sábado, 26 de julio de 2014

NOVENO INFIERNO

Persiguiendo a la tortuga, Cristina choca la calesita En default llegaron y en default, aparentemente, se irán. Llegaron en el 7mo. infierno, y se irán dejando a los argentinos en el 9no. infierno. ¿Dónde quedó la Década Ganada? Cristina-chocar-la-calesita "(...) Cristina Fernández de Kirchner cree que incumplimiento el pago de deuda pública no traiciona el relato, su activo más preciado e intangible, asegurándose una popularidad que, en verdad, es falsa porque ya no existe. Mejor le resultaría reflexionar acerca de cómo cayó Leopoldo Galtieri, abandonado por sus socios y expulsado por sus subordinados, luego de la trágica patoteada en Malvinas. (...)" por EDGAR MAINHARD Una sociedad en vías de la adultez (que es más importante que en vías de desarrollo) no amenaza a diario con un incumplimiento de pagos de deuda pública. Y menos con un 2do. incumplimiento en menos de 3 lustros. Un comportamiento semejante va para una sociedad Peter Pan, que reivindica su preadolescencia y se niega a abandonarla. Para el mundo, no es el Estado argentino quien coquetea con el incumplimiento de pagos sino la República Argentina, y eso involucra a la sociedad en su conjunto, que aparece negándose a cumplir con las obligaciones contraídas con sus acreedores el día que emitió una deuda que conocía que cotizaría en un mercado secundario al que podría acceder cualquier inversionista, especulador o no. La irresponsabilidad, por imprevisión o desdén, al subestimar desde el inicio el problema con los acreedores que rechazaron la oferta unilateral de canje, ha sido descomunal en la Administración Néstor, luego en la de Cristina, en personajes como Roberto Lavagna, y en otros ejecutores del terror. Suponer que puede cometerse un incumplimiento sin consecuencias para el deudor moroso es tan irracional como buscar diferencias entre un default y un default técnico, o intentar fundamentar que éste no es un default. La teoría de que la Argentina se encuentra tan alejada de los flujos financieros globales que el percance tendrá un efecto neutro o mínimo, es errada: quienes afirman eso son quienes se quejan que la economía argentina es dependiente. Si esa es su condición, no se encuentra blindada a las consecuencias. El comercio exterior sufrirá un impacto negativo, en especial el ya afectado rubro de la financiación de importaciones imprescindibles para mantener activas plantas fabriles. Antes de avanzar más: deberán recordarse las condiciones en que se encuentra la economía argentina antes del aparentemente inevitable 2do. incumplimiento de pagos: la estanflación es profunda, el déficit fiscal es 700% mayor al de un año atrás, la expansión monetaria creció 22% de junio a julio, el desempleo volvió a los 2 dígitos y las reservas del BCRA apenas superan un equivalente a 4 meses de importaciones. Es importante realizar un arqueo de caja de la situación previa al default para que luego el kirchnerismo no pretenda culpar por esta situación a los acreedores demandantes, en una argucia para borrar las huellas del desastre que le ha provocado a la sociedad argentina. En esto debería trabajar fuerte la oposición pero es una de sus llamativas faltas de compromiso y de acción. La otra teoría, que afirma que el incumplimiento es consecuencia de una conspiración contra la inexistente Argentina, es una patraña. La Argentina no pesa en la balanza global. Y con la acción del magistrado Thomas Griesa, el mercado de capitales estadounidense saldrá fortalecido porque quedará reconfirmado que es una jurisdicción apta para garantizar los derechos de los tenedores de deuda. Nadie puede colocar deuda sin conceder garantías de pago a los inversionistas. Es evidente, además, que el Estado argentino avanza hacia el incumplimiento por decisión propia, planificada en forma simultánea al ejercicio de su hipócrita teatralización de su voluntad de cumplir con la sentencia judicial adversa. No resulta creíble que la cláusula RUFO, de igualdad de pago a todos los acreedores, es el obstáculo para acatar el fallo de 3 instancias de la Justicia estadounidense. La Presidenta de la Nación ha traicionado a la sociedad argentina porque su decisión personal de desacatar el fallo de un tribunal elegido por la Argentina como autoridad para resolver litigios, golpea la imagen argentina más allá del mandato de menos de 500 días en el poder que le restan a Cristina. Con la excusa de no traicionar el legado de su marido Néstor, Cristina apuesta a erosionar a su sucesor, dejando una herencia de tierra arrasada compatible con una egoísta hipótesis de regresar al poder en 2009. En default llegaron y en default, aparentemente, se irán. Llegaron en el 7mo. infierno, y se irán dejando a los argentinos en el 9no. infierno. ¿De qué legado puede hablar Cristina? Luego de jactarse de haber alcanzado una Década Ganada, Cristina avanza hacia un incumplimiento que puede/pudo impedirse y, por lo tanto, es una decisión antiargentina. Mucho debería ella reflexionar al respecto. También Carlos Zannini, el Secretario Legal y Técnico, coautor del aquelarre. Acerca del supuesto legado de Néstor que dice querer preservar Cristina, hubiese resultado mejor para todos que ella cuidara la herencia de los superávits gemelos (balanza comercial + resultado fiscal), esencias del llamado "modelo" que sacrificó en el altar de la soberbia y la ignorancia. Cristina Fernández de Kirchner cree que incumplimiento el pago de deuda pública no traiciona el relato, su activo más preciado e intangible, asegurándose una popularidad que, en verdad, es falsa porque ya no existe. Mejor le resultaría reflexionar acerca de cómo cayó Leopoldo Galtieri, abandonado por sus socios y expulsado por sus subordinados, luego de la trágica patoteada en Malvinas. En tanto, es preocupante que ninguno de los líderes opositores se haya comportado, hasta ahora, a la altura de las circunstancias. Ni Daniel Scioli ni Mauricio Macri ni Sergio Massa surgen como líderes confiables cuando ellos son los precandidatos presidenciales con más posibilidades de heredar el poder en 2015. En este tramo de la tragedia argentina, ellos actuaron en forma frívola, intentando tranquilizar a la población cuando había que movilizarla, convocarla, ponerla de pie, advirtiendo la gravedad de las consecuencias. El mes que ha transcurrido era imprescindible agitar a la opinión pública, que es la única manera de intentar provocar una rectificación en las mentes desquiciadas que habitan la Casa Rosada. El balance es desolador. No hay estadistas en la Argentina. Ni hay un diagnóstico preciso sobre la profundidad de la crisis derivada del eventual incumplimiento. Abunda la improvisación, el chapuceo y la idea de que esto se arregla con un simple cambio de gobernantes, lo que modificaría las expectativas. Semejante previsión supone no entender la Argentina presente, y mucho menos la que viene.

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