viernes, 23 de febrero de 2018

YO, YO, YO, YO,..........

*”¡YO, YO, YO, YO, YO, YO!...” Malú Kikuchi (23/2/2018) El gran Jacinto Benavente decía en su poema: “Cu, cu, cu cantaba la rana! / ¡Cu, cu, cu debajo del agua! / ¡Qué monótona es la rana humana! / ¡Qué monótono es el hombre mono!”. Vale la pena que busquen el poema en Google, enseña. Disculpen por la introducción literaria, pero los versos de Benavente son lo más claro, de entre todas las cosas claras, que me dejó la marcha referencial del 21/2. Una marcha multitudinaria, lo que no implica que haya sido exitosa. Fue ordenada mientras se formaba, fue ordenada durante el acto y ordenada al dispersarse. Los negocios por donde pasaron los convocados, no cerraron. Un gesto civilizado por parte de todos. Fue una marcha sin desmanes, con pocos insultos groseros. Los 6 discursos, ¡cortísimos! Antes de las 16hs todo había terminado. Se agradece. ¿Qué quedó? El discurso más iracundo fue el de Pablo Miceli, ATE autónoma, los demás, mesurados. Ni siquiera hubo una unidad de reclamos. Todos estaban de acuerdo con que esta política económica del gobierno hay que cambiarla. Luego cada uno habló de lo suyo: Hugo Yasky, ATE, Sergio Palazzo, Bancarios, Juan Carlos Schimid, Dragado y Balizas y parte del hasta ahora triunvirato de la CGT. Esteban Castro, Confederación de los Trabajadores de Economía y…¡Hugo Moyano! Camioneros, en principio el dueño del acto. ¿Cómo lo vi? Mayor, desmejorado, perdió muchos kilos. Estaba disperso, con un discurso que no era tal, deshilvanado, me dio la sensación que no sabía muy bien qué decir ni cómo decirlo. Nos referimos a Hugo Moyano, el “cuco” gremial de varios gobiernos y varios sindicalistas. Cuando finalmente se recompuso, saltó la verdad. No pudo ocultarlo demasiado tiempo, un tiempo que no tenía: el acto, la marcha, todo ese movimiento de personas, ómnibus, carteles, remeras identificatorias; toda ese rejunte con la izquierda (que hubiera horrorizado a Perón y a cualquier gremialista que se precie de ser PJ), paralizar la 9 de Julio, inutilizar el metrobus, jorobar a los trabajadores. Todo ese despliegue carísimo no sólo en $$$, también social y políticamente, se redujo a Hugo Moyano diciendo, para darle la razón a Benavente, “yo, yo, yo…” El inventor del yo-yo, juego mucho más barato e inocuo que el yoyoismo de Moyano. El poder judicial tiene problemas con Moyano y su familia política. Mejor dicho, Moyano y su familia política (Liliana Zulet, sus hijos) tienen problemas con el poder judicial. Problemas que vienen desde hace varios años y recién ahora se mueven. Moyano está convencido que Macri ordenó que lo persigan. Suponemos que no es así. Según la CN el ejecutivo no debe influenciar al poder judicial. Moyano tiene miedo de ir preso. Tanto miedo tiene, que repitió demasiadas veces que no tiene miedo de ir preso, hasta olvidó que el castellano es rico en palabras y no es necesario usar las más groseras, la gente entiende sin necesidad de recurrir a tamañas chocanterías. Resumiendo: buena la organización, de acuerdo con Schimid sólo un tercio lo aportó camioneros, el resto fue el descontento popular (de la extrema izquierda y los K). Estuvieron Máximo, Aníbal, la Cámpora, Zaffaroni, invitó mamá Hebe ¡un lujo, la armada Brancaleone! Moyano perdió visiblemente peso político. Todo lo que sube baja, es una ley física, hasta cayó el imperio romano. Lo que no quiere decir que no pueda paralizar al país con sus camiones. Pero el peso político de Hugo Moyano, fue. Bueno para el gobierno, siempre y cuando no se la crea. Todavía debe convencer a la ciudadanía que no hay una persecución a los gremialistas y a los gremios por el hecho de serlos, que persigue a los corruptos. Que el poder judicial (que despertó después de ver el mapa pintado de amarillo en octubre 2017), tardíamente, busca justicia y castigar a los corruptos, que son muchos, demasiados. La tarea es ciclópea, pero alguna vez había que encararla. Los primeros pasaos se están dando. Esperemos, después de haber visto y escuchado a Hugo Moyano el 21/2 en la 9 de Julio, que el camino hacia la transparencia gremial se haya allanada un poco más. “En el “meeting” de la humanidad”, poema de Jacinto Benavente, altamente recomendable.

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