jueves, 13 de diciembre de 2012

K TRAS K

K-TRAS-K Por Nicolás Márquez El oficialismo culmina el año 2012 de la peor manera posible: escándalos de corrupción, cacerolazos mega-masivos, embargo de la Fragata Libertad, paro nacional de la CGT y el sonoro naufragio del “7 D”, el cual le puso el moño negro al cúmulo de fracasos y tropiezos que Cristina Kirchner y la camarilla que lo secunda viene protagonizando y padeciendo sine die. A pesar de este último “resbalón” (el del “7D”), cómo el “festival” del frustrado festejo ya estaba programado y contratado, centenares de micros colmados de beneficiarios de planes sociales fueron arrastrados a Plaza de Mayo para escuchar una desaforada arenga de Cristina Kirchner, cuyo exaltado estado de ánimo no pudo ni supo disimular. Obviamente, para que el evento tuviese algún atractivo, a modo de sonajero montaron un redundante recital de rock and roll protagonizado por un aletargado Charly García y el millonario paraestatal Fito Páez, quienes fueron los encargados de espetar sus respectivos ladridos en la kermesse nacional y popular. Todo el show fue forzado y lastimoso. Encima, Cristina tras amedrentar expresamente a la CSJN durante su alocución, exactamente al día siguiente, la misma Corte agredida, lejos de amilanarse por los denuestos se dio el lujo de rechazar ipso facto el per saltum entablado por el régimen para derrumbar la medida cautelar oportunamente interpuesta por el Grupo Clarín. ¿A qué obedece tamaña insumisión en un país habitualmente colmado de jueces alcahuetes y obsecuentes?. Ocurre que en las republiquetas populistas como la Argentina actual, las instituciones son de utilería. Luego, cuanto más fuerte y mayor consenso tiene el Poder Ejecutivo, de manera inversamente proporcional más débiles y maniobrables son el resto de los poderes del Estado. A contrario sensu, cuándo el poder político del Ejecutivo empieza a perder terreno, mayor vigor y autonomía empiezan a adquirir el resto de los poderes estaduales. Este automático y espontáneo mecanismo de relación de fuerzas, es el que nos explica porque el régimen de CFK no pudo imponer su ultra promocionado “7D”, pese a los ingentes esfuerzos, extorsiones, y amedrentamientos que el oficialismo puso durante gran parte del año que se nos va. “Quien no puede lo menos no puede lo más” dice un viejo aforismo popular. Vale decir, así como Cristina no supo conservar ni administrar el éxito del 54% de popularidad cosechado en octubre del 2011, tampoco supo ni sabe cómo reaccionar políticamente cuando su contexto le es adverso y hostil. Es por ello que sus últimas intervenciones y decisiones políticas no hicieron más que profundizar el empeoramiento de su imagen e ir precipitando una eventual diáspora militante y dirigencial. La Presidente ya no sólo se ha enemistado con la clase media (sin la cual es imposible ganar las elecciones venideras), sino que la central obrera, tras el exitoso paro nacional acontecido semanas atrás, ahora se permite llevar adelante una movilización en la fecha sugestiva del 19 de diciembre en un horario infrecuente para el movimiento sindical (18Hs), incentivando de esta manera a que la clase media urbana acompañe la proclama sumándose a la misma. El relato oficial nunca resistió análisis pero al menos era creíble para muchos. Ahora sigue sin resistir análisis pero cada vez es aprobado por menos clientes. Ante las muchas dificultades existentes para reformar la Constitución, todo indica que el kirchnerismo en cuanto proyecto político e ideológico, tendría fecha de vencimiento, ante lo cual deberían pactar impunidad aprobando la eventual candidatura presidencial de Daniel Scioli o morir con las botas puestas con su “ortodoxia camporista”, sometiéndose así una catástrofe electoral en octubre del 2013, lo cual haría tambalear la gobernabilidad de cara al 2015. Sin embargo, existiría una tercera vía, en el supuesto legado de que el precio de los commodities pegue un brinco extraordinario dándole oxígeno al régimen y esperanzas de continuidad, pero esta hipótesis no está en los cálculos de ningún economista serio por optimista que fuere. Descartando entonces esta tercera hipótesis cabe preguntarse: ¿cuál de los dos caminos escogerá el kirchnerismo?, ¿el del pactismo o el de la inmolación?. Sólo el curso de los acontecimientos no brindará una respuesta más concreta, aunque ya la experiencia y la casuística nos dice que los peronistas son mucho más afectos a los negociados espurios y malolientes antes que a las ofrendas épicas e impolutas

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