martes, 7 de octubre de 2014

CRISTINA SABE

Cristina sabe, pero aún le falta darse cuenta http://www.rionegro.com.ar/diario/cristina-sabe-pero-aun-le-falta-darse-cuenta-4719376-60621-nota.aspx por Miguel Angel Rouco La mayor preocupación que desvela a Cristina Fernández es la siguiente: desde que asumió su segundo mandato el gobierno ha perdido unos 25.000 millones de dólares de las reservas internacionales y nadie sabe dónde están. Ni la presidenta de la Nación ni sus ministros pueden dar hoy una explicación convincente del destino de esos fondos y esta circunstancia es la que desató la ira en la Casa Rosada. En realidad, la desatención por la caja es un viejo vicio de la clase política argentina: gastarse primero todos los recursos disponibles y luego comenzar a hablar de "complot" o de "conspiraciones". Los ciclos se repiten y los personajes parecen recrear viejas mañas de la política criolla. Como tantas otras veces, la paranoia se apodera de los políticos y sus mentes ven ataques desde adentro y desde afuera. Lo cierto es que la actual crisis cambiaria es el corolario de una sumatoria de desaciertos que tiene su origen en el modelo K y en sus instrumentos. La mayoría de los economistas suele atribuirle al cepo cambiario la causa de la crisis del dólar. En realidad, en esta oportunidad, como sucedió tantas veces en la Argentina durante los últimos 40 años, el sacudón tiene su raíz en el exceso de gasto público y en la desorganización financiera del Estado. Estos desvíos encuentran su matriz en las leyes de Emergencia Pública y en los "superpoderes" que el Congreso delegó en el Poder Ejecutivo y renovó año tras año. Aquellos 25.000 millones de dólares que se reclaman se esfumaron y fueron combustión para alimentar la política de dispendio de la Casa Rosada. Ya no están y nadie puede explicar en qué se invirtieron, a pesar de las promesas del ministro de Economía Axel Kicillof de recrear el consumo y la actividad. Los números agregados de la economía hablan por sí mismos: baja en la actividad industrial, caída en las ventas, suspensiones de personal, despidos, aumento del déficit, suba de la inflación y un nuevo default. En tanto, a medida que se profundizaba la crisis el oficialismo hacía lo propio con sus yerros con la complicidad de su mayoría parlamentaria. El aval legislativo a un presupuesto 2015 ficticio, el respaldo a una ley de hidrocarburos que promete recrear inversiones multimillonarias pero que deja en manos de Kicillof el imán de la llegada de capitales y la sanción de un Código Civil y Comercial que permite avanzar sobre la afectación de los derechos de los particulares son elementos palpables de la profundización de los errores. Todos ellos alientan la fuga hacia el dólar. Esta realidad pone en evidencia la debilidad del modelo económico. Pero lo que no se pone sobre la mesa es el costo que surge de estas políticas. La salida de Juan Carlos Fábrega del Banco Central y el avance sobre entidades financieras ahora profundizaron la desconfianza en la City porteña. "No es que Fábrega despertara entusiasmo ni que el mercado se haya enamorado de él y lo extrañe. Lo más grave es que se aumenta el riesgo y eso es lo preocupante", explicó un operador. La persistencia en una suba del gasto público y, como única fuente de financiamiento, de la emisión monetaria será más combustible para la inflación, al tiempo que la falta de un arreglo con los holdouts y una legislación que exacerba el choque con los empresarios potenciarán inexorablemente la huida del peso. A mayor incertidumbre, mayor propensión a la compra de dólares. El gobierno ha entrado en su fase final y lo ha hecho de manera tumultuosa y desordenada. La presidenta aún no parece haberse percatado y nadie se anima a avisarle que está caminando casi a ciegas por una cornisa demasiado estrecha. ¿Qué hará cuando se dé cuenta de que fue el ministro Kicillof, nada menos que su protegido, quien con sus políticas le ha hecho perder al país 25.000 millones de dólares de las reservas y la ha llevado a este desfiladero?

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