domingo, 18 de febrero de 2018

SÍNDROME PERONISTA

El síndrome peronista por Omar López Mato El peronismo es un síndrome caracterizado por la rigidez marmolea del rostro, una desmemoria que los lleva a frecuentes y múltiples contradicciones, alianzas impensadas y afirmaciones temerarias. Este síndrome tiene además una variable cognitiva ligada a una fragilidad mnémica de tal envergadura que suelen olvidar que no son dueños de la verdad, ni del país. Aquellos que padecen el síndrome peronista (también llamado piruchista) carecen de pensamientos elípticos, y de elucubraciones sobre procesos indirectos. Son proclives a dar lo que no tienen. Gastan y gastan, y cuando se les acaba la plata siguen “redistribuyendo”. Es así como nos condujeron a la inflación y al empobrecimiento del pueblo que dicen defender, llenando al país de pobres. El piruchismo es tan inflacionario que a los conductores de una de sus ramas los llaman “los gordos”. El síndrome piruchista les impide pensar a largo plazo, solo apuntan a la próxima elección. La evocación maquillada de tiempos pasados, especialmente si se trata de Isabelita o Cristina, se pierde en la tiniebla de los tiempos. ¿Acaso eran peronistas? preguntan con cara de horror, que prontamente se metamorfosea en una sonrisa sardónica. El síndrome peronista, hace estragos entre aquellos que lo padecen, especialmente si han sido funcionarios. Cual maníacos, brindan explicaciones desordenadas, argumentos ad hominem, apelan a conspiraciones foráneas además de recurrir a frases del General y slogan setentistas de triste recuerdo (cinco por uno, la justicia de arriba… y cosas por el estilo). Los políticos piruchos tienen una verborragia con fuga de ideas que terminan induciendo una fuga de capitales entre sus connacionales. Su modelo es distribuir bienes de los que no son dueños con perseverancia suicida, aunque siempre se las ingenian para dejar la carga al que sigue, especialmente si es un partido opositor. No debe asombrar la unión entre piruchos K, massistas, zurdos y sindicalistas: es parte del síndrome. Llegó el tiempo de dejar “en bolas y a los gritos” al opositor (como decía el general San Martín), después de crear un déficit de 15 puntos del PBI. Debido a este cuadro clínico los pudimos ver a Recalde, Kicillof, De Mendiguren, Agustín Rossi, Facundo Moyano, Del Caño y Graciela Camaño todos juntos para la foto, festejando el ensayo de Golpe de Estado del 18 de diciembre. ¡Un típico síndrome pirucho! Como para un pirucho no hay nada mejor que otro pirucho, podrán pelearse, insultarse y acusarse mutuamente, pero cuando llega el momento de poner palos en la rueda al opositor (más si está en el gobierno) todos se unen en dulce montón. A ningún partido político le gusta aumentar impuestos y servicios, ni despedir empleados, pero con la atroz administración K (claro caso de piruchismo in extremis), no deja muchas posibilidades de maniobras. Nos dejaron un país como el que Menem le dejó a De la Rúa, igual o peor… ¿Y ahora reclaman? A los piruchos les encanta jugar con fuego. Las propuestas demagógicas y suicidas de esta oposición beligerante, espanta las inversiones, única forma de resucitar a este país… pero los piruchos se dejan llevar por este síndrome perverso que los corroe y corean exaltados las estrofas de la marcha “combatiendo al capital”. Como el escorpión de la fábula, los peronistas no pueden con su genio, aunque se hundan y todos nos hundamos en el proceso. No se cansan de alborotar las calles, de sembrar discordias, de arrojar piedras (15 toneladas de una plaza recién restaurada hecha escombros) ocultar la mano y después hacerse los amiguitos, para clavar puñales por la espalda. Estos piruchos cantan exaltados “todos unidos joderemos”. Y están dispuestos a joder a todo el mundo, obsesionados como están de recuperar el poder que se les escurre entre las manos. Eso los vuelve locos y la sombra de una investigación profunda sobre sus patrimonios, los impulsa a tomar medidas incendiarias. Los peronistas se proclaman muy democráticos, pero cuando pierden las elecciones tienen pesadillas en las que se ponen el traje a rayas por el saqueo disfrazado de servicios a la patria (que llenó sus bolsillos). Entonces, como en los tiempos de Vandor, no temen unirse a cualquiera para lograr sus oscuros objetivos. Ya lo hicieron y lograron derrotar al presidente más honesto de la Argentina. Ahora se abrazan, cantan la marchita y amenazan con que les queda poco tiempo... si, les queda poco tiempo de libertad, porque ya es tiempo que vayan presos ellos y sus esbirros, los sindicalistas millonarios, los Montoneros asesinos a sueldo...y que todos los funcionarios venales devuelvan la plata. Que vayan presos de una vez, antes que destruyan lo poco que dejaron en pie de la Argentina. Omar López Mato Médico y escritor

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