miércoles, 19 de agosto de 2020

EL PÁNICO DE LA RESERVA FEDERAL NORTEAMERICANA.

Lejos o más bien lejísimo de concluir esta inerte batalla contra el covid, con un sembradío de esperanzas falsas respecto de vacunas que, lo único que habrán de acarrear a la Humanidad es y lo será aún más en los venideros meses, de una aplastante desazón, creo, ha llegado la hora que, analicemos juntos, los devastadores efectos que esta maldita y diabólica Pandemia hace y hará en el plano económico a nivel global. Un paper comenzó en la madrugada de hoy a circular aquí en WDC, atribuido a los asesores más cercanos y fiables de Jerome Powell. En dicho documento, estos consumados y solventes monetaristas, han plasmado los fundados temores que, desde hace algunas semanas han invadido a su Jefe. Con marcado sesgo en lo atinente al sorpresivo, imprevisto e insensato emisionismo que dicha Autoridad Monetaria, envío a los Mercados por orden directa de Trump, a quien consideran un inveterado e irresponsable apostador serial. Según estos informers, la pantagruélica cantidad de tres billones de dólares fueron impresos desde el 23 de marzo pasado y hasta la pasada semana, equivaliendo a un sesenta y cinco por ciento (65%) del circulante antes en existencia, tanto dentro como fuera de USA. Como ya he reseñado y si mal no recuerdo, varias veces, el autoatentado del 911, tuvo como único propósito que Bush jr, le arrancase al Capitolio, los seiscientos mil millones, para financiar una excursión bélica contra Hussein y sus virtuales almacenes de armas bacteriológicas. Cuando, en realidad, los destinó para un salvataje corporativo a sus amigos de Wall Street y obturar así los desmanes de las hipotecas sub prime. Vemos ahora que, sin implosiones programadas como las desdichadas en las Twin Towers, este iracundo inquilino de la Casa Blanca, aumentó la circulación monetaria de la divisa verde, en un quinientos por ciento (500%). Y se apresta a emitir cuanto le haga falta para asegurar su reelección, lo que descuento conseguirá, en virtud a lo debilitado y vulnerable que impresiona su oponente Demócrata. Esta rauda y fugaz narrativa, empero, tendrá sus inexorables consecuencias, toda vez que desde el otro lado del Atlántico, la Eurozona deberá actuar en consonancia con esa sobreimpresión, para obsequiar a sus cuasi famélicos pobladores. Las que, unidas indisolublemente habrán de acarrear ni más ni menos que la bancarrota del sistema capitalista. Principiando por el circuito de las Bancas Mayoristas, ergo, acá, Goldman Sachs, Wells Fargo, Citibank, JP Morgan y en China, el HSBC y el ICBC con más otra decena de supranacionales. La crisis del viernes negro del 29, tuvo ribetes bastante similares, por cuanto el generador de aquel y éste fueron los mismos: exceso de confianza. Pero el del último año de los Veinte, pudo superarse con bastante facilismo, porque lo que hoy conocemos como la sociedad de consumo masivo desembarcó recién en la economía con el fin de la segunda guerra mundial. Y porque la pobreza extrema, era en esos remotos tiempos, mejor aceptada por las Mayorías que, en general, tal pertenencia tenían. Pero hoy, la pirámide se invirtió, puesto que todos quienes conocimos el confort de lo suntuario, los bienes de uso descartables y sobremanera la ilusoria plasticidad de las tarjetas de crédito, no habremos de habituarnos tan fácilmente a lo que sí hicieron nuestros ancestros. Quienes, en interminables hileras, concurrieron diariamente por un magro plato de sopa que otorgaban los campamentos del Ejército de Salvación, entre 1930 y 1935. Después, se armó lo de la Guerra y comenzamos todo nuevamente. Descuento que, una sinonimia y casi simétrica con aquel tan inutil baño de sangre, se presentará ante nosotros, no solo por la inmediatez de una escalada armamentista y su correlato de pleno empleo. Sino porque frente a la caída del sistema financiero, la inexorable desembocadura de un episodio bélico de larga duración, determinará como elemento defensista que, el mundo, al menos el de este lado, tendrá que manejarse con un nuevo tipo de títulos circulatorios que, entiendo, no serán otros que, los cupones de racionamiento. Después de todo, en el Reino Unido, funcionaron sin dificultades entre 1939 y 1954. Un análisis más académico que, éste mío, del todo rupestre y cuneiforme, leí ayer de una autoridad en erudición -Alasdair Macleod- de Goldmoney.com. Quien expresó iguales temores de los que bastantes párrafos despaché desde el pasado año y principios del corriente, sobre la inminencia del sepulcro del dólar como patrón monetario internacional. Si la Civilización occidental caerá como aconteció en Roma primero y Bizancio después, va de suyo, es de mi absoluta ignorancia, pero mucho me lo temo por la notoria asimetría entre los doscientos cuarenta millones de norteamericanos y los un mil cuatrocientos de chinos (seis a uno). Exhibiente que, si este demente y residente de la vieja casona de la Pensilvania Av, alocadamente tiene el propósito de apoyarse en el punto de no retorno, no será como las aventuras policiales de Korea y Vietnam. Esta vez quizás, se cumpla la profecía de Albert Einstein, quien nos anticipó que, en las postrimerías de la Tercera Guerra no existirán las actuales armas, solo piedras y ramas. Sinceramente, un escenario post pandémico, si tal estadío es finalmente alcanzado; circunstancia a la que mucho dudo se arribe, dejará tantas secuelas como sucedáneas de los derrumbes industriales y financieros que, atisbar una salida tan hostil como el ascendente enfrentamiento entre Washington y Beijing no me suena como nada descabellado. En pocos días o tal vez semanas, veremos que proporcionalidad y ciclópea estatura tendrá... EL PÁNICO DE LA RESERVA FEDERAL NORTEAMERICANA. Cordialmente Carlos Belgrano.-

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