jueves, 22 de febrero de 2018
ENTRETELONES
Hugo, Huguito, Pablo y la máquina de apretar
por Julio Villalonga
Huguito Moyano, el hijo abogado de Hugo, tenía todo arreglado con los asesores del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y con los abogados de las centrales sindicales empresarias. El texto de una ley "ómnibus" que reformulaba el mundo del trabajo, incluidos los ajustes a los sistemas previsional y tributario. Lucía ambicioso, pero estaba a la vuelta de la esquina, cuentan casi con asombro en encumbrados despachos oficiales.
El presidente Mauricio Macri estaba aún embriagado por el triunfo electoral de medio término y los reclamos de los empresarios locales y de los inversores internacionales parecía que podrían ser satisfechos, pero la múltiple reforma tenía un costo, y ese costo apareció de golpe: si el gobierno quería aprobar la meganorma, el "caso OCA" debía resolverse según las condiciones de los Moyano.
Pero eso no ocurrió, y junto con la ley "ómnibus" se estrelló el proyecto de salvar a la empresa de correos privada, atribuida a Moyano como otro de los bienes de familia, que incluyen empresas, financieras, casas-quinta y departamentos lujosos en Puerto Madero.
Lo que siguió es conocido por todos. Hugo mandó a Pablo a romper, a reunir a todos los que se oponen al ajuste. Y hasta se animó a pedirle un café a Cristina, que ya se siente unida a Pablo, según tuiteó.
Hasta hace menos de dos meses, entre Cambiemos y Camioneros no había grandes conflictos. Este miércoles los segundos realizaron una marcha masiva pero que mostró en carne viva las limitaciones del conglomerado variopinto reunido en defensa de Moyano y los suyos, cada parte con intereses distintos y en muchos casos contrapuestos.
"Si hubiera sido empresario, sería un empresario exitoso", aseguró Moyano en una de las recientes entrevistas que dio. Como líder de su gremio, y con su esposa gerenciando la obra social, Don Hugo no mostró ninguna virtud como empresario. Por el contrario, que la obra social de Camioneros esté quebrada, a pesar de las millonarias ayudas del sindicato, muestra un notable descontrol administrativo. Que OCA le deba 3.000 millones de pesos al Fisco, en gran parte por no pagar las cargas sociales, parece un contrasentido: la compañía no pagaba las cargas ni los aportes sindicales, por lo que se convirtió en la mayor deudora del gremio.
Si exhibió la virtud de mezclar todo, lo público (si lo sindical lo es) con lo privado, sus propios intereses y los de sus familiares. Un modelo que nada tiene de distintos con el de Marcelo Balcedo, el dirigente que fue detenido en Uruguay con una obscena fortuna. La distancia está en la escala: Moyano es hipermillonario y Balcedo, un hombre rico.
Que Hugo Yasky, que padeció en carne propia el poder acumulado por Moyano durante el kirchnerismo, hoy se suba a un palco en un acto para defender al líder de Camioneros, es un acto de oportunismo político. Lo mismo corre para otros dirigentes que acudieron al acto en la avenida 9 de Julio.
Siempre para un roto hay un descocido. Las necesidades de Moyano hoy coinciden con las de Cristina Kirchner; las de Cristina Kirchner coinciden con las de Barros de Pie; las de Barrios de Pie, con las del trotskismo; las del trotkismo con TN...y así podríamos seguir dos líneas más. Todos se cuelgan de todos con un único fin, el de limar al macrismo en el poder para hacerlo llegar en las peores condiciones al 2019, mientras la amplia avenida peronista se pone a tono con los desafíos del futuro inmediato.
No hace mucho, el senador Miguel Pichetto, quien desde la derrota en su propia provincia se reconstruyó de manera inédita hasta convertirse en un "factótum" del peronismo no kirchnerista, señalaba que no parecía haber tiempo para la reorganización del peronismo en los próximos dos años. Cerca de él señalaban que lo mejor que podía pasarle al peronismo era que Macri gobernara hasta resolver el desaguisado económico que dejó Cristina Kirchner, lo que parece difícil que vaya ocurrir antes del final del primer mandato de su sucesor.
Pichetto imagina, como muchos, un 2019 con Cristina fuera de la grilla de candidatos, pero con capacidad de daño dentro del peronismo, al que sigue denostando como hace dos años, como sin pudor revelan las filtraciones de las escuchas de la Justicia.
La última reunión en el sindicato de porteros y el acto de Camioneros muestran los límites precisos de la reorganización partidaria y sindical, pero han sido llamados de atención para los armadores de la Casa Rosada. "No se puede ignorar que Cristina es la que más votos tiene, aunque sea en Buenos Aires, y tampoco que la mayoría de los dirigentes la quieren jubilar", asumen en la cartera política que dirige Rogelio Frigerio.
Moyano dice que no tiene miedo de ir preso y acusa de "golpistas" a funcionarios
(En esa oficina reconocieron cierta impericia del elenco gobernante, y algunos "vicios" propios del gobierno de CEOs que armó Macri. Pero hasta ahí, no mucho más. Si la izquierda ha pecado algunas veces de una excesiva autocrítica, a veces inmobilizante, la nueva derecha local luce completamente ajena a esa práctica, por más que digan que no tienen problema en rectificar).
El tiempo dirá si la extorsión como método le vuelve a servir a Moyano para frenar, como en el pasado a Cristina, al presidente de turno en su ánimo "purificador". Moyano no debe enfrentar periódicas elecciones, como los mandatarios y los legisladores. No tiene nada que perder en ese terreno. El único temor que tiene es a ir preso. Si la Justicia lo investiga a fondo, es muy probable que -por la edad y su salud- deba pedir un arresto domiciliario. De lo contrario, piensa Macri, habrá ganado la impunidad y él estará condenado a ser un interino entre el kirchnerismo y lo que venga.
Entretanto, la estrategia de "limado" continuará sin prisa, pero sin pausa. No están dadas aún las condiciones para un paro nacional, pero ya llegará, cuando la presión de la olla lo haga recomendable. Después del Mundial de Rusia, quizás, cuando se desate el hilo de la próxima campaña electoral. bpa
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