jueves, 22 de octubre de 2009
BAULERO PIRUCHO
Qué buen chiste: Aníbal Fernández escribe artículos socioloides
Leo en La Política Online que Aníbal Fernández publicó en el diario del Gobierno un artículo que en su parte inicial contiene este pasaje:
[L]os medios de comunicación no son la realidad. No la reflejan tal cual es. Tampoco son su espejo. La actualidad periodística es una construcción. Es el producto final del trabajo de un equipo de profesionales: periodistas, fotógrafos, jefes de redacción, diseñadores, editores, etcétera.
En el párrafo siguiente, y sin explicar qué tiene que ver con lo anterior, continúa:
Introduzco estos conceptos, remanidos acaso, para avanzar a un tema que todavía no se ha develado respecto de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y es que el debate de fondo es entre incluidos y excluidos.
Si creemos que solo tenemos que seguir leyendo para enterarnos de qué es concretamente lo que quiere decir Aníbal, estamos soñando despiertos:
Mientras la mayoría de los medios de Europa sostienen el discurso insaciable del neoliberalismo y cantan loas a la buena salud del mercado hace algunos días, en Francia, se anunciaba con bombos y platillos el fin de la recesión porque ese país había crecido ¡0,1 por ciento!, las políticas xenofóbicas y las leyes que les dan sustento institucional se expanden y transforman a las naciones en administraciones sostenidas en políticas de seguridad y control, dignas del panóptico al que se refería Foucault.
Obsérvese que no he elegido párrafos muy separados unos de otros para ocultar su conexión lógica o semántica: nada de eso, he citado tres párrafos contiguos. Veamos si el párrafo que sigue aporta alguna claridad o, al menos, alguna cohesión:
“Vigilar y castigar.” Ese parece ser el mandato del discurso mediático transnacional. La pobreza ya no es más una cuestión de acceso o no a una determinada cantidad de bienes materiales, sociales o de higiene y salud, sino que empieza a ser determinada por cuestiones étnicas, etarias, pertenencias religiosas, asuntos de género.
Cero, estamos en la misma nada: solo hemos recibido una andanada desprolija de oraciones antimediáticas incapaces de comunicar un criterio, una idea general, algo que las aúne con algún sentido.
Para resumir el resto del artículo, digamos (ya advertidos de que Aníbal no cree que para relacionar varias cosas entre sí haya que señalar algún vínculo entre ellas) que los medios son acusados de convencer a los pobres de que la pobreza es “su destino ineludible” y al resto de la sociedad de que los pobres son “sucios, violentos y perversos”, lo cual, para mayor derrape,
[p]asa también con los jóvenes y con las mujeres, aunque se esfuercen en hacer creer que no son sexistas. Porque en esta pelea, por ser estos medios quienes dan permiso para “ser o no ser”, su discurso termina siendo estigmatizante.
Como argumento imaginariamente irrefutable para esta última aseveración Aníbal nos lanza un desafío en el que convierte —porque se le da la gana— un chiste viejo y malo en la prueba del carácter discriminador, sexista, misógino y reaccionario del discurso mediático:
Y al que diga que no, explíqueme por qué hay tanta diferencia entre “hombre público” y una “mujer pública”.
Es obvio que Aníbal ignora que entre una prostituta —una “mujer pública”— y él —un “hombre público”—, nos quedamos con la prostituta, que podrá ser cara o barata según su nivel, pero tiene algo que ofrecer a cambio de lo que le pagamos.
El último párrafo es ya el colmo del uso del lenguaje más por el sonido de las palabras que por el sentido de las frases:
Crisis, epidemia, crimen, muerte..., ¡se viene el fin!, decía una humorada publicada por un matutino que culminaba afirmando que el fin justifica a los medios.
Evidentemente escribir notas de opinión no es el fuerte de Aníbal. Me atrevo a decir, desde mi juicio como lector y como ciudadano, que como columnista es casi tan pésimo como en la función pública.
A la incoherencia desvariante de su artículo se suma su pasmoso descaro: se queja de que los medios fabrican la realidad cuando él pertenece a un Gobierno que ha hecho una bandera del “relato” (es decir, la construcción verbal y fantasiosa de la realidad como una mera percepción colectiva manipulable desde el poder mediante el control del discurso público), un gobierno que altera las estadísticas del país para negar una realidad económica y social subdesarrolladísima y que cree que si logra convertir a los medios o a una porción importante de ellos en el INDEK de las noticias puede revertir su caída en desgracia porque entonces manejará la forma en que es percibido por la gente, que —sobra decirlo— para Aníbal Fernández cree menos en lo que le pasa que en lo que mira por TV.
Publicado por Claude
Etiquetas: Crotos, El Régimen
http://unkilo.blogspot.com/2009/10/que-buen-chiste-anibal-fernandez.html
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