lunes, 18 de junio de 2012

DIGNIDAD

LA DIGNIDAD, UNA CUALIDAD ESENCIAL EN LOS LÍDERES La palabra dignidad posee múltiples acepciones no solo gramaticales, sino también bajo el enfoque de la filosofía y otras disciplinas. El propósito de este breve artículo no es ahondar en el significado de la palabra, sino sencillamente en un análisis muy elemental, puntualizar la importancia de esta cualidad en el liderazgo de aquellas personas que ocupan posiciones directivas y gerenciales. Dignidad, es la cualidad que corresponde a la palabra “digno”. Y digno es aquella persona que es merecedor de algo o también proporcionado al mérito y condición de algo o de alguien o decoro de las personas en la manera de comportarse. Pero el concepto dentro de las variadas ópticas que hay sobre esta palabra, la que me parece la más importante para lo que yo quiero destacar es la siguiente: “Respeto y estima que una persona tiene de sí misma y merece que se lo tengan las demás personas” o “Respeto y estima que merece una cosa o una acción”. En un sentido un poco más profundo, la dignidad es una cualidad humana que depende de la racionalidad. Es decir del libre albedrío y el ejercicio de la libertad individual. En otras palabras, la “dignidad” es producto de la voluntad de la persona en cuestión. Hecho esta pequeña introducción, paso al meollo de esta nota. Veo con profunda preocupación, casi con angustia, el futuro del país y de todos los argentinos, por la casi ausencia de valores y de la más elemental ética política en nuestros dirigentes. Empezando por la presidente de la Nación en donde muchos, demasiados, de estos valores están ausentes o profundamente debilitados. Son tan conocidos que no vale la pena enumerarlos. Pero el pésimo ejemplo de mandataria se refleja también en la dirigencia de muchos sectores de la sociedad, particularmente en el ámbito institucional y político. Es así como vemos casi a diario, en sus cotidianos discursos plagados de inexactitudes y engañosas promesas, como recrimina, observa, desautoriza o reta en público, a sus colaboradores más jerarquizados, sometiéndolos a una verdadera pero sutil humillación pública. Y la aceptación de la humillación pública, el desdoro, es la verdadera contrapartida de la dignidad…salvo que la persona sea un santo o… Esa humillación constituye, un verdadero agravio a la investidura que representa la persona humillada. Es así como en los últimos tiempos hemos visto como al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, Cristina Kirchner lo trató de haragán y de “concheto” mientras el aludido sonreía sumisamente, al senador Anibal Fernández , en respuesta a sus expresiones en un medio “... que con mi dinero hago lo que quiero…” lo mandó primero en la fila para convertir sus dólares en pesos con un bonete como si fuera un alumno en penitencia, a Daniel Scioli le niega el saludo en público (¿sabrá Cristina que lo cortés no quita lo valiente?), a Oscar Parrilli lo reprendió por estar desatento cuando ella hablaba. Hay decenas de ejemplos del desmedido lenguaje y comportamiento de la presidente. Marcó del Pont sigue “en comisión” en su cargo de presidente del Banco Central, después de más de un año sin ser confirmada en el mismo. El otrora poderoso ministro de Planificación, Julio de Vido, acepta mansa y calladamente la quita de sus responsabilidades y atribuciones. Daniel Reposo fue manejado como un títere y fuertemente humillado en la audiencia en el Senado, hasta que ante el bochorno, Cristina decidió retirar su candidatura al cargo de Procurador General de la Nación. De la misma manera los ministros y altos funcionarios del gobierno siempre están presentes en la primeras filas de sus numerosos anuncios y discursos, como obedeciendo a una terminante directiva presidencial, aplaudiendo sumisa y complacientemente, casi mecánicamente, ante las fantasías presidenciales y con cara de forzada alegría o satisfacción. “Los maltratados saben que ésa es la forma de conservar el cargo. La obsecuencia, la pusilanimidad y fundamentalmente la humillación, garantizan su supervivencia en vivir a expensas del Estado”. (ref.1) “El genial cineasta Juan José Campanella aporta una categoría para entender el fenómeno: "Los argentinos practicamos un darwinismo al revés. Nos garantizamos la supervivencia del menos apto". (ref.1) El kirchnerismo logró instalar durante los casi diez años de gestión, el trastocamiento de la esencia del “ser” argentino, su ética y sus valores fundamentales. “Debe ser cierto lo que afirma Campanella. De a poco, logramos transformar los vicios en virtudes”. (ref.1) En el terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad para hacer más humano e integro al hombre. En el reino de Cristina, la dignidad no es lo usual, por lo cual sus efectos son totalmente opuestos. Forman hombres mediocres. Y en la dirigencia actual, en particular en aquellos en que su función principal es liderar a sus dependientes, fundamentalmente con su ejemplo personal, la falta de dignidad refleja una importante falencia. Y en ese caso, el dirigente pierde toda su ascendencia y prestigio sobre sus colaboradores. Se dice que “de la vergüenza no se v 1.- Carlos Pagni – “La Argentina, un darwinismo al revés” – Diario La Nación - 16-06-12uelve”. Me parece que de la indignidad tampoco. ¿Será por ello que nuestra dirigencia en todos los sectores está tan fuertemente cuestionada? 16-Jun-12 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL alfredo@weinstabl.com.ar NOTAS:

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