lunes, 24 de febrero de 2020

EL LIBRO DE LOS JUECES

EL LIBRO DE LOS JUECES Amigos: En este capítulo del Antiguo Testamento, una serie heterogénea de anécdotas se compilaron, sin autoría conocida. Se dice que, algunos inoficiosos cronistas de aquellos tiempos, consignaron una suerte de glosario sobre la vida y circunstancias de los Judíos, mucho antes del advenimiento de Nuestro Señor. Una en particular la como encuentro oportuno reproducirla, solo a modo de prólogo, breviario. En esta cronología, al parecer en tiempo de los Nabateos, un poderoso rey de Israel, entre sus muchos hermanos contaba con uno, por demás divorciado de los ritos y costumbres religiosas de esa Grey. Y muy suelto de cuerpo, en el por entonces no destruido, Templo de Salomón, inauguró la inveterada y milenaria costumbre de otorgar dentro del recinto préstamos gravados con un muy alto interés. Dicha innovación de inmediato provocó la repulsa de los sumos sacerdotes del Sanedrín, quienes prisioneros de la ofuscación y la ira se reunieron para abordar el tema. Y ordenar los términos de una severa protesta ante su Soberano, entre otras razones, porque un miembro de su propia Casa era el autor de dicha práctica fiduciaria. Pero las tribulaciones y temores se apropiaron de ellos, cual una enfermedad contagiosa, sobre las negativas consecuencias que sus quejas podrían irrogarles. Y las dudas crecían y se multiplicaban en ese medroso y ominoso recinto, sin una decisión mayoritaria sobre qué hacer. Al decir de los distintos glosadores, en un momento, uno de esa suerte de clérigos cananitas, lanzó una improvisada pero tan aguda como temeraria reflexión. Palabras más o menos dijo "si el pánico se apodera de uno de nosotros ¿porqué no de todos?. Según esa leyenda, las transacciones siguieron e incluso fueron imitadas por la mayoría de los Fariseos de esa remota época. Exhumándose una vez más, cuando nuestro Jesús, expulsó a empellones a los seguidores de aquel Gran Hermano en circunstancias similares. Traje a colación este aparente -no chequeado- episodio bíblico, porque algo de sinonimia considero de aplicación con los devaneos de tantos magistrados -bien con minúsculas- que, actualmente se debaten entre la jubilación y la continuidad con sus vergonzantes judicaturas. Sabido es que, este Poder Judicial Argentino, con preponderancia en el área Criminal, está habitado por un hato de ignorantes, vagos y además adoradores de todo tipo de dádivas. Sus dudas trasuntan exclusivamente entre seguir mordiendo o conformarse con sus abultadas y mal habidas fortunas. Que, ignoro si por su incalculable volumen o simplemente porque se encuentran a salvo de todo conato de investigación fiscal de las mismas, ni siquiera las ocultan. Por lo que, en específico, en cuanto a este gobierno de nuevos y continuadores ácratas & garduños de Macricio y los suyos, solo le interesa que, desocupen y liberen las vacantes. Se estima que unas trescientas. Pero con especial énfasis e interés en la mitad de ellas, asignadas al Fuero Federal en sus tres modalidades. Y con competencia en todo el territorio nacional; el de la CABA en particular. Eso de un avasallamiento a uno de los tres Poderes del Estado, so pretexto de modificar las edades mínimas de jubilación, es apenas las excusa propiciatoria para deshacerse de sujetos, en su mayoría indeseables. Donde en esta última jurisdicción de la Capital Federal, todas las investigaciones en perjuicio de Kretina y su Banda, pues, con noveles amanuenses, va de suyo que, truncas y archivadas quedarán. Sin embargo, me asalta un razonamiento, más compatible al sentido común que, a un panorama más concreto de estas palaciegas internas. Lo he de deducir junto a Ustedes, y así reza: Si un individuo Judicante tiene cumplidos sus años de servicios y pertinentes aportes ¿porqué como multitudinareamente acontece se "abulonan" a sus sitiales de privilegios, de no ser porque como jubilados abandonan sus canonjías de "cajeros"?. Octogenarias ya como María Romilda Servini y largamente septuagenarios como Rodolfo "Canicoima" Corral, son pues, solo una síntesis de los epifenómenos de esa impudicia y quedantismo a que hice referencia más arriba. Como a sus multimillonarios activos personales. En ninguna del resto de actividades productivas sucede algo similar, sencillamente porque no existen botines para incautar. Este y ninguno otro, es el continente endógeno de las airadas protestas de entogados mercachifles. Por otro lado, el presupuesto de gastos respecto de los judiciales es tan exiguo dentro de los formidables erogaciones del Estado que, inaudito de creer es que, toda esta farsa se deba a economicismos. No soy afecto a la reiteración de recordatorios ya mencionados, pero entiendo aplicable, reproducir algunos de ellos. Al solo efecto de plasmar una viñeta entre estos magistrales crápulas contemporáneos y otros que, casi como todos los de esas pretéritas épocas en que un Magistrado era casi venerado como un moral intocable. El primero, fue el Padre del actual Fiscal del Crimen José María Campagnoli, quien revestía hace más de cincuenta años como Juez en el Fuero Laboral. Hacía tantas peripecias para la manutención de su cónyuge y sus cinco hijos que, concurría personalmente a la feria municipal en el distrito Porteño de Belgrano para sus abastos. Y muchas veces, forzado y compelido se veía en adquirir hortalizas y frutas, en un estado pasadito por el menor precio. Otro, apellidado Madariaga, siendo Vocal en una de las Salas de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, en los sesenta, era habitual visitante del Monte Pío del Banco Ciudad, donde varias veces empeñó su perramus. Notas de color y domesticidad de nuestra Argentina tan emputecida por el extravío de valores, otrora y en el plano judicial que deberían de ser, por siempre, inalterables e inmaculados. Matices y comparativos entre nuestros tiempo con otros, consignados en... EL LIBRO DE LOS JUECES. Cordialmente Carlos Belgrano.-

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