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>> La reestructuración del Estado en el primer gobierno de Carlos Menem,
>> tan descalificada en tiempos kirchneristas, tenía un funcionario que la
>> elogiaba en público desde un magazine católico: el secretario de
>> Comercio Interior, Guillermo Moreno. “Ha dado lugar a la elaboración de
>> ideas y políticas nuevas e ingeniosas”, se entusiasmaba entonces, a sus
>> 35 años, el director general de Empleo de la Ciudad de Buenos Aires.
>> Moreno fue funcionario municipal durante toda la gestión del intendente
>> Carlos Grosso. Desde el 8 de julio de 1989, cuando asumió, hasta el 26
>> de octubre del 92, cuando rompió con el presidente Menem y una lluvia de
>> causas judiciales por defraudaciones lo obligaron a renunciar. Ese día
>> Moreno también renunció al gobierno municipal y al menemismo, y se
>> acercó a la Fundación del Banco Ciudad, bajo la gestión de Saturnino
>> Montero Ruiz, donde obtuvo un contrato. Antes de su ingreso a la función
>> pública en 1989, Moreno ya atesoraba experiencia: una militancia
>> peronista-setentista universitaria, un exilio en Brasil durante la
>> dictadura y una licenciatura en Economía, obtenida en la universidad
>> privada UADE. Pero al cargo de la Dirección de Empleo municipal –en el
>> que es presentado en la revista Esquiú- accedió por voluntad de Kelly
>> Olmos. Olmos era subsecretaria del Ministerio de Producción municipal y
>> referente del menemista Carlos Corach en la Ciudad. Olmos fue –durante
>> toda la gestión Grosso– el jefe político de Moreno. Corach, a su vez,
>> además de subsecretario de la Presidencia de Menem, era el puntero
>> político-jefe de la circunscripción 11 del peronismo metropolitano , con
>> base en Larrea y Córdoba. Moreno –vía Kelly Olmos– era concurrente
>> asiduo de esa unidad básica, aunque, por entonces, jugaba
>> de “independiente” en las líneas internas capitalinas: tenía un local
>> propio en la 17º, sobre la calle Arguibel (antes Palermo y hoy Las
>> Cañitas). Las anécdotas de militancia y de gestión del entonces “Napia”
>> están en consonancia con sus modales actuales como secretario de
>> Comercio, que superan el exabrupto y sobreactuaciones de hombría
>> personal. En los ochenta, Moreno ya “vendía” formas de “montonero duro”,
>> que no eran del todo entendidas por la militancia nueva que, sin el
>> background setentista, se acercaba a pelear por la democracia. Cierta
>> intolerancia de Moreno en un local de Intransigencia y Movilización –
>> espacio de influencia post-montonera– de la calle Venezuela, le había
>> valido un par de trompis en público que le redujo el ímpetu de sus
>> posiciones políticas. La pasó mal, pero el joven siguió andando.
>> Abandonó Intransigencia, merodeó por una unidad básica de la calle
>> Jujuy, la JP “Libertadores de América”, junto a Javier Mouriño (hoy
>> operador de Daniel Scioli) hasta que, con una inflexión política más
>> autónoma, montó su propio local de la calle Arguibel, desde donde
>> participaba en las elecciones de circunscripción. Pero no entró al
>> gobierno de Grosso a través de las agrupaciones políticas locales, sino
>> por la vía menemista en la Ciudad. La revista Esquiú, propagandista de
>> un catolicismo ortodoxo, se interesó por Moreno por su promoción en la
>> entrega de créditos para emprendimientos empresarios. Moreno entregaba
>> préstamos de hasta 3 mil dólares, a devolver en 24 meses, sin intereses.
>> Teniendo en cuenta que el país salía de la hiperinflación, poner en
>> funcionamiento el capital era una tarea audaz. “Hay que terminar con el
>> concepto de la utilización del Estado como seguro de desempleo. Pero
>> esto no significa que el Estado se desentienda de la política de empleo
>> y permanezca en una actitud pasiva de realizar diagnósticos y
>> estadísticas sobre la situación laboral”, remarcaba el joven Moreno.
>> Frente a la falta de crédito bancario, remarcaba el valor social del
>> préstamo: “Los bancos aplican la política de dar dinero al que tiene
>> dinero. Se basan sólo en una situación patrimonial y no en la
>> rentabilidad del emprendimiento que quiera generar el solicitante”,
>> explicaba. Pero la realidad se ocuparía de desmentirlo. La realidad o el
>> propio gobierno al que él ofrecía su servicio. El decenio de Menem, a
>> quien Moreno calificaba como propulsor de “ideas y políticas nuevas e
>> ingeniosas”, fue uno de los más eficaces destructores del aparato
>> productivo y del empleo. A lo largo de la gestión Grosso, Moreno siguió
>> evolucionando. Cuando el ministro de Producción Eduardo Giana marchó a
>> la Corporación Puerto Madero, Kelly Olmos tomó su cargo y Moreno
>> ascendió a la Subsecretaría de Producción. Hasta que Grosso debió
>> renunciar en medio del escarnio político-judicial y Moreno, leal, se fue
>> con él del gobierno, aunque recaló en la fundación del Banco Ciudad. Más
>> tarde se acercaría al MTA de Hugo Moyano, a posiciones socialcristianas,
>> y a integrar equipos económicos de Eduardo Setti y Eduardo Curia, y
>> comenzó a militar en el “antimenemismo”, cuando iniciaba la segunda
>> presidencia. Aunque en su pasado tuvo una trayectoria fluctuante en el
>> peronismo, con ciertos espasmos de virilidad, la fama verdadera, la que
>> lo hizo trascender, la ganó en los últimos años, con la destrucción del
>> INDEC. Patadas para el secretario La gestión de Guillermo Moreno, esta
>> vez, llegó a irritar a los propietarios de estaciones de servicio
>> independientes, que convocaron a hacer “piquetes en las rutas” por el
>> cierre de tres mil puntos de venta en los últimos cuatro años. “A Moreno
>> le vamos a pegar el empujón final, la patada final para que se vaya del
>> cargo, porque fundió al sector expendedor de combustibles”, señaló en
>> declaraciones a DyN Manuel García, presidentee de la asociación. Y se
>> preguntó “qué pasó con el embanderamiento de estaciones que prometió
>> Moreno”. El apellido del secretario sonó mucho en las últimas horas. Es
>> uno de los nombres mencionados en un recambio general de Gabinete.
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