lunes, 21 de mayo de 2018

TIMBA FINANCIERA

¿El final de la inocencia? Escrito por Omar López Mato Médico y escritor Cuando las crisis del 1890 que llevó a la caída del gobierno de Juárez Celman, más del 10% de la deuda externa que no se podía saldar pertenecía a un rubro poco productivo: Champagne francés. Ya entonces vivíamos por arriba de nuestras posibilidades, seguros que las pampas ubérrimas nos aseguraban una riqueza inagotable. Convencidos de nuestra suerte, por rachas de bonanzas económicas, vientos de cola, y conflictos mundiales (de los que nos mantuvimos aislados por esa actitud del "yo, argentino") no percibimos como nación, que los tiempos habían cambiado y el despilfarro pasaba sus cuentas. El año pasado los argentinos gastamos 10.700 millones de dólares en pasajes al exterior y este año estaremos entre la concurrencia más nutrida al mundial de Rusia, mientras que nos resistimos a pagar las facturas de luz y gas. Cada vez que atravesamos una de nuestras periódicas crisis, aprovechamos para echar culpas al imperialismo yankee, al FMI, a la sinarquía internacional y a las multinacionales, pero si hacemos una introspección, descubrimos que tenemos una moneda que en 60 años perdió doce ceros. Esta catástrofe no es secuela de una conspiración internacional ni una guerra, ni de los intereses del FMI (que son muy inferiores al 15% que nos cobraba el "amigo" Chávez) sino fruto de nuestra propia impericia y negligencia. Pecamos de pensamiento, palabra, obra y omisión... muchas omisiones (y entre ellas creer que la fiesta la deben pagar los agricultores de Arkansas y los tamberos de Baviera). Tenemos esta inflación porque vivimos arriba de nuestras posibilidades. Seguimos tomando champagne y tirando manteca al techo, esperando que alguien nos pague la fiesta y las boletas de luz y gas. En el fondo de nuestro corazón sabíamos hasta hace pocos días atrás que lo único barato en la Argentina era el dólar, que había quedado rezagado con respecto a la inflación. En vez de destinarlos a la producción, lo aprovechamos viajando al exterior en un remedo del nunca olvidado "deme dos". Los inversores también aprovecharon esta variable a fin de escolasear y llevarse las jugosas tasas en dólares. Unas tasas que en otra parte del mundo no se consiguen. ¿Para qué invertir en producción si la timba financiera les aseguraba a "los inversores" pingües ganancias sin el sudor de su frente? ¿Vale la pena invertir en un país de inseguridad jurídica, de conflictividad gremial y que te cobra impuestos del 5% a los ingresos brutos en la provincia más grandes del país? ¿Vale la pena seguir invirtiendo en un país que decide poner impuestos a la renta financiera? (¿Para qué le hacen caso a Massa? ¿A dónde está Massa poniendo la cara?). En un contexto inflacionario ¿Cómo defendemos nuestros ahorros? ¿Por qué habrían de quedarse los inversores en un clima de malestar político e incertidumbre? Qué es mejor ¿El 7% en un país que aplaude los defaults o el 3% en bonos americanos? 5.000 millones se han ido del Banco Central y aún no se liquida la magra cosecha (que en algunos lugares no se ha podido levantar aún). Los fondos buscaron horizontes más seguros y el dólar apuntalado por la especulación, soltó el lastre y se fue a volar. ¿Hacía falta gastarse 6.000 o más millones para frenar a un dólar que solo buscaba su actualización por inflación? En fin, todos ganamos las carreras con el diario del lunes. La situación heredada es desesperante pero es parte de nuestro deber cívico marcar lo que son inconsistencias (¿o inocencia?) del gobierno que el mismo presidente reconoce. ¿Fue un exceso de optimismo? Personalmente no creo que una política de shock podría haber sido exitosa, considerando el clima adverso y la oposición feroz, y este gradualismo (o mejor dicho, los errores del gradualismo) están pasando una factura que obliga a replantear el modelo. Mientras tanto la prensa opositora bate el parche de la hecatombe, carente de escrúpulos y solo deseando lo peor para salvarse ellos. El peronismo sigue siendo lamentable como oposición. Solo le importa salvarse... Después de ellos, el diluvio... ¿Alguna vez veremos algo más que pedir prestado y aumentar impuestos? Como decían en el Mayo francés "la imaginación al poder..." Tenemos impuestos altísimos para magras recaudaciones. ¡De 21% de IVA solo recaudamos realmente el 7%! ¿Porque no sinceramos las cifras? Una reducción en la presión impositiva sería un shock de confianza para los que apuestan a la inversión y no a la especulación. Chile en los últimos 40 años triplicó su PBI, para lograrlo hay que tener confianza, inversión y un poco de imaginación. Todos sabemos que estamos enfermos pero no nos gusta tomar el remedio y visitamos curanderos que aplican curitas y aspirinas para tratar una enfermedad que algún día nos puede llevar al caos. Hay una lección que debe ser aprendida: Ha terminado la edad de la inocencia.

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