viernes, 31 de agosto de 2018
EL PROBLEMA ES POLÍTICO
El problema es político
Escrito por Sergio Berensztein
Para revertir la situación y recuperar la confianza, el Gobierno debe salir de su encierro en busca del apoyo de los gobernadores y de todo el peronismo moderado
Los manuales de crisis políticas enseñan que uno de los riesgos más importantes que corren los gobiernos es equivocar el diagnóstico, situación que se profundiza cuando se persiste en el error. El manejo de los tiempos y las señales que se envían a las audiencias claves (el mercado, los ahorristas, los votantes)constituyen dos elementos cruciales para recuperar la iniciativa y revertir la situación. Este episodio lleva cuatro meses y es notorio que las cosas están cada vez peor. Comenzó como una crisis cambiaria, pero en mayo ya era evidente que el problema era mucho más complejo: las dudas abarcaban los ejes centrales de la política económica ("los qué"); el método de gestión, en particular de toma de decisiones ("los cómo"),y a los principales colaboradores del Presidente ("los quiénes").
El presidente Macri dispuso cambios en las tres dimensiones: profundizó el ajuste fiscal y recurrió al FMI, decidió cambios puntuales en su gabinete y amagó, al menos, ampliar de manera sutil la mesa chica con la que maneja el día a día. Lamentablemente, los resultados no fueron los esperados: ninguna de estas acciones fue suficiente para frenar la hemorragia, en parte porque fueron muy parciales. Ayer fue un día de furia y el riesgo de que la corrida del tipo de cambio contagie al sistema financiero está latente y aumenta en la medida en que siga la hemorragia de reservas.
Las últimas señales del Gobierno fueron todas equivocadas. En particular, ayer Marcos Peña afirmó que la senda elegida era la correcta, que nos encontramos en un pozo de alta volatilidad, que el tiempo le daría la razón al Gobierno y que la economía no había fracasado. Desde que comenzó la crisis el peso se devaluó más de 100%, el riesgo país está en niveles más altos que cuando gobernaba CFK y el consumo se ha desplomado. Ayer algunas de las principales empresas habían suspendido las ventas como resultado de la alta incertidumbre y la falta de precios. Sería injusto desconocer que aparecen algunas noticias positivas: la Argentina reducirá (no tiene más opción)su déficit fiscal; las exportaciones ayudarán a corregir el rojo comercial; estamos de a poco revirtiendo el desastre energético de los años K, en particular gracias a Vaca Muerta; el turismo doméstico se beneficia con el nuevo tipo de cambio.
Pero estas islas de buenas nuevas no calman a los mercados ni alcanzan para mitigar el miedo que avanza y atenaza a buena parte de la sociedad: tendemos a mirar esta crisis en el espejo de 2001. Una pulsión incorrecta, ya que son situaciones absolutamente diferentes. Pero es entendible que luego del trauma que implicó esa gran caída y de la desoladora experiencia de las administraciones kirchneristas, que fueron precisamente las que llenaron el vacío de poder producido por aquel desbarranco, los argentinos escuchemos una alarma ante episodios de esta naturaleza.
Para revertir esta situación crítica es necesario atacar varios frentes cruciales y de forma coordinada, contundente y simultánea. En primer lugar, el Gobierno tiene un problema comunicacional preocupante. El miércoles pasado malgastó una bala de plata muy importante cuando montó un incomprensible spot publicitario y sobreexpuso al Presidente para anunciar un nuevo acuerdo con el FMI (que no estaba aún cerrado), por el cual el organismo de crédito se comprometía a adelantar los fondos necesarios para el año próximo. Su mensaje duró solo un minuto y 37 segundos, tiempo absolutamente insuficiente para explicarle a la sociedad, y mucho menos a los inversores, el rumbo futuro del país. Ningún funcionario llenó ese vacío hasta última hora y los rumores fueron en algunos casos desatinados, incluida toda clase de teorías conspirativas.
En segundo lugar, urge que se presente un programa integral de política económica que asegure una coordinación efectiva de todas las áreas y cuyos principales objetivos sean estabilizar la economía y generar confianza. Eso no se logra con un avisito hueco y ramplón por parte del Presidente, sino con un giro inmediato de la estrategia política que, hasta ahora, el Gobierno, inexplicablemente, se ha negado a implementar. Por último, es requisito inminente un cambio en el método de toma de decisiones. Queda claro frente al desbarranco del gradualismo y el caos económico de los últimos meses que al menos en la Argentina no se puede hacer política económica sin un ministro de Economía. Es como que un tenista pretenda jugar sin raqueta.
A esta altura de la crisis, el Gobierno debe reconocer que ha licuado su capacidad de influir en las conductas de los principales agentes económicos: puede que sea injusto y exagerado, pero no le creen nada, y tengamos en cuenta que Macri es el presidente más promercado que tuvo el país en muchos años. Tampoco puede terminar de cerrar un acuerdo con los gobernadores, que resulta vital para reducir el déficit fiscal: la desconfianza abarca a los mandatarios provinciales, que entre otras cosas exigen que la maquinaria publicitaria del oficialismo sea también objeto de recortes reales. "Me piden que ajuste mi gasto y mientras me agreden por las redes sociales y siguen financiando a su principal candidata [por María Eugenia Vidal]... b... no soy", refunfuñaba ayer un gobernador peronista con clara vocación acuerdista.
¿Saldrá el Gobierno de su encierro para buscar finalmente el apoyo de los gobernadores y de todo el espectro moderado del peronismo no K que entiende que lo peor para la Argentina es que la situación de caída libre actual perdure?No lo hizo desde una posición de fuerza, luego de las elecciones de mitad de mandato, deberá hacerlo ahora desde la debilidad. Idealmente, la ampliación de las bases de sustentación de un acuerdo de gobernabilidad, estabilidad y crecimiento debería comprender otros factores de poder claves, incluyendo partidos con representación parlamentaria, empresarios, sindicatos y hasta movimientos sociales. El Gobierno siempre descartó esta clase de acuerdos para priorizar negociaciones sectoriales, parciales, puntuales y poco significativas. Los resultados están a la vista.
El escenario de crisis se vuelve más incierto por la dinámica electoral, que genera aún más imprevisibilidad. Por un lado, la alternativa de un retorno de CFK genera, más que temor, desesperación en los mercados. Y aunque sus chances parecen sumamente limitadas, el propio Gobierno es responsable de haber convencido a muchos referentes de que la polarización no era un capricho, sino de que el kirchnerismo en efecto mantenía una influencia relevante. Si esto en verdad es así, ¿qué sostenibilidad tiene el programa de austeridad fiscal al que se aferra el Presidente?En otras palabras, la gestión del Gobierno y el liderazgo de Mauricio Macri son las principales víctimas de su estrategia electoral.
Este debe ser uno de los pocos gobiernos en la historia de la democracia que detesta hacer política, que supone que la gestión, las redes sociales y el contacto del Presidente y algunos funcionarios en los timbreos pueden reemplazar los mecanismos de negociación. Se trata de una peculiar concepción de la política, absolutamente light y, a esta altura, irresponsable. Son esos prejuicios y preconceptos los que explican buena parte de esta crisis.
HIPERINFLACIÓN
¿Rumbo a la inflación más alta de los últimos 27 años?
Por Marcelo Bátiz - 31/08/2018
Los temores del Gobierno por no poder cerrar el año por debajo del 32% de inflación que se fijó como tope en el acuerdo con el FMI podrían pasar al arcón de los recuerdos, de la misma forma en que debieron archivarse rápidamente las pautas del 10% y su corrección al 15%.
La disparada del dólar y los ajustes tarifarios pendientes podrían llevar la inflación de 2018 a un nivel superior al 41% registrado en 2002 y de esa manera colocar al presente año como el de mayor aumento de precios al consumidor de los últimos 27. No hacen falta más corridas cambiarias ni alguna crisis adicional a la que ya viene sucediendo desde mediados de abril. Simplemente, con un promedio mensual del 3,4% entre agosto y diciembre se llegaría a un 41,4% y de esa forma superar la marca del año que siguió al fin de la Convertibilidad.
Ese promedio mensual no sería difícil de alcanzar aun en el caso de que el Gobierno consiga dominar la turbulencia cambiaria y evitar mayores subas en la cotización del dólar. La mayoría de las consultoras prevén para agosto una inflación superior a ese 3,4% y se corre el riesgo de que septiembre cierre con un índice mayor, en parte por los ajustes esperados en las tarifas del autotransporte y ferrocarriles en el área metropolitana, en los precios de los combustibles y principalmente en el efecto de la suba ya operada del dólar en el valor de los productos de consumo masivo.
Si bien se descarta que toda la devaluación del peso se traslade de inmediato a los precios, no podrá evitarse su paulatino “efecto residual” en los meses siguientes. En los que, además, habrá que esperar nuevos aumentos en las tarifas de servicios públicos ajustadas por dólar, como el gas y la electricidad.
Después del 41% de 2002, el año con mayor inflación del último cuarto de siglo fue 2016, con el 40,3%, seguido por el 38,5% de 2014. En estos dos casos, la fuente fue el denominado “IPC Congreso”, un promedio de diferentes consultoras realizado por diputados de bloques opositores. En 2016 debido a que la conducción del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) resolvió discontinuar la serie luego de la manipulación y alteración de datos realizada desde enero de 2007 y que invalidaron todas las cifras oficiales a partir de entonces. Incluidas las de 2014, cuando se debió recurrir a la información de diputados de la entonces oposición que luego formaron parte del Gobierno de Cambiemos, como Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich.
De esa manera, 2018 podría ser el año de mayor inflación después de 1991, cuando se alcanzó un 84% en gran medida por el 51,9% del primer trimestre, previo al inicio de la Convertibilidad. Si esos porcentajes impresionan, qué decir del 4.923,6% de 1989 y el 1.343,9% de 1990. En 1992, primer año de vigencia plena de la ley 23.928, el IPC fue del 17,5% y siguió descendiendo en los años siguientes, con deflaciones en 1999, 2000 y 2001.
Después del 41% del 2002, hubo un brusco descenso al 3,7% en 2003 y desde 2004 la inflación volvió a mostrar una tendencia ascendente, si bien manteniéndose en un dígito anual hasta 2005. Luego del 10,7% de 2006, en enero de 2007 comenzó un proceso de manipulación de las estadísticas oficiales que obligó a recurrir a diferentes fuentes privadas y a índices de organismos provinciales, con un máximo del 38,5% en 2014.
La Presidencia de Mauricio Macri comenzó con una inflación del 40,3% en 2016, que bajó al 24,8% en 2017.
Si bien desde un principio la mayoría de las consultoras desechó la posibilidad de que se cumpliera en 2018 la meta oficial corregida del 15% anunciada el 28 de diciembre de 2017, en todos los casos se admitía un desvío de no más de cinco puntos porcentuales.
A medida que pasaban los meses, se fue haciendo evidente una brecha cada vez mayor entre la pauta oficial y la inflación real. A cuatro meses de la finalización de 2018, no sería descabellado prever un Índice de Precios al Consumidor Nacional que supere al 41% del 2002.
Pacificación Nacional Definitiva: CIFRAS
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jueves, 30 de agosto de 2018
Habla la experiencia: MARCHA FEDERAL POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA
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AFLOJEN CON LOS CUADERNOS !!
¡¡¡ AFLOJEN CON LOS CUADERNOS !!!
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En apariencia, ese fue hoy en la City Porteña, el meta mensaje que los K, le dieron a los Mercados.
Y en consonancia con ello, las Mesas de dos Bancos Claves como el Macro de Brito y el Supervielle
de los hermanitos Rodríguez Saá, salieron en captura de los quinientos palos gringos que vendió el
Central, para que el alza no se detuviese.
Tanto uno como los otros dos y con sobradas razones para que la investigación de Bonadío no avance,
le tendieron una mano a Kretina con miras a su inminente indagatoria la semana entrante.
Entre los tres, pueden inundar el pequeño universo monetario de la Argentina, toda vez que pueden
calotearse todas las ofertas de Caputo, hasta secar todas las reservas, incluidos los próximos desembolsos
de Lagarde.
Tal vez, deba intervenir directamente el Pato Donald cuando Macricio cante la "seca".
Pero según lo que aquí se comenta, no es tan fiable que EE UU se involucre tan directamente en un salvataje
de último minuto.
Toda vez que, las elecciones de medio término serán en noviembre y los farmers son renuentes a que la
amistad de este bestia con nuestro goma lo conduzca a socorrer a un país, sin gravitación ninguna en el
escenario internacional.
Lo que nos depositará nuevamente en el limbo Argentino que siempre acecha en las penumbras.
El cabezón quiere a toda costa imponerlo a Lavagna como nuevo Presidente.
Pero no le alcanza con tener a Massa de su lado, porque ese pulastrón no mueve ningún amperímetro.
Salvo, aunque mucho lo dudo, que recurra a liderar los próximos saqueos navideños.
Porque no vivimos en la misma Patria que teníamos en 2001.
A diferencia de aquél amague fratricida, el venidero se saldrá de proporciones.
No tenemos FF AA para detener a las Masas a diferencia de aquéllos tiempos.
Y sin fierros oficiales, cualquier intentona destituyente, será un albur con secuelas imprevisibles.
La tan temida calle hoy no es de nadie.
Ni del Pro, ni de los K, ni de nadie más.
Costará bastante que se produzca un desenlace programado por la peligrosísima ausencia de liderazgos.
Kretina, en menos de tres meses no se animará a salir de donde habite, porque solo provocará la ira popular.
Lilita perdió la oportunidad de descender del bondi oficial.
Es demasiado tarde ya para ella, desde que pontificó que el verde no se movería más allá de los 23 pesos.
Pero en esencia, su desatino no es muy diferente a cualquier otro/otra que alguna vez tuvo votos prestados.
Felipe un tanto diletante, por lo que vemos no logra arrancar.
Y las expectativas de un enroque antes del diluvio se desvanece sin remedio.
Admito que mis pronósticos de un dólar a cien pesos para fin de año, no fueron del todo acertados.
Por cuánto es posible que dicha paridad se alcance en septiembre.
Aunque ratifico que de alcanzar las tres cifras, luego no importará a cuanto cotice, porque todo la economía
será dolarizada.
El póstumo manotazo de ahogado que le resta a Macricio sería la vuelta a la convertibilidad.
Pero ello se torna abstracto, a poco de colegir que reemplazar la masa monetaria, implicaría hacerse de un
equivalente en verdes al PBI que es de quinientos mil millones de dólares.
Solo sería factible, si todos los Compatriotas que mantienen sus tenencias en dólares, las repatriasen.
Un dislate sobre el que no me detendré en su hipótesis, por lo absurdo con solo imaginarlo.
En unos días, según comentaron esta tarde en Wall Street, Mike Pompeo, le remitirá al Banco Mundial, un
detallado paper con los detalles de la intervención de los administradores de los Fondos K, en la brutal suba
de la lechuga.
Y es más que probable, comenzar el avizorar que Macricio & Kretina pagarán con sus pescuezos tantas osadías.
Las del primero, por el lavado de los activos de Socma.
Y la segunda, porque será desnudada en su dolosa participación de al menos trescientos mil millones de dólares
que nos robó a todos los Argentinos, con el arreglo de la Obra Pública y los subsidios.
Tal vez, si cae el telón con las cabezas de los dos, un hito refundacional principie.
Nadie lo sabe; ni siquiera nosotros que tenemos acceso a información privilegiada cotidiana.
Solo por la vecindad a quienes deciden lo que pasa y lo que sucederá.
Pero, por el momento, receptemos el mafioso mensaje de Brito y los Puntanos...
¡¡¡ AFLOJEN CON LOS CUADERNOS !!!
Cordialmente carlosbelgrano536@gmail.com
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Pacificación Nacional Definitiva: FELICIDAD, AGRADECIMIENTO Y RECONOCIMIENTO EN EL D...: Estimados Amigos Abogados: Deseamos expresarles nuestro muy cordial y respetuoso saludo en vuestro día. En el cual se conmemora la...
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FLAN MACRI
SOLUCIONES EXISTEN PERO YO NO LAS TENGO
Esta cita es un mero y burdo plagio.
Pero literalmente fue lo que indicó Ricardo Balbín, cuando a comienzos de marzo en 1976, lo consultaron sobre el futuro inmediato del gobierno peronista de Isabelita.
Hoy, el exégeta de aquel radical quien murió muy frustrado, por haber desechado su candidatura y única oportunidad de acariciar la Presidencia en 1963, cuando la relegó en favor de Arturo Illia, es Eduardo Zapiola Duhalde.
Con la sola reproducción de una frase: a Macri lo veo como el orto.
No se requieren más renglones para trazar el epitafio de Macricio, el Pro, Cambiemos, Lilita y toda esta mersa del gobierno.
Que, caerán simplemente por un efecto retardatario de gravedad, como la manzana de Newton.
Alguien que dicen, se está probando el disfraz de bufón, esto es, el de nuevo Mandatario es Ricardo Lorenzetti.
Tiene, admitamos, bastantes chances de hacerse de la presidencia en una Asamblea Legislativa, porque ninguno
de esos pungas senatoriales, tendrá el suficiente respaldo para imponerse sobre cualquier otro candidato.
Esa y ninguna otra, es la inteligencia del Resolutorio de la CFCP que, en un Fallo tan inédito como nulo, legisló respecto a la imprescriptibilidad de las Causas de Cohecho, desde los tiempos del Turco.
Dicha, digamos Sentencia, únicamente hubiese podido ser válida si el Hipódromo Parlamentario, la hubiera votado y sobre tablas en ambas Cámaras.
Lo decidido en tal sentido por un juez -Gustavo Hornos-, cuasi uxoricida de su propia esposa y su compinche Juan Carlos Geminiani; el mismo que ordenó detener a una Secretaria Letrada de esa misma Cámara, como podrán imaginarse, carecen del menor intersticio para ser Magistrados, porque son y fueron meros alcahuetes de los K en su momento y de Garavano & Angelici, desde febrero de 2016 hasta hoy en la mañana.
Ése es el mismo dilema que enfrentamos hoy todos los Ciudadanos, con arrepentidos-colaboradores, cuyas listas, antes que los empresarios y la recua kirchnerista, deberían de estar encabezadas por los Bonadío, Casanello, Canicoima Corral, Rodríguez, Marijuan, Torres, Lijo, Martínez de Georgi, Rafecas, Wechsler, Irurzun, y todos los lame culos de este gobierno que, deberían estar tan privados de la libertad como a quienes ellos encarcelan.
Cientos, por no decir miles de Lectores, me han solicitado desde esta tarde, dos palabras sobre la tendencia alcista del dólar y su proyección.
Vaya esta reflexión.
Antes que abriera este pedorro mercado cambiario que, no mueve ni por mucho los doscientos palos gringos diarios, Macricio emulando a Juan Carlos Pugliese en junio de 1989, les pidió a los especuladores que no saturen
las compras de verdes.
Y como ya referencié hasta el hartazgo que, como Alfonsín y De la Rúa, no le entra el país en la cabeza, no advierte que está en lo profundo de una ratonera y con la trampera en el orificio de salida y la imposibilidad de liberarse de un cautiverio al que, ingresó sin ayuda por obra y gracia de su propia oligofrenia.
Alguien, no se quien, aunque me soplaron que el tapirito Frigerio, le dijo crudamente que, debería de enviar a la banquina desde a Marquitos Peña y todo el gabinete sin excepciones.
Y que con otro salvataje extraordinario del FMI que, muchos dudan, le arroje otra soga superior a diez mil palos,
este caos es indetenible por dos parámetros diametralmente opuestos, a saber:
A) Si mañana le imparte la orden a un filibustero como Toto Caputo que no inyecte dólares a la Plaza, la lechuga picará a los cincuenta pesos por cada billete con el daguerrotipo de Washington en las dos ruedas que restan hasta el lunes.
Y en el próximo super martes, todos los pesos de las Lebacs no renovadas, lo harán trepar aproximadamente a setenta mangos.
B) Si por el contrario, sigue ordenando, sacrificar reservas que no tiene porque no son genuinas, esos valores, se
demorarán casi un mes, ergo, a fines de septiembre, con lo cual, el resultado será idéntico.
Y como ya les he bosquejado mi inferencia, entre setenta y cien pesos por dólar, lo tendremos entre fines de octubre y fines de noviembre.
Sin embargo, para que, el desprevenido Lector, decodifique con extrema racionalidad, mis admito, agoreros guarismos, debe tomar debida nota de algo.
Si un Presidente como Macricio -ya graduado y con honores de Carlitos-, se solaza con la idea de un primate que, apostemos nuestro futuro inmediato a uno ó más créditos-puente para cerrar el Presupuesto;
necesitará ser muy pelotudo cualquier analista de mis razonamientos, para disociarse de mi idea de una catástrofe sin proporciones conocidas. en ciernes.
Porque nadie -ni un lactante-, puede comprar la idea fuerza que, pretende vendernos Macricio sobre el porvenir.
Todos los movimientos anarco-sindicalistas, desde la rebelión de los esclavos por parte de un esclavo Tracio, conocido como Espartaco, pasando por Pugachev en tiempos de Catalina la Grande en adelante, las turbulencias
de los postergados & oprimidos, son sucedáneas nada más que como consecuencia de los excesos.
Cien mil millones de dólares, timbeados por el gobierno en este último año, conforma ese fermento que, provocará su derrocamiento y/o su fuga y captura si pretende espirarse.
Ése y ninguno otro será el escenario decembrista que, afrontaremos nos guste ó disguste.
Nuestra lastimosa prensa, alimenta sus expectativas con los cambios de ministros, como si eso va a resolver que, el dólar baje.
Porque en su orfandad cognitiva, no advierten sus exponentes, grandes y chicos, y desprovistos de una formación
para decodificar que al Argentino que concurre a cualquier Casa de Cambio para adquirir un promedio de entre 500 y 1000 dólares para atesoramiento, le importa un soberano carajo quien se va o se queda.
Toda vez que a cuanto le desconfía es al mismo Aparato en su factor endógeno, no exógeno.
Y porque sabe y le consta que toda esta construcción de Macricio es el verdadero y auténtico FLAN.
Hagámonos a la idea y resignación como lo profetizó el Chino Platense que...
SOLUCIONES EXISTEN PERO YO NO LAS TENGO.
Cordialmente carlosbelgrano536@gmail.com
miércoles, 29 de agosto de 2018
TREMENDO MENTIROSO
Macri sabía que no le alcanzaba la plata
Por José María González - 29/08/2018
Este miércoles, Horacio Rodríguez Larreta reveló que el Gobierno ya sabía el 20 de junio pasado que "no alcanzaba" con el crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y que se iba a tener que salir a buscar más dinero en el mercado.
En ese marco, el jefe de Gobierno porteño reconoció que la Argentina está en un "contexto económico complicado"e indicó que los dirigentes de la alianza Cambiemos saben que "hay gente a la que se le complica y somos conscientes de eso”.
A su vez, Larreta destacó que hoy Macri "dio unas palabras de tranquilidad"al mercado financiero, señalando que está asegurado el financiamiento para lo que resta del año y todo 2019. Y añadió, en declaraciones al canal A24:"Una manera de colaborar con esto son todas las obras que se están haciendo en la Ciudad. Hoy tenemos récord histórico de obreros de la construcción trabajando. Nuestra forma de colaborar es esa".
Según estimó el mandatario de la CABA, con lo que anunció el Presidente hoy "se alcanza a cubrir el financiamiento para el año que viene, para darle tranquilidad a todos los inversores".En esa línea, Rodríguez Larreta habló sobre el acuerdo de crédito con el Fondo Monetario Internacional y reveló: "En ese momento (20 de junio) sabíamos que además de ese dinero del Fondo se iba a necesitar salir al mercado".
El jefe de Gobierno de la Ciudad indicó también que lo que anunció el Presidente hoy está dentro de los 50.000 millones de dólares del acuerdo inicial con el Fondo: "Lo que iba a ser para 2020 se adelanta a 2020", aclaró.
AFANO
Ninguna conspiración, CFK robó a mansalva
Christian Sanz - 29/08/2018
Cristina Kirchner se victimiza, se defiende como puede... y derrapa. Asegura que una suerte de conspiración interplanetaria se ha vuelto contra ella, por sus medidas en favor de los más pobres.
De esa manera intenta explicar la movida judicial que la tiene a mal traer.
Es un argumento trillado, casi vetusto y anacrónico, que cae por propio peso en el preciso momento en el que exfuncionarios que la frecuentaron aportaron detalles acerca de cómo robó en su paso por la función pública.
¿Cómo se entendería, sino que tipos como José López, Claudio Uberti, Roberto Baratta, y tantos otros admitan inculparse -e inculparla- si no hubiera algún viso de realidad en el expediente que llevan adelante el tándem Bonadio/Stornelli?
¿Por qué reputados empresarios dirían lo que dijeron, que los condenó al ostracismo para siempre, si no fuera real lo que anotó el chofer Centeno en sus cuadernos? Nada tendría sentido si la trama no fuera real. Más aún: sus propios "compañeros"partidarios, que supieron acompañarla desde el peronismo, la han "mandado al frente".Ninguna conspiración. La verdad es mucho más sencilla y lógica: Cristina acopió para sí misma millonarios fondos públicos. En otras palabras: "Choreó".
No es casual que, al ser consultada en 2012 por su descomunal patrimonio -en plena Universidad de Harvard-, apenas haya atinado a mencionar que había amasado esos fondos como "abogada exitosa".Es, como mínimo, curioso: no existe un solo expediente en el que se haya desempeñado como tal, ni ninguna persona que refiera haber sido defendida por ella. No obstante, su patrimonio creció 3.540% en solo ocho años, a razón de 26 mil pesos por día.
¿Hace falta algún otro elemento para terminar de entender la magnitud del latrocinio cometido por Cristina? Pareciera que no. Baste mencionar que ella misma parece poco afecta a defenderse. En lugar de decir que es "inocente" -frase que jamás ha pronunciado hasta ahora-decidió subir la apuesta.
Por un lado, aseguró que no se arrepiente de nada de lo que hizo - ¿Nada de nada, en serio tal soberbia? -;por el otro, advirtió que la cartelización de la obra pública no empezó en 2003, sino mucho antes. ¿No fue una admisión tácita de la corrupción en su propio gobierno?
No hay mucho más para decir, apenas recordar, si cabe, aquella frase del escritor francés Georges Bernanos: "El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es 'el fin justifica los medios'. "
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Pacificación Nacional Definitiva: HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL AVIÓN HÉRCULES C-130, ...: El 28 de agosto de 1975 el avión Hércules C-130, matrícula TC-62 despegaba del Aeropuerto Benjamín Matienzo, transportando 114 gendar...
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lunes, 27 de agosto de 2018
Pacificación Nacional Definitiva: ELLA, LA PEOR DE TODAS
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Pacificación Nacional Definitiva: UNA REACCIÓN CULTURAL COMIENZA EN EL NORTE
Pacificación Nacional Definitiva: UNA REACCIÓN CULTURAL COMIENZA EN EL NORTE: Desde nuestro modesto lugar manifestamos un fuerte apoyo al Diputado Provincial de Salta Andrés Suriani , es impensable que en el Siglo ...
domingo, 26 de agosto de 2018
HASTA EL HUESO.
Hasta el hueso
Escrito por Omar López Mato
Un viejo aforismo médico indica que cuando existe una severa infección es menester abrir el absceso cortando lo más profundo que se pueda, sin asco, sabiendo que una duda en la terapéutica puede llegar a la pérdida del miembro y aún de la vida. Los cuadernos Gloria son la comprobación fehaciente de todo lo que venimos denunciando desde hace años en las páginas. Solo le pusieron hora, lugar, cifras y algunos nombres que se desconocían. La ley del arrepentido hizo el resto.
Ahora es el momento de Karaoke político, con una estampida de arrepentidos que van sumando adoquines al camino del dinero K. Las primeras estimaciones nos dicen que estas “desprolijidades”en la obra pública nos han costado la friolera de 36.000 millones de dólares; a esto habrá que sumarle otros rubros de esta caja de Pandora de consecuencias imprevisibles.
No sabemos cómo termina todo, y qué cambios nos esperan en la bendita Argentina. Por de pronto, gran parte de la estructura política sindical y empresarial se encuentra conmovida por la posibilidad de ir presa y/o perder sus prerrogativas. Muchos de ellos conformaban una cleptocracia corporativista de aceitados engranajes que aseguraban su permanencia en el poder. Creando castas y puestos hereditarios. Los K cometieron el pecado de la soberbia y de la codicia; no supieron hacer bien las cuentas y de esa forma estrangularon a la gallina de los huevos de oro. El país es rico, pero no infinito. Manejado por bestias no hay fortuna que alcance.
Si seguimos sumando dinero a las pérdidas ocasionadas por la corrupción, la inseguridad jurídica y la desinversión que ésta acarreó, se explica por qué está estancado el PBI rondando los 600.000 millones desde hace años, (remito al lector al excelente artículo de Emilio Ocampo del 23 de agosto en Clarín) y cómo el crecimiento vegetativo ha disminuido el ingreso per cápita. Con el 1.2 % de crecimiento anual por 12 años de gobierno K se explica por qué tenemos el estigma del 30 % de pobres, ya que nuestras desventuras vienen, como dijo la caradura de Cristina, desde tiempo antes.
Cuando sigamos sumando los distintos tachos de corrupción que se abrirán en un futuro próximo no sería raro que la plata desaparecida por la corrupción llegue a un 30 % del PBI (los 200.000 millones que sostiene el Presidente).Para tener una idea de la dimensión, es como si durante 120 días de un año todos los argentinos nos fuésemos de vacaciones y nadie hiciese nada. ¿Qué pasa si toda su familia se va de vacaciones por cuatro meses sin contar con el dinero para bancar el dolce far niente?Usted sabe la respuesta. La economía (oikos = casa) es muy semejante a la administración de una casa. Si no trabaja, no gana. Si gasta de más, la plata no alcanza, y si pide prestado y no devuelve, ya nadie le fiará. Y si encima le roban ¿qué puede esperar?
Vale preguntarnos: ¿Cuál era el plan maestro del kirchnerismo?Hacer mierda todo (perdone el exabrupto, pero es lo más descriptivo). Era muy parecido al plan venezolano, que a su vez se copió del cubano: Comprar voluntades, y una vez que el dinero legítimo se hubiese acabado, recurrir a la confiscación de los bienes privados para seguir la fiesta, esperando una nueva bonanza de la soja o el petróleo o el apoyo de una potencia (como el de la Unión Soviética, que permitió el sostén económico del endeble régimen cubano).Lo importante para la oligarquía K era blindarse con mucho dinero para eternizarse en el poder, al mejor estilo Mao, Stalin, los Castro, Somoza, Torrijos, etc. Para mantener la máscara democrática, les falló la alternancia en el poder por la muerte de Néstor, la falta de preparación de Máximo y ¡sobre todo! no calcularon la persistencia opositora de un grupo de argentinos que no nos tragamos el cuento.
Esa película ya la habíamos visto…
Ahora los K solo esperan que alguno de los múltiples escollos económicos que sembraron mine la posición del macrismo, agregado a los problemas que vienen del exterior (por las políticas de Trump, que también se muestra dispuesto a apoyar a Macri como para que no se despelote el patio trasero de U.S.A.),y algunas “inocencias”de este gobierno… Todos estos problemas van creando un clima hostil. Los agoreros pronostican un diciembre complicado. Es menester adelantarse…
Por esto, y porque es lo que se debe hacer para extirpar la corrupción de cuajo, el gobierno debe profundizar la exposición de la trama podrida de la Argentina en todos sus aspectos. Abrieron la caja de Pandora y deben salir todos los demonios. No la pueden cerrar ahora, no se debe retroceder. Hay que seguir caiga quien caiga.
Probablemente el macrismo no pueda llegar a la ansiada Pobreza Cero, pero quizás sea el inicio de un país con Corrupción Cero. Difícil, pero no debemos perder la esperanza. Sin corrupción ¿podremos arrancar? ¿Podremos armar un país normal?Nuestros vecinos han crecido desde la década del ’80 ¿Por qué no lo hicimos nosotros? La corrupción es solo una de las respuestas. Gravísima, sí, pero no es la única culpable de nuestro atraso.
Ahora se está revisando la obra pública, después seguirán con el destape de Vialidad, Energía, YPF y Salud, donde se malgastaron fondos en una pesada administración burocrática y sindical, con erogaciones excesivas en medicamentos, compras de servicios y suministros, licitaciones viciadas y contratos elegidos a dedo dentro de PAMI y IOMA para empezar.
Hay un duro camino para recorrer. Veremos cuánto dinero se puede recuperar (¡Cientos de personas están dispuestas a dar datos sobre dónde está la plata K!)¿Quiénes más caerán? ¿Cuántos empresarios se sumarán al Revival de Roberto Galán y su “¿Si lo sabe, cante”?
¿Cuántas marchas deberemos hacer para que nuestros Diputados (que nos cuestan 25 millones de pesos anuales) y nuestros Senadores (que nos salen el doble) entiendan que el Congreso no es un aguantadero? ¿Cuántos cuadernitos están esperando ser exhibidos y hasta dónde están algunos dispuestos a seguir con el código de silencio, defendiendo a una mujer que considera a sus allegados unos “pelotudos”? ¿Quiénes estarán dispuestos a encabezar los disturbios para apoyar un plan nacional y popular que tiene todas las posibilidades de llevar al país a la ruina total?La joda del kirchnerismo la pagamos entre todos. ¿De dónde sacarán la plata para bancar otro festival populista?Nuevamente será de nuestro bolsillo…
Hay que clavar el bisturí y que no tiemble el pulso.
Omar López Mato
Médico y escritor
CONVENTO DE LA JODA
Historia confidencial: monasterios, bolsos y abusos sexuales
Federico Andahazi - 25/08/2018
Los cuadernos de Centeno dejaron a la vista el método de apropiación sistemático de los dineros públicos a través de un rústico sistema retornos entre políticos y empresarios. Esta estructura ya había sido probada con éxito en Santa Cruz. Con la llegada del matrimonio Kirchner al gobierno nacional, se extendió el mecanismo a todo el territorio, aunque el know how y la renta negra quedó en las mismas cuatro manos. Los Kirchner no se caracterizaban por la generosidad sino, más bien, por el desprecio hacia sus secuaces.
Tal vez fue ese mismo desprecio el que llevó a José López a convertirse en arrepentido. Su nueva condición judicial pone algo de luz sobre el misterioso Monasterio de Gral. Rodríguez y depara enormes sorpresas sobre la relación secreta de la Iglesia con el kirchnerismo. Ironías de la fe, el testimonio de López es una nueva cuenta que se suma a un rosario de arrepentidos y testigos. En estas últimas horas habló otro chofer, cuya identidad quedó bajo reserva, quien declaró haber llevado bolsos con dinero a ese mismo convento.
Este nuevo testimonio demuestra que los bolsos de López no fueron los únicos ni fueron un aislado rapto de misticismo. ¿Quién pagaba el sueldo del chofer que llevaba bolsos al convento?La Universidad de la Matanza, a través del armado de desvío sin controles diseñado por De Vido. El mismo camino del dinero que iba a parar a las manos de Andrea del Boca y Pablo Echarri. Pero hay un dato todavía más asombroso: ni Centeno ni el chofer con identidad reservada fueron los primeros en hablar: en agosto de 2016 dos choferes de López, Perrone y Ledesma, declararon ante el fiscal Federico Delgado.
¿Qué dijeron hace dos años?Que era habitual el viaje al convento de Gral. Rodríguez. Perrone, reveló que llevó a López en varias ocasiones y que en una oportunidad lo trasladó al ex ministro de Planificación, Julio De Vido. El testimonio de Centeno, en realidad confirma el de aquellos choferes y consolida fuertemente la serie de testimonios. A partir de las declaraciones de estos cuatro choferes, se deduce la cantidad de bolsos con dinero que fueron a parar al monasterio y explican a las claras para qué servían las enormes bóvedas ocultas debajo del piso de la nave central.
Pero, ¿qué es ese convento?Se le quiso restar entidad, se dijo que no tenía relevancia, que se cerró por falta de fieles y que era una fundación privada, ajena a la Iglesia. Falso. El monasterio pertenecía al corazón de la Iglesia. El fundador del Monasterio fue Rubén Héctor Di Monte, Arzobispo que condujo la diócesis de Mercedes-Lujan, la más importante del país, hasta 2007. De hecho, vivió en el convento desde 2007 hasta su muerte en 2016. Di Monte era amigo personal de De Vido y de López. Solía visitarlo Scioli, la esposa de De Vido y Alicia Kirchner. Es decir, ese convento era un centro espiritual K. Y acá nos encontramos con un dato increíble: el fundador del Monasterio, Di Monteestaba directamente vinculado a la obra pública. Más aún, a la primera obra licitada del gobierno kirchnerista: la restauración de basílica de Luján que costó más de 100 millones de pesos y 10 años de obras.
¿Quiénes eran los anteriores amigos de Di Monte cuando era secretario ejecutivo del Celam y presidente de Cáritas?El represor Pajarito Suarez Mason y el emblemático general de la dictadura Cristino Nicolaides. Pero sus vínculos se extendían a Menemy fue íntimo amigo del banquero Raúl Moneta. Di Montesabía relacionarse con el poder de turno. Ahora bien, ¿quién denunció los nexos del fundador del centro espiritual kirchenrista con la dictadura? ¿Un “grupo de tareas de la derecha”, como llamó Cristina a Diego Cabot y los periodistas que sacaron a la luz los cuadernos de Centeno?No, Fue la propia prensa kirchnerista durante su pelea con Bergoglio.
Diario Página/12 y Horacio Verbitsky son los autores de las denuncias que más complican a Bergoglio por sus vínculos con la dictadura y el secuestro de dos religiosos. Notas que luego de váyase a saber qué pacto, Verbitsky decidió bajar del archivo.
Pero sigamos con la trama de los prelados: la mano derecha de Di Monte fue Monseñor Oscar Sarlinga. Sarlinga fue nombrado obispo de Zárate-Campana, pero renunció en 2015 acusado de lavado de dinero, desvío de subsidios para comedores infantiles del Ministerio de Desarrollo Social y tratos abusivos entre otras delicias. Y aquí lo más sorprendente, ¿para qué usaba el obispo ese dinero mal habido?Se supo que ocultó una retención de fondos de la diócesis para pagar un arreglo extrajudicial por una causa de abuso sexual de un sacerdote que Sarlinga se ocupó piadosamente de cubrir.
Silvana Bentancourt, ex directora de Cáritas diocesana, declaró que fue apartada de su cargo por “permanecer fiel”a sus principios “sin ser cómplice de situaciones indecentes, inmorales y fuera de los sacramentos”de la fe católica, que habría vivido “cotidianamente” en su ámbito de trabajo bajo la órbita de Sarlinga.
Umberto Eco nos deleitó con aquél convento que ocultaba libros maravillosos. El nuestro, mucho más secular, ocultaba aquello que despertaba los bajo instintos del matrimonio presidencial: bóvedas, bolsos, corrupción y abusos. Se sabe, los kirchner nunca fueron grandes lectores.
CUADERNOS AL VIENTO
A los cuadernos se los lleva el viento
Francisco Olivera 22/08/2018
La broma viene de Brasil. Asimilados ya los costos del Lava Jato, los empresarios describen la evolución del escándalo con una imagen: al principio de la investigación era necesario darles a los arrepentidos tres cachetazos para que se dignaran a hablar; pasado un tiempo no alcanzaban cinco bofetadas para hacerlos callar.
Es la dinámica en que parece haber entrado la Argentina hace dos semanas. Ya no hace falta certificar si, como dijo, Oscar Centeno quemó en la parrilla sus anotaciones originales: más inquietantes que los cuadernos son las declaraciones de quienes quieren salvarse de ellos. Casi nadie se acuerda ya de que la primera prueba del caso brasileño no tuvo siquiera soporte en papel: convencida de que detrás de una estación de servicio de Brasilia con 16 surtidores, un minimercado, un café y un lavadero de autos se escondía en realidad una cueva financiera, la policía federal encontró allí en 2013 un correo electrónico en el que Alberto Youssef, uno de los jefes de la organización, hablaba de una camioneta Range Rover Evoque que acababa de regalarle a Paulo Roberto Costa, que había sido director de Abastecimiento de Petrobras entre 2004 y 2012.
Fue el indicio del vínculo entre la empresa estatal y una red ilegal de lavado y sobornos. Ni ese regalo caro ni mucho menos el mensaje virtual que lo acompañó quedarán tanto en la historia como la declaración que, sin cuaderno alguno, le dio después a la Justicia el arrepentido Marcelo Odebrecht, conocido hasta entonces como "el príncipe de la obra pública", en una causa que superó largamente el centenar de condenas y que dejó a Brasil en una crisis de la que no ha terminado de salir.
Entenderlo es vital para calibrar la magnitud de lo que está ocurriendo en la Argentina al cabo de más de una década en que funcionarios y empresarios se han manejado con menos reparos que en cualquier otro lugar del Mercosur. Lula está preso acusado de recibir un departamento de tríplex en Guarujá como soborno, pero nadie declaró hasta ahora en la Justicia haberle encontrado bóvedas o más de 20 valijas con aportes de empresas en su domicilio, como hizo esta semana Claudio Uberti con sus antiguos jefes. Y los conventos de monjas brasileñas tampoco acostumbran, que se sepa, a recibir a las 3 de la madrugada visitas de exsecretarios de Estado con 10 millones de dólares encima.
La verticalidad del esquema kirchnerista permite además sospechar que la investigación está en su primera etapa. La obra pública es apenas una de cinco grandes cajas que, según los testimonios de empresarios, sindicalistas y exfuncionarios, reportaban al mismo conductor. Falta adentrarse en cuatro: YPF, el transporte, la relación con Venezuela y las ramificaciones locales del caso Odebrecht.
Por eso hay empresarios nerviosos. Algunos prefirieron no ir anteayer al foro que la Asociación Empresaria Argentina organizó con la idea de mostrar las potencialidades del país. Solo Daniel Pelegrina, de la Rural, y Miguel Acevedo, líder de la Unión Industrial Argentina (UIA), estuvieron en el Sheraton en representación del Grupo de los Seis, y faltó además la mayor parte del staff de la Cámara de la Construcción, entre ellos, Aldo Roggio. ¿Quién podría ser el próximo señalado en una declaración? José María Olazagasti, detenido hace dos viernes, fue interlocutor de todos y a quien vieron en 2009 jactarse de haber gestionado personalmente, por ejemplo, la indemnización que Techint recibió por la estatización de Sidor en Venezuela. Él viajó varias veces no solo a Caracas para tratar estas cuestiones con Rafael Ramírez, expresidente de Pdvsa y excanciller bolivariano, sino también a Ecuador para negociar con el gobierno de Rafael Correa cuestiones sensibles como la frustrada participación de Enarsa en el 30% de Coco Codo Sinclair, la represa más grande de ese país. Era un secretario privado con atribuciones de funcionario.
Los críticos de la convocatoria empresarial al Sheraton creen ahora que tal vez la actitud de Roggio, que declara como arrepentido, sea en adelante el mejor camino para los involucrados en la causa de los cuadernos: esperar, bajar el perfil, no participar de encuentros públicos con el Gobierno que podrían ser interpretados como corporativos y, lo más importante, dar un paso al costado en sus empresas. Es lo que hizo el constructor cordobés.
La recomendación, deslizada en voz baja por quienes aguardan ansiosos novedades de la causa, no pretende eximir de responsabilidad penal a quienes pagaron coimas, pero sí al menos acotar efectos negativos.
Tal vez sea tarde. La actividad económica recibirá sin duda el impacto más relevante. ¿Qué banco estará en condiciones de financiarles a empresas sospechadas proyectos para, por ejemplo, los programas de participación público-privada con que el Gobierno pretende atenuar el ajuste?Con una situación económica más sana, contratistas multinacionales podrían sin embargo ver una oportunidad y presentarse en licitaciones que les han quedado éticamente vetadas a los locales. Es la proyección con que los partidarios del PT objetaron las primeras acusaciones a Lula, que atribuían a conspiraciones de constructoras norteamericanas urgidas por entrar en el cerrado mercado brasileño. Si eso ocurre aquí, habrá que tomarlo como una conmovedora apuesta por el largo plazo: ¿qué multinacional elegiría meterse en la economía real cuando, dado el actual nivel de riesgo país, obtendría hasta 10% de rentabilidad en dólares por un bono argentino?
Pero, más que patriótica, la perturbación de los contratistas argentinos es por supervivencia. JBS, el frigorífico de los hermanos Batista, uno de los grupos más implicados en el Lava Jato, tuvo que pagar una multa de 3500 millones de dólares, la penalidad económica más alta de la historia de los casos de corrupción en el mundo, y vender varios activos en distintos países para poder subsistir. ¿Qué empresa estaría aquí en condiciones de afrontar eso?
Es el abismo al que, ya antes de los cuadernos de Centeno, y solo por el viento que soplaba en la región, le temían los más sagaces de la obra pública argentina. Y que empujó desde diciembre de 2015 a muchos de ellos a participar en proyectos que orillaban el costo. El gobierno de Macri pudo en esos días jactarse de estar ahorrando fondos de los contribuyentes.
Fue breve y sutil. Algo así como un lavado de cara solo detectable puertas adentro del universo contratista. Vista ahora parece una ingenuidad. Como lo indica la experiencia brasileña, será difícil callar a los arrepentidos: en el final del camino, el cachetazo más fuerte va para el sistema.
Francisco Olivera Periodista. Es corresponsal del diario argentino La Nación.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/2163486-a-cuadernos-se-lleva-viento/amp/2163486?__twitter_impression=true
MACRI: GATO EN RATONERA
Argentina: Mauricio Macri en su ratonera
José Natanson 26/08/2018
Modelo de la transición posprogresista para otras centroderechas del continente, el gobierno de Mauricio Macri enfrenta una nueva crisis económica y fue en busca de un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante problemas que creía fáciles de resolver dejando atrás el «populismo»(alta inflación, falta de inversiones),reduce sus expectativas de recrear el apoyo popular y vislumbra un escenario más difícil en las elecciones presidenciales de 2019.
Primer presidente ni radical ni peronista democráticamente elegido de la historia argentina, Mauricio Macri fue también el primero en llegar al poder al frente de una fuerza explícitamente promercado que, sin proponer un antiestatismo fulminante, defendía las ventajas del libre juego de la oferta y la demanda, la desregulación y la apertura de la economía1. En un país dotado de una fuerte memoria igualitarista y una pulsión plebeya que sobrevivió represiones y dictaduras, y que en su momento construyó el Estado de Bienestar más amplio de América Latina, pasaron más de tres décadas desde la recuperación de la democracia antes de que un partido de estas características llegara a la Presidencia.
Desde su desembarco en el gobierno nacional en diciembre de 2015, la gestión de Cambiemos, la coalición entre Propuesta Republicana (pro), de Macri, y la más que centenaria Unión Cívica Radical (ucr), osciló entre la convicción y el pragmatismo, entre la voluntad del nuevo presidente y sus principales colaboradores de avanzar en un programa económico claramente neoliberal y la resistencia política, social y sindical: con el peronismo dividido, el principal freno fue el que impusieron las calles y los sindicatos. Así, los primeros dos años de gestión macrista estuvieron marcados por un ciclo de intensa movilización social: docentes, movimientos sociales, trabajadores estatales, científicos y mujeres, entre otros grupos, protagonizaron una serie de marchas multitudinarias. Los sindicatos también hicieron sentir su fuerza: con una tasa de sindicalización de 37%2, Argentina es uno de los pocos países de la región en el que las organizaciones gremiales disputan con el empresariado y el Estado la distribución del ingreso, lo que no logró evitar, aunque sí morigerar, la caída del poder de compra de los salarios y, sobre todo, frenar los intentos de flexibilización de las leyes laborales.
Decidido a hacer de la necesidad virtud, el gobierno definió como «gradualismo» esta tensión entre su vocación neoliberal y las restricciones que fue encontrando, tensión que se reflejó en la evolución de la política económica. Al comienzo, en efecto, Macri aplicó una serie de shocks: desmontó de un día para el otro el complicado sistema de control de cambio establecido por el kirchnerismo; avanzó en la desregulación de algunos sectores, sobre todo aquellos con los que tenía compromisos políticos (en telecomunicaciones, por ejemplo, adoptó una serie de medidas favorables a los intereses del Grupo Clarín); bajó o eliminó los impuestos a la exportación –las retenciones–, otro compromiso asumido durante la campaña; y avanzó en una veloz y muy costosa normalización del frente financiero mediante el pago de la totalidad de la deuda reclamada por los «fondos buitres».La política exterior, en tanto, giró a la búsqueda de una serie de acuerdos de libre comercio (se intentó avanzar sin éxito en un tratado entre el Mercosur y la Unión Europea), el acercamiento a las potencias occidentales y el deseo, aún pendiente, de ingresar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde). Al mismo tiempo, mantuvo bajo control público el sistema jubilatorio estatizado durante el gobierno anterior y no avanzó en la reprivatización de las empresas nacionalizadas (Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Aerolíneas Argentinas). Aunque recortó y fusionó programas y planes sociales, no concretó un recorte del gasto público al estilo de los años 90.
En los planes del gobierno, este conjunto de medidas liberalizantes permitiría normalizar una economía afectada por los controles, el déficit fiscal y la inflación, de modo tal de lograr un flujo de inversiones, en particular externas, que echaría a andar nuevamente la rueda del crecimiento y dejaría atrás el populismo. Hasta tanto esto sucediera, la transición se financiaría con deuda, que aumentó de manera vertiginosa, y mediante la atracción de capitales especulativos de corto plazo, seducidos por el carry trade y la liberalización total de la cuenta de capital.
El gradualismo fue posible gracias a la herencia económica del kirchnerismo. Aunque el segundo gobierno de Cristina Fernández estuvo marcado por el deterioro económico, hubo, en un contexto de caída de prácticamente todos los indicadores, dos que se mantuvieron en niveles razonables: empleo y deuda. Irónicamente, fue la vitalidad que conservaba el mercado laboral la que permitió que el impacto regresivo de las primeras decisiones económicas de Macri no derivara en una crisis social mayúscula, del mismo modo que los bajísimos niveles de deuda habilitaron el festival de bonos necesario para sostener la nueva gestión. El problema es que el plan no funcionó.
La inversión extranjera directa, en efecto, se mantuvo en los mismos niveles que en los últimos años del kirchnerismo, las exportaciones no despegaron y la fuga de divisas continuó. Puesto frente a la evidencia de este fracaso, el gobierno recalculó: discretamente, sin plantearlo de manera explícita, se propuso enfrentar las cruciales elecciones de octubre de 2017 apostando a una mejora del salario real, que el año anterior había perdido poder adquisitivo por la inflación generada por la devaluación, e incrementando los recursos para la obra pública. Esto fue posible porque, a diferencia de los partidos tradicionales de derecha en Argentina, integrados por economistas dogmáticos, el macrismo está liderado en su mayoría por empresarios y gerentes, que, aunque sea por afán de lucro han acumulado cierta experiencia en el trato con el mundo real. Y como a veces hasta la economía argentina responde a las leyes más básicas, el resultado de este minigiro heterodoxo fue un modesto crecimiento del pib (2,9%)4, una leve recuperación de los salarios y una mejora de los indicadores sociales.
Estos módicos resultados económicos fueron suficientes para que Cambiemos revalidara su apoyo en las elecciones legislativas, en las que no solo se consolidó como la primera fuerza nacional, sino que arrasó en las principales ciudades del país y, especialmente, en la «zona núcleo».Sustentada en la economía de la soja, se trata de un entramado extenso que incluye desde los puertos de las multinacionales sobre el río Paraná y las grandes propiedades tradicionales hasta los nuevos pools de siembra y las empresas prestadoras de servicios agropecuarios. Lejos de la imagen tradicional de terratenientes y peones, el campo argentino es hoy tierra de ingenieros agrónomos, veterinarios, mecánicos de maquinaria agrícola, pilotos de aviones fumigadores. Esta nueva clase media semirrural fue construyendo, en particular en su confrontación con el kirchnerismo, un relato de sí misma como el actor más dinámico de la economía argentina, competitivo, hipertecnologizado e integrado a la globalización, y desprovisto además de reclamos de subsidios.
Apenas asumió el gobierno, el macrismo anunció la eliminación o disminución de las retenciones a la exportación de productos agropecuarios, lo que, combinado con la devaluación, mejoró enormemente la rentabilidad del campo. Por eso no fue sorprendente que en las elecciones arrasara en la «pampa sojera». Pero no solo allí. También, de manera más inesperada, consiguió derrotar al peronismo en provincias claves y obtener el triunfo simbólico de ganarle a Cristina Fernández en la decisiva provincia de Buenos Aires. Amplios sectores sociales cuya situación económica personal (su metro cuadrado, en la tecnojerga del marketing político) se había deteriorado decidieron, sin embargo, renovar su respaldo al oficialismo, que de este modo lograba «desenganchar» la situación material de un conjunto importante de argentinos de su comportamiento político-electoral. La atomización del peronismo, que se presentó dividido, y la polarización con Cristina Fernández, a cuya gestión el macrismo responsabilizaba por las dificultades económicas, explican el resultado. La sociedad había decidido esperar, estirar su paciencia.
Pero la economía es eso que pasa mientras los políticos ganan las elecciones. Cuatro meses después del triunfo del oficialismo, Argentina asistía incrédula a un nuevo capítulo de sus cíclicas crisis económicas.
El dictamen del «mercado»
Las inversiones esperadas nunca llegaron. Si durante los primeros dos años de gestión el argumento era que los inversores estaban aguardando que el gobierno se fortaleciera políticamente, demostrara su capacidad de imponerse en las elecciones legislativas y enterrara así el riesgo de un regreso del kirchnerismo, una vez producido el triunfo de 2017 la demanda de los «mercados»cambió: ahora había que producir una serie de reformas profundas que dejaran en claro la voluntad de cambio del gobierno. Así, el macrismo aprovechó la efervescencia poselectoral para impulsar una controvertida reforma previsional que cambiaba la fórmula de ajuste de los haberes jubilatorios y que, en los hechos, implicaba una merma de ingresos para los jubilados (y, por lo tanto, un ahorro fiscal). Sin embargo, a pesar del costo político que tuvo que pagar por la impopular decisión, esta tampoco fue suficiente. ¿Qué estaba pasando entonces?Como señalamos, el plan del macrismo consistía en crear las condiciones para que, tras años de espanto populista, el regreso de la inversión privada permitiera relanzar el crecimiento. El déficit fiscal se reduciría poco a poco; el déficit externo se sostendría con inversiones financieras y deuda, que al comienzo aumentaría de manera significativa y luego iría reduciendo su peso relativo conforme la economía se expandiera. Pero la discreta utopía gradualista del macrismo partía de una lectura ingenua de los beneficios de la globalización. En efecto, el apoyo de las potencias occidentales, simbolizado en la impresionante visita de jefes de Estado durante el primer año de mandato de Macri, no se tradujo en inversiones productivas: una cosa es el apoyo político y otra la voluntad de los empresarios, que hablan otro idioma. La idea de una economía impulsada por la inversión no se verificó en la práctica. Del mismo modo, el salto exportador que supuestamente se produciría por las enormes ventajas otorgadas a los productores agrarios tampoco se comprobó: dada la naturaleza de la canasta de bienes y servicios que el país le vende al mundo, conformada básicamente por commodities, el volumen de ventas depende de la demanda externa, que se mantuvo estable, más que de los costos internos. La devaluación no llevó a un aumento del volumen de las exportaciones sino a una mejora de la rentabilidad de los exportadores. Las dificultades de la economía real desnudaron la vulnerabilidad financiera, que no había hecho más que agravarse mientras se financiaba una transición que nunca se completó. Como la economía casi no creció, el peso de la deuda sobre el pib aumentó de manera alarmante. Como las exportaciones no se dispararon, los dólares para pagar esa deuda no aparecieron. Y entonces, cuando las condiciones internacionales cambiaron, este cuadro, que hasta el momento había permanecido velado detrás de la cortina de dólares financieros provenientes del exterior, se hizo plenamente visible: a comienzos de 2018, la decisión de la Reserva Federal estadounidense de aumentar la tasa de interés frenó en seco la posibilidad de seguir tomando deuda en los mercados internacionales. Al mismo tiempo, el aumento del precio del petróleo agudizó el déficit de la balanza energética y la sequía que azotó a buena parte del país redujo los ingresos por exportaciones. Como tantas otras veces en la historia argentina, la crisis económica se disparaba por la falta de dólares.
Detengámonos un momento en este aspecto antes de pasar a la reacción del gobierno. Dada su estructura productiva, Argentina enfrenta de manera cíclica el problema de la escasez de divisas, la temida «restricción externa». Cuando la economía crece, las importaciones se expanden mucho más rápido que las exportaciones, lo que genera déficits crecientes de la balanza de pagos. Las características propias de una industrialización incompleta hacen que, a partir de cierto punto, las fábricas requieran bienes de equipo y capital importados. Al mismo tiempo, como el crecimiento económico suele estar acompañado por aumentos de salarios, la demanda social pasa de los bienes básicos (alimentos, vestido, etc.) a otros más sofisticados (autos, electrodomésticos), que al no fabricarse localmente profundizan la necesidad de dólares, a lo que se suman los viajes al exterior5. A estas necesidades hay que añadir el déficit de la balanza enérgica y los dólares para ahorro. Las exportaciones, generadas básicamente por la producción agropecuaria, se vuelven insuficientes para satisfacer la demanda de divisas. Frente a esta situación, los gobiernos suelen reaccionar mediante fuertes devaluaciones, que ayudan a reequilibrar el frente externo hasta que el ciclo comienza de nuevo.
Esta situación estaba presente al menos desde 2010. El kirchnerismo había intentado contenerla apelando a restricciones a la salida de capitales, límites a la compra de dólares y un severo control de importaciones. Desde el otro lado de la luna, el macrismo intentó resolverla mediante la atracción de dólares financieros y el endeudamiento, pero no atacó el problema de fondo del modelo de desarrollo. Finalmente, cuando el cambio de contexto internacional desnudó la fragilidad del diseño económico, el gobierno reaccionó erráticamente y sin coordinación: pasó de minimizar los efectos de la crisis en un primer momento a asustarse después. El dólar comenzó una trepada imparable. El Banco Central, que hasta el momento se había manejado con un poco creíble esquema de metas de inflación, anunció primero una flexibilización de esas metas y luego su eliminación total. Su presidente de entonces, Federico Sturzenegger, dijo que dejaría flotar el tipo de cambio y a los pocos días, mientras el precio del dólar seguía escalando, salió apresuradamente a vender reservas para intentar contenerlo, sin éxito. Aunque había prometido respetar la autonomía de la autoridad monetaria, Macri decidió, en medio de la crisis, desplazar a Sturzenegger, un economista dogmático de orientación monetarista, y reemplazarlo por el ministro de Finanzas, Luis Caputo, un trader acostumbrado a pulsar en los mercados.
La corrida –y la torpeza que exhibió el gobierno–reavivó viejos fantasmas. Aunque los vaivenes económicos están presentes en cualquier economía, Argentina ha ido consolidando a lo largo de su historia un patrón singularmente enloquecido, que se traduce en una crisis devastadora aproximadamente cada diez años, acompañada en general por una intensa conflictividad social y una ruptura política, como demuestran la crisis de la deuda de 1982 (que marcó el fin de la dictadura),la hiperinflación de 1989 (que determinó la renuncia de Raúl Alfonsín e incluyó una incautación de depósitos)y el estallido de 2001 (que también incluyó un «corralito» sobre las cuentas bancarias y puso fin al régimen de convertibilidad de la moneda).
Los motivos de este «ciclo de ilusión y desencanto»6 son difíciles de determinar, aunque parecen responder a problemas de la estructura económica (la restricción externa que deriva crónicamente en crisis del sector externo)ausentes en otros países que cuentan con recursos de exportación que les garantizan los dólares necesarios (el cobre en Chile, por ejemplo), o en sociedades con patrones de consumo menos «europeo», lo que también limita la necesidad de importaciones. En Argentina, además, esta base material se combina–y en buena medida explica–la dificultad histórica para consensuar un modelo de desarrollo: en contraste con el neoliberalismo chileno y el desarrollismo brasileño, el país vive una especie de disputa permanente entre quienes defienden un diseño liberal-aperturista y los que prefieren un esquema proteccionista y orientado al mercado interno. En todo caso, el resultado es que la sociedad argentina no registra las tensiones económicas, en particular las cambiarias, del mismo modo que otras sociedades. La dolarización de los ahorros y de sectores enteros de la economía –el sector inmobiliario y la construcción–, la agilidad de los actores económicos para aprovechar las oportunidades financieras, el cortoplacismo del mundo empresario y el sesgo inflacionario constituyen algunos de los rasgos más marcados de una sociedad siempre alerta, en la que el valor del dólar no es un precio más sino un termómetro de la crisis7.
Volvamos a la coyuntura. La devaluación parecía imparable: el dólar, que a comienzos de año se situaba en 18 pesos, llegaba a los 24 (el chiste que circulaba en aquellos días era que el gobierno había confundido el precio del dólar con la temperatura de 24 grados a la que, para fomentar el ahorro de energía, pedía limitar el aire acondicionado).Cerrados los grifos financieros, Macri tomó una decisión desesperada: inició la negociación para un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (fmi), a esa altura la única vía disponible para conseguir los dólares necesarios para engrosar las reservas y evitar un descontrol aún mayor. Luego de tres semanas de rápidas tratativas, el gobierno anunció la firma de un stand-by con el organismo que le garantizaba una serie de desembolsos escalonados por un total de 50.000 millones de dólares. Aunque lo quiso presentar como un triunfo, como una señal de la confianza de las principales potencias, la decisión fue leída por la sociedad, que mayoritariamente la rechazó8, como una muestra de inoperancia o claudicación –o las dos cosas a la vez–. Sucede que, tras una historia que incluye 26 acuerdos con el fmi, los argentinos saben que un préstamo del organismo no es un préstamo sino un programa de gobierno, que en este caso incluye una mayor reducción del déficit fiscal, del 2,5% previsto para 2019 antes del acuerdo al 1,3% negociado con el Fondo, lo que se traduce en recortes por unos 7.000 millones de dólares.
La difícil reelección
Al cierre de este artículo, el peso argentino se había devaluado 60% desde el inicio de la crisis, las reservas habían disminuido en 15.000 millones de dólares, el pronóstico de inflación anual pasó de 15% a 30% y el crecimiento esperado para este año se situaría por debajo de 1%. Desde el punto de vista político, el gobierno macrista, que supuestamente había llegado para reordenar una economía descalabrada, se revelaba, si no totalmente impotente, sí desorientado: el gradualismo que supuestamente permitiría ir normalizando las variables fue reemplazado por el desafío de apurar el ajuste comprometido con el fmi sin erosionar todavía más la coalición de apoyos.
Como casi la mitad del gasto del Estado nacional está indexado por ley (jubilaciones y programas sociales)y resulta por lo tanto difícil de ajustar, y como el recorte de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, otro componente importante del presupuesto, también choca contra el límite de la tolerancia social, avanzar con la reducción del déficit implica alimentar el conflicto. Curiosamente, fue en el campo, última reserva de legitimidad del macrismo, donde esta tensión se reflejó de manera más nítida. En efecto, la formidable devaluación experimentada en los últimos tres meses redundó en un aumento instantáneo de la rentabilidad de los exportadores agropecuarios, que de un día para el otro vieron cómo sus ganancias en pesos aumentaban 60% (frente a un aumento de sus costos mucho menor). En este marco, una reposición de las retenciones, incluso por un porcentaje menor al vigente durante el kirchnerismo, permitiría sobrecumplir las metas negociadas con el fmi y hasta dejaría un margen para pensar en alguna política expansiva. Fueron de hecho las mismas autoridades del organismo internacional quienes lo sugirieron. Sin embargo, luego de una serie de versiones, desmentidas y reclamos, el mismo Macri descartó la idea.
El gobierno se encuentra políticamente inmovilizado en la ratonera que él mismo se construyó. La necesidad de cumplir con las metas de déficit lo obliga a explorar recortes que generan rechazos sociales y políticos, en un tanteo cotidiano exasperante (y políticamente muy desgastante): los empleados públicos, los Estados provinciales, las universidades nacionales, los fondos para cultura y ciencia constituyen algunas de las áreas afectadas. Solo sobreviven los planes sociales, porque en este punto el macrismo aprendió de la experiencia de los años 90: sin el entramado de protección social construido por el kirchnerismo y prolongado durante estos años, el gobierno corre el riesgo de un estallido que amenace la paz social y la gobernabilidad política. Como señalamos en otra oportunidad9, la conciencia acerca de la necesidad de garantizar un piso mínimo de supervivencia para los amplios sectores sumergidos constituye uno de los rasgos característicos de la «nueva derecha»macrista.
El macrismo se acerca a las elecciones del año que viene, en las que el presidente se jugará su reelección, en una situación de debilidad mayor a la que se preveía unos meses atrás. Aunque nada está definido, en buena medida porque el peronismo continúa dividido, el gobierno tiene por delante el difícil desafío de reestabilizar la economía, superar los meses de recesión y deterioro social que se aproximan y llegar a mediados de 2019 con la posibilidad de mostrar algún signo de recuperación, aunque sea mínimo. Autoproclamado como un líder racional, pragmático y desideologizado, Macri no ofreció nunca grandes cambios, apenas una promesa de normalización gradual. Incluso la decisión de habilitar el tratamiento legislativo de la legalización del aborto, que todos los presidentes anteriores, incluyendo a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández, habían bloqueado, fue presentada de manera discreta, casi vergonzante: Macri anunció en su discurso de apertura de sesiones que vería con agrado que el Congreso encarara el tema, pero al mismo tiempo aclaró que él personalmente estaba en contra, mientras sus ministros exhibían posiciones encontradas y el bloque oficialista terminaba votando dividido. Al final, liderando sin liderar, el presidente se privó de aprovechar la corriente liberal que, junto con un conservadurismo por momentos medieval, anida en su partido, y de la posibilidad de capitalizar una decisión histórica.
Mientras el discurso de regeneración republicana y la crítica a la corrupción van perdiendo efectividad, el gobierno reduce sus expectativas de recrear el apoyo popular. Deliberadamente ajeno a cualquier epopeya, cultor de una épica antiépica, el macrismo construyó la propuesta de un presidente menos presente, una vuelta a lo privado a partir de una economía sana y en crecimiento que operaría como la base a partir de la cual los individuos y las empresas podrían, por fin liberados de los pesados controles populistas, desplegar sus energías. Fue el precio del dólar, como tantas veces en Argentina, el que puso en crisis estos planes.
Notas:
1. Gabriel Vommaro: La larga marcha de Cambiemos. La construcción silenciosa de un proyecto de poder, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2017.
2. Antonio Mangione: «Sindicalización e igualdad» en Contexto, 12/6/2016.
4. Martín Kanenguiser: «La economía creció 2,9% en 2017, según las estimaciones del Gobierno» en La Nación, 18/1/2018.
5. V. una explicación global de la debilidad del programa económico en Claudio Scaletta: La recaída neoliberal. La insustentabilidad de la economía macrista, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2017.
6. Pablo Gerchunoff y Lucas Llach: El ciclo de la ilusión y el desencanto, Paidós, Buenos Aires, 2018.
7. Alejandro Grimson: «La cultura de la crisis» en Le Monde diplomatique edición Cono Sur No 228, 6/2018.
8. «Encuesta revela fuerte rechazo a la decisión de volver al Fondo Monetario» en Economis, 10/5/2018.
9. Ver J. Natanson: ¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2018.
José Natanson Periodista y politólogo. Es director de Le Monde diplomatique edición Cono Sur, de ReviewSu último libro es ¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha (Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2018).
Fuente: http://nuso.org/articulo/mauricio-macri-en-su-ratonera/
sábado, 25 de agosto de 2018
CUADERNISMO
Panorama político nacional de los últimos siete días
“Cuadernismo”, economía
y construcción política
¿Qué país quedará cuando terminen de desenvolverse todas las consecuencias de la compleja situación actual? En medio del paisaje inflacionario y recesivo, de la “tormenta cambiaria” y la conflictividad creciente, ¿cómo jugará la poderosa ola anticorrupción que agita la opinión pública en la destartalada economía argentina y en la definición electoral del año próximo?
Debilidad K y premio consuelo
La historia que se va desplegando tras las primeras estridencias del cuadernogate todavía no tiene género político definido. La interpretación del kirchnerismo militante (un ejemplo es el diputado Andrés Cuervo Larroque, para no mencionar a la mismísima senadora Kirchner) es puerilmente simplificadora: estaríamos ante una conspiración “elaborada en los laboratorios de la CIA” porque “hay un objetivo que tiene el poder trasnacional de extranjerizar la Argentina”. ¿Las confesiones de “arrepentidos” ex funcionarios y contratistas del Estado? “Son declaraciones falsas, inducidas por la extorsión judicial”.
Ese tipo de relato sólo puede servir para apuntalar la credulidad de la propia feligresía; responde a hechos con conjeturas y reclama un acto de fe improbable: que se confíe más en la palabra de estos acusados que se victimizan ( y que todavía se amparan tras sus fueros) que en la de personajes que, sometidos a los tribunales, arriesgan sentencias agravadas y sanciones económicas si se probara falsedad en sus confesiones.
La debilidad de la defensa K -que tuvo que resignarse, así sea tardíamente, al allanamiento de los domicilios de dos ex presidentes- no indica, sin embargo, que la cruzada moralizadora desatada tras la aparición de los escritos del sargento Centeno haya hecho descarrillar al cristinismo.
La saga de los cuadernos, que puede apasionar al electorado de Cambiemos, no cuenta con audiencia en aquellas barriadas en las que la señora de Kirchner asentó su vigoroso segundo puesto en la última elección. No se trata de que allí se celebre el saqueo al Estado, sino, más bien, de que se da por sentado que la política, en cualquiera de sus manifestaciones, incluye esos menesteres. Y, en todo caso, se califica a sus distintas expresiones por los beneficios directos que llegan allí abajo mientras se supone que las enfermedades del poder se resuelven allá arriba, entre los que se turnan en su ejercicio y quienes los cortejan.
Así, el cuadernogate y su secuela de arrepentimientos sirve para fijar (y, si se quiere, para bajar un poco) el techo electoral de la señora de Kirchner, aislándola más de la amplia franja del electorado independiente, de las clases medias. Pero por sí solo el fenómeno no erosiona su base electoral principal. Puede, así, garantizar que a la señora de Kirchner no le dé para ganar un ballotage, pero por el momento no asegura que esté ausente en el ballotage, si se presenta.
Si consiguiera ese objetivo se consolidaría como segunda fuerza y contrafigura del sistema político. Eso sería más que un premio consuelo
El núcleo duro oficialista
Aunque su base electoral no tiene la solidez y asentamiento de la que en el conurbano por ahora desagua en el kirchnerismo, el oficialismo de Cambiemos cuenta también con un núcleo de seguidores (el centro duro de su electorado) que se caracteriza, si no por sus amores, por sus odios previsibles: un listado que va más allá del kirchnerismo e incluye al conjunto de la cultura peronista, con parada principal en el sindicalismo y los movimientos sociales. En los últimos años, este sector ha acentuado su despecho por el mismísimo Papa Bergoglio, vehementemente sospechado de “populismo”.
Este sector observa la realidad con cierto aire de superioridad moral que le nubla la mirada y le impide apreciar su propio sesgo, inverso simétrico del sesgo K: el mal siempre es el otro, la culpa siempre es del otro. Las políticas se evalúan de acuerdo al daño que pueden producir al adversario y no por los efectos que causan a la comunidad nacional.
Por ejemplo:el reclamo de desaforar legisladores sin previa sentencia firme se ha convertido en un lugar común que no considera el hecho de que allanarse a esa medida sería abrir la puerta a potenciales arbitrariedades (un gobierno de tendencia autoritaria con fuerza legislativa podría deshacerse de opositores por el simple expediente de impulsar denuncias judiciales); tampoco reconoce que los fueros, tal como están, no impiden que los legisladores sean juzgados, que estén obligados a responder a las citaciones judiciales ni que sean eventualmente condenados y deban en tal caso cumplir su condena.
Sumidos en su nube de sofismas autocomplacientes y convertidos en jueces vocacionales, estos sectores duros quieren condenas urgentes, prisiones anteriores al juicio, etc. ¡Y muchos de ellos se consideran liberales!
El gobierno tiene garantizado el apoyo de estos sectores si hace suyo ese discurso. Pero ni con el núcleo duro ni con el acolchado que lo recubre hasta completar el tercio del electorado favorable (un número que se encoge con las dificultades) el oficialismo tiene garantizada una victoria el año próximo.
Porque el otro lado de la luna (o del cuadernogate, si se desea) es la situación económica, donde el gobierno no da demasiado pie con bola. El dólar sigue su serrucho ascendente, la balanza comercial duplica en los primeros seis meses de este año el déficit del primer semestre del año anterior. La paulatina devaluación del peso eleva la incidencia de la deuda como porcentaje del producto: con unos 400.000 millones de dólares, a fines de año equivaldrá al 65 por ciento del PBI. Un amigo del gobierno, Martín Lousteau, admitió que a fin de 2019 el gobierno estará entregando un país con números peores a los que recibió en 2015: más inflación, más pobreza. Más deuda.
Si en el conurbano los cuadernos de Centeno no tienen audiencia, en el núcleo duro de Cambiemos hay poca atención a los números. Pero los números son los que ponen techo al gobierno.
Los números y la sensación (que inquieta a los inversores) de que el país no termina de componer un sistema político estable, que pueda impulsar y mantener reformas básicas.
Construir sistema
En tal sentido, el verdadero interrogante político de 2019 no es tanto quién va a ganar la presidencia, sino qué fuerzas definirán en el ballotage.
Dicho de otra manera, la pregunta es por la segunda fuerza: si será el panperonismo federal o el kirchnerismo el que disputará con Cambiemos la presidencia. Porque eso define si se construye o no un sistema estable.
En Cambiemos empieza a analizarse el tema más allá del interés -obvio y al mismo tiempo simplificador- de alcanzar la victoria. La clave del dilema reside en conseguirla y lograr al mismo tiempo que la sombra K, que obstruye la atracción a los inversores porque oscurece el largo plazo, sea desviada a boxes y, de allí, al desguace.
Un camino que -consideran sus impulsores- contribuiría al triunfo oficialista y a la construcción de sistema, consistiría en disociar al cristinismo del respaldo de los intendentes peronistas del conurbano. La mayoría de estos no terminan de divorciarse de la señora de Kirchner menos porque coincidan con ella o porque ignoren cuánto peso negativo les impone en las clases medias de sus distritos, sino porque no quieren perder una cabeza de boleta que es muy atractiva en el seno de su electorado más afín.
Este último atractivo perdería valor para ellos si las elecciones municipales bonaerenses ocurrieran disociadas de las elecciones nacionales.
La llave la tiene María Eugenia Vidal: ella podría adelantar las elecciones en la provincia, separándolas de la elección nacional. La figura de la gobernadora sería la claramente dominante en la elección de distrito y los intendentes tendrían que repartir sus boletas municipales junto a la de Vidal si quieren salir fortalecidos. Cambiemos podría ganar tranquilo la provincia y desarticularía así el voto municipal de apoyo a la señora de Kirchner. Sería un favor a Macri y también un favor al peronismo nokirchnerista, ya que los intendentes, liberados del matrimonio de interés con el cristinismo, podrían respaldar a un peronismo con menos lastres del pasado.
Claro está, para eso el peronismo federal debe existir como una alternativa genuina, con candidaturas y propuestas sólidas. Si bien se mira, la existencia activa del peronismo federal es el eslabón más necesario en la cadena de valor del sistema en construcción.
Un peronismo “racional” consolidado puede representar para el gobierno un competidor electoral más difícil que el cristinismo, enclaustrado en una representatividad todavía amplia, pero crepuscular. Aquella jugada que algunos sectores del Pro le han sugerido a su conducción es una apuesta arriesgada, pero una apuesta a ganador, porque está pensada sistémicamente, desde la conciencia de que el mundo mira simultáneamente al gobierno y a la oposición cuando quiere calcular el futuro.
En ese sentido, ganarle un ballotage a Cristina Kirchner sería una derrota.
Jorge Raventos
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Cinismo al desnudo
“Los mejores carecen de toda convicción, mientras
los peores están llenos de apasionada intensidad”.
William Butler Yeats
Algunos lectores me han llamado la atención por decir H° Aguantadero para referirme al Congreso y a cada Cámara. Sin embargo, y más allá de merecer el nombre por la clara e impúdica protección que brinda a aquellos de sus miembros procesados o condenados, debo recordar que se lo llamaba “honorable” porque los legisladores, al principio, trabajaban por el honor, o sea, sin percibir salario alguno; no se cobraba por servir a la Patria.
La intervención de Cristina Elisabet Fernández en el debate previo a la votación que autorizó al Juez Claudio Bonadio a allanar sus diferentes domicilios justifica con creces la elección de la cita del epígrafe, aunque el poeta no haya podido imaginar que veríamos tan claro su significado.
Además de la ridiculez de los argumentos políticos a los que recurrió la hipócrita ex Presidente en su defensa, tales como una conspiración global encaminada a perseguir a los líderes ladri-progresistas de la región (Luiz Inácio Lula da Silva, Rafael Correa y ella misma), más me asombraron las garantías que consideró vulneradas en la causa penal que la afecta y que en un futuro, lamentablemente no breve, la llevará a prisión: inocencia, juez natural, irretroactividad de la ley, no ser juzgado dos veces por la misma causa y el resto de los preceptos del artículo 18 de la Constitución.
En uno de sus malabares dialécticos, la viuda de Kirchner se comparó con los terroristas de los 70’s, que “no se quebraban ni se arrepentían”, y llegó a decir que, si bien ahora no se desaparece gente (¡citó otra vez a los inventados 30.000, de los cuales 22.000 nadie reclama ni puede justificar cuarenta años después!), las tropas represivas actuales incluyen a la prensa, a la Justicia, a los poderes económicos concentrados y, cuándo no, a los Estados Unidos.
Porque tanto su marido muerto cuanto ella misma, se disfrazaron de revolucionarios (“la izquierda te da fueros”, respondió Néstor cuando se le preguntó porqué lo hacía) y ordenaron –el Senador Miguel Pichetto reconoció que fueron sancionadas por expresas indicaciones de la Casa Rosada- al Congreso que derogara las leyes de obediencia debida y punto final y comenzaron a perseguir, con enorme saña, a los militares que habían combatido la subversión en aquellos años, utilizándolos como eficaz cortina para dificultar la percepción de sus propios robos.
A éstos, jovencísimos oficiales entonces y ahora ancianos, se les negaron todas esas garantías que Cristina ahora reclama en su protección: se violaron el principio de inocencia y de defensa en juicio, se cambiaron los jueces naturales, se negó a los defensores la posibilidad de contrainterrogar a los testigos, se les aplicaron prisiones preventivas que excedieron todo límite legal, se les denegó el beneficio de prisión domiciliaria, se los condenó sin pruebas y se ignoraron las que produjeron los abogados en su favor, se fotografió y filmó a los imputados para divulgar las imágenes a la prensa y humillarlos, se los arrastró a las audiencias hasta en camilla, y se desestimaron las incapacidades notorias que les impedía estar en juicio; en los muy escasos casos en que un tribunal desobedeció la política persecutoria que emanaba de la propia Corte Suprema, se escrachó públicamente a los jueces corajudos.
Pese a las promesas que formuló Mauricio Macri en campaña, en el sentido de terminar con el probado curro de los derechos humanos, su Secretario del área, Claudio Avruj, sigue impulsando estas mascaradas y, además, se niega a dar a publicidad las listas de quienes fueron indemnizados y el monto que cada uno de ellos recibió del Estado, una cifra que, en conjunto, supera los US$ 3.500 millones. ¡Otra caja, y no menor!
El otro tema trascendente de estos días, derivados de la misma causa que comenzó con los cuadernos de un chofer, es el impacto que tendrá sobre la maltrecha economía nacional, en función de las complicaciones que, para las principales empresas constructoras del país, traen aparejadas las confesiones de sus propietarios y altos ejecutivos. Muchos piensan que deben ser excluidas de todo el sistema de obra pública; creo que es un error y, si se adoptara esa posición, los inversores privados en acciones de esas compañías y los trabajadores de éstas, deberían pagar un injustificable castigo. Y la otra consecuencia sería que, dado el gran universo complicado en la causa, sólo podrían construir en el país compañías extranjeras, ahora más que reacias a jugar en la Argentina.
Sostengo que, quienes han confesado, y más aquéllos que, con cinismo, mintieron ante el Juez para continuar esperando el proceso en libertad, deben ir ya mismo presos, sean quienes fueran. Pero, a la vez, preservar a las empresas y permitirles, con todos los controles y veedurías del caso para impedir la cartelización y los sobreprecios, participar en las licitaciones y continuar, ajustando a la baja los precios, las obras en curso.
El Gobierno, que tanto apostó a recuperación de la economía a través de la participación público-privada para mantener el ritmo de inversión en obra pública y ahora la encuentra en vilo, está actuando correctamente, ya que está buscando los mecanismos que permitan a los bancos financiar esos proyectos sin contaminarse con la plaga que afecta a sus clientes.
Recordará que en muchas de mis notas me pregunté si estábamos dispuestos a pagar el costo de la limpieza de nuestro sistema político y empresarial; Italia, en los 80’s, tuvo que soportar un larguísimo período de debilidad económica, y una situación similar está impactando, desde hace tres años, en el desarrollo brasileño. Pero todo se ha vuelto abstracta, porque el proceso purificador ya resulta imparable, a punto tal que los propios cuadernos han perdido toda importancia. La catarata de confesiones (pruebas) de ex funcionarios y empresarios está confirmando que la asociación ilícita que encabezaron los Kirchner desde los lejanos días de Santa Cruz, saqueó al país hasta dejarlo exánime y de rodillas.
En esa abyecta y humillante posición, la Argentina tuvo que recurrir al FMI en busca de ayuda, pero los causantes directos del estropicio, siempre cínicos, ahora se rasgan las vestiduras, olvidando las usurarias tasas que debimos pagar para que Hugo Chávez (dividió la ganancia con el matrimonio presidencial, en valijas voladoras) prestara el dinero que necesitó Néstor para cancelar la deuda con el Fondo. Y ahora deberemos soportar, además, la violencia que, no lo dudo, desatarán en las calles para intentar forzar la caída del Gobierno y zafar de la cárcel.
Como sociedad, estamos ante una oportunidad única de reconstruirnos desde los cimientos. Estará en nosotros mantener la mirada vigilante sobre los acontecimientos y vivos nuestros reclamos de transparencia y recuperación. Si la clase política sigue mostrándose cómplice de la corrupción, ajena a esas legítimas aspiraciones y dedicada sólo a proteger sus privilegios y prebendas, como hizo el Senado cuando convirtió en inservible el proyecto de ley de extinción de dominio que había llegado de Diputados, todo el sistema actual colapsará y volverá a oírse en la calle el grito “¡Que se vayan todos!”; cuando eso sucedió en otros países, las consecuencias siempre fueron funestas.
Bs.As., 25 Ago 18
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401/02
viernes, 24 de agosto de 2018
NO ME ARREPIENTO
“NO ME ARREPIENTO”
Malú Kikuchi (24(/2018)
“No. No me arrepiento”. Recordables palabras de Cristina Fernández el 22/8/2018, desde su barricada, perdón, desde su banca en el senado de la Nación. Cuerpo legislativo que aprobó el allanamiento de 3 propiedades de CFK, por unanimidad, sin condicionar al juez Bonadío.
La cuestionada ex presidente tuvo además de su exabrupto, algunas perlitas para la historia. Acusada por varios arrepentidos, empresarios en su mayoría que juran haber sido extorsionados por el matrimonio K para obtener trabajo en la obra pública, y acusada por algunos funcionarios.
Todos estos personajes están nombrados en los cuadernos de Oscar Centeno. Pero para CFK, forman parte, arrepentidos y cuadernos, de un creativo invento de la CIA para ¿quedarse? con la Argentina y terminar con las exitosas políticas sociales en la región, o sea con el populismo.
Se comparó con Lula y con Correa. Ambos ex presidentes con suertes diversas, el primero está en la cárcel desde hace unos meses y el otro refugiado en Bélgica para esquivar las alertas rojas de Interpol, que le ha pedido el actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno. Tanto Lula como Correa, acusados de corrupción comprobada, no por cuestiones políticas.
Para referirse a la corrupción, que no negó, dijo: “¿Ustedes creen que la patria contratista y la cartelización de la obra pública comenzó en mayo 2003?” Ni los senadores propios, ni los opositores, ni la ciudadanía en general, creen eso. El problema es que a partir de mayo 2003, durante los mandatos K, alcanzó volúmenes hasta entonces, impensables.
Más datos, más arrepentidos, más bolsos, más millones, más asco. Es difícil seguir el reguero de corrupción, de vergüenza ajena, de rabia, de incredulidad, sin que asome un sentimiento hasta ahora, prohibido, el odio. ¿Cómo soportamos esto durante más de 12 años? ¿Cómo?
Era una leyenda urbana, todos hablábamos de los bolsos, los millones de US$, las repetidas empresas que trabajaban en la obra pública, todo lo que se inauguraba, discurso mediante por cadena nacional y detrás de la bandera y los maceteros con plantas nuevas, no había nada. Nada.
Lo sabíamos, no hicimos nada. Es cierto que no se imaginó la magnitud del robo, de la expoliación al pueblo argentino, ni la inflación del 1200% (12/2015), la sentíamos, pero el INDEC mentía. Como mentía Cris cuando en la ONU decía que la pobreza estaba en un 5% y la indigencia en un 1,27%. Menos pobres que en Alemania, y de verdad era de un 30%.
Por si fuera poco, además de mentir abiertamente, sin ningún escrúpulo (hace pensar que quizás sea mitómana, que cree lo que dice o que su bipolaridad le hace decir disparates), volvió con la detestable costumbre de apuntar con el dedo índice, cual maestra de Siruela. Insoportable.
Y su política, pergeñada por Néstor y continuada devotamente por ella, llegó a todo el país. El tema de las coimas para la obra pública permeó provincias y municipios, nada se salvó. Hoy en día, gobernadores de todos los partidos, lo mismo que los intendentes, tiemblan, no duermen.
Todo un país corrompido (se dejaron corromper) da náuseas. Y nos preguntamos por qué si el US$ se aprecia en el mundo, nosotros bailamos más que el resto de los países emergentes. Porque Néstor, con maligna inteligencia, nos dejó de entrada sin energía, nos des autoabasteció. Y la energía se paga en US$. Era una forma de esclavitud.
Y Cris no se arrepiente. ¿Está convencida de haber hecho un gran gobierno? ¿Conoce la verdad? ¿Tanto leer a Laclau y tenerlo invitado a él ya su mujer, Chantal Mouffe en Olivos, le terminar de lavar el cerebro? Y nos quiere contar que es revolucionaria, osa hablar de 30.000 desaparecidos sabiendo que su ministerio de justicia y DDHH hablaba de menos de 8.000. Un desaparecido es una desgracia, pero entre las 2 cifras hay 22.000 personas, que no es poco.
Y no se arrepiente. Se victimiza. Planea una nueva candidatura. ¿En serio? ¿O trata de ganar tiempo? En este último caso, ¿para qué? Puede esperar que el poder judicial ante su candidatura entre en pánico por si gana, y cajoneen las denuncias. Todo es posible, pero hoy es poco probable.
Ahí entra la ciudadanía. Tenemos un poder enorme, descomunal, tanto que no lo imaginamos. Lo vimos con la 125 y el campo. Lo vimos con José Campagnoli. Lo vimos con el asesinato de Nisman. Lo vimos con la marcha de antes de ayer. Hay que seguir en la calle, hay que seguir.
Es nuestro país. Necesitamos limpiarlo para poder mirarnos a los ojos sin avergonzarnos. Para volver a estar orgullosos de ser argentinos o de haber elegido a la Argentina para vivir. Por nosotros, por los que nos hicieron una Patria, por nuestros hijos y por los que vendrán.
En cuanto a CFK, ¡qué pena!, no se arrepiente. Alguien debería decirle que el arrepentimiento es reconocer errores, y ese es un acto que libera, aunque esté en la cárcel.
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