lunes, 2 de julio de 2012

ACEFALIA

¿HACIA LA ASAMBLEA LEGISLATIVA? Por Carlos Manuel Acuña Hablar de un aceleramiento de la crisis integral que afecta a la Argentina y tiene al poder central como protagonista más evidente de lo que ocurre, es caer en un lugar común pero inevitable y por eso no lo vamos a obviar. A esta altura de los hechos esa imposibilidad tiene demasiados compónentes por demás conocidos lo que hace innecesaria - y demasiado extensa - su mención, pero el último y más preocupante es el que se refiere al estado emocional de la presidente de nuestra ex República. A través de diversos artilugios literarios como el que dejamos escrito, este es un asunto que se menciona de manera más o menos indirecta desde tiempo atrás, pero la reiteración de conductas, el contenido de los discursos presidenciales, los comentarios deslizados por algunos ministros y colaboradores de Cristina W. Fernández y las maniobras que ésta realiza e impulsa contra presuntos enemigos dentro de las propias filas y a expensas de la situación general, hace que el tema pase a ocupar los primeros lugares de inquietud política. Como no podía ser de otra manera, en consecuencia se revisa una vez más aunque todavía en voz baja, cómo se desenvolverían los acontecimientos si se produjera el supuesto de un necesario reemplazo. En primer lugar, las reflexiones más criteriosas indican que sin lugar a dudas, cualquiera fuese la situación Cristina no renunciaría y que por lo contrario, su conducta mantendría el mismo derrotero sin modificar en lo más mínimo sus ideas y objetivos. Esto lo cumpliría Cristina pues como una señal directamente relacionada con el problema, actúa convencida que podrá manejar el próximo proceso electoral, tanto el parcial del año que viene como el presidencial del 2015, con o sin reforma constitucional para permitirle la reelección indefinida. El asunto prosigue su estudio tanto en el ámbito de la Suprema Corte por parte del ministro Zaffaroni como por sus ministros con competencia en el asunto o un funcionario ideológico y tenaz como es Carlos Zanini. Nunca estuvo la izquierda tan cerca de hacerse del poder total y absoluto como ahora, lo que es otro determinante de la decisióm de seguir adelante sea como sea. Otro, tal vez más importante, es la necesidad de mantener los privilegios e impunidad que entraña la corrupción instalada como un elemento escencial que será defendido a toda costa. Si la situación económica comenzará a hacer agua con creciente intensidad, a los consecuentes desórdenes sociales en vez de considerarlos un inconveniente peligroso, el kirchnerismo los espera para definirlos como un plan destituyente organizado por supuestos enemigos y no como una consecuencia del mal gobierno y del quiebre que se ahondará en consecuencia. Por cierto, la agencia de colocaciones llamada La Cámpora carece de la fuerza necesaria para contener los desórdenes que además, servirían para intentar señalar con un dedo acusador a las Fuezas Armadas. La argumentación relacionaría a esos eventuales acontecimientos con la presencia militar ordenada por la ministro de Seguridad Nilda Garré - pese a la imposibilidad legal para hacerlo - en las villas de emergencia señaladas como las más peligrosas acorde con los informes de inteligencia ordenados por el gobierno. Por añadidura, debemos señalar que el programa preve que los militares concurran desarmados y por ende expuestos a cualquier suceso de gravedad. Al respecto, se sabe que esto fue sostenido en más de una ocasión y que incluso se solicitó que las órdenes correspondientes se concreten, firmadas, por escrito y dentro de un marco de excepcionalidad expresamente reconocido. ¿Que sucedería si una agresión contra militares dearmados concluye con la muerte de uno de ellos o más aún, con la del agresor? ¿Y si éste es extranjero...? ¿Quién levantaría la bandera de los derechos humanos...? Que sepamos, la propuesta de Garré nada dice de este supuesto. Como puede apreciarse, la sola circunstancia de que este escenario posible sea analizado por todos los actores que quedarían involucrados, incorpora un nuevo elemento a la serie de novedades que se producen día a día. El trasfondo es claro y explícito: la obsecación presidencial, su objetivo de desbrozar competidores para el futuro, la inexistencia de un liderazgo opositor, el contenido ideológico de las medidas que se ejecutan y la manifiesta ineptitud que genera una serie errores en cascada. A esto podríamos agregar la influencia que poseen las tensiones internas que ocurren dentro de la familia kirchner, la adicción de Máximo o el viaje de Florencia al exterior, factores todos éstos que exasperan a Cristina y llegan a definir su conducta. De todas maneras, las divisiones internas que existen en el oficialismo y la mutua desconfianza que producen, colocan al asunto de la acefalía en un primer plano de posibilidades. Después de tantas reformas que mereció algo tan trascedental en un país inestable, está regido por la Ley 25.716 que fija con claridad una cadena sucesoria que comienza en el vicepresidente de la República y sigue, en ese orden, por el presidente provisional del Senado. Pero una cosa es lo que sostiene la norma y otra la realidad que permita aplicarla. El vicepresidente Armando Boudou está cuestionado moral y políticamente con tanta intensidad, que le sería imposible asumir el cargo. Además, carece de una estructura partidaria propia y es resistido por la totalidad del kirchnerismo, sea o no cristinista. A su vez, la tercera persona en la sucesión es la senadora por Tucumán Beatriz Rojkés, mujer del gobernador Alperovich. La senadora carece de capacidad y del respaldo partidario indispensable para terminar con el mandato o mantenerse el tiempo necesario hasta las nuevas elecciones que, por añadidura, deberían organizarse dentro de un marco anárquico y de crecientes dificultades económicas. Cerrado legalmente el camino para que asuma el titular de la Cámara de Diputados, este imaginado escenario contendría una complegidad tan profunda que haría impensable el espacio de tiempo de treinta días para realizar comicios, lo que abriría, de hecho, la instancia de los gobernadores tal como lo mencionamos dos veces en estas mismas columnas. También cabría la posibilidad de que el peronismo se apresure y coloque al ahora enemigo presidencial Daniel Scioli - el gobernador con mejor imagen e incluso muy superior a la de Cristina, que está en caída libre - como presidente de la Nación a partir de una Asamblea Constituyente dispuesta a salvar el sistema. Este último, un sólido argumento para lograr el apoyo de todas las bancadas. En parte, esto sería "el día después" del que todos hablan igualmente en voz baja. Por cierto, en este supuesto Scioli debería construir un gobierno de unidad (o de consenso, como se dice desde la época de Raúl Alfonsín, el primero en romper las normas legales y abrir el camino a lo que ahora sucede) que de paso, le permita salvar al peronismo que debería sacarse de encima al nuevo entrismo que está en ejercicio. Es el que bautizó como progresistas a quienes disfrazan la continuidad subversiva que no murió en los setenta con la derrota en el campo de las armas. Al comparar la actual situación con lo que ocurre, surge el viejo dicho que sostiene que se repite la historia. Hay mucho de cierto pero al revisar las tácticas y estrategias y algunos nombres principales, podemos sostener que en realidad lo que corresponde señalar es que la repiten. La modificación de los componentes históricos - la desaparición de la Unión Soviética, por ejemplo - entre otras cosas no impide la ejecución del resentimiento como instancia política.

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