lunes, 2 de octubre de 2017

CATALUÑA

Un poco de historia Comenzamos este repaso histórico hace más de 2.700 años. En el primer milenio antes de Cristo los celtas de Europa del Este se asentaron en el actual territorio catalán. Se mezclaron con los nativos de la época neolítica – la última era de la época prehistórica – y establecieron una serie de tribus libres independientes. A principios del siglo VIII antes de Cristo los griegos establecieron delegaciones comerciales cerca del mar, que luego convertirían en colonias; las más destacadas fueron Emporion (Empúries) y Rhoda (Roses). Uno encuentra rastros de la cultura griega incluso en pequeñas poblaciones como Vall de Santa Creu, entre Llançà y Port de la Selva. Hay una gran cantidad de evidencias que señalan este periodo de la historia del Empordà como de un gran auge económico. Ejemplo de este hecho son los casi 300 barcos que se hundieron en los alrededores del Cap de Creus durante el siglo V, indicando que el comercio por mar en esta parte de la Península Ibérica fue muy importante. En el año 218 antes de Cristo los romanos llegaron a Cataluña y se hicieron cargo de Emporion. Se quedaron hasta el siglo III después de Cristo y practicaron la agricultura y el comercio. El éxito del periodo romano se plasma en su expansión geográfica, como Barcino (Barcelona) y Tarraco (Tarragona). En el siglo V de nuestra cronología, el Imperio Romano llega a su fin. Los “bárbaros” alemanes tomaron entonces el relevo. Los visigodos penetraron en la Península Ibérica por el norte de y declararon Barcelona como capital integrando Cataluña dentro del reino de Toledo. Más tarde, concretamente en 716, España fue ocupada por los árabes. Una parte de los catalanes huyó de los musulmanes emigrando a los Pirineos o al imperio Franco. Tras la derrota de Roland en Roncesvalles en 778, Carlomagno se vé obligado a confiar la conquista a los condes cristianos de Girona establecidos en la frontera y uno de ellos se convierte en el gobernador. Los nuevos territorios fueron asignados a los gobernantes carolingios como feudos. Barcelona pasa a ser el centro de la propiedad de los francos en España. Desde finales del siglo IX a finales del siglo X, el poder del imperio franco se fue desvaneciendo. Los condes de Barcelona utilizan su posición aventajada y se hacen cargo del dominio de la ciudad desentendiéndose de Francia. Sus sucesores combatieron los musulmanes, ampliaron su dominio a través de matrimonios, al norte de la Provenza (actualmente el sur de Francia) y construyeron alianzas entre el condado de Barcelona y el reino de Aragón. Ramón Berenguer I, conde de Barcelona entre 1035 y 1076 aportó a Cataluña las bases de su estructura política a través de la unión de la “Cortes” y la proclamación de los “Usatges” (hábitos) con los que se controlaban los derechos y hábitos del país. En este sentido, Ramón Berenger redujo drásticamente el poder del rey. El conde Ramón Berenguer IV se casa con Petronella de Aragón. Desde el siglo XXII al XV Cataluña y Aragón formaron un reino común, aunque cada país mantuvo su propia administración. El resultado fue un periodo de prosperidad económica para Cataluña. La producción agrícola aumentó proporcionalmente a la población. El claustro de Sant Pere de Rodes extendió sus influencias al Rosellón (Francia), se crearon empresas, las forjas se multiplicaron, el mercado y la banca prosperaban. Barcelona comerciaba con Oriente y entró en competencia con Venecia y Génova, los principales puertos comerciales de Italia. Este auge conllevó a un crecimiento de la burguesía urbana que permitió empezar un desafío a las estructuras feudales en ciudades y pueblos. Sobre el 1160 se escribió el primer texto catalán conservado: “Las Homilías de Organyà” y poco después se establece un gobierno municipal en Barcelona: el Consell de Cent (Consejo de Ciento). La catedral gótica de Barcelona se inició en 1298. Sin embargo, el descenso comenzó después de la famosa Peste Negra de 1348. Las plagas recayeron sobre Cataluña así como en el resto de Europa: malas cosechas, hambre, epidemias … y el malestar social estallaó en el campo, donde vivía la mayoría de la población de los cuales un 40% fueron víctimas de la peste. La crisis llegó a su punto máximo durante la guerra civil entre la Generalitat y Juan II de Aragón. Finalmente, Cataluña se deja incorporar al nuevo reino unificado de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla en 1469. Desde el siglo XVI hasta el XVII España estuvo bajo el reinado de la Casa de Austria, con Carlos V y sus sucesores. Durante esta monarquía, que era independiente de Austria, Cataluña se convierte en un estado autónomo manteniendo sus instituciones tradicionales. A causa de la magnificencia de Castilla Cataluña juega un papel secundario frente a los asuntos de país, incluídos los intercambios con el Nuevo Mundo (América), ya que se gestiona todo desde Sevilla. Esto no impidió que sus actividades económicas experimentasen un nuevo impulso, y su población creciese, si bien los soberanos acudieron a los catalanes para que ayudasen a financiar su política imperial y dándoles órdenes para que acogiese a los soldados que luchaban contra Francia en la Guerra de los Treinta Años. En 1640, los catalanes finalmente se levantan en armas contra el país y llevan a cabo una guerra civil (La Guerra dels Segadors) apoyados por Francia. Se proclamó una república independiente bajo protectorado francés y fue entonces cuando la monarquía española acabó reconociendo la Constitución catalana. Sin embargo, en 1659, bajo la llamada “Paz (o Tratado) de los Pirineos” acordada con los franceses, y el trazado resultante de la frontera a través de los Pirineos se quita , a Cataluñael Rosellón y parte de la Cerdaña. A causa de tanto conflicto armado, Cataluña se sumerge en una recesión económica, con nuevas epidemias de peste e inundaciones. Con Felipe V (1700-1746) nieto de Luis XIV y ganador de la guerra de sucesión, los Borbones acceden al trono de España reclamado por sus alianzas matrimoniales. Felipe V abolió, entonces, todos los privilegios de Cataluña, la cual tuvo que resignarse a jugar el papel de una provincia española más, aunque a pesar de la pérdida de autonomía, la región experimentó un nuevo boom económico, particularmente durante la segunda mitad del siglo XVIII, tal como demuestran el augmento demográfico y la creación de una fábrica de papel y de una indústria textil en Girona. A principios del siglo XIX, la expansión económica mantenida en Cataluña durante varios decenios contrasta de manera acusada con las estructuras económicas y sociales del resto de la Península. Este hecho provocará una toma de cosciencia colectiva catalana, y un movimiento reivindicativo en la dirección de un plan político nacional catalán. Esta reivindicación es reforzada con la invasión y ocupación de los ejércitos napoleónicos en 1809. El asedio a la ciudad de Girona duró 7 largos meses, al final de los cuales la ciudad tuvo que rendirse, mayormente por la escasez de alimentos y de munición, y por las numerosas enfermedades. El 1812 Cataluña pasa a ser una provincia francesa más, bajo un sistema federal. En 1814 España recupera de nuevo su independencia bajo la monarquía absoluta de Fernando VII. La provincia de Cataluña se moderniza al ritmo de la revolución industrial, en particular durante la segunda mitad del siglo XIX, paralelamente a la Europa del nordeste. La burguesía de la ciudad propone un cambio de modelo social, basado hasta la fecha en un modelo campesino, y a raiz de esto nace un movimiento obrero restringido sólo a los catalanes, mientras en el resto de España sólo se preocuparía por las distintas sucesiones al trono. A principios del siglo XX ‘La Lliga Regionalista’ intentará conseguir la autodeterminación de Cataluña. La multitud en las ciudades se rebelan para intentar mejorar unas condiciones de vida miserables. En 1931 un partido nuevo ‘Esquerra Republicana de Cataluña’ gana las elecciones regionales, y en el resto de España gana una alianza de socialistas y republicanos, y tanto en Barcelona como en todas las grandes ciudades españolas, se proclama la República. El rey Alfonso XIII abandona el país, y en Cataluña se forma un gobierno central autónomo, la ‘Generalitat de Catalunya’, el cual se encargará de desarrollar un estatuto de autonomía que será ratificado en 1932 por las Cortes de Madrid. En febrero de 1936, el Frente Popular gana las elecciones parlamentarias y se produce un Alzamiento Nacional que decide poner fin a los intentos revolucionarios. Una Guerra Civil comenzaría el 18 de julio de 1936 y no acabaría hasta el 29 de marzo de 1939… Entre febrero y junio de 1936, se produjeron 161 incendios de iglesias, 213 atentados, 113 huelgas parciales, etc … La economía se paralizó y los asesinatos políticos se multiplicaron. A partir de ese momento, o se estaba favor o en contra de la República, y se luchaba con la misma pasión; los dos bandos estaban enfrentados sin remedio; los monárquicos reunieron todas las corrientes anti-republicanas. El Gobierno observaba al ejército con preocupación, y el asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo fue el pretexto para desencadenar un golpe militar preparado durante meses, y empezar una la guerra civil. El 17 de julio de 1936, el Generalísimo Francisco Franco y Bahamonde lanzó un mensaje: ‘El ejército ha decidido restablecer el orden en España (…)’. Franco se convirtió en el líder del ‘Movimiento’ con el título de Caudillo, por analogía al ‘Duce’ italiano. Disponía de una ventaja militar considerable respecto el ejército republicano, compuesto principalmente de guerrilleros armados y entrenado a toda prisa. A finales de 1937, el gobierno español se trasladó a Barcelona. Después de la batalla del Ebro, que duró cuatro meses, las puertas de Cataluña se abrieron a las tropas franquistas, que llegaron a Barcelona el 26 de enero de 1939. Lluis Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya, huyó por los Pirineos, junto con tropas republicanas y refugiados. El 1 de abril 1939, toda España estaba en manos de Franco. ‘Un millon de muertos’, fue el título de una novela de José María Gironella que simbolizaba el horror de la Guerra Civil Española. Se instaló el Estado Nuevo, en el que se prohíbió toda forma de oposición. Todo aquello que pudiese asimilarse a las repúblicas liberales, llamadas por Franco ‘Democracias Petrificadas’ es rechazado. El Ejército fue el gran aliado del régimen. Comenzarían de esta manera ‘Los Años del hambre’, que durarían hasta finales de los años cincuenta. Durante este período, la autonomía catalana desaparece de una manera brutal. Cataluña es considerada una provincia más. Se prohíbe incluso hablar catalán … A finales de los años cincuenta, intelectuales y artistas catalanes empezaron a reactivar el movimiento nacionalista catalán. Poco a poco, la prohibición del catalán se fue relajando. Finalmente, el movimiento de protesta catalán se convirtió en la crítica principal del régimen franquista, dando lugar a organizaciones clandestinas, aunque limitándose a una forma de protesta cotidiana e inofensiva: rellenar formularios oficiales en catalán, silbar canciones catalanas en presencia de diputados madrileños… El régimen plantó cara al movimiento musical ‘Nova Cançó’ prohibiendo conciertos y censurando las letras de las canciones. Este hecho favoreció la venta clandestina de discos de María del Mar Bonet, Quico Pi de la Serra y Lluís Llach. En 1968, se comparó el régimen a una estaca en la canción que lleva el mismo nombre y cuyo estribillo es: ‘Seguro que cae, cae, cae…’ Esta canción se convirtió en el himno de la resistencia a Madrid. El descontento de la oposición y la de los estudiantes se extendió rápidamente a los demás círculos. Algunos economistas consideran incluso que Madrid se vio incapaz de gestionar los intereses nacionales. Franco murió el 20 de noviembre de 1975. El proceso de democratización fue iniciado por el príncipe Juan Carlos de Borbón, que se convirtió en Rey de España. En poco tiempo, descartó a los conservadores franquistas de la escena política y convirtió el país en una democracia moderna. En 1979, Cataluña y el País Vasco recuperaron su estatuto de autonomía. El Catalán se convirtió en lengua oficial en escuelas y ayuntamientos de Cataluña, y la Generalitat pasó a gestionar los intereses de los ciudadanos. En resumen, la historia de Cataluña está marcada por la lucha contra el poder centralizador de Madrid, sobre todo a partir del siglo XVII. La voluntad de autonomía de los catalanes fue apoyada por el crecimiento económico y por el avance sobre el resto de la Península, y fuertemente alentado por la represión del franquismo, lo que puede explicar el tono, a veces agresivo, de algunas consignas reclamando una cosa, aparentemente simple, como la independencia de Cataluña.

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