viernes, 9 de agosto de 2013

ESPIAS

Get Smart también es “nacional y popular” Por JUAN SALINAS BOHIL @salinasbohil Los espías ya no son lo que eran. Ni James Bond que se encuentra mucho más arrugado que Sean Connery. Espías eran los de antes. Como la Mata Hari que lamentablemente fue fusilada e impedida de seguir mostrando sus encantos y tantos otros que desde tiempos inmemoriales pasaron a mejor vida sin pena ni gloria, desconocidos por siempre en aras de las seguridad nacional e internacional. Tanto cambió el asunto que ahora quieren ser famosos y se dan a conocer a como dé lugar. Se esfuerzan, si son enviados a espiar, en mover la rama detrás de la cual se ocultan o en tocar el timbre en la casa de la persona a la que observan. Y si los atrapan tienen excusas para justificar lo injustificable, por ejemplo, para “salvar vidas y hacer un mundo mejor”, lo que hace pensar que, además, también deberían ser juzgados por sus actividades anteriores en aras de haber intentado hacer de este planeta una verdadera porquería. Por ejemplo, Bradley Manning es un ex soldado que lleva dos años detenido en varias cárceles y prisiones militares estadounidenses y al que el gobierno de su país acaba de iniciarle a principios de junio pasado un juicio por colaborar con el enemigo al haber entregado a WikiLeaks un paquete de 700.000 cables reservados y secretos. Por su parte, Julian Assange, cara visible de WikiLeaks continúa asilado en la embajada de Ecuador en Londres. Buen lugar ha elegido Assange porque es sabido que el presidente de Ecuador es un fiel defensor de la libertad de prensa, siempre y cuando, se sobreentiende, esa libertad no lo afecte a él. Mientras, otro espía, el ex empleado de la CIA Edward Snowden, acaba de recibir asilo temporal en Rusia debido a que es buscado por los Estados Unidos acusado de filtrar documentos clasificados sobre vigilancia en gran escala en la Red por parte de las autoridades de ese país. Aquí, en este apéndice sureño del sueño chavista, también se cuecen habas debido a que un espía ingresó a la casa de un candidato aparentemente opositor al gobierno en extrañas circunstancias, tan extrañas que pareció conocer al dedillo el lugar del hecho mientras se daba el lujo de colocar su pistola con silenciador sobre una mesa al tratar de abrir una puerta. Sólo le faltó plantarse ante las cámaras de vigilancia y saludar como si se tratara de una especie de “Bailando o Cantando por un sueño”. Pero como la cosa, a pesar de lo caro de la harina, tiene su miga, se han hecho correr versiones que aseguran que el espía es muy conocido del dueño de la casa intrusada y también de su empleador que es, ni más ni menos, que el propio gobierno nacional para el cual realiza operaciones de “inteligencia”. ¿Pas de deux, menaje à trois o simple voleur? Si son descubiertos, estos espías no deben ser muy inteligentes, salvo que, aquellos que los mandan, abusando de una supuesta falta de juicio de la población, les ordenaran hacer las cosas de tal modo que puedan ser desenmascarados, por lo que el galimatías resulta incalculable salvo para los cirujanos que, por su faena, se encuentran en condiciones de discernir cuando se está o no ante una verdadera operación de inteligencia. Con anestesista incluido. A la velocidad luz que suceden los hechos en Argentina, ha quedado atrás pero no tanto, el caso de otro espía que es ni más ni menos que el jefe del Ejército y líder de los espías militares con un presupuesto millonario que no cesa de aumentar. Lo cierto es que el uniformado, cuyo pliego de ascenso ha sido retirado a marcha forzada del Congreso por su jefa, gusta de la buena vida y vive como millonario a pesar de sus magras entradas. El asceta ícono sanmartiniano está de luto y los jóvenes oficiales, furiosos. También a principios de julio un ex espía de la secretaría de Inteligencia nacional conocido como el Lauchón, fue muerto de cuatro balazos al recibir en su casa a los tiros a personal de Narcotráfico y la división Halcón, la fuerza de elite de la policía Bonaerense. El agente utilizó una pistola Glock calibre 40 para disparar contra quienes realizaban el procedimiento por orden del Juzgado Federal de Tres de Febrero. Pero quizás el espía más conocido de la vecindad es el asesor presidencial Horacio Verbitsky, cuyas actividades pasadas y posiblemente presentes son harto conocidas y no necesitan presentación en momentos que la primera mandataria acaba de rechazar en la ONU el espionaje cibernético como si en su país no sucediera nada al respecto. Sería de esperar que los espías locales tomen más en serio su trabajo; que reciban de vez en vez un suave tirón de orejas de sus superiores; que lleven una vida austera o, al menos, que sepan disimular sus misteriosos golpes de fortuna y, sobre todas las cosas, que no sean descubiertos. CORREO de BUENOS AIRES http://www.correodebuenosaires.com.ar

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