miércoles, 24 de mayo de 2017
LOS FIELES
¿Semper fides?
Escrito por Omar López Mato
Hasta que la muerte nos separe, se ha convertido en una pesada carga marital, a medida que la expectativa de vida se prolonga. Que la muerte (y la separación del vínculo) se dé a los 5 o 10 años de tiempo, es distinto al medio siglo o más que nos toca vivir en estos tiempos de longevidad.
La fidelidad conyugal tenía un peso político importante en EE.UU. hasta el sonado caso Mónica Lewinsky (aunque Washington y Jefferson paladines de la libertad hayan sido dueños de esclavos y Jefferson tuviese un hijo con una mujer a su servicio). Hasta entonces la infidelidad matrimonial era tomada por el electorado como la inconstancia de un hombre que prometía ser leal a la patria y no podía siquiera serle fiel a su esposa. Después de este episodio (y gracias a la bonanza económica) el asunto pasó a segundo orden.
Para los latinos el tema de la fidelidad conyugal nunca fue sinónimo de deslealtad a las causas políticas. Para nuestros políticos las variaciones amatorias no fueron obstáculo para su carrera y hasta cierto punto cimentaban su condición de macho alfa.
Belgrano tuvo dos hijos de dos amantes distintas, a los que ni siquiera pudo criar (uno de ellos el coronel Rosas y Belgrano, creció en la casa de don Juan Manuel de Rosas, creyendo que Josefa Ezcurra –su madre biológica- era su tía).
También el hermano sacerdote de don Manuel tuvo un hijo, a pesar de sus votos de castidad.
San Martín tuvo amantes en Chile y la famosa Rosita Campusano en Lima además de un breve affaire durante su permanencia en Guayaquil, que al parecer terminó con un hijo que conoció mientras vivía en Europa (fuente “Don José”, García Hamilton).
El libertador Simón Bolivar cultivó una extensa lista de amantes, aunque Manuela Sáenz lo castigaba físicamente por pescarlo “in fraganti” en más de una oportunidad por comprobar que Bolivar había estado con otra mujer (Este hecho no le impidió a Manuela salvarle la vida a Simón, poniendo en riesgo la propia).
El futuro general Lavalle en sus años mozos sembró en Perú y Ecuador muchos descendientes y durante su campaña final contra el rosismo mantuvo varios romances –especialmente con Damasita Boedo, mientras le escribía amorosas cartas de amor a su esposa.
Después de la muerte de Encarnación Ezcurra, quien fuera su soporte político por años, Rosas se trabó en una larga relación no formalizada con Eugenia de Castro, de la que nacieron cinco hijos que compartían la mesa familiar. Este vínculo no fue obstáculo para que Rosas flirtease con otras señoras, y cuando llegó el tiempo de partir a Inglaterra dejó a sus vástagos ilegítimos en el país (en realidad quiso llevarse dos, pero Eugenia se resistió y se quedó a vivir en Buenos Aires con todos sus hijos y muy poca asistencia económica de su ex amante). (Fuente, Caseros, las vísperas del final –López Mato).
Ningún relato erótico de la épica nacional estaría completo sin la maratónica diseminación de semen del Tata Urquiza. Aunque algunos hablen de cien vástagos, el general se molestó en reconocer 21, a los que dio nombre, educación y fortuna. Quizás tenía en mente los 14 hijos diseminados por don Gervasio Artígas o los niños que Fructuoso Rivera sembraba por la campaña oriental, pero que prolijamente llevaba a Montevideo para que Bernardina, su leal esposa legítima, los educase en el seno del hogar. (“Amores orientales” de Omar López Mato).
Ya de joven, Sarmiento reconoció una hija natural, a la que crio y mantuvo a su lado. Se comenta maliciosamente que Dominguito podría haber sido el fruto de una relación furtiva con la que sería su esposa, mientras aún el Sr. Castro vivía. De allí su adopción y el uso del apellido Sarmiento con el que Dominguito pasó a la historia. El sanjuanino después se divorció (con todas las de la ley) e inició un romance con su Amalia Vélez, hija de don Dalmacio. Aun siendo presidente cenaba en la casa de los Vélez casi todas las noches. Como esto era por todos conocido, sufrió un fallido atentado camino a la casa de los Vélez Sarsfield, aunque el sanjuanino estaba tan sordo que se enteró al día siguiente. (Fuente “Cuyano alborotador” de García Hamilton).
Adolfo Alsina tuvo 5 hijos sin formalizar la relación conyugal. Su opositor Mitre, en cambio, fue por lo que se sabe, más leal a Delfina, aunque la abandonase periódicamente envuelto en guerras y campañas. Eso sí, una vez viudo, está documentado que el general con sus briosos 80 años, visitó algún prostíbulo por las razones que todos suponemos.
Alberdi, siempre melancólico y soltero tuvo un hijo natural al que presentaba como su sobrino. (Diccionario biográfico de Vicente Cutolo).
No podemos olvidar a Roca, quien estuvo a punto de divorciarse siendo presidente, cansada su esposa de las frecuentes infidelidades del Zorro. Solo la intervención del nuncio apostólico evitó el escándalo. Una vez viudo, el general instaló discretamente cerca de su casa a una señorita francesa que calmaba sus alborotadas hormonas. (Félix Luna, Soy Roca). Aun así, frecuentó a la esposa de su amigo el Dr. Wilde, aunque no se puede descartar que esa haya sido una venganza contra Wilde, la persona que más poder le sacó a la Iglesia por secularizar la educación y nacionalizar el registro civil. Las malas lenguas le atribuyen una frase temible, “Los cuernos con como los dientes, duelen al salir, pero sirven para comer”. Wilde fue embajador argentino en Holanda y murió en ejercicio de sus funciones donde había sido enviado junto a Guillermina para evitar un nuevo escándalo de faldas del general Roca (Soy Roca, Félix Luna).
El “Peludo” alegaba que el matrimonio le sacaba tiempo para su tarea política, de allí que como los toros que cimentaron su fortuna, distribuyera sus genes generosamente, pero sin hacerse cargo de sus consecuencias. Por lo menos se le conocen 10 hijos de distintas mujeres, el último de la viuda de Eugenio Cambaceres. La madre de Irigoyen, mujer devota, corría tras sus nietos bautizándolos y otorgándoles el apellido familiar. (Fuente, Lucía Gálvez).
Alvear siguió la tradición galante de su abuelo (don Carlos María), que hasta había perdido la cabeza por una monja. En cambio, Marcelo persiguió por 8 años a Regina Pacini Quintero, para casarse con una de las cantantes de ópera más célebre de su tiempo. Ésta demostró tener una devoción y paciencia muy elástica con su Marcelo, afín a organizar festines (¿orgías?) con los miembros de su Gabinete, entre los que se encontraba el más adusto general Justo, a quien, según dicen las malas lenguas, le jugó una broma pesada… no resulta extraño deducir que el antagonismo político que caracterizó la relación entre ambos haya tenido origen en este enfrentamiento cuasi prostibulario. Parece que Regina hacía oídos sordos a estos rumores, hasta que se enteró que don Marcelo festejaba a una sobrina, allí le puso un límite a los devaneos amorosos del expresidente. (Fuente, Félix Luna)
Si bien sus seguidores lo llamaban el Macho, al general Perón solo se le conocen aventuras con púberes. Después de la muerte de Potota, su primera esposa, entonces frecuentó a una adolescente a la que llamaban, por alguna extraña razón, “la Pirañita”. Esta fue desplazada por una joven Eva Duarte, que venía de una serie de romances, entre ellos los más mentados fueron con Pedro Quartucci y el coronel Mercante. Éste último fue quien presentó a la actriz a su futuro esposo.
Las malas lenguas dicen que Evita fue amante de un cardiólogo croata, exiliado junto a los Ustashas pro nazis que el general permitió refugiaran en Argentina, aunque no existe suficiente documentación al respecto. (“Historia de los Ustashas en Argentina”, Ignacio Montes de Oca).
Si se sabe que después de su viudez, Perón frecuentó a las jóvenes de las UES y allí conoció a la joven Nelly Rivas a la que adoptó y tuvo una triste historia después del ‘55. Entre las causas de su degradación como general figura la relación impropia con esta adolescente. (Araceli Bellota)
Frondizi cortó una larga relación con una escritora (Marta Lynch) una vez que asumió la presidencia. No quería agregar a sus problemas políticos uno de faldas.
El presidente Illía fue fiel a su esposa y a su familia, pero en los gobiernos militares que lo sucedieron si hubo problemas de exposición de ciertos oficiales con algunas vedettes de moda. Obviamente el sonado caso Marta Rodríguez McCormack termina con los sueños políticos del almirante Massera.
Con la democracia, Alfonsín resucita su matrimonio formal con María Lorenza Barreneche Iriarte para que cumpla sus funciones de primera dama, aunque no haya compartido el lecho matrimonial, mientras que su secretaria Margarita manejaba la agenda presidencial, además de otras tareas…
La historia fue más truculenta con el Turco, quien después de su sonado divorcio dio rienda suelta a sus inclinaciones de sultán y mantuvo varios romances de toda índole, valiéndose de su don de seducción. Después del fallido matrimonio con Cecilia Bolocco, Menem volvió con el caballo cansado a compartir su vida con Zulema.
Tampoco el matrimonio Kirchner era bien avenido, pero habían construido un vínculo de poder, aunque cada tanto explotaban en sonoras reyertas conyugales.
Después de la muerte de Néstor, Miriam Quiroga, su amante apareció varias veces en TV contando sobre las famosas libretas donde el expresidente llevaba sus cuentas. (Lo que se dice, un tipo ordenado).
Lógicamente Macri pasó por sus tiempos de romances después de la separación de su primera esposa, pero no llegaron a escándalos de alcoba como el que hoy presenta el ex candidato Scioli, quien se esforzó por presentar durante la campaña una relación idílica con Karina Rabolini, futura primera dama en caso de victoria, pero que prontamente desapareció de escena una vez que la derrota fue evidente.
Después de derrotado se conoció el romance con una muy joven modelo, a la que seducía con viajes a Cancún pagados por el erario de una provincia empobrecida (al motonauta se le reclama 1 millón de dólares en concepto de viáticos injustificados). Aunque ya se había visto obligado a reconocer una hija después de años de juicio paterno, hasta entonces Scioli daba la imagen de un inocente monaguillo cercano al Papa, para incentivar su carrera política –que en parte logró gracias a la “inocencia” pontificia… pero esta comunicación abrupta de aceptar la paternidad, después de haber mantenido otro affaire intercambiando fotos hot con su nueva amante y exigido un aborto a su “novia” oficial, da por tierra la escasa credibilidad del ex candidato oficial que de acá en más no me imagino cómo podrá rehacer su sufrida carrera política (aunque por lo visto, en la política argentina es más importante la lealtad partidaria que la fidelidad conyugal). De todas maneras, no creo que este nivel de hipocresía sea tolerable después de haber defendido la ilegitimidad del aborto durante su campaña, como fue público y notorio.
Cuando se trata de una mujer escasos recursos, que no sabe con qué mantener a la criatura que viene al mundo, los medios legales sancionan a la mujer en apuros, pero cuando el embarazo indeseado compromete la vida privada y la carrera política de un poderoso político, entonces el aborto ¿es una elección?
Este ex gobernador, ex motonauta, hipócrita, ventajero, pésimo administrador, de notable fortuna personal, orador lastimoso y reiterativo, y por lo visto, escaso de neuronas, no fue por pocos votos presidente de los argentinos. ¿Hubiésemos sido víctimas de sus manejos espurios? ¿Hubiese sido el títere del “Chino” y Cristina? ¿No hubiese tocado las tarifas? ¿No hubiese pactado con el Fondo? ¿Hubiese sido un Maduro sin hélice ni timón?
Espero que este sea el fin político del motonauta. De ser así, le debemos una estatua a la señorita Berger y al coraje demostrado para denunciar con todas las letras a este mal avenido.
La pregunta de Macri durante el debate presidencial resultó ser premonitoria: “¿En qué te has convertido, Daniel?”.
Omar López Mato
Médico y escritor
Su último libro es Ciencias y mitos en la Alemania de Hitler
omarlopezmato@gmail.com
www.facebook.com/olmoediciones
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