sábado, 9 de mayo de 2020

PANORAMA

Panorama político nacional de los últimos siete días La lucha contra el Covid19 como política de Estado La conferencia de prensa del último viernes, en la que el presidente Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicilof y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta informaron las características que asumirá la acción contra la pandemia en una nueva etapa de la cuarentena sirvió para ratificar otro hecho político: el eclipse de la famosa “grieta”. Dos meses atrás, en esta columna subrayábamos esta situación: “El desafío del coronavirus - decíamos- ha ofrecido al sistema político la oportunidad de saltar por sobre la famosa grieta y encontrar el denominador común de la solidaridad nacional contra un enemigo que no es interno, sino ajeno, invisible y letal. Esas nuevas condiciones no borran las diferencias, pero las subordinan al objetivo principal de ganar la guerra contra el virus. Y la pelea en la misma trinchera genera nuevas relaciones de cooperación y convivencia. Inclusive para tratar las divergencias”. Por cierto, esta actitud no es unánime. . En el seno del oficialismo nacional existen notoriamente sectores que cuestionan la convergencia con sectores de otra extracción y desconfían del equilibrio que el Presidente busca imprimir a su gestión tanto como del liderazgo nacional que le ha permitido la lucha contra el Covid19. Por momentos Fernández parece desbordado por la presión de esos sectores, que él se esfuerza por contener incluso a costa del capital político que viene acumulando: cuando ellos adquieren algún protagonismo público la buena imagen del gobierno se resiente, así sea poco. En la oposición, de su lado, es indisimulable la desconfianza con la que algunos “núcleos duros” observan la proximidad del jefe de gobierno porteño con el Presidente. Los trolls de ese sector tratan de ningunearlo en las redes llamándolo con sarcasmo Horacio Fernández Larreta o le imputan “falta de actitud” y algunos columnistas que atizan la grieta comentan vitriólicamente que ejerce junto a Alberto Fernández “un papel de copiloto que le sale sin ningún esfuerzo”. Hay comentaristas que baten el parche pidiendo políticas de Estado...y chocan contra ellas cuando se abre la posibilidad de concretarlas. La conferencia de prensa del viernes coronaba una semana en que se acrecentaron las presiones destinadas a que el gobierno privilegiara el riesgo económico por sobre el riesgo sanitario, archivara la cuarentena y abriera sin anestesia la actividad de fábricas y comercios. Se lo instaba a actuar como “los grandes países”. Se citaba los ejemplos de Italia o España (que creen haber dejado atrás los riesgos mayores vinculados con el Covid 19 y levantaron sus cuarentenas), o el de Suecia, que nunca la decretó. Pudorosamente no se mencionaba a Estados Unidos, donde la terca negativa de Donald Trump a aplicar cuarentenas coincide con el mayor número de muertos por la pandemia en el mundo). Gremios y empresas No todas fueron presiones sospechosas. El lunes 4, el Presidente había recibido en la residencia de Olivos a una delegación de líderes empresariales y sindicales, para escuchar sus inquietudes sobre los efectos de la cuarentena en la economía. El presidente de la Unión Industrial Argentina ofreció una radiografía tétrica del estado en que se encuentra el sector, con tres de cada cuatro firmas paradas y con signos de vida sólo en aquellas que trabajan para servicios esenciales. Los empresarios se mostraron naturalmente ansiosos por iniciar una etapa de “normalización”, aunque la mayoría de ellos no quiere entorpecer con presiones la estrategia sanitaria del gobierno. Los gremios hablaban con sus decisiones: los empleados de comercio, por ejemplo, acordaron reducir un 25 por ciento sus salarios para contribuir al sostenimiento de sus fuentes de trabajo, en tiempos en que únicamente los rubros de alimentos y farmacia. Una señal inequívoca sobre su preocupación principal. Alberto Fernández conocía bien esas situaciones y viene apurando a sus ministros para abrir la actividad allí donde sea posible y para agilizar la ayuda prometida a empresarios y a trabajadores. También reafirmó a sus interlocutores que el gobierno no ha cambiado sus prioridades: la guerra contra la pandemia y la preservación de la salud y la vida de los argentinos ocupan el primer lugar, antes que la economía, cuya significación por supuesto comparte. Les adelantó, en ese sentido, que tan pronto el Congreso vuelva a estar en funcionamiento, el Ejecutivo propondrá a las Cámaras la creación de un Consejo Económico y Social para proyectar las vías de un desarrollo sustentable a mediano y largo plazo. En ese contexto les anticipó lo que anunció más específicamente el viernes 8: Argentina pasa a la Fase 4 de la cuarentena, con excepción de la ciudad autónoma y el Gran Buenos Aires (la región metropolitana), que permanecen en la Fase 3, como hasta ahora (con algunas variantes leves). Los epidemiólogos y sanitaristas que asesoran al Poder Ejecutivo indicaron algunas señales para reconocer el punto en el que, sin caer en la imprudencia, la cuarentena podría flexibilizarse notablemente; uno de esos signos relevantes es el tiempo que toma la duplicación del número de infectados. En Italia, España o Estados Unidos ese número ha llegado a duplicarse cada 2 a 3 días; actualmente, en Argentina se duplica, promedio, cada 25 días, y este es el plazo que los infectólogos reclamaban. Sucede, sin embargo, que el AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires: la ciudad autónoma y los 40 municipios que la rodean) está bastante por debajo de aquel promedio (los casos no se duplican cada 25 días, sino cada 17) y, además, allí se concentra el mayor porcentaje de contagiados y de fallecidos del país (más del 70 por ciento). Esa es la razón por la cual en este sector se mantiene una cuarentena más rigurosa (que, tal vez corrija o canalice cierta tolerancia que las autoridades fueron admitiendo ante la flexibilización de facto dispuesta por iniciativa autónoma de la gente). Reactivar y hacer botella La región metropolitana es un espacio compartido que tiene rasgos disímiles y debe compaginar esa diversidad a través de una compleja coordinación entre el gobierno porteño y la gobernación bonaerense y entre ésta y los intendentes de los 40 municipios involucrados. La Fase 3 de la cuarentena tendrá, así, características heterogéneas emparejadas por un denominador común: el de la cautela para evitar que el virus circule y para hacer que el ritmo de los contagios se extienda y la epidemia sea contenida. El país -incluso en el AMBA- inicia una etapa de reactivación. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. Siempre hay que mantener un ojo en la guerra contra la pandemia y en las grandes ciudades (Córdoba capital y Rosario ingresan plenamente a la fase 4) poner en marcha empresas equivale a liberar el desplazamiento de muchísimas personas: en el caso de cierta obra pública se piensa en reclutar trabajadores que habiten en la misma zona, pero eso a menudo no es practicable; los trabajadores suelen vivir lejos de sus lugares de ocupación y deben cruzar grandes espacios. Es preciso garantizar medios de transporte que permitan cumplir con el distanciamiento, pues si se movieran en el transporte público, éste se atestaría. La mayoría de las empresas carecen, por otra parte, de autonomía y autosuficiencia: los procesos productivos integran y articulan actividades que se despliegan en diferentes localizaciones: más que poner en marcha empresas aisladas, es preciso coordinar la puesta en marcha de cadenas productivas, de modo que los procesos no queden obturados por el hecho de que a determinado paso la falten insumos que provee un paso anterior. No es tan sencillo coordinar necesidades. Pero hay firme decisión política de hacerlo. Una estrategia de unión El mismo viernes de la conferencia de prensa compartida por Fernández, Kicilof y Rodríguez Larreta, se cumplía el plazo que el ministro de Economía Martín Guzmán ofreció a los acreedores externos para aceptar la oferta argentina de renegociación o formular una contrapropuesta. Ese plazo se extendió hasta el próximo lunes 11 y quizás se extienda más: el gobierno está exhibiendo su voluntad de negociar un acuerdo razonable y esto es positivo, se consiga ese acuerdo o no. También en este plano recibe presiones muy fuertes. En rigor, los intereses que pujan con el Estado argentino disfrutan con cualquier presión que lo debilite, venga de la derecha o de la izquierda, de arriba o de abajo, de afuera o de adentro. Las tareas que el país tiene ante sí - ir encontrando nuevas sintonías y nuevas fases para la cuarentena que permitan la puesta en marcha de la economía custodiando los logros alcanzados contra la pandemia, negociar fuerte con los acreedores, impedir el default - requieren una estrategia de unión nacional. Es una oportunidad para el sistema político de avanzar en la construcción de mecanismos asentados no en la lucha estéril, sino en la competencia cooperativa. Y una oportunidad para el Presidente de consolidar el liderazgo que empezó a edificar como jefe de la guerra contra el Covid 19. Jorge Raventos

El principio de incertidumbre de Heisenberg

viernes, 8 de mayo de 2020

LA ARGENTINA REPITE ERRORES. ¡MEMORIA!

LA ARGENTINA REPITE ERRORES. ¡MEMORIA! Malú Kikuchi (6/5/2020) La memoria es la capacidad de recordar. Para los que nacieron después de 1973 o eran muy chicos para tenerlo presente, vamos a recuperar un hecho de nuestra historia que se olvida deliberadamente o se exalta equivocadamente. Entre 1971 y el 25 de mayo de 1973, el clima social en el país era de extrema violencia. Grupos armados aterrorizaban a la sociedad. El poder judicial, siempre atento al viento de los tiempos, solían mirar hacia Cuba, que con dinero de la URSS vía Praga, hacía llegar los fondos para mantener un verdadero ejército de “maravillosos muchachos idealistas”, que en realidad eran asesinos ideologizados que buscaban el poder. Con gran esfuerzo se consiguió armar una Cámara Federal en lo Penal de la Nación, con jueces probos y muy, pero muy valientes. Fue en julio de 1971. Esos jueces juzgaron a los terroristas de acuerdo a la ley y con el debido proceso. Hubo testigos y se guardaron los documentos probatorios. El 25 de mayo de 1973, asumieron la presidencia y vice presidencia Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima. Llegando la noche un grupo de militantes de extrema izquierda se agolpó frente al penal de Devoto exigiendo la libertad de los supuestos “presos políticos”. Cámpora y su ministro del interior, Esteban Righi, rodeados de activistas que respondían al castro-comunismo, permitieron la salida de los terroristas que habían sido juzgados a derecho. Estos salieron de la cárcel formados militarmente y haciendo ondear banderas del ERP (ejército revolucionario del pueblo). Los jueces de esa mítica Cámara se exiliaron en su mayoría, otros fueron perseguidos y degradados, el juez Jorge Vicente Quiroga fue asesinado. Fin de este episodio de la historia. El disparate “execrable” (palabra del gobernador Kicillof) de soltar presos peligrosos con el pretexto del covid-19, trae recuerdos penosos. Los terroristas que salieron en el 73 (+ otros), incendiaron el país y fueron los responsables del golpe cívico militar de 1976. Los que se soltaron ahora son delincuentes comunes, entre ellos violadores y algunos homicidas. ¿Por y para qué? Es una buena pregunta con una mala respuesta. ¿Necesita el gobierno o parte de él, el kirchnerismo, tener a mano una patota de peligrosos delincuentes a su servicio? ¿Al mejor estilo de Venezuela? Porque la liberación de presos es algo que se empezó a tratar antes que existiera la pandemia. Y no se soltaron los delincuentes de poca monta o los que estaban por terminar su condena. Lo hicieron con los peores. Y sin cumplir con ninguna de las normas que exige la ley para que eso suceda. Es la única explicación posible. ¿Pretenderán un golpe armado del cristinismo versus el albertismo? ¿O estarán las dos facciones del gobierno de acuerdo en este punto? ¿No estarán seguros con respecto a las fuerzas de seguridad? Es difícil de creer. Pero el hecho de tener peligrosos delincuentes sueltos con el pretexto del covid-19, después de haber sido juzgados y condenados, es una realidad temible. Ya no lo van a seguir haciendo, la ciudadanía indignada se lo hizo saber a los camporistas de hoy. Pero los que salieron están fuera de la cárcel y sin control. La Argentina sigue teniendo la inverosímil costumbre de insistir en sus peores errores. Lo hizo en 1973, lo repite ahora. Las generaciones se suceden, el gen ideológico aparentemente se hereda. Y siempre lo hacen los “que van por todo”. *Datos: “Volver a matar” de Juan Bautista Yofre (2009)

sábado, 2 de mayo de 2020

GRIETA.....

Panorama político nacional de los últimos siete días Pandemia, cárceles, economía y los amantes de la grieta El gobierno de Alberto Fernández soporta en las últimas semanas las consecuencias paradójicas de su éxito sanitario: el número de muertos por coronavirus y el promedio de víctimas y de infectados por número de habitantes de Argentina es ínfimo comparado con las cifras de Brasil, de los Estados Unidos, de Francia o de Chile (por citar sólo algunos ejemplos). Mientras en Estados Unidos están muriendo alrededor de 2.000 personas por día a causa del virus, y Brasil ronda los 500 muertos diarios (en ascenso), en Argentina el promedio diario de bajas es inferior a 10. Las estimaciones iniciales y los modelos matemáticos de los infectólogos argentinos ubicaban a fines de abril y principios de mayo el temido ascenso de la curva de contaminación (que estaría acompañado, claro está, por un creciente estrés sobre las estructuras sanitarias y un incremento de las víctimas fatales). Pero terminamos abril e iniciamos mayo con la curva aplanada: un éxito de la estrategia de aislamiento administrado que dispuso el gobierno y la sociedad acompañó responsable y disciplinadamente. El precio de ese notable logro es principal pero no éxclusivamente económico. La actividad productiva y comercial está -salvo en algunos pocos rubros- paralizada, Con empresas que no facturan, las cadenas de pagos están naturalmente averiadas; los ingresos de los trabajadores, resentidos y demorados; la economía subsiste precariamente gracias al respirador artificial que proporciona temporariamente el Estado que, a su vez, está exhausto, limitado en sus recursos por la misma parálisis que quiere remediar (que encoge su recaudación impositiva) y en medio de una crucial discusión sobre la deuda que pesa sobre el país y lo priva del financiamiento del mercado. La estrategia sanitaria exitosa parece invitar a la continuidad: si la cuarentena ha conseguido achatar la curva, ¿no sería riesgoso apartarse de esa disciplina? El Presidente, sin embargo, tiene claro que hay que correr algunos riesgos y, “en su medida y armoniosamente”, como aconsejaba Perón, hay que poner en movimiento la economía y las actividades del país, porque la salud y la vida no pueden ser sinónimos de un “perpetuum inmobile”. La sintonía fina exige continuidad y cambio: hay que ir modulando la flexibilidad bajo el paraguas de la cuarentena, que se prolongará (por ahora, sin término, ya que la peste no permite certezas aún) pero irá variando en distintas fases, ampliando posibilidades o, eventualmente, recortándolas, total o localmente, si hubiera rebrotes agudos del mal. Allí donde se pueda, hay que empezar a flexibilizar el encierro, más allá de la economía. Por ejemplo: liberando a la sociedad confinada para que, al menos, pasee un rato cerca de su domicilio. Que el Presidente haya ampliado ese marco en general dio lugar a un hecho muy significativo: los gobernadores de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fé y el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires firmaron un documento conjunto aclarando que en sus jurisdicciones no se aplicaría por el momento esa apertura a los paseos. Algunos analistas vieron en esa declaración un cortocircuito entre los grandes distritos y el Ejecutivo nacional, aunque siempre estuvo claro que los gobiernos locales son la autoridad de aplicación de las políticas generales y tienen la atribución de definir detalles de aplicación. Ese análisis, quizás porque se centraba en la búsqueda de grietas (así fuera conjeturales), omitió la coincidencia entre Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof, Omar Perotti y Juan Schiaretti que ejemplificaba lo contrario: la tendencia de políticos de distintos matices a unirse sin prejuicios para expresar posiciones comunes. El “peor momento” y el miedo al fin de la grieta La morigeración de la grieta es otro de los logros políticos de esta crítica etapa que afronta el país (en rigor: el planeta). Esa tendencia se ha evidenciado con hechos y con gestos: la presencia de Rodríguez Larreta en conferencias de prensa presidenciales o en la presentación de la oferta argentina a los acreedores internacionales, las conversaciones del intendente de Vicente López, Jorge Macri, con el Presidente o las coincidencias habituales entre intendentes peronistas y sus colegas de Cambiemos en el ámbito del Gran Buenos Aires son ejemplos. El ex presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, ha resumido en estos días esa atmósfera cooperativa: "es el momento de la unidad nacional, sin mezquindades de ningún tipo. Es el tiempo de acompañar y buscar una salida como país, de dar los debates que teníamos pendientes, es la oportunidad de la Argentina de superar la grieta". Como expresiones ejecutivas de esa actitud, Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta reciben a través de las encuestas el respaldo de la sociedad: son los dos políticos de mejor imagen en la actualidad, mientras las figuras a las que la opinión pública ubica simbólicamente como extremos opuestos de la intransigencia -Cristina Kirchner y Mauricio Macri- aparecen con cifras marcadamente menores. Está claro que la búsqueda de convergencias no es unánime. El gobierno cuenta con sectores que desconfían de la proximidad con opositores. Y en la oposición hay “núcleos duros” que resisten posturas como las de Rodríguez Larreta, Monzó, la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal o el ex ministro de Interior, Rogelio Frigerio. La actual presidenta del Pro, Patricia Bullrich -impulsada en su momento por Mauricio Macri- es una de las columnas del antagonismo severo con el gobierno. Una de sus alfiles, la belicosa asesora Florencia Arietto, salió esta semana a decir que al jefe de gobierno porteño “le falta convicción” para oponerse al gobierno y “se aleja” de quienes lo votaron. Es un juicio aventurado, porque en rigor, a Rodríguez Larreta efectivamente lo votaron (a Arietto no), y además, las encuestas indican lo contrario de lo que afirmó la asesora de la doctora Bullrich: mantiene un respaldo muy amplio en su distrito. No se podría decir seriamente que este sea “el peor momento” de Rodríguez Larreta. Ni de Fernández. Es probable que sea justamente esa circunstancia -el respaldo que obtienen los que, sin abjurar de sus propias convicciones, trabajan por una convergencia realista y una disolución de la grieta- lo que empuja a incrementar la irritación de los intransigentes. Hay, en efecto, un sector del electorado de Cambiemos (algo menos de un 20 por ciento, permiten interpretar las encuestas) que considera que colaborar con el gobierno (así sea por inducción de la pandemia) es colaborar con algo así como la gestación de una tiranía. Otros sectores temen por sus bienes o, en general, por sus intereses, que consideran en riesgo ante un gobierno fortalecido por su gestión ante la pandemia. Incidentalmente, una senadora bonaerense de Cambiemos, Felicitas Beccar Varela, resumió en un mensaje vía whatsapp la inquietud de esos sectores: ““O nos levantamos rápido y nos despertamos o estos nos llevan puestos y terminamos en serio, bajo la excusa del coronavirus, como Venezuela, no es joda lo que está pasando”. La confusión creada alrededor de la situación de las cárceles en las condiciones de la pandemia y la reacción social ante los fallos irresponsables de algunos jueces tentó, probablemente, a aquellos sectores irritados. Conviene examinar los hechos con mayor prolijidad. Las cárceles y la pandemia No sólo en la Argentina, sino en la mayor parte del mundo la situación de las cárceles ha sido considerada un foco peligrosísimo de contagio ante la epidemia de Covid 19. Ese foco no sólo expone a los detenidos, sino también a todos los que prestan servicios en los institutos penales que, al volver a sus domicilios se pueden convertir en agentes de extensión de la epidemia en sus familias y en sus barrios y ciudades. El 25 de marzo, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió a los gobiernos que tomen medidas urgentes para proteger la salud y la seguridad de las personas que se encuentran detenidas o recluidas. ““El COVID-19 ha empezado a propagarse en las prisiones, las cárceles y los centros de detención de migrantes, así como en hospicios y hospitales psiquiátricos -escribio Bachelet- , y existe el riesgo de que arrase con las personas recluidas en esas instituciones, que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad (...)Es esencial que en los planes para afrontar la crisis los gobiernos aborden la situación de las personas reclusas, a fin de protegerlas y proteger también al personal de los centros, los visitantes y, por supuesto, al conjunto de la sociedad”, Ante ese llamado de atención de la funcionaria de la ONU, muchos países empezaron a tomar medidas en relación con sus poblaciones carcelarias, apelando a derivación a prisiones domiciliarias, anticipación de cumplimientos o lisa y llanamente liberación de detenidos. Así, Brasil liberó 30.000 presos. En Colombia, el presidenteliberal Iván Duque, firmó un decreto que dejó en libertad transitoria y domiciliaria más de 4.000 presos. En Estados Unidos (el país de mayor población carcelaria) las medidas fueron amplísimas. Sólo en la prisión neoyorkina Rikers Island fueron liberados 900 detenidos. En el estado se dictaron 110 prisiones domicilarias. California conmutó penas o transformó en domiciliarias las prisiones de 3.500 penados. En Michigan y Colorado, los gobernadores firmaron órdenes que permitieron la liberación anticipada de presos vulnerables. La gobernadora de Nuevo México, Michelle Lujan Grisham, ordenó al departamento de correcciones que compilara una lista de reclusos elegibles para conmutación de sentencias. Por una orden del procurador fiscal William Barr se dispuso la salida de las prisiones de unos 10.000 detenidos mayores de 60 años. En Francia han sido excarcelados en distintas condiciones más de 10.000 detenidos y una cifra análoga se registra en el Reino Unido. Más de 50.000 en Turquía, más de 12.000 en Afghanistán. Etcétera .En Argentina, a mediados de abril la Cámara de Casación Penal dictó una acordada destinada a actuar en consonancia con las recomendaciones de organismos internacionales en cuanto a la población de las cárceles. Allí aconsejó que se adoptasen “medidas alternativas al encierro, tales como la prisión domiciliaria, con los mecanismos de control y monitoreo que estimen corresponder” sólo para casos de “prisión preventiva por delitos de escasa lesividad o no violentos (…) o que no representen un riesgo procesal significativo”. Así como para cuando hayan vencido los plazos de prisión preventiva establecidos por la ley. Y para las “personas condenadas por delitos no violentos que estén próximas a cumplir la condena”; para aquellos sentenciados a penas de hasta 3 años de prisión y para quienes estén “en condiciones legales de acceder en forma inminente al régimen de libertad asistida, salidas transitorias o libertad condicional”. Se trató de un fallo perfectamente enmarcado en las recomendaciones internacionales y en el sentido común. Lo que provocó la indignación social no fue el fallo de Casación, sino la actitud irresponsable de algunos jueces bonaerenses, que facilitaron la excarcelación de delincuentes penados por delitos graves, ajenos al marco descriptivo expuesto por el fallo de casación y, en general, sin siquiera haber examinado las motivaciones de riesgo sanitario alegadas para solicitar el cambio de situación penal. Además, en muchos casos sin haber cumplido con el protocolo normativo de comunicar a las víctimas de sus delitos pasados aquel cambio de situación. Fueron esos fallos al voleo los que motorizaron la protesta con cacerolas del último jueves, que el sector duro de la oposición quiso canalizar contra el gobierno de Alberto Fernández. Pandemia e infodemia Hay que admitir que un cierto número de colegas aportó confusión desinformativa al utilizar indistantamente las palabras “liberación de presos” como sinónimo del “pase a prisión domiciliaria” y al aceptar sin correcciones ni aclaraciones imputaciones de algunos voceros opositores (caso Laura Alonso o la propia Bullrich) que adjudicaban al gobierno la “estrategia” de una “suelta de presos”. El gobierno tuvo que salir a desmentir la especie (en cuyo caso, esos analistas lo adjudicaron a un “recule” oficial debido a que “el gobierno maneja encuestas y se ha dado cuenta de que su plan es impopular”). La comentarista de un diario escribió,por caso, este párrafo, ejemplo de empastelamiento ideológico: “Marcela Losardo, la ministra de Justicia, negó que se estén liberando asesinos o abusadores. Sin embargo, hubo varios casos de asesinos y acusados de abusos sexuales que en los últimos días volvieron a sus domicilios para cumplir allí sus penas”. “Negó que estén liberando”, dice el texto, dando por sentado que es el gobierno el que decide esas cosas. Cuando se trata de los jueces. “Sin embargo” inserta la colega, y con esa frase induce a pensar que la ministra mintió, aunque ella misma se encarga a continuación de confirmar a la funcionaria: esos personajes no están en libertado sino que cumplen sus penas en sus domicilios. Que coincidentemente un cierto número de cronistas o analistas informaran sobre estos hechos mirando con el mismo cristal y usando una caja de herramientas argumentales del mismo tipo no debería sugerir que haya una conspiración contra el gobierno. Quizás sí que la preocupación por el cierre de la grieta que sienten ciertos sectores y el miedo expresado por la senadora (provincial) Beccar Varela (“““O nos levantamos rápido y nos despertamos o estos nos llevan puestos y terminamos en serio, bajo la excusa del coronavirus, como Venezuela”) son compartidos por algunos periodistas, que también son ciudadanos, y tienen derechos e intereses. Como se ve, pese a la pandemia y la cuarentena, la Argentina está en movimiento. Jorge Raventos

CRISTINA MANDA

CRISTINA MANDA, EL MIEDO ESTÁ JUSTIFICADO Malú Kikuchi (3/5/2020) Estoy preocupada, más que preocupada, asustada. Asustada por vivir en un país que no está a la deriva, estoy, estamos en un país cuyos gobernantes saben muy bien hacia donde quieren llevarnos y ese objetivo no es el que votó el casi 45% de los ciudadanos. Probablemente tampoco lo votó más de la mitad de los que votaron la fórmula ganadora. Las mayorías argentinas no quieren ser Venezuela, ni responden al Grupo de Puebla (organismo que representa intelectualmente al Foro de San Pablo y maneja el chileno Marco Antonio Enriquez-Ominami, quien se encuentra a la izquierda de Karl Marx). Los argentinos no queremos eso. Me preocupa, me asusta que entre lo que dice y hace el gobierno existen años luz de distancia. Con 3 ejemplos, los 3 de la semana pasada, bastan para ilustrar el miedo. El vice presidente del ENACOM (Entete Nacional de Comunicaciones), Gustavo López, en una entrevista otorgada a la Televisión Pública dijo que "los jueces deberían cerrar los portales que generan alarma social con noticias falsas sobre la pandemia". Ante la reacción generalizada de entes que apoyan la libertad de prensa, el presidente del ENACOM, Claudio Ambrosini salió a desmentir a su vice presidente. El mismo López se apresuró a decir que no había dicho lo que sí había dicho. El sistema es conocido. Se larga una idea difícil de aceptar y se lo hace a partir de una 2ª línea de conducción, si pasa sin demasiado ruido, el objetivo se hace realidad. De no ser así, se da marcha atrás, se desmiente y...se espera una oportunidad más propicia para "esta vez vamos por todo". En ese todo entra la libertad de expresión. Con el maldito tema de la pandemia se ha hecho imperativo liberar y o enviar presos a domiciliaria. Los lugares cerrados y muy concurridos son caldos de cultivo para cualquier enfermedad contagiosa y el covid-19 lo es y mucho. Pero en vez de liberar o mandar a sus casas (en prisión custodiada, ¿cómo y por quiénes? no se sabe) a presidiarios de delitos menores o a punto de cumplir condena, sin tener en cuenta los requisitos indispensables para tomar esta resolución, se soltó a personas inviables. Abusadores sexuales, violadores, quizás hasta homicidas. Un fenomenal cacerolazo que se escuchó en todo el país hizo reaccionar al poder ejecutivo. La prestigiosa ministra de Justicia (compañera de estudios de Alberto F.), Marcela Losardo, por todos los medios radiales y televisión que la solicitaron aclaró que la división de poderes es absoluta, que el poder judicial es el responsable del atropello, que el ejecutivo no tiene nada que ver. Dijo, "el ejecutivo no detiene ni excarcela". Pero todos sabemos que el poder judicial es sensible a los deseos del ejecutivo. También dijo: "nadie puede estar de acuerdo con que los violadores y los homicidas estén en la calle". Nadie está de acuerdo, pero hay 56 violadores sueltos en la provincia de Buenos Aires. El presidente echó a Vanoli de ANSES, lo merecía. Lo reemplazó por María Fernanda Raverta (Cámpora y fiel a CFK). ANSES maneja hoy $2.000 BILLONES, el equivalente al 38% del presupuesto nacional. ANSES tiene una representación en cada ciudad pequeña, mediana y grande de la Argentina. ANSES tiene un representante de la Cámpora al frente de cada una de sus sucursales. O sea que todas las jubilaciones, las AUH, los subsidios existentes y por existir, están en manos de la Cámpora. Todo el dinero, toda la ayuda social, todo el poder... en manos de Cristina. Alberto Fernández es el que debería tener el poder. El poder ejecutivo es unipersonal de acuerdo al artículo 88 de la CN (y tiene todas las atribuciones del artículo 99 con sus 20 incisos). Se sabe que Alberto F. es experto en derecho penal, pero la Constitución debe conocerla. La pregunta es, ¿comparte la ideología de Cristina o no se anima a enfrentarla? Cualquiera fuere la respuesta, el miedo está justificado.

jueves, 30 de abril de 2020

DÍA DE LA UNIDAD NACIONAL

DÍA DE LA UNIDAD NACIONAL 1° de Mayo DIA DE LA UNIDAD NACIONAL Si bien el 1° de Mayo es el día de los Trabajadores, que involucra a todo el espectro social y no hace distinción de clases o sectores, porque la realidad nos dice que todos somos trabajadores, aunque algunos por ser Empresarios, Profesionales o CEOS se quieran diferenciar por su Estatus económico, pero es en honor a la verdad, que nunca dejaran de ser TRABAJADORES , porque es la única manera que tenemos las personas de bien, de diferenciarnos de los Delincuentes, Ladrones o Asesinos, salvo que no les importe la forma de crecer en la vida y vean que sus objetivos se consiguen estafando a la gente y al pueblo argentino trabajador. Pero porque desde el MOVIMIENTO UNIDAD NACIONAL INDEPENDENCIA hacemos alusión a que el 1° de Mayo es el Día de la UNIDAD NACIONAL, desde ya no es un capricho y está fundamentado, en un hecho Histórico que aconteció en esa precisa fecha, hace exactamente 46 años en el Congreso Nacional, cuando todos los representantes de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial e invitados especiales de Gobiernos vecinos, Empresarios, Sindicalistas, Comerciantes, representantes de las Fuerzas Armadas Nacionales y Extranjeras, como así también de las distintas Religiones que estuvieron presentes, para escuchar como el Presidente de la Nación Argentina el Tte. General Juan Domingo Perón, daba a conocer la herramienta política más importante creada en el siglo XX, que serviría no solo para desarrollar a nuestra Patria, sino para conseguir la UNIDAD NACIONAL de todos los Argentinos. 1974 -- 1 DE MAYO – 2020 Día del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional El 1 de mayo de 1974 el General Perón daría su último discurso institucional ante la Asamblea Legislativa como Presidente de la Nación Argentina, el mismo fue escrito por su más fiel y estrecho colaborador, y también por qué no, su SUCESOR, ya que si bien su heredero era el Pueblo Argentino, el ejecutor de sus precisas directivas e instrucciones era el Coronel Vicente Damasco. En ese histórico discurso anunció la formulación del “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”, obra magna que versaba en dotar al Estado Nacional de los medios instrumentales idóneos para cumplir los objetivos perennes del Justicialismo: La grandeza de la Patria y la Felicidad del Pueblo Argentino. El Modelo Argentino fue pensado y elaborado para hacer de la Argentina una Digna y Próspera POTENCIA, dejando décadas de postración y decadencia, reconstruyendo lo derruido por los traidores y cipayos que han actuado sistemáticamente en todas las instituciones de la República, conmoviendo las columnas de la Nación misma. El General Perón, con su sabiduría y lucidez serviría a la Patria hasta su último aliento, dándonos inigualables ejemplos de coraje, civismo y patriotismo. Se engañan quienes creen que dejó la Argentina a la deriva en las aguas de la improvisación; porque así como amó a la Patria, conoció muy bien a sus hombres, y vislumbró lo que nos sucedería, y lo que nos sucede hoy, por ello a esta Argentina esquilmada, desmantelada, en otras palabras, desconocida, sólo se la levanta y se la pone en marcha con el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, obra excelsa de la Doctrina Nacional Justicialista. Que Dios fuente de toda razón y justicia nos auxilie a cumplir con lo que la Patria demanda. M. U. N. I. Carlos Alberto Díaz Busti Presidente

martes, 28 de abril de 2020

POEMA- VAMOS A VENCER A LA PANDEMIA

POEMA- VAMOS A VENCER. Basura de Pandemia con la protección de Dios te venceremos y encontraremos de nuevo nuestros caminos y nuestros pasos uniendo sueños podremos los humanos castigados volver a ser felices y a darnos un abrazo Corriendo al encuentro de nuestras miradas pulverizaremos los temores y resucitará nuestra humana esencia distancias jamás sucumbidas en polvo Los astros sonreirán al vernos juntos saliendo airosos ante el mundo Nos acariciará la luna sin encierros aunque sigamos llorando por los muertos. Volveremos a ser música inspirada en rítmicas notas sin escombros. Desnudaremos la fuerza de los pueblos aún estremecido en su inocencia seremos de vida amor reflejo de arrullos que no vence el tiempo. ni a las oraciones elevadas. Dios nos mandará su andanada para luchar juntos por lo nuestro. y vencer a bacterias tan malvadas, Nuevamente la lucha será sabia. Germinando junto al señor y sus palabras.!!! LIC. FRANCISCO SCOLARO

Santiago Elizalde - Mas alla del horizonte (1972) LP

Informe de Inteligencia filtrado - Abrirán las puertas del infierno

sábado, 25 de abril de 2020

Habla la experiencia: MACARENA Y PABLO IGLESIAS

Habla la experiencia: MACARENA Y PABLO IGLESIAS: La verdad más clara dicha en un legislatura sobre el populismo Una coincidencia total con la diputada española. ...

OTRAS PESTES

Panorama político nacional de los últimos siete días Otras pestes: bonismo especulativo y defaulteadores compulsivos Sin descuidar la atención a la guerra contra el Covid19 (que exige todavía administrar la cuarentena seguramente durante un largo tiempo), Alberto Fernández libra estos días partidas simultáneas: conduce los movimientos de su ministro de Economía, Martín Guzmán, en las negociaciones destinadas a reestructurar la deuda y despliega amplias maniobras en distintos tableros para contener y dar respuesta a la ansiedad y las presiones de quienes reclaman un rápido fin de las medidas que resguardan la salud pública y al mismo tiempo paralizan la economía. Una economía que ya venía maltrecha antes de la pandemia. La virtualidad del default El miércoles 22, el gobierno decidió subrayar con un hecho la dura estrategia negociadora que eligió para afrontar la presión de los acreedores: decidió saltear el pago de cerca de 500 millones de dólares que vencían ese día, de modo que transcurridos 30 días desde ese incumlimiento quedará gatillado el default: el 22 de mayo. Si hay negociación por el total de la deuda con jurisdicción extranjera, esos 500 millones quedarían incluidos. “Ahora es el momento de los acreedores de definir”, lanzó Guzmán, que los emplazó a definir su respuesta antes de aquella fecha, en la primera quincena de mayo. El lobbying de los bonistas se expresa por boca de un número de analistas que resuenan en medios importantes, adelantan el rechazo de los fondos más fuertes y cuestionan a Guzmán por “jugar con fuego”. El ministro quiere de los acreedores, más que una negativa seca o implícita, una contrapropuesta. Hasta el 22 de mayo quedaría tiempo para una puntada final de negociación. El Presidente ha reiterado que no busca el default. Guzmán, por su parte, expone los motivos de su dureza táctica: "Ya considerábamos que la economía estaba en virtual default (...) no es que Argentina hoy tiene acceso al mercado de crédito internacional y entonces luego de no poder hacer frente a los pagos de deuda que se vienen en los próximos días va a perder ese acceso. No, eso no es así, Argentina ya no tiene acceso al mercado de crédito internacional y eso va a seguir ocurriendo pase lo que pase". No cabe desechar que ese tono intransigente sea el eco de presiones internas de sectores del frente oficialista fascinados con la idea de que un paguediós a los bonistas es un camino hacia un “crecimiento autónomo y justo”, a primera vista diferente de lo que el Presidente ha declarado deseable. Tampoco hay que descartar que el discurso del ministro incurra en una exageración retórica cuando (con la expresión “pase lo que pase”) iguala las consecuencias de pagar o no pagar. Hay diferencias claras. Es seguro que el default mantendría no sólo al estado argentino, sino a las empresas privadas del país desubicadas o marginadas del mercado de crédito internacional. En cambio, evitar el default implicaría un alivio relativo en materia de costo del financiamiento en los mercados para las empresas privadas argentinas (en principio para las más competitivas) y, en cuanto al estado, le permitiría aspirar a los eventuales planes globales de reestructuración económica que hoy se debaten en el mundo, una opción que estaría clausurada si se produce una nueva cesación de pagos. No es lo mismo defaultear que no hacerlo, y esa ha sido -y seguramente sigue siendo- una convicción del presidente Fernández. La deuda debe ser reestructurada porque en sus condiciones actuales es impagable, como lo ha testimoniado el propio Fondo Monetario Internacional. Pero el país necesita esa reestructuración y también necesita inversiones para volver a crecer. Y esas inversiones no se satisfacen con ahorro interno ni con ocurrencias impositivas. Se necesita financiamiento internacional. Bienvenido, Mr. Marshall El formidable parate al que está sometida la economía argentina es análogo al que padece la economía del mundo por culpa de la pandemia de coronavirus y está determinando, junto con el confinamiento de las poblaciones, la angustia y los padecimientos de las víctimas actuales y potenciales, una serie de transformaciones e innovaciones en la acción de los gobiernos y los agentes económicos. Se ha vuelto esencial el papel del Estado y de las políticas públicas para sostener a empresas y trabajadores que han quedado sin actividad, sin facturación, sin demanda. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de estimar que el 80 por ciento de la fuerza de trabajo mundial está en cuarentena. El FMI calcula que el PBI mundial caerá un 3 por ciento. El gobierno de Estados Unidos (Ejecutivo y Congreso, oficialismo y oposición) aprobó un paquete de estímulo fiscal de más de 2 billones de dólares para tratar de contener el impacto económico del coronavirus. Se ha subvencionado a millones de estadounidenses con cheques (“dinero en el bolsillo de la gente”) de 1.200 dólares. El Consejo Europeo busca con dificultades llegar a algún acuerdo sobre un Fondo de Reconstrucción de grandes dimensiones, que llegaría al millón y medio de euros (una suma parecida a la que dispusieron los estadounidenses). En el viejo continente las decisiones toman más tiempo que en Estados Unidos, pero esta está en marcha y cuenta con el visto bueno de Angela Merkel, la respetada líder alemana, aunque es resistida por los sectores más ortodoxos (con el gobierno holandés a la cabeza), que no quieren que los países gastadores (léase: Italia, España) sean tratados con la misma vara que los austeros. Los franceses y los españoles consideran que sin ese fondo los mercados interiores estallarán. Las propuestas que se discuten consideran una duplicación del techo de gasto de la Unión Europea, pero mientras algunos pretenden que los montos acordados para los estados que los requieran no sean reembolsables, otros reclaman que, así sean muy benignos, deben revestir el carácter de créditos y deberán ser pagados oportunamente. Un tercio de la suma del fondo de reestructuración se dedicaría a financiar inversión en los países de la Unión, es decir a estimular la actividad económica. Después de subrayar que “el covid-19 es la prueba más grande que hemos enfrentado juntos desde la formación de las Naciones Unidas", el secretario general de la organización internacional, el portugués António Guterres, hizo saber que según el cálculo de la ONU “el mundo necesita una respuesta multilateral a gran escala del 10 por ciento del PIB mundial para atenuar el impacto socio-económico de la pandemia”. No es poco dinero: el PBI mundial de 2019, según el Fondo Monetario Internacional, fue de 143 billones de dólares. Un diez por ciento superaría los 14 billones, pues. ¿De dónde saldría ese dinero? La idea de poner en acción una reedición del Plan Marshall, el programa que capitaneó en 1947 el general George Marshall, secretario de Estado de Estados Unidos, y que puso en movimiento la recuperación económica europea. Se trató de una gran iniciativa política. George Kennan, el gran diplomático norteamericano que colaboró con Marshall en ese proyecto, ha evocado la situación de crisis después de la guerra y la parálisis económica consiguiente : “El paciente se estaba muriendo mientras los médicos deliberaban”. La frase podría aplicarse actualmente en muchos puntos del planeta. La iniciativa de Marshall fue decisiva: “El mero conocimiento de que algo serio iba a emprenderse ahora, no sólo en países particulares sino a escala de toda Europa, liberó importantes recursos europeos -tanto financieros como espirituales- antes de que la asistencia estadounidense hubiese empezado siquiera a llegar”. Escribió años después Kennan. ¿Hay condiciones para una reedición del Plan Marshall? La crisis provocada por la pandemia pone hoy a las naciones en la situación de jugadores del Estanciero: no se puede jugar si primero no se reparte el dinero. Pero, ¿de dónde saldrá la plata si cada país o cada bloque se dedica a resolver sus propios problemas? La realidad clama y espera ser oída, aunque no se divise por ahora la autoridad legítima capaz de una iniciativa de dimensiones equivalentes, capaz de dinamizar fuerzas retraídas. Lo viejo y lo nuevo El Fondo Monetario Internacional, como entidad mundial de crédito parece haber ganado conciencia sobre estas necesidades. Al menos, eso suele traslucirse en los discursos de su nueva directora general, la búlgara Krystalina Georgieva. Ella ha insistido en que la crisis provocada por la pandemia provoca "la peor caída económica desde la Gran Depresión" de 1929 y, consecuentemente, reitera la necesidad de facilitar soluciones, sobre todo a los países más golpeados por esta crisis, que el Fondo ha bautizado “la Gran Cuarentena”. Según los cálculos del Fondo, Argentina caerá más del 5 por ciento este año, Méjico, un 6 por ciento, Brasil, un 5 por ciento. Pero ni el FMI y el Banco Mundial juntos tienen una capacidad prestable cercana a la cifra que pronunció el secretario general de la ONU. El Fondo puede prestar 1 billón de dólares y el Banco Mundial con el 20 por ciento de esa cifra. No es poco, pero las necesidades son grandes. El Fondo ya ha recibido un centenar de pedidos de ayuda. Multiplicar su capacidad prestable requeriría poner en movimiento la maquinita propia del FMI, que tiene su propia moneda, llamada DEG (derechos especiales de giro). Duplicar o triplicar la capacidad prestable es una decisión política que debe ser sostenida por los países miembros del organismo, en particular los más poderosos, como Estados Unidos. Por ahora esa decisión no está. Al respecto, el secretario del Tesoro de EEUU, Steven Mnuchin, acaba de sostener que la ampliación de los DEgs “no es una herramienta eficaz para responder a las necesidades urgentes". Ante la excepcionalidad de la crisis, todo indica que se requieren respuestas excepcionales, más que la repetición de los programas del Fondo de ayuda a países en dificultades. Mucho más. Convendría quizás releer las palabras proféticas del Papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate: “Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por mi Predecesor, el Beato Juan XXIII. Esta Autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales”. Estamos lejos de ese punto, pero estamos en medio de una crisis profunda, que hace posible (y obliga a) pensar todo de nuevo. Dejarse empujar al default no sería un paso hacia nada nuevo, sino una apuesta por la repetición. Un país capaz de darle batalla al covid19 no puede rendirse ni ante la presión de los acreedores especulativos ni ante la de los defaulteadores irresponsables, grandes organizadores de derrotas. Jorge Raventos

sábado, 18 de abril de 2020

PANORAMA ÚLTIMOS 7 DÍAS,

Panorama político nacional de los últimos siete días El traspié de Larreta, la oferta de Guzmán y el virus económico Vivimos un tiempo en el que la ofensiva del coronavirus y sus consecuencias compiten por el interés público con el virus económico. Esta semana, un dirigente tan prolijo y cauteloso como el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, cometió un error que se tradujo en un inesperado costo político. En el mismo momento en que la forzada cuarentena roza límites de la tolerancia pública y choca con las necesidades económicas de amplios sectores, y cuando en el país y en naciones que han padecido fuertemente la pandemia del coronavirus empieza a hablarse de flexibilizarla, el gobierno porteño planteó un endurecimiento selectivo: las personas de más de setenta años no podrían salir de sus domicilios sin un permiso oficial, que las autoridades otorgarían sólo por una vez después de que una operadora telefónica procurará disuadir a los interesados. Los transgresores sería apercibidos, demorados y eventualmente castigados a cumplir trabajos comunitarios. Todo se justificaba con el argumento de la “protección a los ancianos”, señalados por las estadísticas como las víctimas preferidas del Covid-19. “Estado de sitio selectivo” La reacción frente al anticipo de la medida fue inmediata. Un prestigioso intelectual, José Emilio Burucua, se indignó :”¿Aparece este energúmeno, a decirnos que prácticamente no podemos salir de nuestras casas? ¿Sin que exista un estado de sitio, ni un estado de emergencia declarado por el Poder Ejecutivo, atribuyéndose facultades extraordinarias que no solo no tiene sino que están garantizadas por la Constitución Nacional? No tiene sentido (...)considero que la sociedad debe poner un límite”. La reacción de Burucua debería ser significativa para Rodríguez Larreta: él confiesa haber votado por Mauricio Macri. También protestó Graciela Fernández Meijide, otra figura cercana a Cambiemos: “Hay detrás de esta idea una vibra autoritaria frente a la que reacciona cada fibra de mi cuerpo (...) Es un abuso y una falta de respeto a nuestra dignidad”. Beatriz Sarlo, una referente cultural de talla, consideró la medida " insultante y discriminatoria” y la definió como “un estado de sitio selectivo (...) La Constitución debe estar volatilizada o le agarró coronavirus". A esas y otras manifestaciones de personalidades públicas hubo que sumar el estallido de las redes, donde el repudio a la medida fue generalizado. El gobierno porteño debió retroceder en chancletas: lo hizo tratando de preservar su autoridad: mantuvo la medida, reducida ahora a un consejo amable disfrazado de obligación simbólica (sin castigo a los desobedientes), siempre reiterando el argumento buenista de que se piensa en “la seguridad de los ancianos”. También se piensa, para ser claros, en despejar la competencia por las plazas de cuidados de emergencia, potencialmente limitadas si la epidemia se extendiera explosivamente, desafiando las expectativas actuales. Fernández no balconea El presidente Alberto Fernández, que podría haber balconeado ese traspié del gobernante del Pro, salió en cambio a sostenerlo. Devuelve las actitudes de Larreta, que se ha movido como un socio leal ante la crisis pandémica. En el fondo, todos los que están a cargo de responsabilidades ejecutivas tienen que tomar decisiones y asumir riesgos. Y en circunstancias tan demandantes como las actuales saben que la actitud inteligente consiste en empujar juntos en la misma dirección. El tema de la deuda también emergió con fuerza esta semana, cuando el gobierno argentino presentó a los acreedores privados de deuda argentina asentada en legislación extranjera la oferta de reestructuración que ha elaborado el ministro de Economía Martín Guzmán. Argentina está haciendo una oferta "de buena fe" que supone empezar a pagar en 2023, con una fuerte baja de capital e intereses. La moneda está en el aire: si los acreedores la rechazan, el país caerá en el default que ciertos analistas vienen profetizando y que el presidente Alberto Fernández ha dicho que prefiere evitar pero ha bautizado como “default virtual”. ¿Cara o cruz? Pronto lo sabremos. La discusión sobre la deuda contribuyó a alterar un tanto el foco de la atención pública en la pandemia, algo que ya empezaba a manifestarse. Esta semana, sea por la impaciencia que provocan la larga cuarentena y la obsesiva repetición del tema del coronavirus, sea por el considerable alivio sobre la situación sanitaria que despertó la muy prolija exposición del Presidente un viernes atrás, la sociedad se relajó, por así decir, reservó su disciplina al uso unánime de barbijos, pero incrementó desordenadamente la circulación en autos particulares y en transportes públicos y comenzó a desarrollar actividades productivas o comerciales no siempre incluidas en la lista de excepciones autorizadas. En todo caso, el virus económico pugna ahora, aunque todavía solapadamente, por el rol prioritario en la atención política que sin dudas durante estas semanas y hasta el momento mantiene la amenaza epidémica. Es una lucha entre dos peligros, uno de las cuales está infectando y matando y otro no menos inquietante: la situación de todos aquellos que no tienen ni un ingreso (ni un puesto de trabajo) asegurado, o la de quienes tienen empresas con obligaciones -impositivas, salariales, ante proveedores o ante locadores- y deben mantener cerradas sus puertas o, en el mejor de los casos, abiertas pero con una clientela fuertemente reducida por las circunstancias, para no hablar de los changuistas sin changas, de los que no pueden “hacer la diaria”. Esta semana, ante una comisión del Senado, el mismísimo ministro de Salud, Ginés González García, reflexionó: “ "La cuarentena no se puede prolongar indefinidamente" y dió algunas ideas sobre cómo empezar a abrir y flexibilizar las medidas de clausura. No es un dato irrelevante que sea un reconocido sanitarista como el ministro -un funcionario que, contra lo que aventuran algunos mentideros, cuenta con la confianza política del Presidente- el que transmita estas señales de apertura. Es una manera de indicar que el gobierno tiene conciencia de que el virus económico debe ser contrarrestado. En rigor, en su exposición del viernes 10, el Presidente puso en manos de los gobernadores y las autoridades locales la responsabilidad de la primera puntada de las aperturas: son ellos los que deben proponer tanto el listado de actividades a autorizar como los protocolos sugeridos para su puesta en marcha, de modo de que no desbaraten la ofensiva contra la pandemia. La iniciativa debe ser local, aunque autoridad nacional se reserva la última palabra, con supervisión de los epidemiólogos. En esa dirección se expresó el ministro de Salud: González García señaló que la actividad podría iniciarse en el interior, en localidades y pueblos donde el coronavirus no ha penetrado significativamente"En el centro sur y el oeste de la provincia de Buenos Aires - citó como ejemplo- no hay problemas. No han tenido casos y lo único que hay que controlar es lo intra jurisdiccional. Pero intra pueblo puede haber un mecanismo con comercios abiertos y controlar que no haya más de dos personas y no estén a corta distancia". De hecho, en algunos lugares algo parecido a la vieja normalidad se ha restablecido: un ejemplo es Benito Juárez, en la provincia de Buenos Aires. Otros empiezan a presentar sus protocolos de normalización. Las barbas del vecino Intendentes y gobernadores tienen que estar atentos y activos, porque en muchos lugares la procesión va por dentro. El gobierno nacional no sólo puede pagar costos por sus propias acciones o inacciones, sino también por lo que hagan o dejen de hacer las autoridades locales. En Estados Unidos y en Brasil se observan estos días tironeos entre poderes locales y autoridades nacionales. Donald Trump enfrenta a gobernadores de grandes estados que sufren la pandemia (California, Nueva York) y que, además, siendo del partido Demócrata, están del otro lado de la grieta política. El Presidente pretende que la economía de Estados Unidos se ponga en movimiento y rechaza las cuarentenas rígidas que imponen aquellos gobernadores. Jair Bolsonaro, en Brasil, también tensa la cuerda con gobernadores que quieren más cuarentena, mientras él insiste en que Brasil no debe detener su actividad. En esa cruzada, que lo ha llevado a desplazar a su propio ministro de Salud y a desdeñar el peligro de la pandemia, ha perdido poder político y puntos de opinión positiva, pero mantiene, sin embargo un considerable apoyo de opinión pública. Tanto Trump como Bolsonaro presiden países que sufren gravemente la pandemia. Estados Unidos va en el mundo a la cabeza en número de infectados y de muertos; Brasil lidera el ranking latinoamericano. En la Argentina, con un panorama sanitario por ahora bajo control, no se advierten tensiones entre el poder nacional y los gobernadores (incluyendo a los no oficialistas) por el tema de la cuarentena, pero es posible que unos y otros terminen sufriendo presiones de los sectores que se sientan más afectados en lo inmediato por el virus económico que por la amenaza pandémica. Esta semana el Presidente recibió la visita conjunta de empresarios y líderes sindicales de la construcción. El secretario general del gremio advirtió diez días atrás que si no se reactiva el sector habrá 100.000 trabajadores más en la calle. Alberto Fernández respondió que ya estaba en marcha una reactivación de la obra pública, pero el sector está interesado en que se ponga en marcha la construcción privada, que da más trabajo (e influye sobre más rubros de la actividad). El Presidente no dio respuestas a ese planteo: sólo espera que los gobiernos locales tomen la iniciativa y presenten protocolos adecuados de seguridad sanitaria (como los que en la obra pública ya se aplican). Empresas y sindicato, que han elaborado soluciones para ese tema, deben ahora convencer a gobernadores e intendentes. La solución se demora y el tiempo corre. Y con el paso del tiempo, la impaciencia. Conviene tomar en cuenta la suerte de las barbas del vecino: en la capital del estado de Michigan, Estados Unidos, ayer se verificaron manifestaciones de vecinos armados reclamando contra la cerrada cuarentena que impone la gobernadora, Gretchen Whitmer. En Lombardía, epicentro de la pandemia en Italia, se registran numerosos casos de actividad económica clandestina, que desafían la rígida cuarentena; lo propio va ocurriendo en otros puntos de la penínusula mientras se acrecientan las presiones para retomar la actividad económica. En España, el gobierno ya ha decidido poner gradualmente en marcha la actividad productiva, y en Francia el presidente Macron promete la vuelta a la actividad (escuelas y comercios, por caso) a principios de mayo. En Alemania, Angela Merkel ha anunciado que Alemania reiniciará la vida pública de forma paulatina en las próximas dos semanas. , A partir del lunes, se reactivará parte de la economía no esencial y, desde principios de mayo, los colegios volverán a su actividad de forma paulatina. Entretanto, la Academia Alemana de las Ciencias,que reúne a algunos de los científicos germanos más reconocidos, proponer una estrategia de "regreso paulatino a la normalidad". El cuadro de cauteloso optimismo sobre la situación sanitaria que pintan las autoridades argentinas estimula la preocupación por el virus económico y parece también aconsejar más celeridad en la reactivación paulatina. A cara o cruz. Jorge Raventos

sábado, 11 de abril de 2020

ESTRATEGIA CONTRA EL VIRUS. PANORAMA.

Panorama político nacional de los últimos siete días La estrategia contra el virus y sus consecuencias políticas La presentación pública del Presidente del último viernes sirvió para exhibir los logros de la estrategia adoptada por Argentina para enfrentar el embate de la pandemia global y para refirmar, por esa vía la autoridad del gobierno nacional. Desde que el rasero del coronavirus empujó a un segundo plano la preocupación por la deuda externa y el riesgo país -dos marcas distintivas de Argentina-, la lucha contra la pandemia pasó a monopolizar la atención pública y se transformó en el eje reorganizador de la situación política. Emergencia y concentración de poder En un país constitutivamente presidencialista, el Poder Ejecutivo, como centro operativo del Estado, asumió un protagonismo inexcusable ante la emergencia y la figura presidencial ocupó decididamente el escenario. La situación excepcional es planetaria y el reflejo centralizador ocurre bajo todos los regímenes: el parlamentarismo sueco debate estos días cómo facultar al primer ministro a tomar per se medidas de urgencia (sea una cuarentena o una prohibición de funcionamiento del transporte público) que normalmente exigirían el debate y el voto legislativos pero que en las actuales circunstancias pueden demandar decisiones expeditivas para ser eficientes. Este mecanismo de reforzado centralismo decisorio determinado por la amenaza de la pandemia coloca en las zonas más visibles del escenario a quienes cumplen funciones ejecutivas (nacionales o locales) y disminuye relativamente la relevancia de las oposiciones políticas que militan desde el llano o en un cuerpo legislativo, al que el virus recluye en el teletrabajo. Los que pierden protagonismo en ese reparto tienden a irritarse y procuran recuperar la atención mediática sobreactuando. Ven en la concentración riesgos de discrecionalidad y, más allá, de tiranía. En rigor, la sociedad se inclina por considerar que la tiranía es la del virus. Y que para toda tiranía aparece una vacuna. La centralidad también tiene riesgos El fenómeno ha sido medido por las encuestas. Dos estudios de la última semana muestran el fuerte ascenso de la imagen pública de dos protagonistas, uno, oficialista (el Presidente) y el otro, dirigente de Juntos por el Cambio (el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta). Alberto Fernández ha incrementado en más de 30 puntos la ya buena colocación que mostraba en diciembre (ahora supera los 80, una calificación absolutamente inusual para un presidente); Larreta mejoró 20 puntos. Por cierto, habría que leer las encuestas con la conciencia de que en situaciones volátiles la opinión puede ser igualmente volátil. Ese es el riesgo de los protagonismos. Las altas performances están sostenidas por altas expectativas. Y una rajadura en esas expectativas puede conducir a la decepción, que es el motor de los repudios. De pronto la atmósfera de acompañamiento podría encontrarse con un viento maléfico. El gobierno de Fernández, por ejemplo, ya se topó con una corriente adversa dos viernes atrás, cuando cientos de miles de jubilados se concentraron frente a los bancos convocados con el propósito de que cobraran sus haberes. ANSES, el Banco Central, los bancos involucrados buscaron explicaciones para algo inexplicable: ¿nadie sabía, con toda la información de que disponen, que al menos la mitad de los jubilados no cobran por cajero, que otro porcentaje no puede hacerlo por razones de debilidad personal y que todos, sin excepción necesitaban con urgencia el dinero, razón por la cual se precipitarían todos juntos a las ventanillas si no se los convocaba por turnos y se los informaba adecuadamente? Esa notable impericia profesional puso en riesgo la efectividad de la cuarentena y el capital político del Presidente. Su equipo, adicionalmente, incurriría aún en fallas clamorosas. La compra directa de alimentos a precios muy superiores a los que el propio Estado fija como tope, justificada a posteriori con el argumento de que los empresarios “se plantaron” en esa suma, para decirlo con una frase de Talleyrand, “es peor que un crimen: es un error”. Es cierto que el ministerio de Acción Social, con la misión prioritaria de alimentar a una enorme población necesitada, se topó con el aparente dilema de no hacerlo o aceptar el pago de precios abusivos. Pero en la situación que se vive que ha sido comparada -no tan hiperbólicamente- con una guerra, ese tipo de nudos gordianos se desatan de un tajo: el Estado tiene autoridad legítima y debe usar con prudencia pero con energía el poder que ostenta. No hacerlo debilita ese poder, no solo ni principalmente porque los adversarios saquen partido, sino porque la confianza social es indispensable- siempre, pero especialmente para afrontar un momento tan exigente- y es indispensable que quien encarna esa autoridad retenga esa confianza. El Presidente enderezó finalmente el rumbo: anuló el pago excesivo, determinó que ninguna compra del Estado se retribuya por encima de los topes que el propio Estado establece y propició el cese de catorce altos funcionarios, responsables directos de la compra El ejercicio del poder en estas circunstancias puede proporcionar protagonismo y buenas mediciones de opinión pública, pero sobrelleva pesadas responsabilidades y también concentra los reveses que a veces obedecen a ineptitud, otras a granujería, a vicios crónicos del aparato estatal o a tensiones internas: siempre terminan consumiendo el mismo capital. La autoridad también es desafiada desde la defensa cerrada de un localismo desenfocado o desorbitado. El Poder Ejecutivo tomó razonablemente la decisión de centralizar la compra de insumos estratégicos para la pandemia, dando un corte quirúrgico a una competencia entre distritos que habra coní con algunos sobreabastecidos y otros desprovistos. El poder nacional ha tenido también que reconducir fenómenos de indisciplina política motorizados por unida aplicación extremada del concepto “primero la salud”. En un caso, fue la actitud de los municipios que deciden clausurar sus límites para perfeccionar el control, con un método que objetivamente expropia atribuciones del poder que pertenecen a las provincias y a la nación. En otros casos - un ejemplo, pero no el único, es General Pizarro, en Salta- con el argumento de no permitir el paso de extraños al municipio, se impide el tránsito de camiones que transportan mercancías destinadas al consumo interno o a la exportación. El último viernes, cuando enumeró algunas posibles medidas de administración de la cuarentena, el Presidente señaló que provincias y municipios sugerirán esos procedimientos, deberán proveer en tal caso los protocolos para su eventual aplicación y asumirán, si es así, la responsabilidad de su aplicación. Pero subrayó que la aprobación o no de esas medidas depende exclusivamente de la Nación. A buen entendedor, pocas palabras: Fernández estaba indicando para todos los casos que es el Estado nacional el que manda en la lucha contra la pandemia. Logros y responsabilidades éticas En su presentación, el Presidente exhibió los logros de la estrategia seguida por Argentina; se está consiguiendo el objetivo de achatar la curva de expansión de la epidemia y hacer más lenta la velocidad de reproducción de los contagios. Esto se traduce en cifras de afectados y muertos que son marcadamente inferiores a las del resto de la región y, ciertamente, a las de los países que encabezan la triste lista de mayor número de víctimas: Estados Unidos, Italia, España… También se traduce en más tiempo para mejorar el sistema de salud, ampliando el número de camas y de recursos y perfeccionando los procedimientos para el caso de que la cúspide de la epidemia los exija al máximo. Estas previsiones incluyen detalles delicados. En la órbita del ministerio de Salud se están elaborando normas y protocolos destinados a determinar criterios de asignación de recursos hospitalarios (terapia intensiva, básicamente) en caso de que estos resulten escasos ante picos de demanda por la epidemia (que es lo que se trata, lógicamente, de evitar). La previsión toma en cuenta experiencias como la de Italia, cuando eran los médicos directamente involucrados los que tenían que cargar esa responsabilidad sobre sus espaldas ("Como en la guerra, tenemos que escoger a quién salvar “). Se trata de que un protocolo general decida anticipadamente sobre esa pesada resolución ética, una tarea que el gobierno tampoco quiere dejar en manos exclusivas de funcionarios, sino cruzar con los criterios de epidemiólogos, gerontólogos y figuras de consulta científica y moral. Para tener un parangón, se puede señalar que en Suecia, el prestigioso Instituto Karolinska (que asigna anualmente los premios Nobel de medicina) instruyó a sus profesionales sobre los criterios de asignación de recursos de terapia intensiva. El protocolo indica que, a la hora de priorizar, no se asignarán cuidados intensivos a los mayores de 80 años, ni a los mayores de 70 con fallas significativas en más de un sistema de órganos ni a los mayores de 60 con fallas en más de dos sistemas de órganos (cardíacas, pulmonares, renales, por caso). El documento - que fue publicado por el vespertino Aftonbladet, de Estocolmo- señala también que en situaciones de emergencia podrían inclusive interrumpirse los cuidados intensivos a quienes pertenecen a aquellos grupos aunque ya los estuvieran recibiendo. Como se ve, las responsabilidades de laas que hay que hacerse cargo pueden ser dramáticas. Colocado en el centro del comando y al frente de un Estado que ha sido desarticulado durante años, el gobierno tiene que mantener el timón firme para que el rumbo sea el indicado y tiene que ordenar a la tripulación para que el desorden propio no se sume al desorden que provoca la tormenta sanitaria. Todo un desafío. Cuarentena extensa y normalidad cambiada En este contexto Alberto Fernández ha empezado a dar respuestas paulatinas a quienes llaman la atención sobre ese otro virus, el que afecta a la economía. Ha registrado el reclamo de quienes quieren aflojar la cuarentena y las advertencias de los sanitaristas que le aconsejan mantenerla. Y sabe que corre el riesgo de no satisfacer ni a unos ni a otros. Tiene por delante el pronóstico de los epidemiólogos, que vaticinan que el clímax de la epidemia ocurrirá a mediados de mayo y reconoce, asimismo, el diagnóstico de economistas, empresarios, sindicatos y organizaciones sociales, que transmiten el descalabro de la cadena de pagos, la sequía que reina en los barrios pobres, los padecimientos de pequeños comercios, de monotributistas y autónomos que no recaudan, de trabajadores que temen por la integridad de sus salarios y por el colapso de sus fuentes de trabajo. Sabe asimismo que, hasta por razones de salud física y mental, la cuarentena no puede prolongarse con sus rasgos actuales sine die, pero sabe también que decretar un final abrupto de la cuarentena (peor aún si es inoportuno) o crear expectativas en ese sentido puede muy probablemente determinar una peligrosa catarsis pública que genere un retroceso grave en un proceso que está contenido en su evolución. El timón de Fernández se ha inclinado por un soft landing un aterrizaje pausado y gradual, prudente, controlado (privilegiando siempre el cuidado de los grupos de riesgo: la experiencia mundial indica que las víctimas preferidas del virus son mayores de 70, con dos o más enfermedades crónicas) y extendido en el tiempo en primera instancia hasta fines de abril, pero incluso más allá de mayo. El presidente parece convencido de que algo parecido a la recuperación de la vieja normalidad (un instante que, ay!, probablemente no retornará) sólo puede iniciarse cuando exista una vacuna y cuando pueda garantizarse la vacunación masiva de los argentinos. Habrá, seguramente, una normalidad diferente, que está en proceso de elaboración. Así, al menos la mitad del período de Fernández transcurriría en un prolongado degradé de la cuarentena. Y, si se consigue volver a encender la economía (la propia y la del mundo) y la negociación de la deuda lo permite, en un sostenido, precario, penoso proceso de convalecencia y recuperación de la actividad y el consumo. El espectáculo global de la pandemia y sus consecuencias no alimenta fantasías utópicas; más bien, un realismo medido y humilde. Por ahora la sociedad acompaña Jorge Raventos

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lunes, 6 de abril de 2020

¿MÁS PANDEMIA o SANIDAD MUNDIAL?

¿MÁS PANDEMIA o SANIDAD MUNDIAL? Amigos: Irónicamente, todos los integrantes del G 7 son quienes enfrentan los efectos más devastadores de este bicho. ¿Porqué?, quizás debido a que, las epidemias, en esos países siempre estuvieron asociadas a desnutrición, ausencia de higiene, hambre y demás déficits culturales y además regionales de lugares a conveniente y prudente distancia, vgr, Asia, Oriente Medio, Latino américa y África. O sea, por lo general, distantes de los grandes centros europeos y va de suyo, norteamericanos. En los que la globalización, pero muy por encima de ello, el incremento del poder adquisitivo al chino medio, le otorgó desde hace unos veinte años cuánto menos, viajar por fuera de su área. Por ello, no es casual que, la estampida de contagio se presente e incluso con cierto sesgo de furia en Europa y aquí en EE UU con equivalente dramatismo. Algunas voces acá en mi barrio, dejan deslizar la hipótesis que, el Pato Donald, sabedor de los estragos que, con inaudita velocidad se aproximaban, nada hizo para su temprana prevención. Quienes tales deducciones atisban, lo atribuyen a una estrategia electoral que, infiriendo su casi imposibilidad reeleccionista, este irresponsable, previa consulta a infectólogos, ya devenidos en mercenarios, le pronosticaron una extensión mínima de todo un año calendario, antes de poder siquiera controlar vacunatoriamente las consecuencias de esta tragedia global. Y con dicha data, hace casi un mes atrás, ninguna medida compatible con alguna suerte de barrera sanitaria ordenó, muy a sabiendas de cuánto dolor y congoja habría de acarrear su necesidad de hegemonía personal. De tal temperamento y sin las implicancias electoralistas, se adhirieron todos los demás. En otras palabras, Trump, al modo de ver de bastantes y prominentes habitantes de esta vecindad, son de la idea que él, es el directo responsable por la irradiación del virus. Al menos en este hemisferio occidental. En realidad no lo podemos afirmar con la suficiente certeza, pero no menos cierto es que, en su primera aparición ante los Medios, cierta mofa gestual se desprendía de su rostro, cuando le restó trascendencia a la posibilidad ni remota que este flagelo, tocase suelo norteamericano. Mientras su propio Secretario de Salud, sentado casi a su lado se agarraba la cabeza, sin poder dar crédito a lo que escuchaba. Ahora, ha trascendido que, sus mayores denuedos, no son combatir los inevitables contagios, sino disfrazar la cantidad de decesos. Que, incluyendo a la mayoría de los sin papeles/indocumentados sólo en New York, ya superan los setenta mil cadáveres insepultos. Y dicen que, algo más dantesco acontece en Los Ángeles y gran parte de South California, en donde residen doce millones de inmigrantes hispanos ilegales. Que, no están censados y menos contabilizados. Y se calcula que excedieron ya las cien mil muertos. Pero claro, al carecer de identificación y merced al mutismo y temor reverencial de parientes y amigos, los bulldozers los acumulan en fosas comunes en lo profundo y más apartado del desierto del Mojave. Le resta mucho territorio yermo y árido aún para proseguir. Imagínense, casi por completo Arizona y Nuevo México, como para sepultar a millones más. Establecer una fecha aproximada para que, se produzca una reacción en cadena terráquea, entendemos que, inoportuno todavía lo es. Pero no se encuentra lejano, el tiempo en que, la Población Mundial Genérica, advierta hasta dónde se la está conduciendo como una piara de cerdos al matadero. Inferimos que, este orate e inquilino de la White House, antes o después, deberá sentarse en el banquillo, para ejercitar su defensa y justificar su no adhesión al Protocolo de Kyoto. Ni haber implementado, al menos, el comienzo del cese del envilecimiento del oxígeno que, sus amigos industriales vejan diariamente. Toda vez que, como decenas y cientos de miles de opinantes somos de la idea que, la historia recordará siempre que alguien quede para narrarla que, éste será un cambio de Era. Como en su momento lo fueron, primero la caída de Roma y diez siglo después, la Constantinopolitana. Nos falta saber casi todo. Quien o quienes gobernarán el Planeta cuando Sabe DIOS esto concluya. Ni cuales serán los términos de intercambio monetario. En fin, bajo que, nuevas reglas habremos de regirnos. Sin embargo, asumiendo lo prematuro de cuánto sigue, debemos aprestarnos para metabolizar que, todo lo que conocemos, incluso las normas sociales, pues, serán otras. ¿Peores?, no lo creemos. ¿Mejores?, es probable. Ya que, todo indica que, las deidades crematísticas irán evaporándose y más velozmente de lo que, las mayoría imaginan. Los grandes magnates, acaso sigan ocupando los titulares de los Medios, pero no para destacarse por sus abigarrados y hasta obscenos enriquecimientos, sino para apresurarse en demostrarse entre ellos cuán magnánimos son con sus espurias fortunas. Los Sheiks del Golfo Arábigo, ya anticipamos hace mucho, mutarán sus abominables palacios por tiendas & camellos. Que, con el derrumbe cotizatorio del crudo, será bastante antes de lo que tiempo atrás supusimos. Es curioso siempre, y jamás he podido ponerme a salvo de mi asombro, sobre las jugarretas que, el Destino nos tiene previstas a todos los Mortales. Inimaginable nos hubiera parecido hace no mucho tiempo atrás, suponer que, ni los predicamentos de Marx y Engels, ni la expansión sanguinaria soviética con sus blindados y sumergibles Polaris, se impondrían. Muy en el fondo, por ese espíritu gregario del Hombre respecto a no compartir su riqueza. Circunstancia ésta, ínsita, en la superficie o lo profundo de nosotros mismos; todos. Y ahora, vemos que, todo será diferente, sin estar en aptitud que, será esto o aquéllo lo que, se tornará desuetudo. Un día, allá lejos y hace tiempo, diría que, unos cincuenta años atrás, cuando visité por vez primera, la ciudad de mis antepasados maternos -Flossenbürg-, conocí a un sujeto muy especial. Era veterano del Regimiento de Paracaidistas de la Luftwaffe que, desalojó a los Cuerpos Coloniales Británicos de Creta en 1940. Me relató un montón de sus recuerdos de esos días, inclusivos de sus quince años de cautiverio en la URSS, cuando cayó prisionero en las puertas de Volvogrado y que, no he de reproducir ahora. Pero sí, la respuesta que me brindó a una pregunta muy concreta que le formulé: ¿Como es la guerra?. Me tomó bastante fuerte de uno de mis hombros y sin soltarse me dijo a secas... Exactamente igual a la Paz, pero mucho más intensa. "El Samaritano y Piadoso lo es más y el malvado también se potencia en igual o superior intensidad". Les traje a colación esta tan añeja y recóndita viñeta personal, porque comienzo a palpitar que, en los meses y años por venir, veremos precisamente eso. Esto es que, la Bondad se resaltará y la avaricia y todo tipo de podredumbres mundanas lo harán en proporcione casi simétricas. Sin embargo, confío que, la Gorgona de la corrupción y sus múltiples y mitológicas cabezas, confío que, aunque lentamente en un principio, finalmente se extinguirán. Junto a los Paraísos Fiscales que, amonedan tanto dinero, tan malhabido como ensangrentado y clandestino, por sus orígenes en el mercadeo de estupefacientes, coimas, tratas de personas y ventas de armamentos. Esos que, cobijan el atesoramiento a tantos granujas, clérigos y bribones Presidentes y Ex de nuestro pestilente Tercer Mundo. Un principio de sana crítica me impulsa a creer eso. ¿O será una mera ingenuidad de nuestra parte?. Quien sabe. Empero, como premio consuelo, al menos ya algo hemos ganado. La gente será más limpia y cuidará más su aseo personal y domiciliario. El universo hospitalario tendrá de cualquier modo un rango de mayor privilegio y espero que, la promiscuidad sexual reciba la necesaria atenuación. Sin perjuicio de todo lo hasta aquí apuntado, las dudas nos sobrecogen, esas que, rodean a la ambivalencia y dualidad con la interrogancia de si lo que se avecina será... ¿MÁS PANDEMIA o SANIDAD MUNDIAL?. Cordialmente Carlos Belgrano.-

sábado, 4 de abril de 2020

CUARENTENA

CUARENTENA Panorama político nacional de los últimos siete días Entre la cuarentena, la OMS y la conjura de los necios El desgraciado paso en falso del último viernes, cuando cientos de miles de jubilados convocados a cobrar su delgada mensualidad se encolumnaron (o se agolparon) ansiosamente frente a los bancos, no hizo más que avivar y embrollar un debate sobre la cuarentena que se venía desarrollando más en privado que en público. Hasta ese momento, cuando irrumpió la torpeza de los necios, se discutía sobre todo la decisión política del gobierno de darle prioridad plena a los criterios de sanidad que aconseja la Organización Mundial de la Salud, una opción que, para muchos, posterga una respuesta a la grave situación que provoca la forzada parálisis de la actividad económica. Estado y torpeza Pese a las objeciones, la mayoría de los analistas -incluyendo a muchos que son reticentes frente al oficialismo- venía coincidiendo en que las medidas adoptadas por el gobierno en la guerra contra el coronavirus fortalecieron al Presidente. Las encuestas de imagen confirmaban esa idea y registraban que Fernández recibía respaldo inclusive de un amplio segmento de la ciudadanía que en los últimos comicios votó a Mauricio Macri. Con todo, quizás en parte como reacción ante ese fenómeno, ya antes del fatídico viernes 3 de julio empezaron a hacerse oír señales de reproche o distanciamiento, motorizados por grupos y voceros duros de la oposición política: reclamos para que se rescate urgentemente a los argentinos que han quedado varados en destinos externos, cuestionamientos por el escaso número de pruebas para medir la amplitud social del contagio del virus y, finalmente, el llamado a “cacerolear”. Hasta ese momento había una manifestación regular de unidad social que aplaudía todas las noches a todos los médicos, enfermeros, trabajadores y argentinos, en general, que afrontan de cerca los riesgos de la lucha contra la pandemia. La invitación a las cacerolas pretendió subrayar una frontera y quiso poner del otro lado a políticos y funcionarios. Cacerolear en la Argentina es sinónimo de protesta contra el poder. Esa protesta convivía con la queja sorda de quienes con la cuarentena sufren la ausencia de trabajo, de changas, de ingresos, de facturación en sus negocios... La notable negligencia que el viernes 3 puso en riesgo la efectividad de una cuarentena en la que los argentinos han invertido tanto esfuerzo -y en la que el Presidente ha empeñado tanto capital político- fue naturalmente explotada por voceros formales, informales y mediáticos de la oposición dura. Sin embargo, la extendida insatisfacción por el desbarajuste organizativo en perjuicio de los jubilados no se canalizó hacia la protesta política. Esa noche las cacerolas no incrementaron su repiqueteo, apenas si se oyeron, como si se hubiera agotado. aquella voluntad de protesta que asomó precozmente. Alberto Fernández, por su parte, ha empezado a mostrar que se apresta a dar respuestas paulatinas a quienes llaman la atención sobre el virus que afecta a la economía. El ascenso de su imagen que hasta ahora han mostrado las encuestas se ha centrado en la pelea sanitaria, donde ha buscado rodearse y legitimarse con el aval de prestigio que se atribuye a la Organización Mundial de la Salud y a las expresiones locales de la especialidad. Quizás por eso habría que poner en contexto el incremento de poder que se adjudica al Presidente: los garantes tienen un peso. Cabe preguntarse qué ocurriría si, ahora o en determinado momento, el poder político decidiera tomar caminos diferenciados del consejo sanitario o enfrentado a éste porque necesidades sociales, económicas o de seguridad pasan a ocupar las preocupaciones prioritarias. La malicia de los sectores de oposición que motorizaron los cacerolazos reside en estirar la cuerda de esa tensión, discriminando a la política de los aplausos destinados a la medicina: un programa que busca erosionar el poder apelando a un instrumento antipolítico. El gobierno neutraliza mejor los ataques (y se capitaliza) cuando hace clinch e integra a la -digamos- oposición moderada (cuya figura mayor es Horacio Rodríguez Larreta). En cambio, se debilita relativamente cuando opta por la confrontación ideológica o por practicar un estéril ping pong en los extremos, desafiando sectores que deben ser, más bien, conducidos. La política gana cuando su acción es coherente con un programa de unión nacional (que no debería confundirse con un promedio asexuado e inmovilizador, sino con una orientación clara, una negociación realista y una participación auténtica). En relación con los límites, las salidas y las excepciones de la cuarentena, conviene recordar que, en un mundo en el que sólo un tercio de los países miembros del G7 adoptó la cuarentena dura que promueve la OMS como escudo ante la pandemia, no debería considerarse un pecado debatir si ese debe ser el remedio infalible aún si la economía colapsa. Si el Presidente ha sabido rodearse de asesores expertos en epidemias, que pueden trasmitirle sus inquietudes y sus saberes y convertirse a veces en voceros y de a ratos en avalistas del poder, llega la hora de rodearse de personajes análogos ubicados en el platillo de la producción y el trabajo, del federalismo, de la ecología, que puedan defender con vigor y legitimidad un camino que incluya la salud pública y la vida productiva y laboral y que puedan hacerlo constructivamente, lejos de la perfidia barullera de las cacerolas. De la OMC a la OMS La Organización Mundial de la Salud parece ser hoy la institución emblemática del orden global. Por más de una década -a partir de mediados de los años 90 del siglo pasado y particularmente desde 2001, cuando China ingresó como miembro pleno- la institución mundial portaestandarte de la globalización fue la Organización Mundial de Comercio (OMC, o WTO si se prefiere la versión en inglés). En los últimos años su centralidad decayó: el intercambio mundial se canalizó, en muy alta medida, a través de mecanismos e instrumentos regionales o bilaterales. La OMC perdió peso y celebridad. Hoy ese papel lo juega la OMS (o WHO por su sigla inglesa). La OMS ha recorrido un trayecto inverso al de la OMC: pasó de ser una especie de cenicienta sanitaria de Naciones Unidas, con baja relevancia y recursos limitados, a desempeñar un estrellato internacional y hasta a ser confundida, en la atmósfera creada por el coronavirus, con una autoridad global (cosa que no es: es un ente de coordinación, ya que los organismos del sistema de la ONU no operan con autonomía ni sustituyen la soberanía de los estados: son una resultante de los consensos y disensos de los estados miembros). El protagonismo de la OMS empezó a edificarse con una seguidilla de epidemias, iniciada en 2002/2003 con el SARS (síndrome respiratorio agudo y grave) detectado en China que provocó la muerte de 774 personas, continuada poco después con la llamada gripe aviar (300 muertos) y, en 2009/2010 con la llamada gripe porcina. El manejo de algunas de estas epidemias, sin embargo, también erosionó el crédito de la OMS. CONFLICTO DE INTERESES En principio, organizaciones no gubernamentales de óptima imagen pública (por caso, Médicos sin Fronteras o Intermón Oxfam) han cuestionado el peso que adquieren en el manejo y la agenda de la organización entes filantrópicos o empresas del sector privado que aportan el 75 por ciento del financiamiento de la OMS, y “atan sus donativos a objetivos que ellos quieren”. La objeción más grave emergió en ocasión de la gripe porcina que la OMS declaró pandemia en 2009. La alarma provocó pánico y muchos países, para asegurarse reservas de medicamentos y vacunas, hicieron grandes adquisiciones a las mayores empresas farmacéuticas del mundo. El virus tuvo, en la realidad, efectos moderados. España que había comprado 13 millones de dosis, sólo empleó 2 millones. El entonces presidente de la Comisión de Salud en el Consejo de Europa -el doctor Wolfgang Wodarg- denunció “el papel dudoso” de la OMS en ese episodio. Wodarg declaró tener evidencias de que se habian distorsionado intencionalmente los hechos y se había creado una situación de pánico con el objeto de favorecer a las empresas farmacéuticas transnacionales que hacían grandes negocios vendiendo vacunas y agentes antivirales a los gobiernos. La prestigiosa publicación médica British Medical Journal (BMJ) y la Oficina de Periodismo de Investigación también señalaron un conflicto de intereses: al menos tres de los investigadores que presentaron el grueso de los documentos científicos en los que se basó la adquisición de medicamentos por parte de los gobiernos -informaron- habían recibido dinero de alguna de las empresas farmacéuticas que producían los fármacos. Ian Overton, editor jefe de la Oficina de Periodismo Investigativo declaró entonces a la BBC que "las pautas (de comportamiento contra una pandemia) estaban muy influenciadas por tres anexos que fueron escritos por tres individuos, los profesores Fred Hayden, Arnold Monto y Karl Nicholson, que estaban o habían estado poco antes de ese momento recibiendo dinero de compañías farmacéuticas que obtendrían beneficios de sus recomendaciones". Las compañías mencionadas -agregaba el informe de BBC- “son Roche y GlaxoSmithKline (GSK). Roche tuvo beneficios de miles de millones de dólares con la venta de tamiflú a gobiernos que siguieron las recomendaciones de la OMS, mientras que GSK produce relenza y algunos antivirales. NO TAN GRIPECITA La palabra pandemia incluye una tonalidad de alarma que, misteriosamente, no se incorpora a otros fenómenos de la salud, que producen daños más amplios y extendidos. Algunos periodistas disimularon apenas su contrariedad cuando el ministro de salud, Ginés González García, desafió esta semana el alarmismo profesional con datos objetivos: " Por estadística, es mucho peor la gripe que el coronavirus, acá y en cualquier lugar del mundo -informó-. La gripe tuvo muchos decesos el año pasado o el anteaño, pese a que hay vacunas. Sin embargo, nadie hace un conteo diario de la cantidad de muertos. En ese aspecto, hay una tensión muy fuerte vinculada a la casuística del coronavirus". En efecto, entre el 10 y el 20 por ciento de la población mundial (entre 600 y 1200 millones de personas) tiene gripe en un año. Las epidemias anuales causan alrededor de 3 a 5 millones de casos de enfermedades graves y alrededor de 290.000 a 650.000 muertes en todo el mundo. Desde enero hasta el fin de marzo -la tercera parte del año- el coronavirus ha afectado a un total de 937.000 personas en el mundo.De ellas, han fallecidoi 47.000 y, más de 194.000 ya se han recuperado. Para proporcionar las cifras: normalmente durante un trimestre mueren 14 millones de personas en el mundo. Conviene incorporar otros datos,un estudio realizado por 3 médicos italianos que están en el centro de la pandemia, difundido por la prestigiosa publicación internacional Jama (especializada en temas médicos) y citado en un informe del.Instituto para el Desarrollo Social Argentino, señala que sobre 355 casos de muertos con coronavirus en Italia estudiados en profundidad, surge que la edad promedio es de 80 años (un 14 por ciento, más de 90); el 25 por ciento tenía una enfermedad crónica pre-existente cuando contrajo el coronavirus, otro 25 por ciento tenía 2 enfermedades pre-existentes y el 50 por ciento tenía 3 o más enfermedades. Sólo 3 casos eran ancianos sin enfermedades pre-existentes”. Este es otro indicio -comenta el informe de IDESA- de que muchas de las muertes que se están produciendo en Italia hubiesen ocurrido igual, sin la presencia del coronavirus. Las verdaderas causas de la muerte son las dolencias preexistentes (afecciones cardiovasculares, pulmonares, diabetes); el virus es lisa y llanamente un acelerador. Peter Sandman, uno de los mayores especialistas mundiales en comunicación del riesgo, puntualiza QUE “ la indignación es el principal factor determinante del peligro percibido”. Cuando las personas están alteradas, tienden a pensar que están en peligro. Afirma asimismo que “los peligros que producen miedo a la gente y los peligros que matan a la gente son muy diferentes.” LA SALUD DE LA ECONOMIA Habrá que ver qué dicen las encuestas después del traspié organizativo del viernes 3, pero hasta ese día el Presidente contaba con un respaldo amplísimo, que incluía a un porcentaje significativo de quienes no lo acompañaron en las urnas. Ahora bien, muchos de esos que respaldan al Presidente aspiran a que la cuestión productiva (no sólo la sanitaria, ni siquiera la asistencial alimentaria) encuentre un lugar jerárquico en las decisiones. Muchísimos de esos no están de acuerdo con la prolongación de la cuarentena (pero tampoco con que la cuarentena se frustre por culpa de la incoordinación estatal). Hay muchos que legítimamente opinan que es preciso mantener vivo el aparato productivo para que siga viva la salud pública, sin por eso rechazar la prescripción inversa. Alberto Fernández no necesita pelear por el apoyo de esos sectores: ya lo tiene. Debe más bien empeñarse en conservarlo, mostrando, junto a la ponderación, el equilibrio y la decisión que en principio le conquistaron ese amplio respaldo, que la esfera económica le interesa. Y poniendo rápidamente en marcha medidas prácticas para demostrarlo. JORGE RAVENTOS

Contracara N°12 - Coronavirus: posible solución

miércoles, 1 de abril de 2020