lunes, 18 de junio de 2012
CARICATURA
La caricatura revolucionaria
Por Nicolás Márquez
La pandilla oficialista popularmente conocida como “La Cámpora” pretende ser, mutatis mutandis, una suerte de versión contemporánea de lo que en los años 70` fueron los terroristas Montoneros. Pero mientras estos últimos luchaban contra la “sociedad de consumo” y el capitalismo, los empresarios de La Cámpora hacen del consumo ostentoso un hábito y del capitalismo de amigos un rentable negocio paraestatal.
La “caricatura”, conforme nos lo enseñala Real Academia española, tiene tres acepciones: 1. “Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”. 2. “Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. 3. “Obra que no alcanza a ser aquello que pretende”.
Creemos que ninguna palabra como la definida con sus diversos matices en el párrafo anterior se adapta mejor a las reflexiones que pretendemos exponer aquí. En efecto, mientras Montoneros anhelaba tomar por asalto el Sheraton Hotel para edificar allí un hospital de niños, los miembros más conspicuos de La Cámpora son propietarios de cadenas de hoteles de similar categoría y viven en fastuosos apartamentos en las zonas más elegantes de Buenos Aires. Efectivamente, en tanto Montoneros quería acabar con la propiedad privada, los miembros de La Cámpora tienen tantas propiedades que no hay testaferro que alcance a disimularlas. Asimismo, mientras muchos soldados Montoneros morían a diario en cruentos enfrentamientos con las Fuerzas Armadas, de La Cámpora se sabe que una vez murió un integrante accidentalmente mientras practicaba onanismo en un lujoso hotel montevideano.
Dentro de las consignas más recordadas de Montoneros, encontramos aquella que rezaba: “no somos putos no somos faloperos, somos soldados, soldados Montoneros”. Que en La Cámpora militan homosexuales es algo obvio porque allí existen organizaciones que expresamente trabajan por la promocionada “causa gay”, y respecto a las drogas: ¿alguien de veras cree que en La Cámpora nadie consume estupefacientes?
A los Montoneros los capitaneaba por imposición de su liderazgo natural Mario Firmenich, a La Cámpora la lidera por imposición maternal Máximo Kirchner. Aquel y sus secuaces inspirados en la prédica revolucionaria del ideólogo Carlos Mariguella secuestraban empresarios, embajadores, ex Presidentes y militares. Máximo y sus arribistas, inspirados por el galán Axel Kicillof, secuestraron YPF tras oportuno Decreto presidencial.
Esto es lo Máximo
¿Cabe imaginarse a un Santucho, un Guevara e incluso un Firmenich mariconear y acudir al auxilio de la mami para volar en avión VIP rumbo a un modernísimo centro del Opus Dei para tratar una molestia en la rodilla derecha?
La reciente actitud del primogénito Kirchner ante su percance fue la propia de un revolucionario de playstation. No se ocupó siquiera de cuidar las formas mínimas como para preservar su imagen no solo ante la opinión pública sino ante los miembros de la organización que él “dirige”.
Una vez más, el kirchnerismo y, en este caso, La Cámpora (que es su columna vertebral), mostró que es un progresismo declamativo a la vez que un rentable mercantilismo para regocijo de amigotes y parientes. Luego, concluimos que esta organización es una farsa para consumo ideológico de idiotas útiles pero para disfrute patrimonial de una camarilla de vivos.
En suma, La Cámpora es un verdadero engaño estructural que será sostenido en el tiempo en tanto y en cuanto exista no una sólida consigna revolucionaria sino una cuantía de contratos con el Estado, para otorgar discrecionalmente a quienes se destaquen por su obsecuencia y falta de escrúpulos. Finalmente, mientras no se acaben los fondos para nombrar o mantener burócratas, habrá espacio para caricaturizar o parodiar la pretendida neo-revolución montonera, la cual solo existe en el alicaído relato oficial.
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