sábado, 30 de abril de 2016

EL AJUSTE MALDITO

EL AJUSTE MALDITO Previsible protesta sindical pero ¿es el comienzo o el final? Jornada de protesta sindical previsible, ¿o acaso no hay un ajuste en marcha? La cuestión es si es el inicio de otras movilizaciones o se cumple la previsión gubernamental de que abril es el mes tope de la inflación y habrá mejora en el 2do. semestre. No debería sorprender que en medio de un ajuste de la economía ocurran reclamos sindicales: ocurrieron inevitables despidos en el sector público -y eso que no se avanzó sobre el sobrepeso manifiesto de bolsones de la Administración estatal, apenas se cortaron algunos contratos recientes- y previsibles cortes en el sector privado -obvia consecuencia de la caída del consumo, la herramienta elegida por la Administración Macri para bajar la inflación elevadísima 2016-. Por supuesto que hay responsabilidad del Ejecutivo Nacional porque en el combate contra la inflación ha exhibido dudas y contramarchas, igual que en la política cambiaria y hasta en el programa monetario, que sigue sin difundirse. El 'think tank' Pensar era un embuste y el PRO nunca se preparó convenientemente para el desafío gubernamental, quedando obligado a improvisar desde el poder: algunas cuestiones le salen mejor, otras mas o menos, y algunas mal. ¿Qué es esa locura de seguir aumentando el precio de las naftas? ¿Qué hace 'Pancho' Cabrera para desacelerar los precios o para lograr inversiones? ¿Por qué no se puede eliminar el impuesto al trabajo en el marco de una veloz reforma tributaria? En el interín, la imagen positiva de Mauricio Macri es menos positiva que antes. De todos modos, cualquiera conocía la situación de agotamiento extremo que dejó Cristina Fernández de Kirchner a la economía, apostando a que ocurriera precisamente el ajuste a cargo de su sucesor, herencia explosiva adrede. Y mucho se hablaba de la grave distorsión de precios relativos que habría que reordenarse luego de 12 años de desastre. Nada es gratis y los sindicalistas lo saben, por eso tampoco han sido incendiarios. Más bien 'marcaron' los límites, enviaron mensajes y dirimieron liderazgos hacia adentro del llamado 'movimiento obrero organizado'. Por un lado, hay una realidad que los K intentaron desconocer pero eso es imposible: el sindicalismo representa al 50% de los recursos humanos. Luego, la movilización sigue siendo de 'aparato' porque hay un evidente deterioro de la credibilidad de los acaudalados jefes sindicales ante sus bases, aún cuando en jornadas como la del viernes 29/04 aprovechen para recuperar la memoria de un pasado que a veces intentan olvidar. Ninguno de los diarios más conocidos pusieron a sus plumas políticas gravitantes a analizar el día después de la convocatoria sindical, con la excepción de Página/12: un poco porque el sindicalista Víctor Santa María es el actual propietario del matutino, y otro tanto porque el kirchnerismo ahora precisa exhibirse menos solitario, apostando a integrar un arco opositor que Cristina Fernández de Kirchner llamó "Frente Ciudadano". Ni Raúl Alfonsín ni Fernando De la Rúa comprendieron la importancia de impedir la unidad sindical. Carlos Menem lo entendió en el inicio de su Administración, cuando Lorenzo Miguel pretendía cogobernar. Néstor Kirchner y Cristina Fernández tuvieron idas y vueltas: comenzaron con un triunvirato cegetista y la reivindicación de la CTA, pasaron a todo el poder a Hugo Moyano pero sobre el final de la vida de Néstor había rupturas evidentes que terminaron de ocurrir cuando Cristina era viuda, y gracias a la división pudo completar su tiempo en el poder. ¿Cuál es la estrategia de Mauricio Macri? No precisa explicitarla pero sí es importante que la tenga. Al respecto, cabe destacar que 'el Momo' Venegas, de los trabajadores rurales, no participó de la movilización; y que Luis Barrionuevo tampoco, en teoría porque los K 'infiltraron' una convocatoria que no les pertenecía ya que ellos provocaron gran parte de la emergencia socioeconómica. La cuestión de fondo en 'el día después' es si la economía está llegando al 'piso' de la recesión imprescindible para bajar la inflación o queda mucho aún por delante: de eso dependerá si habrá escenas similares o peores en lo que queda de 2016, o no. Hay una realidad que conocen economistas, empresarios y políticos pero es antipático expresarlo en público: el reacomodamiento de precios relativos incluye una depreciación de algunos salarios. Existe un lado positivo de la movilización sindical: la Administración Macri y sus entusiastas en las redes sociales ahora saben que 'el tiempo de gracia' ha terminado formalmente, y que hay que 'ponerse las pilas' porque si la foto del 29/04 fuese la película de 2017, le pinta mal a Cambiemos. Tendrán que exhibir resultados de gestión y con cierta premura. Interesante el 'semblanteo' de Oberdán Rocamora para JorgeAsísDigital: "Por impericia estructural, el Tercer Gobierno Radical (en adelante el TGR) construye un dilema innecesario. Si en Diputados se aprueba la Ley de Despidos, y el Presidente Mauricio Macri, El Panameño, comete el error de vetarla, se pondrá prematuramente enfrente de la clase trabajadora. Litigios seguros. En cambio, si Macri no la veta, en la estampita queda doblado. En mala posición. Con la certeza humillante de haber perdido la pulseada inútil. Pudo haberse evitado. Consta que la dirigencia sindical se excedió en muestras de excelente voluntad. Hicieron colas para celebrar al Presidente. Se aproximaron, incluso, a la sobreactuación. Pudo notarse en los gestos de Hugo Moyano, El Charol. En acompañamientos gráficos, sonrisas y ternuras. Sin embargo el TGR confundió la amabilidad con blandura. Capacidad explícita para el diálogo con mera capitulación. Mientras tanto se disparaban los precios, se escapaban las tarifas, se abreviaban los atributos consumistas del salario y se producían despidos por doquier. (...)". Lucrecia Bullrich en el diario La Nación, intentó un relato de lo que ocurrió: "(...) En menos de una hora y ante un marco imponente -los organizadores calcularon la concurrencia en más de 300.000 personas y la Policía Federal en 80.000, aunque fuentes independientes la ubicaron cerca de los 150.000-, Micheli, Yasky, Caló y Moyano, en ese orden, desgranaron los reclamos que motivaron la movilización: los despidos, la inflación, la universalización de las asignaciones familiares, el 82% móvil para los jubilados y el rechazo al protocolo antipiquetes. Ésos fueron los puntos del documento que leyó Juan Carlos Schmid apenas empezó el acto. A cada consigna le siguieron aplausos y ráfagas de bombo. La euforia aumentó con los discursos. Micheli, el más enérgico de los cuatro, le habló directamente a Macri. "Si veta la ley, si no nos escucha, va a haber paro nacional. Vamos a seguir luchando", bramó en el cierre de su discurso. Desde la mesa ubicada detrás del palco, reservada sólo para gremialistas y sin una sola silla para dirigentes políticos, Moyano, Caló y Yasky lo aplaudieron con ganas. Más gráfico fue Yasky. "Si pretende vetar la ley, que el Presidente sepa que este acto va a ser una miniatura al lado del que vamos a organizar. Que sepa que vamos a salir a las calles a luchar", alertó. (...)". Mario Wainfeld, en Página/12, inició un debate que no comparte Urgente24 sobre el récord de participantes. Cuando Moyano le quiso plantar bandera a Néstor Kirchner, convocó a una movilización en la 9 de Julio que fue comparable a la de horas atrás: "(...) “¿Cuántos somos?” es la pregunta consabida en cualquier acto. El interés cuantitativo se complementa con uno histórico: “¿desde cuándo no se vive una convocatoria con todas las vertientes del movimiento obrero?”. La división de la CTA ocurrió en la etapa kirchnerista. La coexistencia de dos CGT no es pura novedad. La suma de cuatro expresa una fragmentación excesiva, que no se corresponde con representación de sectores. Todas las vertientes del peronismo, las centrales autónomas, expresiones de la izquierda... La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) que aspira a representar a la enorme cantidad de informales también cubre varias cuadras. El mapa de la clase trabajadora es otro, distinto a los '90 o a los años dorados (1945-1975). De cualquier forma, para dar con una convocatoria comparable en contextos muy diferentes habría que remontarse al apogeo de Saúl Ubaldini, durante la presidencia de Raúl Alfonsín y el primer tramo de Carlos Menem. Los ochenta, los primeros noventa. Insinuamos que no se congrega un abanico tan amplio desde hace un cuarto de siglo: se aceptan debates y disquisiciones. (...)". En el diario El Día, citando a la agencia Noticias Argentinas, sin embargo se comparte el punto de vista de Wainfeld: "En el acto más importante del sindicalismo de la última década, se congregaron en un mismo escenario Hugo Moyano (CGT Azopardo), Pablo Micheli (CTA Autónoma), Antonio Caló (CGT Alsina) y Hugo Yasky (CTA de los Argentinos,) para reclamarle al Gobierno por mejoras salariales, la eliminación del impuesto a las Ganancias, los despidos y un aumento extra de haberes para jubilados en un documento consensuado previamente. Mientras Moyano y Caló destacaron la “unidad” del movimiento obrero, tras las diferencias que los distanciaron durante la gestión kirchnerista, Yasky reflejó sus coincidencias con Micheli y trascendió que a fin de año la CTA también estaría unificada. “Esto no es en contra de nadie, es a favor de los trabajadores. Y el que se ponga en contra de los trabajadores, sí lo vamos a enfrentar”, señaló Moyano quien denunció que el Gobierno nacional “toma medidas para proteger a un sector de la sociedad en forma inmediata y tarda demasiado para proteger” a los mas vulnerables, que son “los que sufren las crisis”. Moyano, el último orador, precisó que “al que se ponga enfrente de los trabajadores, lo vamos a enfrentar” y remarcó que la “unidad” del movimiento obrero “tiene que servir para defender a los trabajadores, no para hacer política”. (...)". Carlos Galván, en el diario Clarín, recuerda algo que a muchos les pasó desapercibido: entre la CGT y el Club Atlético Independiente + la tesorería de AFA, Moyano ya eligió el fútbol (una disidencia de Urgente24: el candidato de Moyano a jefe de la CGT es Schmid, así el transporte seguiría liderando): ​"Camioneros fue, lejos, la organización que más gente movilizó ayer: según el sindicato, llevó al acto a 56.000 trabajadores. El gremio puso toda la carne en el asador como una forma de recordarle su gigantesco poderío a la administración macrista, pero también por una razón oculta y acaso de carácter sentimental: puede que la de ayer haya sido la despedida de Hugo Moyano a la lucha en las calles. Las tres vertientes de las CGT marchan de manera acelerada a una reunificación, que debe concretarse el 22 de agosto. El camionero anunció que no buscará un cuarto mandato consecutivo como jefe de la central sindical, aunque se reservará una acción de oro en la disputa por su sucesión. Es más: en Camioneros consideran que hoy son lo que antes fue la UOM: el gremio con mayor volumen político y poder de fuego de todo el universo sindical. El rumor ayer en el acto es que entre todos los sectores gremiales ya se habría descartado que la próxima conducción cegetista esté compuesta por un triunvirato, como se hablaba. Ahora se dice que existe consenso para que el próximo jefe de la CGT sea Héctor Daer, dirigente de Sanidad, miembro del poderoso grupo de los "Gordos" y diputado por el massista Frente Renovador. De segundo, Moyano buscaría imponer a su hijo Pablo, actual dos de Camioneros. (...)". Volvamos a Jorge Asis: "(...) Faltan, en adelante, las fantasmales inversiones. Distan de ser automáticas porque se continúa en estado de observación. En sala intermedia. Puede llegar antes, según nuestras fuentes, un blanqueo generoso, con garantías. Un verdadero jubileo para los compatriotas que guardan, en diversos canutos, las llaves de la recuperación de la economía devastada que necesita movimientos. A los efectos de rescatar, también, la plata negra del resguardo defensivo, que no sirve para nada. Y transformarla en un valor blanco, ofensivamente concreto. Para comprar una casa o instalar maquinarias o crear una pizzería. Por La Ley de Despidos, que impulsa la oposición, el TGR pierde, sobre todo, la iniciativa (y también, por supuesto, pierde el control de la calle). Induce a los suyos, para colmo, a ensayar argumentos de defensa que descalifican a quienes pretenden razonablemente resguardar las fuentes de trabajo. Los que se resisten a ser arrastrados por el pragmatismo sin ideas que les impone la receta de la resignación. Le dicen desde el TGR a los trabajadores que semejante ley, al contrario, los va a perjudicar. Porque desalienta a los dichosos inversores fantasmales que no aparecen, en definitiva, por ninguna parte. Y no precisamente por culpa de los obreros que deciden ocupar la calle vacante, convertida en el escenario de la protesta para las diversas franquicias del peronismo, junto a sectas de la izquierda esclarecida."

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