sábado, 4 de junio de 2016

SUMA O ¿RESTA?

SUMA O ¿RESTA? Malú Kikuchi (4/6/2016) La situación del pueblo venezolano es insostenible. Faltan papel higiénico, leche, ataúdes, remedios oncológicos e intentar comprar comida es una pesadilla. Hay que dejar las impresiones digitales al salir de los mercados, cuestión de no volver a comprar lo mismo hasta la semana siguiente. El chavismo agoniza y el pueblo se defiende a través del voto. Eso esa democracia. En las últimas elecciones de diciembre 2015, los sufragios opositores arrasaron en las urnas. Venezuela tiene una Asamblea Nacional compuesta por 167 diputados. La oposición obtuvo 112 bancas, Maduro 55. Mayoría indiscutible, generosa. Esta mayoría opositora, haciendo uso de sus derechos constitucionales, votó por un referendo revocatorio. El fin del referendo es que el pueblo vote si quiere o no, que el presidente cumpla su mandato, o se vaya y se llame a elecciones. Es una figura extraña, no usual. Pero este referendo está tipificado en la constitución de la Bolivariana República de Venezuela. Hugo Chávez Frías asumió la presidencia de su país en 1998. Cambió la constitución en 1999. Maduro es el heredero de Chávez. El referendo está en el artículo 172 de la Constitución venezolana. El presidente Maduro desconoce la decisión de la Asamblea Nacional, desconoce un artículo de su propia constitución y llama a “una resistencia histórica”. ¿Pacífica? Se pone en duda, Maduro cuenta con la guardia nacional, entrenada por fuerzas cubanas, y con una historia temible. Además de no obedecer a la Asamblea Nacional y burlarse de su constitución, Maduro tuvo un encontronazo fuerte con Luis Almagro, uruguayo, ex canciller de Pepe Mujica y hoy, secretario general de la *OEA. Almagro propuso aplicarle a Venezuela “La Carta Democrática”. La Carta Democrática data del 11/9/2011, se aplica ante la ruptura del proceso político institucional y si se aceptara, separaría a Venezuela de la OEA. Se necesitan los votos de las 2/3 partes de los 34 miembros de la organización. Esto se debe a que Madura no acepta la resolución de la Asamblea Nacional y pretende que el tema del referendo (que sabe perdido), lo maneje el Tribunal Supremo. “Educadamente”, Maduro le contestó a Almagro: “Métase su Carta Democrática donde le quepa”. Mauricio Macri hizo su campaña presidencial atacando la dictadura populista/chavista de Maduro, por convicción y para diferenciarse del FPV. En su jura como presidente estuvo invitada Lilian Tintori, la mujer del preso político Leopoldo López, en explícito apoyo a la oposición venezolana. Ya presidente, Macri siguió atacando la dictadura en Venezuela. Luego propuso a Susana Malcorra, canciller de Argentina, como candidata a secretaria general de la ONU. Se dice que esta vez le toca a una mujer, y a Europa Oriental. La candidata búlgara Irina Bokova, tiene muchas chances. El 2/6/2016, en reunión de miembros de la OEA, se trató el tema de La Carta Democrática aplicada a Venezuela. Para asombro de propios y ajenos, la Argentina propuso que gobierno y oposición venezolanos iniciaran una etapa de diálogo ¿?, para llegar a una solución que no fuera traumática. La dictadura, el hambre, la falta de lo imprescindible, la ausencia de libertad, esos son hechos traumáticos. Sanciones interamericanas, serían un bálsamo para la dolorida Venezuela. La propuesta argentina fue avalada por 18 países, entre los cuales Canadá, EEUU, Brasil, México, Perú, Uruguay, Chile, Colombia y varios países del Caribe. Venezuela, traicionada por Argentina, no entiende. El mundo no entiende. Los votantes de Cambiemos, no entienden. ¿Qué pasó? ¿Por qué este giro de 180°? La respuesta es tan ramplona, que no debería ser cierta. Lo cierto es que el país optó entre la grandeza de sus convicciones democráticas y la presunta posibilidad para Malcorra, de obtener 5 votos más en la ONU. Se vendió la libertad del hermano pueblo venezolano por los supuestos votos de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y la República Dominicana. No se sabe si esta nueva posición argentina le suma votos a Malcorra, pero es seguro que le resta credibilidad a Macri, y lo más triste, a la Argentina.

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