionaría el inconveniente, significa una mezcla de torpeza e impremeditación.

Los efectos que se generan con esta medida pueden arrojar beneficios iniciales a determinados sectores, pero ellos tan solo representan prerrogativas transitorias; a la inversa los daños que posiblemente ocasionen a los segmentos directamente perjudicados, como las secuelas que podrían ocasionar al país no resisten comparación.

Para alguna lucubración simplista tal vez prejuzgue que con ello se estimule la manufactura local, en la presunción que así fuera, sería de manera endeble, ilusoria y onerosa, Mucho más certero es que la propia industria a la que conjeturan proteger, en gran medida se le irrogue detrimentos, fundamentalmente ocasionados por la falta de insumos.

Al cambiar las reglas de juego se agudiza uno de los problemas centrales que provoca la fuga de capitales, tal como agudizar la ya mentada inseguridad jurídica que espanta inversiones. Hoy el mundo ha impuesto normas de interrelación que son muy difíciles de sortear, las economías cerradas ven limitar sus posibilidades concretas. Pero mucho más complejo aún es plantear disposiciones extemporáneas violentando acuerdos, que por lo general demandó esfuerzos y tiempo concertar.

El año pasado China reaccionó suspendiendo sus compras de aceite de soja; como lo expresé oportunamente, no advertir que el gigante asiático actuaría de esa manera constituye una ingenuidad poco comprensible para cualquier ministro. Ahora cuando aquel proceso no ha vuelto íntegramente a la normalidad, el Gobierno se embrolla en un inconcebible conflicto con Brasil, nuestro principal cliente y líder indiscutido de la región.

Presumir que Dilma Rousseff acataría mansamente las barreras comerciales que viene imponiendo nuestro país es inexplicable. Ello es una muestra más de las permanentes acciones espasmódicas que no por repetidas son menos graves. La replica no se hizo esperar y, ahí están los resultados, interrupción de nuestras exportaciones a ese país de automóviles, repuestos y auto partes.

No evaluar que esto era muy probable que ocurriera, está expresando ante nada la incompetencia de quien dictó la medida; no es razonable soslayar tal posibilidad, pues avanzar en esa dirección es desconocer el histórico comportamiento de las autoridades brasileras y, seguramente aunque con más diplomacia, igualmente hubieran obrado José Sarney, Fernando Enrique Cardoso o Lula; en cuestiones de Estado las diferencias ideológicas en Planalto e Itamaraty se minimizan, tampoco puede sorprender cual sería la presión que ejercería sobre el Gobierno, la poderosa corporación industrial paulista.

Un tanto antes o un poco después el entredicho seguramente será zanjado, pues es inconcebible una profundización del mismo, pero estos escarceos siempre dejan secuelas y las recomposiciones nunca se cristalizan tan rápidamente. Empero lo sucedido no es un dato menor y amerita de una buena vez aprender la lección, pues cada cimbronazo de esta naturaleza significa un retroceso, que siempre le cuesta más remontar al más débil. Tampoco ahora es dable cavilar que Brasil va capitular en la negociación. En resumen, se generaron fricciones innecesarias, se desencadenó un desgaste estéril, pero los guarismos de la balanza comercial continúan desoptimizándose.

No hay comentarios: