viernes, 30 de noviembre de 2012

EL DEFAULT SIGUE PUERTAS ADENTRO

por Gabriela Pousa En el último encuentro con motivo de celebrarse el Día de la Industria, Cristina Kirchner sostuvo que: “Nos castigan porque construimos un contramodelo“. Aunque no lo haya dicho en el sentido correcto, lo cierto es que resulta más coherente hablar de “contra modelo” a insistir con “el modelo” cuando no hay quien desee copiarlo, ni reviste ejemplo. La política kirchnerista va a contramano de la lógica, el país marcha como el cangrejo: si avanza lo hace hacia atrás. En ese marco es como la Presidente se topó con otro 8N. Apenas dos diferencias: 1) cambió la fecha 2) cambió el origen. Esta vez, no fue la gente, no fue su “todos y todas”. Fue el mundo – representado en la figura del juez Thomas Griesa – quién le puso un límite al desdén y a la soberbia oficialista, a ese “hago lo que quiero y no rindo cuentas“ Puertas adentro queda claro que la mandataria sigue haciendo y deshaciendo a su antojo. Rompe reglas, evade la justicia, pisotea derechos, tergiversa los hechos, etc. Ahora bien, una vez traspasada las fronteras, todo cambia. Hay un cepo a la porfía. El discurso patotero y prepotente encuentra dos opciones: o se silencia o se paga. El escenario internacional no es la clase media, ni es el grupo Clarín, tampoco Gendarmería ni la oposición de Proyecto Sur o Hermes Binner. Afuera hay normativas y se respetan, en caso contrario, no hay escapatoria: a ceñirse a las consecuencias. O se aprende por las buenas o se aprende a la fuerza. Triste pero evidente, por esta última ha optado la Presidente. Pocas horas pasaron entre el virulento y agresivo “No vamos a pagar ni un peso a los fondos buitres”, y el “haremos honor a los compromisos”. ¿Qué sucedió entre una y otra alocución? Muy simple: se pasó de tratar con magistrados resignados a ser meros empleados al servicio del poder con sede en Tribunales, a tratar con un juez. Ningún misterio. Sintetizando, no hubo un Norberto Oyarbide sino un Thomas Griesa. Huelga toda otra explicación. Dirimir si el fallo es de imposible cumplimiento, si deja mal parados o afecta a quienes previamente entraron al canje, es otro tema. Más allá de estarse a favor o en contra del fallo -ahora postergado-, hay una realidad insoslayable: ni Barack Obama, ni los congresales republicanos metieron la mano en la administración de justicia. No hay detrás de Griesa ninguna conspiración ni orden mesiánico obstinado en hacernos daño. Tampoco está la señora del magistrado americano “envidiosa” de los dones de Cristina como podría presuponer Juan Pablo Feinmann. El modus operandi del kirchnerismo consiste en enarbolar denuncias sin pruebas concretas, en situarse en el rol del perseguido sin que exista persecución. La conducta de la jefa de Estado es arrasar contra todo obstáculo sin reconocer que no choca contra terceros o cuartos sino sobre su propio ser y hacer. Como ya no resultan creíbles las denuncias del oficialismo, y no hay modo de instalar un enemigo cierto, recurren al uso arbitrario y desmedido de lo superlativo y del eufemismo. Así no es el pueblo quien expresa descontento sino la clase media, no es un fallo de la justicia americana el que afecta sino que es todo el “imperialismo”, ¡la superpotencia conspira! Y esas denominaciones confieren la categoría de demonio. Se protesta contra abstracciones, siglas sin rostros: FMI, Banco Mundial, EEUU... Esta imposibilidad de nombrar e identificar al enemigo obra como un sufrimiento extra, pues incapacita para darse cuenta donde está realmente el problema, y consecuentemente, no permite deshacerse de aquel. Esto explica de algún modo, la desenfrenada ofuscación de la Presidente. Es una indignación y una ira peligrosa porque no se dirige contra nada preciso, y se agota en la exasperación, en el enfrentamiento estéril con algún objeto/sujeto ajeno a la cuestión. Sin duda, en Olivos y en Balcarce 50 están faltando espejos para ver, descubrir y entender cuál es el problema. Tras el mentado 7D puede desaparecer Clarín, TN, Canal 13 y todo el espectro radio técnico, el 27F puede jaquearse al país definitivamente, etc., que nada se modificará sustancialmente. Tampoco lograremos otra imagen, después de diez años de dar empírica evidencia de como estamos en estos pagos, nombrando a Ignacio De Mendiguren en lugar de Héctor Timerman (como pasa a estas horas por la mente de Cristina) Es cierto que en la era kirchnerista, la diplomacia pasa por una hipocresía distinguida pero sólo de entrecasa se consume la mentira. Los palos en la rueda que denuncia el Ejecutivo son inexpugnablemente los que se pone a sí mismo. Ni la ausencia de periodismo, ni una decadencia que hunda a Estados Unidos nos salva del destino al que se encamina la Argentina. La conspiración está dentro de la Casa Rosada, no afuera. Afuera sólo hay lógica y percepción de la realidad sin artilugios que la maquillen para que se vea rubia y de ojos celestes. No es la sueca de Marcelo Tinelli, es María Ovando. Y el ejemplo, se entiende, está lejos de ser un acto discriminatorio. Ahora bien, presuponer que un cambio de discurso respecto a la metodología de encarar el conflicto, es una renuncia de la Presidente a la concepción de la política como guerra, o un atenuamiento de su personalidad intrínseca es fútil e ingenuo. Cristina cedió a presentar una posibilidad de reapertura del canje por presión no por convencimiento. Este haberse encontrado entre la espada y la pared, no es -como debiera ser- una experiencia que enseñe para retomar un rumbo más coherente. Para Fernández de Kirchner este “traspié” es un trago amargo que acentúa la ira y el resentimiento. En la mente de la jefe de Estado, por su naturaleza manifiesta, el mecanismo que obra es el de una revancha contra todo aquel que “gozó” con su inicial “mala suerte” (léase el fallo del juez Griesa) Del mismo modo, la prórroga que se otorgara dándole apenas tiempo al país para evitar un default técnico no es contemplado como un “respiro” que otorgó una cámara de los EEUU sino que es visto, vendido y festejado como un triunfo del kirchnerismo. No ven, no quieren ver, ni atender la situación tal cual es. El photoshop de la realidad es la opción a mostrar. La cuestión, en definitiva, es indagar cuantos ciegos más hay en Argentina.

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