lunes, 8 de octubre de 2012
JUICIO POLÍTICO
¡JUICIO POLITICO YA!
Por Cosme Beccar Varela
Fuente: La botella al mar
Hay un asunto que la supuesta “prensa opositora”, de la que tanto y tan sospechosamente se queja la usurpadora presidencial, jamás menciona. Ni siquiera serviría que lo mencionara apenas una que otra vez, como por estudio, sino que debería hacerlo objeto de una campaña, de esas campañas que la prensa sabe hacer con insistencia demoledora cuando quiere difamar a alguna persona “non grata” para el “cuarto poder”.
Sin embargo es un asunto de vida o muerte, de libertad o tiranía, de bienestar general o de miseria generalizada, de primacía de la justicia o de dominio de la iniquidad. ¿Cual es el asunto? Nada más y nada menos que el juicio político a la supuesta presidente de la Nación, única manera de forzar legalmente su salida del poder que usurpa y desde el cual, ella, sus mentores y cómplices estan destruyendo el país.
Todos los demás asuntos en los cuales abunda la “prensa opositora” son prólogos del juicio político, conclusión necesaria de las premisas que esa misma prensa esta exponiendo diariamente. Sin esa conclusión, las premisas no son más que ensayos enervantes de apariencia opositora. ¿Cual sería la crítica literaria que merecería un autor cuyo libro se compusiera exclusivamente de sucesivos e interminables prólogos sin entrar jamás en materia?
El art. 53 de la Constitución (versión 1994), en el Capítulo referente a las facultades de la Cámara de Diputados, dice así:
“Sólo ella ejerce el derecho de acusar ante el Senado al presidente, vicepresidente, al jefe de gabinete de ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber conocido de ellos y declarado haber lugar a la formación e causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros presentes.”
Hay varias causas graves desde hace tiempo como para iniciarle juicio político a la Sra. de Kirchner. Ya el 17 de Febrero 2010 he dado una lista de algunas de ellas en el nro. 955 de este periódico, al cual me remito “brevitatis causa” (www. labotellaalmar. com). Además, allí he explicado por qué su acceso al cargo presidencial ha sido una clara usurpación mediante un acto de fuerza en abierta violación del art. 36 de la Constitución, por lo cual es nulo de nulidad absoluta como lo son también, consecuentemente, todos los decretos que ha dictado y los nombramientos que ha hecho.
Desde entonces se han agregado nuevas causales para su destitución de las cuales se ocupa diariamente la prensa aunque, lamentablemente, sin sacar nunca la consecuencia lógica y necesaria de que es urgente iniciarle juicio político. Entre esas causales está la de dificultar la salida del país, usar el poder fiscal para perseguir opositores y fomentar leyes repulsivamente inmorales como el “homonomio”, sin olvidar que en materia de corrupción administrativa la Sra. Kirchner y sus funcionarios están batiendo todos los días todos los records.
Es tal la incoherencia que hay entre las acusaciones y la pasividad frente a la permanencia en el cargo que usurpa la Sra. de Kirchner que no se puede menos que sospechar que esos ataques de la prensa no son honestos ni constituyen el ejercicio sincero del deber de informar del que tanto se ufanan.
Es cierto que gracias al gigantesco fraude de Octubre del 2011 los “kirchneristas” tienen una mayoría (nula por fraudulenta) en el Congreso. Es cierto, peor aún, que los partidos de “oposición” tuvieron mayoría desde el 2009 hasta el 2011 pero ni siquiera intentaron cumplir su deber de acusar a la pseudo-presidente conforme lo establece el artículo 53 de la Constitución. Es cierto, para colmo, que tanto el “kirchnerismo” como la “oposición” han insinuado un alzamiento contra nuestra Constitución al repudiar en forma arbitraria la destitución del ex-Presidente paraguayo, por juicio político iniciado y sentenciado por el Congreso paraguayo conforme lo establece la Constitución de ese país. Si repudiaron el legítimo ejercicio del poder constitucional del Congreso del país vecino de destituir a un presidente indigno, es claro que los políticos de aquí están dando entender que no tienen la menor intención de defender el derecho de los argentinos a verse liberados de un gobierno que desde hace rato está fuera de la ley.
Pero aún así, si la prensa supuestamente crítica fuera leal a la Constitución, debería haber empezado hace rato a exigir el juicio político de la Sra. Kirchner y antes, del difunto Kirchner que era culpable de análogas ilegalidades. Ni siquiera el tan admirado Lanata hace eso.
Se dice que la prensa es el “cuarto poder”. Es verdad, para bien o para mal, generalmente para mal. Este “cuarto poder” es importante en este momento porque los otros tres poderes están usurpados por el “kircherismo” de una manera más o menos clara y total. Si es verdad que la prensa es independiente, debería suplir ese vaciamiento de la Constitución que deja a la población inerme frente a los atropellos del poder y debería usar su poder para defender el Derecho y reclamar a la Cámara de Diputados que cumpla con su deber.
La prensa podría explicar cómo funciona el sistema republicano cuando un presidente viola la ley, desatiende dolosamente sus obligaciones dejando que el país caiga en el caos social con un espantoso aumento de la delincuencia criminal, oprime al pueblo y, peor aún, amenaza “ir por todo”, es decir, acabar con las instituciones y, dadas su ideología y sus alianzas con tiranías comunistas como la de Cuba y de Venezuela, con la intención de implantar un Estado marxista-leninista en el que habrán desaparecido los derechos individuales, entre ellos el de propiedad privada y las libertades más elementales.
Además de explicar todo esto, la prensa debería concientizar a la población sobre el derecho que le asiste a ser liberada del flagelo de un gobierno cuyas características tiránicas van en un “crescendo” ominoso.
Esa tarea es esencial para que la gente se dé cuenta de su derecho a protestar mediante “cacerolazos” y marchas, como lo ha hecho hasta ahora en forma esporádica y desorganizada.
Esas manifestaciones serían mucho mayores y más eficaces si la prensa colaborara anunciando los días, horas y lugares y si les diera cabida a quienes organizan esos actos.
Dar la noticia “a posteriori” cuando no se tiene más remedio por la enormidad de una marcha como la del 13 de Septiembre es mejor que nada, pero no es suficiente porque la tiranía ha cerrado filas y tiene todavía todo el poder en la mano.
Lo temible para la tiranía sería darse cuenta que la prensa está dispuesta a difundir las nuevas convocatorias y los nombres y palabras de sus organizadores. Eso sí haría temblar las bases del poder ilegítimo que nos oprime porque las marchas serían mayores, mejor organizadas y centrarían sus reclamos en el juicio político que cortara de raíz todos los abusos de que hoy se quejan con justicia los manifestantes.
El país está en un enorme peligro de acabar como Cuba. No hay quien pueda negar que la Constitución está siendo violada todos los días de una manera flagrante, que el poder se concentra cada vez más en manos del Ejecutivo, que los otros dos poderes son sus sirvientes, que la “oposición” no es confiable ya sea porque comparte la ideología de izquierda del “kirchnerismo” y lo apoya en su deriva hacia el Estado socialista o porque son oportunistas sin principios. Entre estos últimos están los “peronistas disidentes” y el “centrismo” tipo “pro” o tipo “Carrió”.
Y lo peor es que la tarea no acaba con la legítima destitución de la Sra. de Kirchner y de sus ministros porque la sucedería Boudou o, peor aún, la senadora Alperovich, que es un personaje nefasto. La tarea debería seguir hasta que el requisito de idoneidad moral e intelectual del art. 16 de la CN se cumpla en todos los cargos de los tres poderes. Tarea ciclópea, pero indispensable. Hay gente buena de sobra en el país para ocupar esos cargos, pero la “dirigencia” corrupta e inepta no la deja ni acercarse.
Ante la falencia de todas las instituciones y de todos los políticos, si la prensa no asume el gravísimo deber que le cabe en esta hora crepuscular de la Patria, deberemos reconocer que estamos librados a nuestras propias fuerzas y que de aquí en adelante deberemos defendernos y defender la Justicia como podamos, siempre dentro de las normas para casos excepcionales que hay en la propia Constitución.
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