viernes, 23 de octubre de 2009

TOLERANCIA 100


TOLERANCIA 100

En la década del 90 el alcalde de Nueva York, Rudolph Guiliani (1994-2002) instaló en esa ciudad el concepto de “Tolerancia 0” para tratar de lograr reducir el caos que imperaba en esa ciudad, fundamentalmente por el cada vez más alto índice de delincuencia y corrupción.
La ciudad de Nueva York, que era conocida en el mundo entero por sus peligrosas calles, fue declarada por el FBI como la ciudad más segura de EE. UU. durante el segundo mandato de Giuliani.
Bajo su administración, logró un éxito notable por la sustancial y drástica disminución del crimen en general y particularmente los asesinatos que se redujeron en cerca de un 70%.
La tolerancia cero no significa intensificar los castigos ni aumentar las penas, como podría suponerse, sino simplemente actuar contra todos los delitos e infracciones, independientemente de la gravedad o magnitud del hecho en si.
El éxito logrado en Nueva York se debió a la estrategia impulsada por Giuliani llamada Estrategia Policial Número Cinco, la cual consistió y tuvo como centro de gravedad principal el "reclamar los espacios públicos de Nueva York.
Hecho este reducido introito y volviendo a nuestro país, vemos que si bien no está expresada oficialmente, pero si de hecho aceptada en la práctica por el gobierno, la tolerancia a los delitos impuesta por los Kirchner podría denominarse “Tolerancia 100”, exactamente lo diametralmente opuesto, a la estrategia llevada a cabo por el alcalde neoyorquino.
La permisibilidad a diversas infracciones públicas desde prácticamente el inicio de la gestión de Kirchner se fue intensificando con el tiempo.
Como un simple ejemplo, entre muchos otros, mencionaremos el caso de los movimientos piqueteros. Este fenómeno social, que si bien tomó relevancia en el gobierno del Dr. Duhalde, fue incrementándose en su accionar y virulencia desde los primeros momentos de la gestión de Kirchner, paralelamente a la protesta del común de los ciudadanos, que veían afectados su derecho constitucional del libre tránsito.
Pero lo más destacable de estos hechos, es que muchos estaban consentidos por el gobierno, cuando no francamente alentados en forma directa o indirecta. El gobierno buscaba capitalizar estos movimientos buscando formar alianzas con sus líderes para ampliar la base popular de su poder.
Los piqueteros, encapuchados y armados con palos y armas improvisadas que se apropian del espacio público, causando gigantescos caos de tránsito en la ciudad e impidiendo la libre circulación, es actualmente la imagen internacional de nuestro país.
Pero en la actualidad los acontecimientos se están saliendo de madre. Cada vez hay más días que Bs. As. se asemeja a una ciudad sitiada, con casi todos sus salidas y accesos interrumpidos y el consiguiente germen de la violencia popular implícito.
El mal humor y la agresividad están latentes en todos los lugares.
El gobierno ahora se percata de lo peligroso de su juego, ya que no encuentran la forma para poner coto a estas manifestaciones, sin indisponerse ni perder el apoyo con los integrantes que militan en estas organizaciones.
Se ha llegado al extremo de la desconceptualización de la palabra “represión” que perdió su verdadero significado y actualmente se relaciona con la dictadura o tiranía.
Montesquié dijo que es extremadamente difícil legislar contra los usos y costumbres. El movimiento piquetero ya se hizo un uso arraigado, no solo en los millones de pobres y desocupados de nuestro país para encausar sus reclamos, sino también en la izquierda vernácula que siempre estuvo enfrentado a los Kirchner y encuentra en este proceder un ejercicio de gimnasia revolucionaria.
Dentro de la misma tónica de los piqueteros, está la toma de escuelas y colegios por sus propios alumnos, para manifestarse en contra de alguna medida de las autoridades del establecimiento.
Debemos agregarle los violentos “escarches”, a personas o empresas, un raro fenómeno típicamente argentino, más afín a un sistema autoritario que a uno democrático, consentido y muchas veces incentivado por el propio gobierno. Unos ejemplos recientes son los “escarches” a la embajadora de EE.UU. y al senador Gerardo Morales.
Si a ello le sumamos el notable aumento del delito cada vez más sanguinario y con mayor brutalidad, el consumo de drogas, el lento accionar de la Justicia y fundamentalmente la política del “garantismo”, no es de sorprender la rápida descomposición de la sociedad por la anomia existente y la pasividad, incapacidad y muchas veces la complicidad del Estado.
También habría que agregarle como un ingrediente más, la mala y tirante situación del gobierno de los Kirchner con casi todos los sectores de la sociedad, que por su autoritarismo y prepotencia, nos da la pauta que la deseada “convivencia civilizada” que exige una comunidad organizada, está aún muy lejos.
La falta de seriedad y ausencia de autoridad que demuestran el verdadero absurdo de alguna de estas medidas se evidencia en dos hechos recientes que casi parecen tragicómicos: la toma de una escuela y su calle adyacente por sus alumnos durante un lapso bastante prolongado, se suspendió momentáneamente para que estos puedan realizar el viaje de fin de año previamente programado. El otro ejemplo, casi ridículo, los piquetes contrarios a la instalación de la pastera Botnia que impiden el tránsito por el puente que une Gualeyguachú y Fray Bentos desde ya hace varios años, permitió el pasaje únicamente a aquellas personas que poseían una entrada para presenciar el partido que iba a tener lugar en Montevideo entre la Argentina y Uruguay.
Como corolario, un país en donde el gobierno está ausente en su responsabilidad de ejercer el poder para que se cumplan las normas, disposiciones y leyes vigentes, por su desmedida demagogia que le impide su accionar por el miedo de perder el favor de las clases socio-económicas más deprimidas, sostén fundamental de este lamentable gobierno.
En definitiva, un gobierno que aplica la dudosa estrategia de la “tolerancia 100”.
Obviamente no es posible construir un país de esa manera.

18-10-09 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar

No hay comentarios: