miércoles, 29 de octubre de 2014
ELECCIONES 2015
Comicios 2015 ''Cuatro cuartos, tres tercios o mano a mano''
por Luis Domenianni
De los cuatro cuartos electorales de los que hablaba –y aún habla- Hermes Binner solo parecen quedar tres en vigencia con relación a las elecciones presidenciales del 2015. El Frente Amplio – UNEN, al que Binner pertenece, padece de una dispersión que difumina su espacio.
Por el contrario, tanto Mauricio Macri como Sergio Massa consolidan sus candidaturas, no así, aunque por razones distintas, sus espacios políticos. Por último, el Partido Justicialista y el Frente para la Victoria dejan como incógnita una frágil unidad en gran medida supeditada al futuro que Cristina Kirchner imagine para si misma.
Con matices, la situación descrita es el panorama que ofrece la política argentina a la fecha. No es la película, es la foto cuando falta diez meses para las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y ocho para la presentación de candidaturas.
Dicho de otra manera, el año electoral comenzó y de aquí en más todos los pasos que dé el gobierno y la oposición estarán condicionados por los próximos comicios.
Y todo, es todo, salvo algún fenómeno natural o alguna cuestión totalmente desvinculada de la política nacional como el precio internacional de la soja.
El resto, desde el pago-no pago a los fondos llamados buitres hasta los eventuales disturbios, demasiado anunciados, de fin de año, deberá ser analizado a la luz de la contienda electoral.
PJ – FPV
Cuando comenzó el año, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, era el candidato puesto del Partido Justicialista al que, con bastante reticencia, apoyaría el kirchnerismo.
En rigor, ya por aquel entonces se trataba de, cuando menos, un error de apreciación. Para el kirchnerismo, el instrumento electoral es el Frente para la Victoria donde el tradicional Partido Justicialista es solo un elemento al que se pondera o se desalienta en función de las circunstancias.
La definición constituye, de por sí, una relativización de la fortaleza de la candidatura de Scioli. Algo que quedó comprobado cuando Cristina Kirchner alentó a otros postulantes a salir a la cancha.
Rápidos en el cumplimiento de órdenes, Aníbal Fernández, Agustín Rossi, Julián Domínguez y Florencio Randazzo, comenzaron a cumplir el rol.
Lo de Aníbal Fernández y Agustín Rossi fue y es solo patraña. Fernández no mide ni en su Quilmes domiciliario y Rossi se cansó de perder elecciones en su provincia de Santa Fe. Ni se los puede considerar.
Julián Domínguez nunca ocultó que su vocación radica en ser candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, algo para lo cual califica según las encuestas. Por tanto, no hará ningún esfuerzo en buscar la candidatura presidencial.
De todo ese conjunto K, quién sí muestra vocación y alguna aptitud en las encuestas es Florencio Randazzo.
Al frente de un incomprensible Ministerio del Interior y de Transporte, una unidad que no registra antecedentes, Randazzo aportó en su haber la facilitación en la obtención de la documentación de identidad y un interés, con mucho de maquillaje, de mejorar la prestación del ferrocarril Sarmiento ramal Once-Moreno.
Vale la pena aclarar el punto porque nada o casi nada se hizo con el resto de los pocos ferrocarriles que el peronismo dejó en pie, porque tampoco nada se hizo con los restantes ramales del propio Sarmiento y mucho menos con el más que necesario reemplazo de vías de Once-Moreno, clave para retrotraer el tiempo de recorrido a treinta años atrás. Del ya no varias veces anunciado, sino cacareado, soterramiento, ni noticias.
Así y todo, con el documento de identidad y con el algo del Sarmiento, Randazzo es lo mejor que puede presentar el kirchnerismo en esta democracia de candidaturas que reemplazó, lamentablemente, a la democracia de partidos.
Y Randazzo compite con Scioli. Por ahora desde atrás, pero desde no muy atrás.
¿Cuánto puede medir Randazzo? Su techo debería situase en derredor de un 23 por ciento. Para la primera vuelta es poco si hablamos de tercios y es bueno si hablamos de cuartos, es decir de tres o de cuatro candidatos en competencia.
¿Por qué un 23? Porque es imaginable que el kirchnerismo retenga la totalidad del voto de los sectores marginales clientelares, siempre alineados con el oficialismo de turno, que suponen un 14 por ciento; más un 7 por ciento de adherentes K; más dos puntos propios.
Claro que para alcanzar los 23 puntos, Randazzo debe contar con el aval total y sin medias tintas de Cristina Kirchner. Y, para eso, precisa del nombre de Cristina Kirchner impreso en su boleta como candidata a algo.
Durante la semana, pulularon las versiones al respecto. Que candidata al Parlamento Mercosur, que candidata a encabezar la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, que candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires.
Fueron presentadas como la decisión que debe tomar un gran elector. En rigor se trata, una vez más, de un relato. Cristina Kirchner debe ser candidata para evitar o, al menos, dificultar la acción de la justicia que investigará la corrupción durante su mandato.
Por tanto, llegado el caso, será candidata a diputada nacional. No puede ser candidata a gobernador porque corre serios riesgos de perder, ni al Mercosur porque no contaría con fueros.
Como sea, para Randazzo es central. Por supuesto, por lo que aporta, pero sobre todo porque si el nombre de Cristina Kirchner no figura en la boleta, bien puede a último momento favorecer a otro candidato.
¿Puede favorecer a Scioli? Sí, todo es posible. Pero, no es probable. Scioli puede llegar a ofrecer una garantía, no de impunidad, sino de no persecución a Cristina Kirchner, lo cual no es poco, pero no parece suficiente para convencer a los siete puntos de K puros.
¿Por qué? Porque los K puros no forman parte del Partido Justicialista. Saben que un triunfo del pejotismo, los sepulta y no van a contribuir a ello. Sin los 7 puntos K, Scioli cae por debajo del 20 por ciento y se acerca a solo el 15 por ciento. Ergo, queda afuera de carrera.
De allí que Scioli, por estos días, utilice más su disfraz de K que el de anti K. Su estrategia pasa por ser la síntesis entre PJ y FVP, algo que solo los Kirchner, creadores del FVP, consiguieron usufructuar.
A Scioli, solo le queda elegir entre la misa y la procesión. En la misa, Randazzo se le acerca en los puntos y en la procesión, Massa le ganó de mano.
FR
La otra vertiente peronista es el Frente Renovador de Sergio Massa.
Es una vertiente peronista vergonzante en la que el candidato trata por todos los medios de ser abarcativo y de sumar sin mirar a quién pero que, en su afán de ganar, concede todo, hasta que Raúl Otacehé, el barón peronista de Merlo, hombre de Menem, de Duhalde, de Néstor y de Cristina Kirchner, ahora forme parte de sus filas.
La estrategia de Massa se divide en dos tácticas opuestas según se trate de la provincia de Buenos Aire y del resto del país.
En Buenos Aires, su territorio, suma sin intermediarios. Él decide todo. Y no rechaza nada. Así como suma a Otacehé, suma a radicales como Gustavo Posse, de San Isidro, y a Mario Meoni, de Junín. Claro que al actuar así, también descarta. Allí donde suma un peronista de peso, no puede sumar a un radical y viceversa.
El problema no es menor en el interior de la provincia. Lo sería si los radicales, se alinearan detrás de una candidatura presidencial del FA-UNEN, pero esto cada día parece menos probable.
Por tanto, lo más probable es que esos radicales terminen cerrando con Mauricio Macri. Es decir que lo que Massa gane por un lado, lo pierda por el otro.
Distinta es la cuestión en el Gran Buenos Aires donde el radicalismo perdió peso específico. Allí se trata de sumar intendentes. Allí a Massa no le va mal, pero le cuesta incorporar referentes en la Tercera Sección Electoral, Gran Buenos Aires sur.
En el resto del país, son contadas las provincias, como por ejemplo Chubut, donde Massa cuenta con algo de peronismo. Es por eso que busca y persigue la estructura radical.
De momento, lo logró parcialmente. La foto con el jujeño y jefe del bloque de senadores radicales, Gerardo Morales, y con el senador tucumano José Cano, ambos candidatos con probabilidades en sus respectivas provincias, determina una delantera sobre el otro candidato preocupado por el radicalismo, es decir Mauricio Macri.
A diferencia de Macri, Massa no exige nada a los radicales. Va, se saca la foto y no les pide el apoyo. O, al menos, no se los pide explícitamente, ahora. Parece como una apuesta. Algo así como "está bien muchachos, pero si FAU-UNEN se cae, me apoyan a mí ¿De acuerdo?".
Sí, pero... La cuestión no resulta igual según las fechas electorales. Si provinciales y nacionales van desdobladas, el compromiso es, por demás, laxo y totalmente a favor del postulante provincial. En cambio si van unificadas, el candidato presidencial comparte el negocio con el provincial. Es el caso de Jujuy, y no es el caso de Tucumán.
De las provincias con probabilidades de triunfo radical La Rioja, Catamarca, Formosa y Santa Cruz van unificadas, igual caso que Morales.
Las restantes presentan particularidades. Mendoza, feudo de Julio Cobos, no cerrará con nadie y menos con Massa. Córdoba es más proclive a Macri que a Massa. Santa Fe cerrará con Macri si se rompe el acuerdo con el socialismo. Chaco va, hasta el momento, desdoblada, y al igual que Córdoba más propensa a cerrar con el PRO.
PRO
Dos curiosidades de la próxima presidencial. Sin desmentir el aserto de que se trata de una democracia de candidatos y no de partidos, el FPV-PJ, de momento, se encamina a una interna y el PRO aparenta privilegiar sus estructuras, mismo si son pequeñas, por sobre las alianzas.
Claro que solo puede ser una visión momentánea, pero los argumentos que usaron los radicales Gerardo Morales y José Cano para justificar sus fotos con Sergio Massa fue que Mauricio Macri no bajaba sus candidatos provinciales y que reclamaba dirimir en las PASO.
Si es así, algo relativamente comprobable, Macri privilegia su propia estructura y eso, no es comprensible para el análisis político.
Mauricio Macri no puede reelegir como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Por ende, debe ser candidato a presidente si pretende que el PRO continúe en vigencia.
Y debe ganar porque nada indica que un partido que solo posee estructura propia en la Capital Federal y que depende de figuras como José del Sel en Santa Fe o como Alfredo de Angeli en Entre Ríos, continúa con su actual vigencia.
Entonces, tanto Macri como Massa precisan de la estructura radical. No solo por los votos, que no son desdeñables, sino por la capacidad de controlar un comicio, algo que solo se puede hacer con éxito si se posee implante territorial o se cuenta con él.
De poco sirve, en ese caso, un apoyo como el cada día más ostensible de Elisa "Lilita" Carrió. Válido en votos, nulo en estructura.
Es por ello que, aún con fotos con Carrió, Gabriela Michetti, quizás la dirigente del PRO que más comprende de política, no ceje en el esfuerzo por incorporar un radical como vicepresidente. Un mecanismo que debería cambiar la actual ecuación favorable a Massa.
FA-UNEN
No parece tener posibilidades de marcha atrás el acuerdo entre Massa y Morales. Es más, no son pocos quienes imaginan una nueva candidatura a la vicepresidencia por parte del jujeño.
Están quienes dicen que Massa la ofreció para adelantarse a la eventual jugada similar que puede hacer Macri. Hay, a su vez, quien dice que se trata de una presión del propio Morales para quedar "primus inter pares" frente a los demás posibles gobernadores que logre el radicalismo.
Como dijimos en la columna anterior, Morales imagina un retorno del radicalismo pero bajo circunstancias completamente distintas a las de su historia. Es decir un partido donde el predominio de la provincia de Buenos Aires y, en menor medida, la de Córdoba, cedan protagonismo.
Y donde él esté en condiciones de competir, en el futuro, una candidatura presidencial con posibilidades de ganar la presidencia. Si es así, le conviene la vicepresidencia.
No es el único radical con probabilidades vice presidenciales. Desde la presión de Michetti hasta la escasa medición en las encuestas, pasando por el fin de su senaduría y las dificultades para reelegir, Ernesto Sanz aparece como un candidato a acompañar a Macri ¿Habrá un radical en cada canasta?
Quién ya fue vicepresidente y no le queda espacio para volver a serlo es a Julio Cobos. Su única chance es continuar hasta el fin con su candidatura presidencial ¿En FA-UNEN? No parece sensato. El espacio está a punto de quedar desguazado.
Solo una fórmula es posible para que FA-UNEN recupere protagonismo. Y esa fórmula es Cobos-Binner.
No es fácil porque Binner aún pretende el primer lugar. Y porque no es improbable que deba ser candidato a gobernador de Santa Fe para asegurar que el socialismo no pierda la única provincia que gobernó en su historia.
Solo con una fórmula Cobos-Binner es posible volver al esquema de los cuatro cuartos. Si no serán tres tercios con un, por el momento, mano a mano entre Macri y Massa.
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