sábado, 18 de agosto de 2018

PROFETAS DEL ODIO

Profetas del odio A los aprietes y las operaciones, el kirchnerismo suma las amenazas proferidas por el diputado Tailhade, quien debería ser expulsado de la Cámara baja Como un eco nefasto se escuchan con preocupante frecuencia ciertas voces llamadas a crear discordia entre los argentinos, a profundizar las diferencias e, incluso, a provocar el caos. Afortunadamente, son muchas más las voces de quienes las rechazan, ya sea con la mera indiferencia o contraponiendo argumentos fundados allí donde solo hay odio, resentimiento, mentira, mala intención o intereses espurios. Los profetas del golpismo son conscientes de la existencia de un sector mayoritario de la población que repele ese tipo de manifestaciones destituyentes. Acorralados como están, entonces, recurren a otros métodos aún más funestos: ya no solo mienten y difaman; ahora también amenazan. El último ejemplo patético de esa burda estrategia lo dio el diputado Rodolfo Tailhade (Frente para la Victoria-Buenos Aires), quien amenazó a fiscales y jueces diciendo públicamente que "tarde o temprano la van a pagar" todos aquellos magistrados que investigan la corrupción kirchnerista. No conforme con eso, trató de "miserable" al actual gobierno y, casi aceptando la culpabilidad que pretende ocultar, sentenció respecto de los allanamientos ordenados por el juez Bonadio a los domicilios de la expresidenta Cristina Kirchner en la causa de los cuadernos de las coimas: "No creo que haya alguna persona que crea que esos allanamientos pueden tener un resultado positivo después de tantos años", dijo. Efectivamente, siguiendo su línea de pensamiento, el kirchnerismo debe haberse asegurado ya hace tiempo de deshacerse de muchas de las pruebas que lo comprometen. Lamentablemente, fueron escasísimas las reacciones de sus pares en la Cámara baja. Solo un puñado de diputados del oficialismo, además de repudiar sus dichos, presentó un proyecto pidiendo la exclusión de Tailhade de ese cuerpo. Consideran la amenaza proferida como una inconducta grave que afecta el decoro y la honorabilidad de la Cámara ante la sociedad, y como una lesión al principio de división de poderes del Estado. La propia Constitución establece cómo proceder en esos casos: cada Cámara -dice- podrá, con dos tercios de los votos, corregir a cualquiera de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones o removerlo por inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirle de su seno. Es lo que ocurrió en 2002 con la entonces diputada nacional justicialista Norma Ancarani de Godoy. La echaron de la Cámara por "inconducta manifiesta" debido a amenazas a periodistas. Se la vio manifestando su intención de terminar con la prensa: "Ustedes se merecen que les den dos itakazos. A ustedes hay que c... a tiros porque son unos hijos de mil p...", fueron sus dichos. Más atrás, en 1991, hubo otro caso aberrante, el del entonces diputado nacional por el peronismo catamarqueño Ángel Luque, expulsado por haber dicho que él tenía poder suficiente para haber hecho desaparecer el cadáver de la adolescente María Soledad Morales si su hijo hubiera sido el asesino. En aquellas oportunidades, la Cámara baja actuó como correspondía que lo hiciera. ¿Estará la actual dispuesta a aplicar la ley a quien además representa a los legisladores en el Consejo de la Magistratura de la Nación? ¿O la mayoría de sus miembros pretenderá extender los fueros parlamentarios -de los que gozan los legisladores constitucionalmente para no ser molestados por las opiniones o discursos que emitan en carácter de tales- a las amenazas, los insultos y las agresiones que profieran? Puestos en boca de un legislador, los dichos destituyentes no pueden más que amplificarse. El diputado Tailhade integra una fuerza política acostumbrada a los aprietes, a las amenazas, a los carpetazos. Será por eso que ve como normales viles conductas que debieran erradicarse de tan respetable recinto. Otros militantes del kirchnerismo recitan su mismo dogma de violencia: Luis D'Elía, cuando pide que fusilen al Presidente -aunque después haya intentado suavizar la frase diciendo que era una metáfora-; Hugo Moyano, cuando afirma: "El Gobierno va hacia una crisis segura que ayudaremos a desatar"; Raúl Zaffaroni, al reclamar que Macri se vaya "lo antes posible", o Fernando Espinoza, al advertir que "si explota el conurbano, salta Macri y a Vidal le va a costar", entre muchos otros viejos y ocasionales aliados kirchneristas, incluida Hebe de Bonafini y sus repugnantes expresiones contra integrantes del gobierno. Las revelaciones periodísticas y judiciales de las últimas semanas vienen dejando expuesta como nunca antes la megacorrupción kirchnerista. Esa situación aterroriza a los miembros de la asociación ilícita, que, con victimizaciones absurdas y amenazas desembozadas entonan, aunque con matices, la misma melodía destituyente. No les importa la democracia, sino su propia libertad y sus bienes mal habidos, hoy seriamente amenazados. Ese pánico de que alguna vez los alcance la mano de la Justicia es lo que los lleva a anunciar que, tarde o temprano, procurarán vengarse. cz

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