miércoles, 27 de junio de 2012

DUEÑA DE NADIE

La Dueña editorial@diariocastellanos.net La Presidente, una vez más, intenta mostrarnos que el país todo parece pertenecer a su patrimonio personal. "No voy a enviar más gendarmes a las provincias, cada gobernador tendrá que hacerse cargo de lo que le toca". ¿Amenaza, desafío, bravata, provocación…? ¿Lo dijo por el accidente o por los sucesos de la provincia de Chubut? ¿Por el paro de Moyano o la volatilidad de la provincia de Buenos Aires? ¡Vaya uno a saber! Triste situación la que le toca vivir a la Gendarmería Nacional. Una vez más la gran familia de esa fuerza se viste de luto. En un accidente perdieron la vida nueve gendarmes y más de una veintena resultaron malheridos. Eran los que habían sido enviados a controlar los sucesos de Cerro Dragón y volvían a su base de Rosario, sin embargo, acorde a los dichos de la Presidente, eran llevados a Mendoza a la Cumbre del Mercosur. No es la primera vez que a esa fuerza le toca enfrentar la muerte. Para los gendarmes no es una desconocida. Siempre ha sido una presencia cercana, aunque - como para todos - no grata, que está allí, dispuesta al zarpazo, pero no tantas veces a través de accidentes sino por alguna mano perversa que intenta eliminar a sus miembros. El gendarme sabe que está allí, la respeta pero no la teme. No hay año en que ella no se encargue de varios. Son las leyes del juego. O dicho en la voz de un veterano comandante: No es otra cosa que una obligación de servicio. Siempre estas pérdidas traen el recuerdo de otras, como la de aquel 28 de agosto de 1975 en que guerrilleros Montoneros, en apoyo al ERP, hicieran explotar el Lockheed Hércules C 130 de Fuerza Aérea cuando despegaba del aeropuerto de Tucumán con 114 miembros de Gendarmería Nacional, de lo que resultaron seis muertos y 29 heridos. O la muerte del gendarme Juan Adolfo Romero, primera víctima de la subversión en 1964, a manos del cubano Hermes Peña Torres, subalterno de Ernesto Guevara, que ingresaron en territorio argentino durante el gobierno constitucional de Arturo Humberto Illia. La Gendarmería Nacional no fue otra cosa que una fuerza creada para defender y controlar las fronteras, de ahí que tenga como arquetipo la figura de Martín Miguel de Güemes. Concentrarla en el Gran Buenos Aires o en los espacios en los que se quiere atrincherar el Gobierno central cuando los hechos políticos amenazan superarlo traiciona los motivos de su creación. La amenaza presidencial parece la amonestación de alguien que se supone con derecho a la pertenencia de dicha fuerza. Las fuerzas armadas y de seguridad son de la Nación, no son un préstamo gracioso que se le hace a los gobernadores sino un derecho que las provincias tienen respecto a su seguridad y la Nación respecto a la seguridad de sus fronteras. Si los gendarmes no están en las provincias, en especial en las limítrofes, las fronteras quedan liberadas al paso de la droga. Una realidad que es necesario tener en cuenta a la hora de saber quién es el responsable último de lo que entra al país y de lo que pasa en él.

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