jueves, 11 de octubre de 2012

PROVOCADORA

SUS COSTUMBRES: PROVOCAR ECHANDO LEÑA AL FUEGO Por Carlos Manuel Acuña La renuncia de Raul Garré, cordinador del cuerpo de asesores de su hermana Nilda -ministro de Defensa- sindicado como responsable material del decreto que redujo los salarios del personal de la Prefectura Naval y de la Gendarmería Nacional -es insuficiente para iniciar un proceso de corrección en el grave problema desatado. A la inversa, el anuncio conjunto del jefe de gabinete -Abal Medina- y del ministro de Economía Lorenzini negando los aumentos solicitados, puede compararse con un acto de echar leña al fuego, sobre todo al tratar de derivar el problema hacia una maraña de funcionarios y ex funcionarios que estarían comprometidos desde hace mucho en maniobras de todo tipo relacionadas con los haberes correspondientes a las distintas fuerzas. El eje argumental fue suministrado en gran medida por Horacio Verbitsky en un artículo publicado sobre el filo de esta parte de los hechos, en Página 12. Redondo y significativo, que recuerda el viejo comentario adicional de "Dios los cría y ellos se juntan". Lo ocurrido alimentó más todavía la crisis que generó la reflexión periodística y casi elemental: si el conflicto comenzó a formarse años atrás ¿el kirchnerismo no lo pudo detectar...? En realidad podrían llenarse páginas y páginas alrededor de este asunto, hijo por un lado de la improvisación y por el otro de la incompetencia para administrar, pero además -y esto es lo más importante- constituye la incapacidad por vislumbrar la profundidad de un problema de alcances inimaginables para este oficialismo dedicado a amedrentar todo o casi todo lo que lleve uniforme y represente el orden o la defensa territorial. Así parece entenderlo el joven oficial de la Gendarmería que en Salta y en la localidad provincial de Orán -la misma donde en los años 1963 y 1964 hubo que desplegar la operación Santa Rosa para batir el primer intento armado con oficiales cubanos- decidió ponerse al frente de la protesta y declarar que las remuneraciones que perciben los gendarmes son ridículamente insuficientes. El numen del conflicto aparece ahora en toda su desnudez signado por un ideologismo que, para definirlo con pocas palabras, es la continuidad de la Guerra Revolucionaria bajo distintos parámetros, pero con el agregado de una exacerbación del resentimiento encastrado en un oficialismo que debería gobernar y no sabe cómo hacerlo ¿A quién se le ocurre hacer una rebaja general de haberes en momentos como los actuales -digamos que en cualquier momento- que ha colocado a suboficiales en la condición de deudores de la Fuerza a la que sirven...? Es tan insólito lo ocurrido que entonces cabe preguntarse si no hubo intencionalidad en generarlo y que como todo lo que hace este gobierno, le salió mal y se le escapó de las manos. También con esta parte de lo que comentamos podríamos escribir un ensayo que abarque extremos tales como la fábula trazada alrededor del forzado triunfo electoral de Chávez en Venezuela y su presunta influencia en la región y en especial en la Argentina, pero dejaremos que los acontecimientos hablen por sí solos, que descubramos naturalmente los interrogantes que rodean a esta información que utiliza la propaganda, que es la misma que no reconoce otros entretelones de la situación. Una situación que muestra el agotamiento de toda una estructura partidaria, de todo un andamiaje político que se muestra ignorante de lo que sucede en el mundo y que asiste impávido a la disminución del poder de las naciones para definir su propio destino y la defensa de sus intereses. Esto que parecería formar parte de un discurso de circunstancias, está referido a la gravedad de lo que nos acontece. Se desguarnecen las fronteras por donde transita el narcotráfico como por su propia casa y la inseguridad interna lleva una estadística de muertes que superan las ocurridas durante la guerra setentista. ¿Lo sabrá la estructura de Inteligencia que hoy domina en la Fuerza más extendida y numerosa de nuestro agredido sistema militar? Lo preguntamos porque como complemento de esta crisis ahora circulan informaciones que no aparecen sueltas y se muestran documentadas acerca del malestar que produce el sector dominante en el Ejército, sus vínculos comerciales con Nilda Garré, los favoritismos que se han creado y operaciones singulares que merecen un tratamiento exhaustivo y por separado. En la práctica, se trata de un verdadero combo de problemas que se concatenan entre sí, que se extiende por una red de inteligencia interior prohibida expresamente por la ley y los reclamos por los haberes que expresan los suboficiales y los retirados, sin excepción. Junto con la Policía son varios temas que en realidad se convierten en uno solo y se resumen en la incapacidad política por resolverlos, en la incultura y falta de formación para entender la gravedad de lo que acontece y por ende en la imposibilidad de enfrentar un proceso que no aceptamos como irreversible: la decadencia absoluta y progresiva. Hace unas horas se identificaron quienes organizan la marcha multitudinaria del próximo 8 de noviembre. Se autotitularon como la perseguida y mayoritaria clase media argentina que los políticos quieren conquistar para el día de las elecciones... para olvidarla después del cierre de los comicios. Durante la marcha, se solicitará la firma de centenares de miles de argentinos con un contenido puntual y abarcativo de la mayor crisis que ha soportado y soporta la Argentina moderna. El petitorio, el documento o como quiera llamársele, no podrá ser desconocido por las autoridades a quienes les será entregado para que resuelvan de una vez por todas. Será, a no dudarlo, un acto perentorio y hasta dramático que quedará registrado por la prensa libre de todo el mundo, pues marcará una realidad que es motivo del asombro que produce un país como el nuestro que puede satisfacer el hambre del futuro y las necesidades energéticas que generan las nuevas tecnologías que deseamos compartir junto con la libertad. Si lo logramos, apagaremos el fuego de la discordia crudamente expuesto con el caso de los suboficiales que recién empieza. Vayamos ahora a algo por demás importante y que nos llegó al cierre de este comentario. Ayer, los médicos que asisten a Cristina W. Fernández de Kirchner le dijeron -hay testigos- que ya no pueden suministrarle la cantidad de fármacos que consume. Lo hace para levantar el ánimo y luego, toma otros para disminuirlo en busca de un equilibrio que se muestra tan esquivo como la realidad que no ve. Sus presentaciones públicas son cada vez más convincentes de su afección que cuenta con una recua de cómplices convertidos en aplaudidores y aduladores que se estimulan mutuamente sin ponerse colorados. No hace mucho nos referimos a este asunto y a las consecuencias políticas que incorpora al complejo escenario argentino. La recomendación médica consiste en una licencia, pero el caso es que Boudou (Amado) carece de las condiciones morales y políticas para asumir la presidencia de la República. Tal como lo subrayamos en su momento, el caso es de difícil resolución. La tercera persona en el orden sucesorio es la senadora Rokjes de Alperovich, mujer del gobernador de Tucumán, también acusado de serias irregularidades. Como es fácil apreciar, el horizonte de los políticos y con las excepciones del caso, se muestra difícil. Se trata, por cierto, de un panorama que comprende varios elementos substanciales y simultáneos. El devenir argentino aparece como un desafío. Cristina -tal como lo hizo Néstor- podrá desatender los consejos médicos por más terminantes que sean y, obviamente, ella es artífice de su destino.

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