lunes, 6 de octubre de 2014
DOÑA HUBRIS
La obsesión presidencial para mostrar que ella es la que manda
http://www.lanueva.com/el-pais-impresa/781097/la-obsesion-presidencial-para-mostrar-que-ella-es-la-que-manda.html
por Eugenio Paillet
La reciente cadena nacional confirma, corregida y aumentada, la sospecha de que la presidenta está convencida de que,
para llegar a diciembre de 2015, necesita un gobierno de fanáticos: ni siquiera de leales o amigos.
Lo que los argentinos han visto y escuchado esta semana -en especial, la estrambótica cadena nacional del pasado martes y la consiguiente recorrida por los patios de la Casa Rosada para renovar el vínculo con sus aplaudidores- confirma, corregida y aumentada, la sospecha de que la presidenta está convencida de que para llegar sana y salva a diciembre de 2015, es decir evitando un escenario de salida anticipada del poder, necesita un gobierno de fanáticos. Ni siquiera de leales o amigos.
Poco importa si las medidas económicas que propongan son mal remedio para una enfermedad ya avanzada, como la inflación galopante, la destrucción de puestos de trabajo, la caída sostenida de la producción y el alejamiento que costará recuperar del tan necesitado crédito externo. A ella le basta con que estén dispuestos a aceptar y aplaudir lo que les diga, cualquiera sea el delirante discurso que se le ocurra en la ocasión.
"¡Jefa, doy mi vida por vos!", le gritaba un pibe lagrimeando en el Patio de las Palmeras. Acababa de aplaudir la denuncia sobre un complot para atentar contra la doctora que encabezaría Barak Obama. No importa si antes había aplaudido la denuncia sobre un probable atentado que llevarían adelante… ¡¡los islámicos enemigos de Obama!! Vale la pena repetirlo: el plan de Cristina es pelearse con el mundo de allá y de aquí, denunciar complots y atentados detrás de cada puerta. Colocarse en rol de víctima a la que todos quieren destruir. ¿Cuánto tardará Capitanich, si todavía está en su silla, para denunciar por golpismo a Ricardo Lorenzetti, el titular de la Corte?
El joven intendente de Berazategui, Patricio Mussi, dio otro ejemplo que aplica al despropósito y sirve para preanunciar lo que puede venir, durante el acto del miércoles en Ezeiza: "Cristina, no soy un militante, soy un soldado, un soldado para la guerra que tenemos que dar", le ofreció para emoción visible de su jefa y mentora.
Hay que entender a aquellos pibes aplaudidores. Saben que deben cumplir su rol según precisas indicaciones de sus jefes de La Cámpora, o pararse donde les indica Oscar Parrilli, mientras celebran de a miles el pase al personal estable del gobierno y del Estado, desde donde según mentas de no menos fanatizados adoradores de Máximo Kirchner, empezarán a petardear al próximo presidente apenas asuma, si no llegase a ser "del palo". Encuadramiento que deja afuera a Sergio Massa y Mauricio Macri, pero también a Daniel Scioli.
La fase delirante de la presidenta y sus muchachos incluye la salida a escena de Alicia Kirchner para proclamar sin demasiados eufemismos que su sobrino y primogénito del matrimonio Kirchner puede ser candidato presidencial en 2015. Justo Alicia, a quien los Larroque y De Pedro, una trapisonda que su líder jamás podría desconocer, intentan desplazar del ministerio de Desarrollo Social para hacerse de esa caja y encarar una campaña nacional de proselitismo a partir del año que viene, al estilo de lo que se vio durante las inundaciones de La Plata, con el propósito de darle bases clientelares a esa candidatura. El plan se completaría con cursos acelerados a los que pretenden someter a Máximo, mientras preparan uno, cinco, diez actos en el conurbano y el interior bonaerense. Otra vez la vieja madre de todas las batallas. Ya se los dijo Carlos Zannini: "Para seguir siendo gobierno después de 2015 tenemos que ganar la provincia de Buenos Aires".
Lo que pasó con Juan Carlos Fábrega sirve también de ejemplo. El tremendo destrato, más allá de las capacidades del ex presidente del Banco Central, es el dato que confirma aquella regla sobre el fanatismo. Hay una línea de funcionarios del gobierno enojados o preocupados. Razonan que a Fábrega podría haberlo echado durante una charla íntima en Olivos.
Lo que espanta, abundan, es el grado de ensañamiento para un hombre leal, compañero de primaria de Néstor Kirchner, cuyo mayor pecado fue decirle en la cara la diferencia entre lo posible (Fábrega) y lo imposible o peligroso (Kicillof). Batalla perdida de antemano. Cristina sólo tiene oídos para Axel y de hecho para su hijo. El resto a aplaudir al Patio de las Palmeras o exponerse a ser expulsados del paraíso.
Todo reafirma la obsesión presidencial para mostrar en esta etapa que ella es la que manda, la única dueña del poder. Está convencida de que, de esa manera, llega a completar su mandato. Dicen a su lado que es la primera en darse cuenta de que si afloja un tranco, se la van a comer viva. Puede que tengan razón, desde el simple análisis político. Pero el clima en el que está sumiendo al país es verdaderamente temerario.
Lo es asimismo si se advierten las medidas que vienen, reafirmada la ciega ligazón a Kicillof: incluyen sacar la Gendarmería a la calle para combatir las cuevas del dólar marginal, llevar el cepo al dólar a una instancia de ahogo para toda la producción, desconocer flagelos como la inflación, la inseguridad y el narcotráfico. Y apañar un desorbitado aumento de la emisión y el gasto público. Ya le ha dicho "Kichi" que quienes cuestionan esas políticas "son loquitos que trabajan para Massa y no entienden un pito de economía".
Gobernadores peronistas reunidos en las últimas horas avizoran dos escenarios: que ella llegue a 2015 rodeada de fanáticos dejándole una tremenda bomba al gobierno que venga. O que el fracaso de esa dinámica la lleve a una salida anticipada, si encima no puede meter a un candidato propio en las presidenciales del año que viene. A menos que crean seriamente que pueden imponer a Máximo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario