miércoles, 23 de mayo de 2012
EL INFLADOR
Cuando promediaba su reinado, Luis XIII, que poseía un coeficiente bastante similar al de Alfonsín, y que además era un profuso cornudo, le preguntó a su Primer Ministro, el Cardenal Richelieu, que implicaba la traición en la política.
El clérigo dudó unos instantes y finalmente le contestó: "Una simple cuestión de fechas, Majestad".
Los británicos, que sabían mucho de éso, implementaron mucho antes de esa anécdota francesa, en la Torre de Londres, un patíbulo con forma de puente puente hacia el Támesis, reservado en exclusividad para los traidores.
Entre nosotros, nunca hubo una semblánza similar, para castigar a todos los que ofendieron y ofenden a la Patria.
De alguna manera muy particular, el tiempo se ha burlado de la mayoría de nosotros, ya que hasta hoy, con excepción de los fusilamientos de 1956, todos los que por acción u omisión han violado esos preceptos, ya en franco desuso, siguen indemnes.
La carnavalesca desatada por la Presidente, en su burlona e improvisada conferencia de prensa, sobre los logros de la misión a Angola, nos atestiguan sobre la ígnea temperatura de este dislate en la gestión pública.
Tales eventos sólo pueden sucederse unos detrás de los anteriores, en esta sociedad desquiciada por la ignorancia de un pueblo que sin importar lo que acontece en su derredor, ha olvidado su capacidad de asombro y menos aún de reacción.
Ya que está imposibilitado de interpretar un simple mensaje que ha mutado de ser subliminal, para transformarse en evidentemente obsceno y satánico.
No importa lo que pontifican todos estos analistas de cartón, como Grondona, Majul e incluso este remozado Lanata, ex de Perfil y actualmente a sueldo de Klarín.
Porque ninguno de ellos es fiable, toda vez que carecen de una trayectoria honorable.
Abrevan en el negocio editorial de aumentar la circulación de ejemplares, en los periódicos a quienes les prestan un servicio rentado.
Son un hato de hipócritas, que hacen de opositores a un sistema oblícuo que los abastece y retroalimenta.
Estos aparentes moralizadores, son los que en esencia, sanean a un aparato, que lejos de debilitarse, se fortalece.
El "vamos por todo", solamente se puede concebir cuando un puñado de granujas y apátridas como esta banda K, sienten que manejan ambas puntas de esta cuerda de circo, en la que saltan estos supuestos periodistas, industriales corrompidos y militares afines con este plan de aniquilación del Ser Nacional.
Si todos estos que hacen de amonestadores del gobierno fueran decentes de verdad, sin ambages, aprovecharían sus tribunas, para clamar ante un público aturdido, por la destitución inmediata de estas lacras kirchneristas.
La simple declamación colmada de apóstrofes vacíos de contenido y con dirección errática no hacen más que delinear una triste figura con una torpe forma, como la de
EL INFLADOR
Atentamente Carlos Belgrano.-
laautopsiadelbicentenario@yahoo.com
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