miércoles, 28 de noviembre de 2012

LOCOS Y BOBOS

“La democracia debe ser algo más que dos lobos y una oveja votando sobre qué se debe cenar”. James Bovard El discurso que la señora Presidente brindó mientras compartía ayer un almuerzo con Ollanta Humala, su par del Perú, incluyó un pasaje por demás asombroso. Me refiero, obviamente, a la pretensión de crear un standard latinoamericano para las inversiones extranjeras, de modo de hacer que las condiciones resulten iguales para éstas, cualquiera sea el país al que se dirijan. Que esa propuesta haya sido formulada por la pseudo emperatriz de un país que está sexto –después de Brasil, México, Colombia, Chile y el propio Perú-, a pesar de tu tamaño y de su PBI, en las preferencias de los inversores, que está al borde de un nuevo default técnico, que desconoce los compromisos asumidos por su actual gobierno, que reniega de todos sus pactos internacionales, que no tiene una Justicia independiente, que mantiene impagos a quienes no entraron en los canjes de deuda, a los acreedores que obtuvieron sentencias en el CIADI y al Club de Paris, resulta, francamente, ridículo. ¿Pretende, doña Cristina, que todo Latinoamérica, que continúa creciendo a pesar de las innegables crisis que afectan al mundo globalizado, se coloquen a la par de la Argentina frente a los inversores externos? Sólo los efluvios que puedan haberle provocado la medicación que recibe –ya que no puede ser el alcohol servido en el ágape, pues es abstemia- pudieron hacerle decir esta estupidez sin nombre. ¿Ignora que todos los países nombrados también ponen cepo al dólar, pero para que no entren en demasía y no para evitar que se vayan? ¿No sabe que, en la calificación internacional, todos ellos, y también Uruguay, han recibido el codiciado “investment grade”, mientras que la Argentina es considerada absolutamente indeseable? ¿Qué quiso hacerle creer a Humala? ¿Qué dirá en la reunión de Unasur en Lima? Recordemos que no ha conseguido obtener, de parte de nuestros vecinos, la más mínima solidaridad en el tema de la fragata Libertad, aún retenida por los Tribunales de Ghana, y que la corbeta Espora sigue varada en Sudáfrica. Mal que le pese a la viuda de Kirchner, estamos rodeados de países que se comportan seriamente en su relación con el mundo, y no adoptan posturas de adolescentes caprichosos. Hasta Bolivia, que ha expropiado innumerables empresas, pero por las cuales ha pagado el precio, cuando salió a buscar US$ 500 millones a veinte años, recibió ofertas por US$ 5.000 millones, y a una tasa de 4,5% anual, mientras que la Argentina, si manifestara igual deseo, debería pagar hoy casi el 20% de interés. En esas condiciones de desastre generalizado, ¿cree doña Cristina que los mandatarios de los países a los que habla ignoran qué sucede aquí? ¿Verdaderamente piensa que se informan a través de “6, 7, 8” o de “Página 12” y “Tiempo Argentino”? ¿Supone, por ventura, que esos presidentes sacrificarán sus verdaderas “décadas ganadas” para priorizar su relación con ella? Si fuera así, si estuviera convencida realmente de lo que dice, entonces estaríamos mucho peor aún, ya que nuestros destinos estarían en manos de una demente. Desde la otra trinchera de esta guerra que hoy ocupa todos los titulares, y que no reviste interés alguno para la ciudadanía en general, la conducta del grupo Clarín también me ha asombrado. La inclusión de periodistas entre los imputados de instigar a la violencia fue una estupidez sin nombre, en un momento en que los profesionales de la información están tan sensibilizados. No importa que el Gobierno haga lo propio todos los días, tolerando calladamente que doña Hebe Bonafini escenifique “juicios populares” en Plaza de Mayo a quienes disienten, desde sus columnas, con el relato oficial o que haya empapelado Buenos Aires con afiches y fotografías de esos disidentes, a los cuales se invitaba a niños a escupir y adoptado tantas otras actitudes dignas de Goebbels. Pero el señor Magnetto debiera saber que no se combate a los caníbales comiéndoselos. Otra gansada fue copar un acto ciudadano como el que ayer había sido previsto –el abrazo al Palacio de Tribunales- con camionetas y personal uniformado de Cablevisión y Fibertel. Estuve allí, y sé de qué hablo; tanta fue mi indignación que, acompañado por otros muchos, me retiré tempranamente. Si temía el grupo Clarín una concurrencia poco numerosa, le hubiera bastado con invitar a su personal a hacerse presente, pero “de civil”, porque –como he dicho muchas veces- los argentinos no están a favor de Magnetto y de su imperio, gran cómplice de este gobierno de delincuentes, sino que lucho, y seguirá haciéndolo, por su inalienable derecho a elegir. No quiero extenderme más, y dejaré aquí esta nota. Los dos problemas acuciantes de la Argentina de hoy –la posibilidad de actos de violencia en los días siguientes al 7D y los fallos norteamericanos sobre la deuda- deberán quedar para mi nota del domingo. Bs.As., 28 Nov 12 Enrique Guillermo Avogadro Abogado

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