martes, 4 de diciembre de 2012

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Compatriotas: Ignoro si alguien abordó este ítem, antes de ahora, pero de cualquier forma haré mi apreciación al respecto. Esta bendita Argentina ha procreado genios como Houssay, Leloir, Milstein, Borges, Favaloro, Saavedra Lamas, Lugones, Frondizi, Cortázar, e incluso grandes talentos en el terreno deportivo como Fangio, Ginobili, Maradona, Messi y muchos otros. Lo que demuestra que nuestras mejores dotes, han sido aportadas, como decía Carlyle, por las grandes individualidades, que como en cualquier latitud, han sido las forjadoras de la historia. Sin importar el período de nuestro pasado, que elijamos al azar, al Pueblo de cada época, ha sido embargado por sus emociones, que infortunadamente siempre superaron con creces a las de la razón y el sentido común. Los Padres Fundadores de Estados Unidos, instrumentaron su separatismo de la Inglaterra de Jorge III, por estrictas razones tributarias, cuando de manera inconsulta se les incrementó el impuesto al té. Inexplicablemente. casi treinta y cinco años después, aquí en el Rio de la Plata, recién a los Criollos, se les despertó el Patriotismo. Muchos justifcan ese letargo, porque las noticias viajaban a lomo de caballo, pero nada de ello es cierto, ya que hasta la creación del telégrafo, mucho después de éso, las novedades siempre eran lentas, pero la esencia de las cosas se transmitía con la velocidad que se requería, cuando la voluntad era la infatigable compañera y aliada de la convicción. Nacimos hacia la libertad sin un propósito específico, aprovechándo la vacancia monárquica en la lejana España. Con un plan libertario, diseñado por San Martín, que aunque duela y mucho, era junto a O'higgins y Alvear, un agente británico encubierto; reclutado junto a los preindicados por Miranda en Londres para dichos fines. La libertad de Chile y del Perú, la estudiamos cuando niños como una gesta heroica, cuando en verdad fue una vil canallada. A lo largo de los siglos, Emperadores y Reyes, pugnaron para anexar más territorios a sus fronteras interiores, no a cederlas graciosamente a sus vecinos. El Señor Hitler comenzó una guerra que costó más de cuarenta millones de muertos, por una insignificante ciudad portuaria como Danzig, que en 1939 era polaca, pero tenía una población en su mayoría de habla germánica. Nosotros pusimos todos nuestros recursos y hombres para privarnos voluntariamente de contar como territorio con un litoral marítimo bioceánico. La categoría brindada a San Martín como "Padre de la Patria" fue y es a todas luces un absurdo, pero se extendió en el tiempo y en el espacio, porque para una inmensa mayoría de Compatriotas, la ausencia voluntaria de un revisionismo, mantiene al "Santo de la Espada" como una suerte de intocable, y es éste el primer acápite, la primera pista de esta fisonomía errática tan Argentina. Infortunadamente hubo otras, que deberán de leerse en la misma sintonía que la anterior. Juan Manuel de Rosas, que en su mocedad fue mayordomo en las estancias de sus primos los Anchorena, negoció secretamente con el Foreign Office de Londres, entregar las Islas Malvinas, para cancelar la enfiteusis, contraída por otro Gran Traidor como el mulato Rivadavia. Esa curiosa propuesta, finalmente entusiasmó a los Ingleses, quienes las tomaron sin pagar nada a cambio. Su refugio en el Consulado Inglés de Buenos Aires, su escape en la fragata "Conflict", su apacible exilio y posterior fallecimiento en Southampton, demuestran sobradamente que el culto a su personalidad, que inveteradamente le han rendido los sectores Nacionalistas, ha sido simplemente un supremo desatino. Bartolomé Mitre, emulado como una "Vaca Sagrada" por los sectores más Conservadores, de todas las épocas, fue y es otro falso ícono de nuestro desaguisante pasado. Sin ninguna experiencia militar, salvo la "carnicería" de Pavón, cuando ordenó pasar a deguello a todos los prisioneros entrerrianos y santafesinos que cayeron prisioneros, por un acuerdo tramado por la Gran Masonería Brasileña y Argentina, se lo designó Comandante en Jefe de los ejércitos que invadieron el Paraguay. Esta directiva masónica fue nuevamente la que nos impidió proyectarnos para "repartirnos" con Solano López, todo el Imperio del Brasil, imposibilitándo que la Bandera Nacional hondeara en Rio de Janeiro, si nos hubiésemos aliado con el dictador Paraguayo. Para 1865, en menos de cincuenta años de nuestra trashumante historia, perdimos la soberanía sobre Chile, Perú, Bolivia y Uruguay, que militarmente habíamos ganado con todo derecho. Con Mitre perdimos algo peor que todo lo anterior, esto es, la posibilidad de erigirnos como la mayor potencia de la América del Sur. Renunciamos voluntariamente a equipararnos a los Yankees, en todo cuánto ellos conquistaron, cuando anexaron a su territorio a Florida, Arizona, California; Lousiana, Nuevo México, Texas y Alaska. Pudimos ser igual ó incluso mejor que ellos, pero naufragamos en lo profundo de nuestros mitos. Roca, a quien tanto lo denostan estos "zurdos de almacén" como Pigna y tantos otros advenedizos, por la matanza de indios, injustamente por cierto, ya que a la mayoría de los cautivos en la Conquista del Desierto, se los remitió a Buenos Aires, para que se incorporasen a la servidumbre de muchas casas porteñas, cometió otro grave yerro en su política de Estado. Al repartir enormes latifundios en el sudoeste y sudeste de Buenos Aires, la totalidad de La Pampa, y gran parte de la Patagonia a menos de cincuenta familias adineradas de entonces, que luego se conocerían como la "oligarquía vacuna", como Los Menéndez y los Braun en el Sur, los Martínez de Hoz, los Guerrero, los Peralta Ramos, los Unzué, los Duhau y los Santamarina en Buenos Aires. Fue todo ello, un desgraciado asunto, ya que tuvo a su alcance la posibilidad de forjar miles de minifundios, que de haberse así diagramado, hubiesen espontáneamente gestado una "burguesía campesina" tan descomunal como arrolladora, evitándo el hacinamiento urbano de tantos inmigrantes que en aquéllos años, arribaron por cientos de millares sin destino, salvo el de los "conventillos". El surgimiento de los "populismos", se habría retardado por décadas ó simplemente no hubiesen existido. Juan Perón, que surgió a la popularidad por haber sido "ungido" por el Departamento de Estado Norteamericano, como un acicate estratégico a la comunización del sindicalismo de la post guerra, tal vez hubiese transcurrido como inadvertido y acaso nunca jamás hubiésemos conocido acerca de su existencia, si las grandes urbes como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, no hubieran tenido tantos "cabecitas negras", postergados en sus anhelos de bienestar. Como el Radicalismo en las dos primeras décadas del siglo XX, el Peronismo no fue más que la corporización del anatema de nuestra historia. Todo lo que padecemos hoy en día, por tantos desencuentros entre Argentinos, no es más que la ceguera que todos tenemos al desconocer como enfrentarnos a un pasado tan ineluctable, que momificó nuestra potencialidad, nuestra riqueza extrema, nuestra prodigalidad, nuestro desenfado y desde luego nuestra vanidad, que nos ha otorgado ese estúpido e injustificable ego. Llevamos en nuestro genoma nacional, la ambivalencia de ignorar quienes somos en realidad. Repudiamos estas vulgares formas de gobierno que nos legó la Democracia, pero ignoramos como desembarazarnos de ellas. Ésa es... LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ARGENTINA.

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