jueves, 24 de junio de 2010

MANCO RENGO


Retumban las señales, que obligan a Scioli a buscar la reconstrucción de la pata herida

Le dio un renovado impulso a su relación con los vecinalistas de la Sexta Sección Electoral, y ahora también buscaría hacer pie en la Quinta Sección. En ambas zonas, el kirchnerismo sufrió duras derrotas en los comicios de 2009, y ya son varias las señales que le indican a Scioli una dirección casi obligatoria.

LA PLATA (Diario 'Hoy').- El interés por modificar la ley electoral para que los intendentes vecinalistas puedan acompañar su proyecto reeleccionista, sin sumarse al PJ, blanqueó un problema mayúsculo por estos días para el gobernador Daniel Scioli: la posibilidad, certera, de que el Partido Justicialista no se pliegue tan ciegamente a su candidatura como solía prometerle el vicegobernador Alberto Balestrini.

Scioli vio las señales. Incluso lo alteran algunos gestos amistosos de intendentes y dirigentes hacia Sergio Massa, jefe comunal de Tigre y posible candidato a gobernador. También le retumban las amenazas de Hugo Moyano, ahora aminoradas por sus declaraciones; y la parálisis del PJ orgánico en el que él se apoyaba, que no volvió a reunirse tras la internación de Alberto Balestrini. Y la potestad de asumir como interino que heredó, justamente, el jefe de la CGT, Hugo Moyano.

Tiene otras razones para desconfiar del PJ bonaerense: como Moyano, él tampoco pudo meter mano en la definición de las listas de legislativas de 2009, redactadas casi en soledad por los intendentes y Kirchner.

Típico de sus arremetidas, Scioli se envalentonó con darle una puntada final al acuerdo personal que entabló con los vecinalistas para los comicios del año pasado. En aquellos días, su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, intervino para que el intendente de Coronel Suárez, Ricardo Móccero, consiga la lista del Frente Justicialista para la Victoria en desmedro del PJ local, comandado por el entonces diputado provincial y ahora concejal, Hugo Bilbao.

La Sexta Sección, situada al sudoeste de la Provincia, es el terreno predilecto de los vecinalistas, mote que recae sobre intendentes ajenos al PJ y a la UCR, pero con respaldo de la población.

Además de Móccero, allí revisten Luis Visani (González Chávez), Marcelo Skanski (Carmen de Areco) y Carlos Sánchez (Tres Arroyos), quien ya avisó que hará caso omiso al llamado sciolista.

En esta región, influida por Bahía Blanca, el Gobierno nacional es fuertemente resistido: perdió en 2007 y cayó por más de una docena de puntos en los comicios del año pasado. El triunfo fue para el Acuerdo Cívico, aunque Scioli tiene por qué alarmarse: el segundo lugar lo obtuvo Unión-Pro.

En tanto, en la Quinta Sección, Scioli trabajó a destajo también para lograr que Gustavo Pulti, de Mar del Plata, aceptara sumarse al FJpV, aunque la gestión final la hicieron Balestrini y el senador Osvaldo Goicoechea. Así como aquellos intendentes le permitirían salir del fondo de la tabla en la Sexta Sección, mientras que el intedente de Mar del Plata, Gustavo Pulti (y, tal vez, el intendente de Pinamar, Blas Altieri) le permitiría hacer pie en la Quinta, donde el kirchnerismo también fue duramente derrotado. Y hasta puede aventurarse con acuerdos cruzados en el Conurbano con algunos jefes comunales no PJ como Fernando Gray (Esteban Echeverría), Ricardo Ivoskus (San Martín) y Enrique García (Vicente López). A los últimos dos los necesitaría para opacar a Massa en la Primera Sección, aprovechando el cartel de Tigre.

Lo de Gray puede ser otro testimonio de la maraña sciolista: tuvo un grave enfrentamiento con los piqueteros K, un sector que no comulga con Scioli, pero puede meterse a molestar en la interna del PJ. En tanto, Ivoskus sufre sobre sus espaldas al duhaldismo, a través de sus coterráneos: Luis Barrionuevo (jefe de los gastronómicos) y su esposa y diputada Graciela Camaño. García, por su parte, representa el último radical K que se presenta como tal, aunque ya sin afiliación vigente.

Scioli llevará esta propuesta a Olivos, desde donde Néstor Kirchner monitoreó el año pasado la redacción de la reforma política. Tanto, que prohibió de modo explícito desdoblar las internas. Y eso lo obligará a Kirchner a medir fuerzas antes de tiempo, tarea que lo fastidia. Es que el ex presidente deberá comenzar a definir cuánto está dispuesto a cercar al PJ bonaerense en la interna, a riesgo de que confabulen contra cualquiera de sus aspiraciones electorales. ¿Agradará a los intendentes del PJ que Scioli tenga vía libre una estrecha relación con sectores no peronistas? Seguro que no. Pero para que aquello no ocurra, deberán garantizarle que no le hará falta.

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