LA TABLADA, LÓPEZ, GERÉZ, PUTHOD (Y LA GRAN PUTHAD)
Por Denis Pitté Fletcher
El 23 de enero de 1989 nos sorprendió la noticia dada por el gobierno de Alfonsín de que un grupo militar carapintada había copado el Regimiento de La Tablada. Los invasores, inclusive, habían desparramado panfletos en la zona reivindicando al movimiento carapintada de Mohamed Alí Seineldín y Aldo Rico.
Pocas horas después, y gracias al accionar inmediato de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se desenmascaró la maniobra y se descubrió que los atacantes no eran carapintadas sino miembros del Movimiento Todos por la Patria (MTP), de ex integrantes de la organización izquierdista Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P.), comandados por el delincuente Enrique Gorriarán Merlo.
La maniobra había sido pergeñada para vincular al entonces candidato a presidente Menem con los grupos carapintadas, y generar así la idea de que con Menem peligraba la democracia y los ‘derechos humanos’. El rédito de la frustrada maniobra iba directamente a parar a las filas de la izquierda radical.
El gobierno de Alfonsín debió tragarse sus primeras palabras, y proceder a recuperar el Regimiento a sangre y fuego. La invariable gilada se tragó inicialmente el anzuelo, pero el truco duró pocas horas.
El actual gobierno nacional, primero de la mano del ex presidente Kirchner y ahora de su esposa, volvió a la carga contra las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y todas las acciones de gobierno han ido en dirección de desarticularlas y descalificarlas, rindiendo homenaje, por otra parte, a los grupos subversivos de izquierda (montoneros y erpianos) que provocaron la guerra que tanta muerte produjo en nuestra Patria, y cuyo objetivo era derribar la democracia y tomar el poder para instaurar una nueva Cuba en el Continente y entregar la dirección de la nación a la entonces Unión Soviética.
La desaparición definitiva de López y la desaparición temporal de Geréz –ambos vinculados estrechamente al gobierno kirchnerista y a los movimientos de izquierda-, podrían inscribirse en una maniobra similar a la de La Tablada. Producir el secuestro utilizando ‘empresas especializadas en operetas’, generando la apariencia –pues así lo señala una primer lógica elemental- de que en él intervinieron integrantes de las Fuerzas Armadas o Policiales, para hacerle creer a la población -¡qué pueblo fácil que tenemos!- que la política de ‘derechos humanos’ y el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas y de Seguridad deben ser profundizados, para así lograr el objetivo político de aparecer como los buenos de la película.
Geréz desapareció misteriosamente. Nadie vio cuando lo ‘secuestraron’. Apareció sugestivamente minutos después de que el presidente utilizara la cadena nacional acusando sin ninguna prueba a grupos paramilitares y parapoliciales, sus sempiternos enemigos. El canal oficial 7, siempre el último en llegar, había enviado sus cámaras curiosamente poco antes de la aparición. Ni Crónica T.V., el canal con más contactos policiales, estuvo allí en el momento de la aparición. El periodista oficial Gustavo Silvestre, esposo de quien era entonces asesora de la primera dama Cristina Fernández de Kirchner, tuvo la primicia de ‘Geréz libre’.
Ahora, en plena embestida del gobierno contra el diputado electo Luis Patti, de quien el ex presidente Kirchner dijo públicamente hace pocos días y violando las más sagradas garantías constitucionales, que “Patti demuestre su inocencia”, nos encontramos con la noticia de la desaparición por 24 horas del señor Puthod, miembro de las organizaciones de derechos humanos, cuyas declaraciones post “secuestro” señalan a grupos vinculados a Patti como los responsables del hecho. Nadie vio nada, nadie escuchó nada. Solo la versión de Puthod.
La subversión terrorista de la década del ’60 y ’70 triunfó solamente en Cuba. En el resto de Latinoamérica no logró su objetivo. Y ello por una sola razón. Cuba era el único país que no contaba con Fuerzas Armadas porque Batista las había disuelto en su primer Golpe de Estado. En el resto de los países de la Región, la subversión fue combatida y derrotada por las Fuerzas del orden. Sus conocidos excesos y su pésima forma de gobernar, no quitan el hecho cierto de que de no ser por las Fuerzas Armadas la subversión hubiera impuesto en nuestro país el totalitarismo comunista de la mano de Fidel Castro y el bloque de la Unión Soviética.
De allí la necesidad de los grupos de izquierda radicalizada –que solo pretenden el poder para someter a los demás y vivir una vida de reyes-, de destruir a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y cambiarlas por otras programadas con su mismo signo ideológico. Así lo está haciendo Chávez en Venezuela, y así lo hizo Castro en Cuba. Ahora, en la Argentina, estamos padeciendo igual procedimiento, que sigue a pies juntillas las máximas del Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
No nos dejemos engañar. La lógica de la izquierda no se escribe con la verdad y la ética, sino con la mentira y el resentimiento. Mentir es una parte consustancial e inherente de la izquierda, que, invocando una utópica e injusta igualdad, pretenden despojarnos de la propiedad y la libertad. Así de simple. Y así de grave.
Denis Pitté Fletcher
abogado
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República Argentina
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