jueves, 1 de octubre de 2009

ENEMIGO INESPERADO


El viejo trotskismo copa sindicatos y amplía el conflicto
Kraffy Foods,(ex Terrabusi); surge la violencia sin control

A LOS K LE APARECIÓ UN

ENEMIGO INESPERADO

“Siembra vientos…”.

Los sucesos vividos en relación al conflicto planteado entre la Kraft Foods Argentina (ex Terrabusi) y la comisión gremial interna de la empresa, pueden ser considerados un punto de inflexión en la larga historia de acciones directas protagonizadas por organizaciones de trabajadores sin personería gremial, piqueteros, grupos trotskistas de diferente alcurnia y motivación. Si bien el caso posee algunas analogías con lo que se plantea en los subterráneos de Buenos Aires, el hecho de que Kraft sea una empresa multinacional que no tiene un vínculo del tipo concesión de servicio público con el Estado, establece una diferencia esencial que ya ha quedado en descubierto con la abierta intervención de la Embajada de los EEUU en pleno conflicto.

Las reiteradas manifestaciones de los K. en el sentido de no reprimir las protestas sociales aunque éstas adopten formas previstas como delitos de acción pública por el Código Penal, han amparado cortes de puentes, calles y rutas y ocupaciones de espacios públicos y privados, muchas veces con uso de violencia e intimidación hacia terceros. Incluso desde el oficialismo se han alentado actos contrarios a las más elementales normas de convivencia social cuando los destinatarios de las manifestaciones de protesta eran adversarios políticos como en el caso de Mauricio Macri.

En el caso Kraft/Terrabusi los protagonistas de la prolongada ocupación de la fábrica y de los múltiples atentados contra la libre circulación vehicular, no son aliados de los K. sino, por el contrario, enemigos situados a la izquierda del gobierno. Entre Ramón Bogado y Luis D´Elía existen más diferencias que afinidades aunque ambos recurran a metodologías antijurídicas para expresar sus objetivos políticos. Bogado es dirigente de la Corriente Clasista Combativa, ha disputado con adversa suerte la conducción del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación y sus principales aliados en los sucesos desatados alrededor de Kraft son el Movimiento Socialista de los Trabajadores (Vilma Ripoll) y el Partido Obrero de Néstor Pitrola.

Tanto en la toma de la fábrica llevada a cabo el 24 de agosto como en los sucesos que culminaron con el desalojo de la planta, el dirigente del STIA, Rodolfo Daer y la CGT de Hugo Moyano, no tuvieron ningún papel destacado. Por el contrario, al Ministro Carlos Tomada le ha quedado bien claro que los sindicatos reconocidos no tienen ninguna posibilidad de controlar a los díscolos así como la UTA no dispone de los medios para disciplinar a los trabajadores de los subterráneos.

Le ha aparecido al oficialismo un enemigo por el ala izquierda de su pretendida vocación igualitarista, no represiva e hipócritamente amparada en los derechos humanos. Los K. no están preparados para este combate que recién se inicia. Mientras ellos se dedicaban a adulterar las cifras de la inflación y de la pobreza, al calor de las precarias condiciones en que viven los desocupados, los trabajadores en negro y los que tienen salarios por debajo de la línea real de la pobreza, han proliferado los grupos de inspiración trotskista que ya se encuentran en condiciones de protagonizar conflictos sociales de creciente magnitud.

El Gobierno K. se encuentra, pues, ante una disyuntiva de hierro. O permite que la calle – como escenario de la conflictividad social- sea hegemonizada por grupos hostiles o reasume el rostro represivo que conocen bien los opositores, políticos y sindicales, del feudo de Santa Cruz. En cualquiera de las dos hipótesis, se ha abierto un nuevo frente de batalla a espaldas de la oposición parlamentaria y fuera del control de la CGT y los sindicatos reconocidos.

Carlos P. Mastrorilli.

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