lunes, 28 de octubre de 2013

NIKÉ

LA NIKÉ(*) Más allá de la composición de legislaturas nacionales, provinciales y municipales, los resultados de esta elección legislativa dirán que el FpV fue derrotado. No van a faltar los distraídos que se ilusionarán con un renacer democrático y a muchos despistados un fervor ciudadano les hará creer que la República se pone de nuevo en marcha. Pese a que la ingenuidad es en Argentina una enfermedad casi terminal es obvio que la cualidad de ñandú que tiene el pueblo argentino se volverá a poner en evidencia. Solo resta buscar un arenal y esconder la cabeza que así se irán el peligro, los miedos y, por supuestos las cobardías porque en la inmediatez de nuestras aspiraciones creemos que con solo desear algo eso será conseguido; pero no modestamente sino con todos los premios de la tómbola y sin ningún castigo. Para eso somos quienes hoy, al descubrirnos latinoamericanos desde hace poco, usufructuamos mejor el realismo mágico. A partir de mañana, son varios los escenarios en los que se puede desenvolver la vida argentina. Ninguno de ellos justifica ni la alegría ni la ilusión con que hoy, fiesta de jardín de infantes con piñata incluida, parecía pintar la cara de los argentinos. Mañana el dólar “blue” seguirá subiendo lo que permitirá a los más o menos pudientes hacer sus tours de compras a Miami con dólares subsidiados, la inflación seguirá comiendo el sueldo de los argentinos, sus hijos seguirán yendo a colegios de cuarta y malmorirán en hospitales públicos que solo se considerarían de excelencia en Darfour o Burundi. La inseguridad seguirá cobrando vidas mientras una banda de pelafustanes discute sobre si es mejor tener una policía comunal, provincial o galáctica. Seguirán soñando los argentinos con el autoabastecimiento de combustibles y viendo como su espíritu lúdico se satisface en las ruletas rusas de los trenes del conurbano. Total vivimos en democracia, y aunque ésta ni nos cura, ni nos educa, ni nos defiende, como alguna vez alguien nos “metió el perro”, sabemos que la “originalidad” repetida durante treinta años de ignorantes votando a otros ignorantes, pero al menos más vivos que los primeros, justifica cualquier cosa. Este es el telón de fondo de los escenarios posibles. Escenarios que van desde el raje de la presidente una vez que haya conseguido la impunidad debida hasta el asalto final a las instituciones so pretexto de una revolución que aún no ha terminado de concretarse. Los libretos para estos sainetes trágicos ya están escritos. Sea para el primero mediante un arrugue de la justicia y la necesaria pero no excluyente cobardía de los opositores; sea para el segundo la desaparición de trescientas pistolas del RENAR- feudo de la cámpora- sumadas a los AK-47 que años atrás decomisó Gendarmería y de los que hoy no se sabe donde están. Sólo habrá algo nuevo en esta ópera bufa. Los opositores tendrán, creemos, un papel más importante que el que tenían hasta ahora; pero que tampoco eso nos ilusione, la importancia de éste queda reducida a casi la nada ya que la enfermedad elemental de la que adolece la oposición en todas sus variantes- una pegajosa flojera de estómago- la hace insubstancial para llegar a cualquier solución racional que permita lograr una Argentina que haga del bien común su aspiración más fanática. Esa solución pasa- aún antes de remediar la inflación, la inseguridad, el desempleo y demás- por lograr entre los argentinos una reconciliación profunda. Para lograr eso hace falta coraje y grandeza y ninguno de los referentes de la oposición, llámense Massa, Macri, de Nárvaez, Stolbizer o Binner tienen estas cualidades. Esta es la Niké, la victoria, que el 27 de octubre se obtuvo, solo que, al igual que la Niké de Samotracia, carece de cabeza, de brazos y sus alas están quebradas. (*)Niké: victoria Buenos Aires, 27 de octubre de 2013 JOSE LUIS MILIA josemilia_686@hotmail.com

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