lunes, 19 de enero de 2015

CHALECOS ANTIBALAS

Aproximación a una muerte inquietante "Si el kirchnerismo actuó con brutalidad, la oposición pecó de somnolencia. Su interminable modorra no es culpa K. ¿Por qué toleró tanta demasía?" Oscar Muiño Amanecí, como todos, con la terrible noticia de la muerte de Alberto Nisman, el Fiscal a cargo de la investigación del atentado -veinte años atrás- contra la AMIA y que, casualmente, había denunciado a Cristina Kirchner, Héctor Timerman, Luis D'Elía, Fernando Esteche y algunos agentes de inteligencia por complotar para entregar atada de pies y manos a la Justicia argentina a Irán, país acusado de la autoría. Que esa muerte se haya producido a los cuatro días de haber formulado la imputación más grave de la vida institucional de la Argentina, ya que involucra a la Presidente en ejercicio y a su Canciller, la transforma en un magnicidio. Los miembros de este siniestro gobierno que hemos sabido conseguir son torpes, de una torpeza que raya en la imbecilidad, y durante muchos años se ha especializado en pegarse tiros en el pie. Hoy, esto se ha comprobado y la calle, la sociedad entera, lo ha entendido. A horas del descubrimiento del cadáver, sólo puedo afirmar dos extremos: el Gobierno es asesino (si fue algún esbirro el autor) o no supo cuidar al Fiscal más amenazado de la historia. Porque todas las dudas, obviamente, caben. Los funcionarios del primer escalón del Estado, y los cretinos -tipo Víctor Hugo Morales- que propalan la palabra oficial, pretenden cerrar rápidamente la cuestión asegurando que se trató de un suicidio, cometido ante la inminencia de un enorme papelón en la Cámara de Diputados; sin embargo, nadie lo cree y, cualquiera fuera la causa verdadera de la muerte, incluido el suicidio "inducido", será la actual ocupante de la Casa Rosada -que, mientras el escándalo crece, sigue manteniendo un estruendoso silencio- la encargada de pagar esta enorme cuenta. En una Argentina que ha sido incapaz de descubrir en tantos años a los autores verdaderos de los criminales atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA, y de todas las muertes sospechosas durante la presidencia de Menem, la sociedad no confía en la Justicia, en especial después del intento de "democratizarla", de las maniobras de Gils Carbó para coparla y la obvia comparación con Francia, que pudo identificar y abatir a los responsables de los asesinatos en Charlie Hebdo en menos de 48 horas. Menos aún cree en la honestidad y profesionalismo de los organismos encargados de investigar, se llamen SI, SIE, Gendarmería o policías varias; baste con recordar que de una base militar desapareció ahora un misil, capaz de perforar cualquier blindaje. Desde mi punto de vista, cualquiera sea el resultado de la autopsia que se está realizando en este mismo momento, la muerte de Nisman no hace más que confirmar mis peores pronósticos, porque ya no bastará con comprar cascos sino que ahora, como se ve, también deberemos adquirir chalecos antibalas. Bs.As., 19 Ene 15 Enrique Guillermo Avogadro Abogado

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