sábado, 14 de enero de 2017
AMENAZAS...
Panorama político nacional de los últimos siete días
El gobierno, ante las
amenazas a la autoridad
El año 2017 se inició con algunos hechos significativos que vale la pena enumerar y caracterizar.
Ajuste y gradualismo: ying y yang
Aunque ocurrió en diciembre de 2016, el desplazamiento de Isela Costantini de la presidencia de Aerolíneas Argentinas contiene rasgos que se inscriben en el nuevo ciclo del gobierno. La ex CEO de General Motors había conseguido disminuir sensiblemente el déficit de la línea de bandera heredado de la gestión de Mariano recalde. Costantini aplicó sus reformas con el criterio gradualista que, constreñidas por la realidad, predicaron o terminaron ejercitando, las altas jerarquías del gobierno y consiguió la cooperación de los gremios del sector. Sin embargo, la nueva tesitura que adopta el gobierno, aunque no abandona el gradualismo y las negociaciones en las decisiones macro, pretende un ajuste acelerado y fino en los niveles micro. Menos conversado y contemplativo que el que encaraba Costantini.
En el caso particular del transporte aéreo, además, el Ejecutivo está menos interesado en las cuentas de Aerolíneas que en el objetivo de una reducción sensible de los costos del sector en su conjunto: busca más competencia y más competitividad para incidir positivamente en las distintas cadenas de valor ligadas al transporte, desde el turismo y la conectividad hasta el tránsito de cargas. El gobierno está abriendo el campo a distintas empresas aéreas (incluyendo a las que operan en el rango del “low cost”, con precios muy reducidos) para competir con los cuales Aerolíneas debe acelerar su ajuste si quiere tener éxito. En esas condiciones, el gradualismo de Isela Costantini estaba condenado y, con él, el consenso alcanzado con los gremios en base a una suerte de “patriotismo empresarial” que muchas veces se ha producido en compañías estatales y en defensa de prerrogativas o subsidios.
Decidida en la cumbre una política que quebraba su estrategia, la señora Costantini dio al apartamiento la forma de una dimisión.
Lo que dejaba el episodio eran al menos dos conclusiones. La primera, el ajuste no está descartado por el gradualismo, sino que se lo confina a los detalles y allí se lo refirma y acelera. Ying y yang.
Segundo: el Ejecutivo quiere exhibir su autoridad. Por ahora se ejercita con su propia tropa. Pero el mundo es ancho y ajeno.
Mauricio jefe económico
El alejamiento de Alfonso Prat Gay y la designación de Nicolás Dujovne como ministro de Hacienda –uno y otro hecho, a caballo del cambio de año- confirmaron los aspectos embrionariamente expuestos en el caso Costantini.
En relación con Prat Gay, la Casa Rosada quiso subrayar, hasta con cierta aspereza, que se había tratado de un despido decidido por Mauricio Macri en persona. Nueva intención de destacar un acto de autoridad presidencial (una vez más, en relación con su propio personal). Prat Gay cumplió un papel importante en el primer tramo del gobierno: su relación con Jack Lew, secretario del Tesoro del presidente Obama, allanó el camino para la salida del cepo y la buena disposición de Washington hacia el gobierno. Pero esos méritos no lo absolvieron del pecado de aspirar (con el apoyo implícito de buena parte del establishment empresarial) a la jefatura clara del numeroso equipo económico. La Casa Rosada dejó en claro que no alienta en absoluto la idea de un superministro económico y que el jefe de la economía es el Presidente. Sin fusibles intermedios.
La instrucción que recibió el nuevo ministro deHacienda, Nicolás Dujovne, fue consistente con la lógica aplicada en Aerolíneas: se le pide que recorte gasto en los intersticios, que ahorre fusionando funciones duplicadas. En suma, que ajuste en la letra chica.
El propio Presidente, convertido en jefe del equipo económico (con la escolta de los dos subjefes de gabinete, la dupla Quintana-Lopetegui) se reserva para la letra grande, es decir, para “ la lucha por la productividad” que representa según Macri –y cita textualmente a Juan Perón- “la estrella polar” en el objetivo de desarrollar al país y ubicarlo protagónicamente en el mundo. La productividad implica activar la obra pública de infraestructura (aquí el copiloto es Rogelio Frigerio), atraer la inversión externa, bajar el déficit fiscal mejorando la recaudación, achicando el gasto y reduciendo carga impositiva y promoviendo acuerdos entre empresarios, gremios y Estado para reducir los costos laborales sin afectar los ingresos de los trabajadores. El acuerdo alcanzado entre gremios y empresas de energía, la provincia de Neuquén y el gobierno nacional sobre un régimen laboral que, empezando por el yacimiento de Vaca Muerta, abra la perspectiva de inversiones y desarrollo en la extracción de gas y petróleo no convencional. Macri (con activa participación del ministro de Trabajo, Jorge Triaca) aspira a introducir en otras actividades criterios análogos, que tomen en cuenta las nuevas realidades tecnológicas y el hecho de que la economía mundial pone en el mismo ring de competencia al trabajo argentino y al de naciones que tienen costos laborales muy inferiores (y no se trata sólo de países que remuneran mal a sus trabajadores, sino de naciones avanzadas como, por caso, Alemania o Estados Unidos).
Las fronteras políticas
Los objetivos económicos que se traza el gobierno se encuentran con límites políticos. El gobierno no cuenta con mayoría en el Congreso y por ahora se resiste a formular una convocatoria a un consenso político y social que le otorgue base mayoritaria a esas reformas de transición hacia el desarrollo. Prefiere acuerdos específicos. Aunque la circunstan cia de que 2017 sea un año electoral agrega un grado de dificultad, el gobierno no parece tomar en cuenta que, inclusive en la hipótesis de un escenario muy favorable en los comicios (que no es la que hoy prevalece), después de las urnas seguiría dependiendo del apoyo de la oposición. Un pacto previo acortaría tiempos, fortalecería la previsibilidad y sería un argumento que estimularía a los inversores potenciales, pero la Casa Rosada prefiere por ahora caminar sola con la coalición que le dio el triunfo en el ballotage. Parece considerar que sólo una victoria propia es garantía para la transición y las reformas.
El objetivo de asegurar autoridad al centro del dispositivo no va por ahora más allá de las propias filas. El ejemplo metropolitano – el distrito que Macri gobernó dos períodos y que sigue bajo su tutoría- no ha conseguido aun mostrar que puede controlar la calle: le toman comisarías, le cortan calles y sólo se notan reacciones de espasmódicas. El caso de los manteros de Once es un ejemplo : revela largos años de inacción y falta de una tarea de inteligencia capaz de identificar la red mafiosa que se mueve detrás del comercio ilegal, la ocupación del espacio público y la explotación de las necesidades de los más vulnerables.
De la drasticidad a la condescendencia
En fin, el caso de Gustavo Arribas, el amigo de Mauricio Macri que este instaló como Señor 8 (es decir, jefe de la Agencia de Inteligencia), denunciado por la prensa como receptor de sospechosos giros millonarios y acompañado por la aparente vista gorda de las autoridades actuales de la Unidad de Investigaciones Financieras, es una inconsistencia que debilita a la Casa Rosada. Por mucho menos que esto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció al jefe de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, y Macri lo hizo renunciar a la espera de un pronunciamiento judicial.
O aquella fue una sobreactuación o la actitud tolerante ante caso del Señor 8 es un error por condescendencia. En todo caso, la inconsistencia no fortalece precisamente la autoridad.
Jorge Raventos
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