martes, 23 de diciembre de 2008

CACHETAZOS

BAHÍA BLANCA (La Nueva Provincia).- Por si le faltase algo a la funcionaria que llegó hace un mes procedente del gabinete de Daniel Scioli, tuvo que soportar un reto público de la presidenta ayer al mediodía en Olivos, delante de sus pares, de sindicalistas, empresarios y hasta de varios gauchos vestidos de ocasión y traídos para festejar los anuncios para el campo que hizo la mandataria en su enésima puesta en escena desde que estalló la crisis.

Cristina Fernández le recriminó a Giorgi que se hubiese demorado una semana en poner en práctica las medidas que se anunciaron ayer para el trigo y el maíz, para los productores de frutas y hortalizas e incentivos para la ganadería y la industria lechera, que recién serán publicados hoy en el boletín oficial.

"Se demoró la ministra, esto podría haber estado listo hace una semana", dijo Cristina en inusual gesto, mientras Giorgi ensayaba una pálida sonrisa de compromiso. Pocas veces se recuerda, si acaso alguna, que la presidenta haya reprendido a uno de sus colaboradores en público y menos delante de un auditorio repleto como el de la víspera en la quinta presidencial.

Al menos hasta anoche Giorgi no había dado señales externas de haber acusado el impacto del reto, pero peor todavía de la batalla perdida con el inefable Moreno, que se quedó con el triunfo mayor de borrar de los anuncios de la víspera una rebaja en las retenciones a la soja y el girasol. Aunque Cristina lo desmintiese, ambos funcionarios mantuvieron durante los últimos días una soterrada pelea en torno al tema.

Hay constancias de que uno de los últimos capítulos de esa pelea tuvo como escenario la quinta de Olivos durante el fin de semana, cuando Cristina Fernández convocó a ambos, y a otros funcionarios, entre ellos Carlos Cheppi, el secretario de Agricultura y Ganadería, para analizar el alcance de los anuncios que se realizarían 24 horas más tarde.

Giorgi era partidaria de dar una señal a la Mesa de Enlace y al grueso de los hombres del campo y anunciar tal como se rumoreaba en el gobierno y en el ambiente agropecuario, una rebaja de 5 puntos en las retenciones de soja y otro tanto para el girasol.

Moreno se negó sistemáticamente a conceder ese beneficio, convencido hasta hoy de que los principales dirigentes agropecuarios son los responsables de haber querido desestabilizar al gobierno durante la protesta de julio pasado. Kirchner, su principal sostén y a quien en última instancia reporta Moreno según sus propios dichos -"yo solo respondo a Néstor", suele ufanarse en privado- comparte esa visión de las cosas y aborrece cualquier iniciativa hacia el campo que pueda ser vista como una claudicación política.

Sergio Massa, que una vez más quedó en medio de una pelea interna en el gabinete, no supo ayer dar explicaciones sobre la ausencia de anuncios sobre soja y girasol. Al enfrentar a los periodistas en Olivos tras los anuncios de Cristina, se limitó a reiterar que el gobierno está haciendo cosas para enfrentar la crisis y evitar que la Argentina sufra coletazos locales.

El funcionario, que en las sombras es cuestionado por Kirchner y por Moreno -que es el autor del apodo "masita" con el que suelen chicanearlo ahora en el gabinete- estaba recostado más sobre la posición de Giorgi que sobre la del todopoderoso secretario de Comercio Interior.

Algunos confidentes que habitan el Palacio de Hacienda, donde tiene su sede el despacho de Giorgi, auguraban anoche que el capítulo de ayer, que le significó su primera derrota política dentro del gabinete al que acaba de llegar, no será el último. Decían también esos voceros de pasillo que el fastidio de la ministra con Moreno es convergente con el que ha comenzado a experimentar Massa, aunque en su caso en un plano más general.

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