martes, 13 de agosto de 2013
JUICIO Y KASTIGO
Por Nicolás Márquez (*)
La imbecilidad alegre
Corría 1994, se disputaba la Copa Libertadores de América y Boca Juniors (a la sazón dirigido por César Luis Menotti) enfrentaba al poderoso Palmeiras, quien jugaba de local en la ciudad de San Pablo. Allí, el equipo argentino padeció una de las palizas deportivas más apabullantes de su rica historia, perdiendo por 6 tantos contra 1. Al concluir el cotejo, con su proverbial desfachatez Menotti declaró a los medios periodísticos que lo reportearon lo siguiente: “estoy muy contento porque Boca brindó un buen espectáculo”. No aclaró Menotti que los únicos que disfrutaron del espectáculo fueron los simpatizantes del Palmeiras y que la hinchada de Boca, lejos de deleitarse, dedicaron el grueso de sus cánticos a recordar a la madre del DT argentino en términos no muy afectuosos. ¿Por qué razón? Ocurre que es de orden natural y sentido común alegrarse cuando el equipo de preferencias de uno hace un gol y no cuando el gol nos lo propina el cuadro rival. Festejar un fracaso, más que un optimismo voluntarista constituye una sobreactuación signada por la hipocresía y el fingimiento.
No pude evitar recordar esta anécdota futbolística, cuando tras los comicios del día domingo 11 de agosto y pasadas las 23:40Hs, Cristina Kirchner y sus personeros salieron de su bunker enfrentando las cámaras con sonrisas de artificio a “festejar” la peor elección en la historia del peronismo y a “celebrar” que sólo uno de cada cuatro argentinos votó por ellos. En efecto, una esforzada Cristina brindó un discurso pretendidamente festivo en el que “felicitó” a los candidatos suyos que acababan de perder por paliza en todas las jurisdicciones. El show no tendría nada de extraño en sí, excepto por el hecho de que la Presidente intentó presentar el evento no como una derrota aceptada con dignidad sino como un bullicioso triunfo electoral.
En síntesis, festejar la tunda que nos genera una agonía resulta una suerte de optimismo entendido no como una propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable, sino en el sentido chestertoriano: “el optimismo en cuanto imbecilidad alegre”.
Los datos objetivos
Pero más allá de las impostadas prestidigitaciones festivas de Cristina y sus lacayos, lo cierto y confirmado es que el régimen padeció una derrota escandalosa y definitiva, que pone a la dictadura en una crisis irreversible y terminal. De los cinco distritos más importantes de la Argentina, el Frente para la Victoria perdió rotundamente en todos: salió tercero en la ciudad de Buenos Aires, cuarto en la Provincia de Córdoba, tercero en la Provincia de Santa Fé, segundo en la Provincia de Buenos Aires y segundo (por 20 puntos de distancia respecto del ganador) en Mendoza. Como si estos datos fuesen insuficientes, en provincias de menor envergadura electoral pero de alto contenido simbólico como Neuquén o Santa Cruz el oficialismo también padeció significativas derrotas.
Si comparamos los números totales de esta última elección respecto de la acontecida en el 2011 en la que el régimen obtuvo el 54% de los votos, ese caudal hoy ha quedado reducido al 25% de los sufragios (una merma de casi 30 puntos). Y si comparamos estos resultados con la elección del 2009 (la otra derrota que padeció el kirchnerismo desde que detenta el poder), en aquélla obtuvo el 31% de los votos a nivel nacional y ahora sacó incluso 6 puntos menos que cuatro años atrás.
Juicio y Kastigo
Desde estas páginas hemos hecho mucho esfuerzo constante y sonante a fin de concientizar, defender y difundir ideas o valores diametralmente contrarios a los que encarna el gobierno. Incluso, dentro de los muchos escritos que hemos publicado también manifestamos un sinfín de diferencias y críticas para con el grueso de la llamada “oposición”, la cual tanto sea por la falta de confiabilidad de varios de sus referentes como por orfandad ideológica, no nos termina de convencer ni entusiasmar. Ante ello, es dable manifestar que desde una perspectiva republicana (a la que adherimos), no necesariamente nos sumamos al festejo de quienes resultaron ganadores, empero no podemos dejar de saludar con júbilo los resultados electorales puesto que, inequívocamente, importan un punto de inflexión para la sepultura definitiva de esta ominosa dictadura izquierdista comandada por ladrones seriales y mentirosos habituales. Vale decir, celebramos no tanto el triunfo de la oposición sino la derrota de un régimen al que se le acortan las perspectivas de vida
Respecto al devenir inmediato, las elecciones del 27 de octubre muy seguramente importarán el golpe de gracia al kirchnerismo y, una vez que se pueda al fin recuperar la institucionalidad que fuera secuestrada en el año 2003, el siguiente paso deberá ser solicitar, promover e impulsar juicio y castigo ejemplar para Cristina y la banda de malvivientes que ha sostenido, cohonestado y apañado esta farsa apenas simulada por un costoso relato al cual le quedan cada vez menos clientes.
La Prensa Popular | Edición 224 | Martes 13 de Agosto de 2013
(*) Próximo libro de Nicolás “Cuando el relato es una farsa, respuesta a la mentira kichnerista”, en coautoría con Agustín Laje. ¿Cómo comprarlo?. Haciendo click aquí
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