sábado, 15 de febrero de 2014

TRIBULACIONES

Panorama político nacional de los últimos siete días Tribulaciones del progresismo K Un manómetro adecuado para medir la presión y el malestar que bullen en el “núcleo duro” del oficialismo son los textos que producen sus sedicentes intelectuales progresistas. Allí, apenas disimulados tras invocaciones heroicas y evocaciones hagiográficas, se detectan las aflicciones que suscitan el presente y el conjeturable futuro. El S.O.S. de Carta Abierta Véase, por caso, el documento número quince suscripto por el escalafón gubernamental de teóricos que se congrega en la Biblioteca Nacional bajo el rótulo de Carta Abierta. Con tono dramático, el grupo advierte que “la patria está en peligro”. ¿Por qué? Porque –observan- “una gran restauración del viejo país oligárquico está pronta a mostrar sus dientes de hierro, lo que serían sus herramientas de ajuste”. En el relato de los pensadores K nunca hay que descartar lo obvio: los malvados se comportan como malvados y vienen provistos de dentaduras metálicas. Lo novedoso, sin embargo es que en este caso los malos procuran actuar a través de los buenos y “pretenden que, en una transición aleccionadora (esos instrumentos de ajuste) se empleen como prólogo, por un gobierno que supo tener consecuencia en políticas opuestas a esa lógica antipopular”. ¿”Supo tener”? ¿Es que la plantilla de Carta Abierta insinúa con esas palabras que el gobierno ha perdido aquella “consecuencia”? Así parece, y ese es el motivo hondo de la inquietud. El gobierno –se admite en otro párrafo – ha adoptado “medidas difíciles y comprometedoras del futuro del país, como la devaluación”; lo ha hecho “forzado”, sin desearlo, pero (…) “dejó correr la presión asfixiante del mercado exportador”, sancionó la “medida depreciatoria” y “eso es grave”. En su columna de opinión del domingo 9 en Página 12, otra estrella del firmamento intelectual kirchnerista, Horacio Verbitsky, se refiere en castellano a la misma situación: “La sacudida fue fuerte, como el impacto sobre precios y poder adquisitivo del salario. (…) Pero además, y como tardía compensación a la persistente falta de instrumentos de ahorro para quienes tienen excedentes, vino el aumento en la tasa de interés, cuyo daño colateral sobre el nivel de actividad aún no puede evaluarse. No tiene sentido negar que se trata de un ajuste”. En cuanto a que la devaluación fue “no deseada”, Verbitsky afirma: “Es imposible responder en términos binarios si la fijación del tipo de cambio en 8 pesos por dólar fue una imposición de los productores y exportadores que se negaron a liquidar más de un décimo de la cosecha de soja, o una decisión soberana del gobierno nacional”. El teorema del 20 por ciento Los intelectuales aclaran, en cualquier caso, que “esta experiencia (se refieren al proyecto y los gobiernos K) , no es una falsía aunque pueda estar rodeada de grandes descuidos”: el gobierno retrocede frente al “asedio oligárquico” porque “están pendientes de cerrar los amplios márgenes de maniobra que aún conservan estos grupos monopólicos”. También desde Página 12, Horacio González, primera figura y anfitrión de Carta Abierta, ofrece una solución para clausurar los “márgenes de maniobra pendientes” y abordar los “grandes descuidos”. Propone desarrollar “una nueva corriente intelectual que se abra a la comprensión de múltiples planos que escinden la actual realidad (…) una nueva corriente intelectual y moral que recupere la autonomía de la palabra”. Lo que parece insinuar el copioso González es que les llega la hora de coronar el progresivo aislamiento del kirchnerismo abandonando de una vez la “máscara de Fernando” de los compromisos y disimulos que impone el vínculo con el peronismo. Llegó la hora de “la autonomía”. En términos de Verbitsky, hay un activo sustancial del gobierno y ese es “el contrato recíproco de lealtad entre CFK y la base social de su estructura política (…) La presidente tiene conciencia de la importancia de ese pacto con un núcleo duro que, a pesar del ostensible malhumor social de los últimos meses, no la abandona”. Pero no oculta las dificultades a que estaría sometida una “fuerza autónoma” así sostenida y formula de este modo “el dilema que se desenvolverá en el próximo año y medio: El kirchnerismo consigue hacer pie en ese núcleo duro inconmovible, llega con un candidato propio a la disputa electoral y se consolida como una nueva identidad política con la que sea imprescindible contar de ahí en más, bajo la conducción de Cristina (ya sea que ese candidato se imponga, por dentro o por fuera del PJ, o que retenga un porcentaje apreciable de los votos, no inferior al 20 por ciento); o bien se diluye sin pena ni gloria y estos años se recordarán con nostalgia como una encarnación efímera del justicialismo, igual que antes el menemismo”. Así, la primera vacilación que mortifica a los intelectuales K reside en definir el momento de la autonomía: ¿ya mismo o habrá, por ejemplo, que atravesar primero un proceso de elecciones internas en el seno del PJ? ¿Habrá que encolumnarse tras algún precandidato de compromiso, indeseado o incapaz de despertar fervores límpidamente progresistas? “Crecemos o caemos” Desde el también oficialista Tiempo Argentino, el columnista Guido Croxatto, funcionario de la emblemática Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, responde: “No podemos ni debemos hacer alianzas con el pasado”. Para Croxatto la opción parece clara: “La presidenta lo sabe mejor que nadie (…) se trata de demostrar que actuamos según lo que pensamos. Y sentimos. Es la hora del mejor kirchnerismo. La elección está en la mesa. O renovamos o dejamos de ser. Crecemos o caemos”. La opción es, así, redoblar la apuesta y agruparse en “el mejor kirchnerismo”. O “caer”. Carta Abierta propone algunos caminos: “Debemos sentirnos a las puertas de una nueva movilización, preparada con responsabilidad y pasos precisos que ramifiquen el llamado (…) para avanzar en mecanismos que establezcan el manejo estatal del comercio exterior (…) las divisas son el recurso clave para la continuidad y profundización de dinámicas progresivas. Por lo tanto resulta indispensable sustraer la disposición sobre las mismas del chantaje monopólico y garantizar su control gubernamental”. Este programa “implicará una disputa de intereses que no ahorrará conflictos, razón por la que se impone generar un movimiento de opinión y la movilización social”. Si se quiere, la campaña por el control de los “precios cuidados” y los escarches públicos a través de carteles a directivos de empresas comerciales y petroleras podrían interpretarse como pasos incipientes de esa estrategia que vaticina que “no ahorrará conflictos”. Un ballet hamletiano Sin embargo en el contexto de las perplejidades que cruzan al progresismo K (y en general, a toda la dispersa coalición oficialista), más que a pasos de marcha de una blitzkrieg esos movimientos suenan a las danzas y contradanzas de un ballet hamletiano. Los términos de la proclama bélica de Carta Abierta no son compartidos. Dice Verbistky: “Desde distintos sectores de lo que podría denominarse la izquierda K se plantean alternativas de profundización: alguna forma de intervención estatal en el comercio de cereales o la lisa y llana reforma agraria (…) su aplicación requeriría de adecuaciones para las que al actual gobierno no le sobra el tiempo. Suponiendo que ya existiera un organismo regulador como el IAPI del primer peronismo o la Junta Nacional de Granos que disolvieron Menem y su ministro Felipe Solá, no podría dar respuesta a las advertencias del vicepresidente de Confederaciones Rurales, Pedro Apaolaza (“El productor va a comercializar cuando quiera porque todavía estamos en un país libre”). La intervención manu militari de los silobolsas está fuera de cualquier hipótesis. Las condiciones del agro argentino tampoco permiten una proyección mecánica de aquellos modelos.” Si las profusas plumas de Carta Abierta enarbolan un programa anacrónico para enfrentar a un campo que ya no existe como ellos lo leyeron, más actualizado, Verbitsky les advierte que la Argentina ha cambiado: “no median relaciones de explotación entre quienes ceden y quienes toman tierras ya que las economías de escala operan en pequeñas, grandes y medianas superficies. Los principales tomadores de tierras son también propietarios y no agentes económicos de otras actividades económicas. Muchos obtienen reducciones de costos al aumentar la superficie trabajada y otros alcanzan un buen pasar como rentistas. Una propuesta tradicional de reforma agraria unificaría a todos en contra y en todo el país, ya que la soja rompió los límites de la región pampeana (…) Peor aún, en esas nuevas regiones sojeras hasta los trabajadores podrían identificarse con los propietarios, ya que ganan más que con los cultivos tradicionales desplazados.” Sin programa, sin tutela, sin presupuesto El “núcleo duro” del kirchnerismo – su activo principal, según Verbitsky- carece de un programa para enfrentar “la estrechez de las opciones económicas del gobierno nacional”. Una porción grande de ese colectivo luce irritada o encolerizada por los pasos que la Casa Rosada ensaya para adecuarse –a disgusto- a la realidad y por la perspectiva de nuevos retrocesos. Con el tono de sus discursos por cadena nacional y con algunos gestos que alienta en su militancia, la Presidente procura renovar la confianza y la lealtad de ese sector, pero la realidad tiene cara de hereje y obliga a destejer esa empatía con actos de pragmatismo, transas con corporaciones antes diabolizadas, búsqueda de nuevos endeudamientos, repliegues, ajustes…¡Hasta con la admisión, después de siete años, de que el país sufre una inflación tres veces más alta que la que, “por orden de arriba”, se cansó de dibujar el INDEC! Cuando este período presidencial termine, ya sin tutela gubernamental ni sostén presupuestario, el “núcleo duro” K seguirá el destino que previamente viene ensayando lo que fuera la amplia coalición oficialista que supo respaldar a Néstor Kirchner y a su señora en tiempos más prósperos: algunos, como dice Verbistky, “ se reabsorberán en el justicialismo sin pena ni gloria”, otros buscarán destinos públicos o privados más fructíferos, unos pocos se radicalizarán por un tiempo, otros visitarán seguido los tribunales, muchos volverán a la vida doméstica, decepcionados de la política. Así es la vida. Jorge Raventos

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